miércoles, 30 de abril de 2014

Aura

Mi querida y joven amiga Aura Lowy vino a cenar y la pasamos muy bien. Es una mujer no sólo muy linda, sino muy inteligente, talentosa y llena de iniciativa. Pienso que con el tiempo hará cosas muy importantes dentro de los medios de comunicación y que puede llegar muy lejos. Ya le dije que en lo que esté de mi parte, yo la apoyo. Una gran persona sin duda.

martes, 29 de abril de 2014

Damon Albarn se queda solo

No deja de ser extraño que una personalidad del rock contemporáneo tan importante como Damon Albarn, con una trayectoria que parte de 1991, cuando apareció el primer disco de Blur (Leisure), agrupación fundadora del llamado brit pop y de la cual ha sido líder indiscutible desde hace más de veinte años, no deja de ser extraño, decía, que hasta ahora no hubiera realizado un solo disco como solista.
  Porque no sólo se trata de Blur y sus siete álbumes en estudio. Albarn también es alma y cerebro detrás de propuestas como Gorillaz, The Good, the Bad & the Queen y Rockey Juice and the Moon, aparte de haber trabajado en multitud de proyectos que abarcan desde la música del mundo hasta la ópera y desde el hip-hop hasta la composición de bandas sonoras para cine y teatro, además de su labor como productor con discos tan asombrosos como The Bravest Man in the Universe, del legendario cantante de soul Bobby Womack (2012).
  Es hasta ahora, veintitrés años después de su ingreso al mundo discográfico, que el autor de “Beetlebum” y “Parklife” lanza Everyday Robots, su álbum debut, un trabajo introspectivo, oscuro, calmo, pero lleno de una cálida nostalgia y una profunda crítica existencial. Con la ayuda de Richard Russell, director de XL Records (con quien co-produjo el plato de Womack), Damon Albarn se ha atrevido a ser el centro de un larga duración –aunque cuenta con invitados del calibre de Brian Eno y Natasha Khan (de Bat for Lashes)– y a que junto al título del mismo aparezca su nombre en solitario.
  Everyday Robots aparecerá hoy, 29 de abril, pero he tenido el privilegio de escucharlo y puedo decir que es una obra estupenda, con todo el sello de Albarn y sus experimentaciones en estudio con instrumentos análogos y electrónicos. Sin embargo, lo verdaderamente importante del álbum es su espesa sustancia, su honda esencia, su sentido profundamente humano. Es como si al hacer un disco solo, el músico hubiese querido reflejar su propia soledad por medio de composiciones austeras y melancólicas.
  Estamos ante un disco trascendente, de esos que merecen muchas y muy atentas escuchas. Una obra maestra.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" en la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 28 de abril de 2014

A Tlalpan al fin

Después de dos meses y pico y debido a mis molestias en la espalda, fue hasta ayer domingo que pude volver a visitar a mi mamá y a los Hellion en Tlalpan. Esto quiere decir que ya estoy bastante mejor de salud. De hecho, las molestias a la mitad de mi dorso ya son mínimas y lo que pasé a lo largo de tantas semanas parece un mal sueño (la movilidad que ahora tengo hasta me sorprende). Espero que la evolución hacia mi total recuperación prosiga. Por supuesto que no voy a dejar de hacer los ejercicios y de caminar diariamente un mínimo de media hora. Me puse como meta bajar veinte kilos de aquí a mi próximo cumpleaños y ya llevo cuatro.
  A mi mamá la vi bien, aunque sigue igual de olvidadiza y su capacidad auditiva continúa en deterioro. Pero no se quiere poner el aparato para escuchar. En casa de Rosa todo bien. La sorpresa fue que la Emma, uno de sus cuatro perritos, no me reconoció y me ladró al llegar. Pero todo bien. Hasta pude pasar a comprar nopalitos y tortillas azules.

domingo, 27 de abril de 2014

Vanesa

Ayer se cumplieron seis años de la muerte de mi hermano Jorge y justo ayer también, en extraña y no sé si significativa coincidencia, conocí a la joven que él de algún modo adoptó como hija y adoraba como tal. Vanesa es su nombre y es muy linda. Tiene veinticuatro años y apenas la conocí, gracias a los buenos oficios de mi hermana Ivette, quien mantuvo el contacto con ella durante todos estos años y apenas hace unos días me enteró de ello. Es una mujer muy guapa y con un enorme ángel. Vino a charlar un rato ayer por la tarde y me contó muchas cosas que yo no sabía de mi hermano, sobre todo en relación con ella, quien lo ve como si hubiese sido su verdadero padre. Fue muy emocionante conocerla y espero que sea el inicio de una relación permanente, ya que de una y mil maneras Vanesa es familia. Estoy seguro de que Jorge hubiese querido eso, si no es que él mismo se encargó de juntarnos, justo el día de su aniversario luctuoso. No lo sé.

sábado, 26 de abril de 2014

“¡Quieren censurar a internet!”

Las propuestas para limitar y hasta censurar a internet, contenidas en la iniciativa original enviada a las cámaras por el Poder Ejecutivo para la reglamentación de la nueva Ley de Telecomunicaciones, fueron un golpe maestro.
  Después de ver el escándalo que dichas propuestas provocaron en las redes sociales y entre la clase progresista, no puedo más que quitarme el sombrero y exclamar chapeau! Mi percepción es que en realidad, esas escandalosas proposiciones no han sido más que un buscapiés, un distractor, un anzuelo para que los progres se entretengan y hasta hagan videos de protesta con los histriones políticamente correctos de siempre, mientras que las decisiones más trascendentes de la ley serán aprobadas sin problema. Todos ganarán en el asunto: los legisladores, porque quedarán como los muchachos chichos de la película gacha, al demostrar que en México existe la división de poderes, etcétera; el Ejecutivo, porque conseguirá que la ley se apruebe; los internautas, porque no habrá tal censura a la red. Es un jaque mate digno de Frank J. Underwood, el protagonista de la extraordinaria serie televisiva House of Cards.
  Ya algo semejante había sucedido con la ley hacendaria, con aquello de los impuestos a las colegiaturas (otro buscapiés), pero nuestros cándidos izquierdosos se han vuelto tan predecibles en sus reacciones –no sé por qué me acordé del perro de Pavlov– que resulta muy fácil lanzarles un señuelo para que se entretengan mordisqueándolo, mientras las cosas importantes suceden a sus espaldas. Dan ternura estos personajes con sus frases incendiarias, sus videítos, sus memes y sus convocatorias a la resistencia y a formar cadenas humanas. Su ingenuidad política es tal que conmueve.
  ¿Cómo podrían pasar leyes que proponen limitaciones en la red que, si acaso, sólo existen en Irán o en Corea del Norte? ¿Se arriesgaría el gobierno mexicano a exhibirse ante el mundo como censor, represivo e intolerante cuando lo que está buscando es dar una imagen internacional liberal, abierta y moderna? Pienso que sería muy tonto de su parte y que los tontos –tontos útiles, por cierto– se encuentran en otro lado.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 25 de abril de 2014

Un hombre llamado Cobain

Dentro del mundo del rock, mucho se habla del famoso Club de los 27, es decir, ese tétrico agrupamiento de grandes figuras del género que fallecieron a los veintisiete años de edad. Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones, Alan Wilson y hasta el bluesero de los años treinta Robert Johnson forman parte de ese club de tan dudosa reputación, uno de cuyos miembros más relativamente recientes mas no por ello menos conspicuos es Kurt Cobain, líder del grupo Nirvana y quien se pegara un tiro de escopeta el 5 de abril de 1994, hace ya veinte años.
  Cobain había sido figura central dentro del llamado movimiento grunge que se dio sobre todo en la ciudad de Seattle, Washington (cuna, por cierto, del propio Hendrix), en la costa noroeste de los Estados Unidos. Su personalidad al mismo tiempo carismática e introspectiva, agresiva y tímida, afable y huraña, se combinaba de manera peculiar con su enorme talento  musical como guitarrista y cantante, pero sobre todo como compositor.
  Fue la suya una vida trágica. Nacido en Aberdeen, en el mismo estado de Washington, el 20 de febrero de 1967, Kurt Donald Cobain creció en un medio hostil, en el seno de una familia al mismo tiempo cristiana y disfuncional, ya que sus padres se divorciaron cuando él tenía escasos nueve años y siempre añoró el tener una vida familiar más convencional y estable. A pesar de ser rubio y de ojos azules (el paradigma del estadounidense exitoso), fue un niño y un adolescente lleno de miedos e inseguridades. Su refugio desde muy temprana edad fue la música y muy especialmente el rock. Sus primeros héroes fueron los Beatles (a los cuatro años solía cantar una y otra vez “Hey Jude”) y más tarde empezó a inclinarse por grupos como los Ramones. Abrazo al punk más agresivo, al metal clásico y al noise.
  Aunque sus pasos iniciales en la música profesional los dio como roadie de algunas agrupaciones ochenteras de Seattle, pronto empezó a componer sus primeras canciones y junto con su gran amigo Krist Novoselic, decidió formar su propio grupo. Los dos camaradas probaron a un sinfín de bateristas y finalmente se decidieron por Chad Channing. Kurt se haría cargo de la guitarra y la voz principal y Krist del bajo. Fue esa la alineación que grabó el primer disco de Nirvana, el explosivo, crudo y cuasi punk Bleach (1989) que contenía temas como “About a Girl” y “School”.
  El sorpresivo éxito del larga duración hizo que algunas disqueras grandes los buscaran y fue Geffen la que se quedó con el contrato (Cobain eligió a ese sello porque acababa de firmar a sus ídolos: Sonic Youth). Con nuevo baterista (un salvaje y talentoso músico llamado Dave Grohl), el trío grabó lo que habría de ser su catapulta hacia el infinito, hacia la fama inmanejable, el dinero ilimitado y lo que representaría su trágica desgracia: el álbum Nevermind de 1991.
  Con temas como “In Bloom”, “Come As You Are”, “Breed”, “Lithium”, “On a Plain”, “Polly” y, por supuesto, la archiconocida “Smells Like Teen Spirit”, el disco se convirtió en un clásico inmediato y muy pocos pudieron ver el sudor, la sangre, la pus, la enfermedad que supuraba aquella placa que representó giras, portadas de revistas, apariciones en MTV, mujeres, alcohol y heroína. Aparte, claro, de las estratosféricas ganancias para la casa disquera. Kurt Cobain era una superestrella y muy pocos percibieron al hombre endeble, vulnerable, temeroso ante la vida y lo que ésta tan de golpe le presentaba y ponía a sus pies.
  Líder involuntario del movimiento que comenzó a conocerse como grunge y al cual pertenecían otros grupos como Soundgarden, Alice in Chains, The Screaming Trees o Pearl Jam, entre otros, Nirvana entró en una espiral vertiginosa. Vinieron más discos (Incesticide, 1992; In Utero, 1993; el célebre Unplugged, 1994). Extraordinarios todos, pero el final se acercaba de la manera más dramática.
  No en casual que Cobain hubiese querido que In Utero se llamara I Hate Myself and I Wanna Die, a lo que se opuso la disquera. Casado con una cantante junkie como Courtney Love y con una pequeña y hermosa hijita (Frances Bean), el hombre no sólo no era feliz sino que vivía en una constante angst que junto con su adicción a las drogas duras lo llevó al suicidio en abril de 1994.
  Un golpe de escopeta puso punto final a la vida de este genio atormentado, cuya música sigue vigente a dos décadas de distancia. Se le extraña.

(Publicado este mes en la revista Nexos).

jueves, 24 de abril de 2014

Daniela encore

Luego de mucho tiempo, volvió a visitarme Daniela, mi queridísima amiga actriz, quien vino a comer y a platicar para ponernos al día. Fue una tarde más que agradable, con muchas noticias nuevas (algunas inesperadas), rica comida sana, buen vino, buena música y un ambiente más que grato. Espero que no transcurra tanto tiempo antes de volver a vernos.

miércoles, 23 de abril de 2014

Born Under a Bad Sign

“Born under a bad sign
I been down since I begin to crawl
If it wasn't for bad luck,
I wouldn't have no luck at all”.

Booker T. Jones / William Bell

“Nací bajo un mal signo, he estado jodido desde que comencé a gatear”, cantaba con todo su poderío el gran Albert King, en ese tema clásico del blues que es “Born Under a Bad Sign” que el propio King se encargó de inmortalizar. Aunque no se lamentaba del todo al exclamar con ironía: “Si no fuera por la mala suerte, no hubiera tenido suerte en absoluto”.
  ¿Mejor tener mala suerte con tal de que haya alguna suerte en la vida?
  La pregunta puede ser profundamente filosófica y terriblemente fatalista. Pero de eso canta en esencia el blues: de tristeza, de miseria, de sufrimiento, de traición, de sangre, de sudor, de lágrimas, de falta de perspectivas: de mala suerte. No es para menos. El blues nació en lo más pobre de lo pobre: los campos de esclavos del sur profundo estadounidense. Es la música de la gente más lastimada y envilecida, música surgida de las jornadas de trabajo de sol a sol, de los malos tratos de los amos blancos y sus capataces, de vivir en pocilgas, de padecer desde el nacimiento hasta la muerte. Eso tenía que verse como mala suerte, como pésimo destino, como nacer bajo un mal signo.
  El blues es pesimista desde la base y el blues es el padre del rock and roll y de todo lo que hoy llamamos rock. ¿Ha permanecido por tanto esa visión negra (en todos los sentidos de la palabra) en la esencia del género? ¿Persiste ese bad sign entre los que han escrito y siguen escribiendo rock y todos sus derivados? En buena parte es así.
  Cuando los blancos hicieron suyo al rhythm and blues primigenio (no ese híbrido de espanto al que soy se conoce cono r&b) y lo mezclaron con ciertas dosis de country and western, la tristeza y la melancolía no se alejaron. Cierto que en el naciente rock and roll había muchas melodías optimistas y muchos intérpretes bobalicones, pero su verdadera fuerza seguía apegada a las raíces del deep south y del delta del río Mississippi. El signo de la fatalidad y la mala suerte estaban ahí y eso lo vemos en una enorme cantidad de composiciones de músicos blancos de origen anglosajón: desde Bob Dylan y Grateful Dead hasta los Avett Brothers y Jack White, pasando por una larga lista que incluye a Janis Joplin, Jim Morrison, Leonard Coen, Joni Mitchell, Eric Clapton, Joe Cocker, Led Zeppelin, Pink Floyd, Neil Young, The Clash, Joy Division, The Police, Dire Straits, U2, Mother Love Bone, Sonic Youth, Nirvana, Pearl Jam, Elliott Smith, Bruce Springsteen, Radiohead, Jeff Buckley, etcétera, etcétera. Todos músicos blancos. Todos con una visión negra de la vida. Todos nacidos bajo un mal signo que se refleja en sus letras y en su música.
  Por supuesto que ese bad sign del legendario blues compuesto por Booker T. Jones y William Bell no es una marca fatal y negativa. Todo lo contrario. Es lo que ha permitido al rock mantener su autenticidad en un mundo dominado por el utilitarismo, la superficialidad, la frivolidad y el consumismo. Es lo que le da sentido a una vida como la de Kurt Cobain y a su trágico final.
  Cobain, como pocos, encarna a esa mala suerte de la canción que da título a este texto. Ahora que en este abril se cumplen veinte años de su violento fallecimiento, de esa autoinmolación que a muchos aún parece incomprensible, habría que buscarle un motivo y verla como el líder de Nirvana veía a su existencia: como un absoluto sinsentido.
  “La suerte no existe”, rezan los libros de superación personal. “Cada quien es el arquitecto de su propio destino”. ¡Ja! Esa es una gran falacia y el blues y el rock, desde sus más profundos infiernos, están ahí para contradecirla.
  “Hard luck and trouble is my only friend / I been on my own ever since I was ten”, prosigue cantando Albert King. ¿Quién es el señorito que se atreverá a desmentirlo?

(Publicado este mes en mi columna "Bajo presupuesto" de la revista Marvin)

martes, 22 de abril de 2014

Iraida: hija de la luna

Desde hace algunos años, una de las voces femeninas más importantes, bellas y expresivas del panorama musical mexicano es la de Iraida Noriega, quien ha dado al jazz nacional y a otros géneros y subgéneros afines un toque sutil y sensual, apasionado y poderoso. Es la suya una voz muy personal y singular que debería ser conocida más allá del circuito de los enterados y llegar a ámbitos mucho más amplios y populares. Su labor lo merece tanto como su calidad artística y su lucha constante -ya sea como intérprete, promotora o docente- por la buena música.
  Iraida regresa al terreno discográfico con un disco extraordinario. Nueva estación es su título y no existe en presentación física, debido a problemas con las empresas gestoras de derechos de autor, por lo que se puede descargar de manera gratuita en la dirección http://www.iraidanoriega.com/nuevaestacion
de la red. Esto es una maravilla, pues representa la oportunidad para que miles de personas que no han escuchado a la cantante lo hagan por primera vez y se deleiten con sus versiones jazzísticas a diversas canciones de la década de los ochenta, con temas que van desde “Hijo de la luna” y “Me cuesta tanto olvidarte” de Mecano, hasta “Sweet Dreams” y “Here Comes the Rain Again” de los Eurythmics, “Sorry Seems to Be the Hardest Word” de Elton John y “One Time” de King Crimson, entre otras.
  El grupo que la acompaña (el trío de Israel Cupich) es en verdad fenomenal y los solos de piano (que de pronto remiten al estilo de Bill Evans y de pronto al de Michel Camilo) son una delicia, como es una delicia la manera de cantar de Iraida, con ese feelin’ que tanto se echa de menos en otras intérpretes con mayor fama. Las variaciones vocales, los fraseos, el color, la intensidad, la profundidad, las improvisaciones, esa gama de recursos que posee Iraida Noriega y que sabe emplear con tanto gusto y sabiduría está presente en este disco que no existe físicamente, pero sí en el espacio virtual, para beneplácito de los amantes de la música más exquisita y gozosa.
  ¿Qué espera usted para descargarlo?

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 21 de abril de 2014

Trilce en casa

Mi querida amiga Trilce vino al DF desde su Monterrey natal y me visitó ayer para platicar, ponernos al día y hacerme una entrevista en video para su página de internet (Colibrí magenta) que está a punto de abrir. Me dio muchísimo gusto verla y saber de ella. Espero que su plan de venirse a vivir a esta ciudad se le conceda pronto. Con su talento, podrá crecer mucho más aquí. Ojalá.

domingo, 20 de abril de 2014

El misterio de la cripta embrujada

Pocos libros me han hecho reír tanto y con tanta delicia como El misterio de la cripta embrujada del escritor catalán Eduardo Mendoza. Sólo Jorge Ibargüengoitia me parece superior en el campo de la narrativa humorística en lengua hispana. Es esta la segunda (o quizá tercera) ocasión en que lo leo y me he divertido mucho de nueva cuenta.
  Autor de varias novelas importantes, entre ellas La ciudad de los prodigios y La verdad sobre el caso Savolta (ninguna de ellas de humor) y del divertimento El laberinto de las aceitunas (continuación, de hecho, de El misterio de la cripta embrujada), Mendoza posee un estilo único y sin igual (muy distinto al del autor de Dos crímenes, ciertamente). Con un barroquismo ingeniosísimo, el escritor narra las aventuras de un ¿detective? sin nombre que vive en un manicomio de Barcelona y es sacado del mismo por la policía, a fin de que investigue el caso de una niña desaparecida de un internado para señoritas. Narrado en primera persona por el propio ¿investigador?, un tipo guarrísimo y al mismo tiempo simpatiquísimo, experto en cometer toda clase de fechorías, el libro nos lleva por los bajos fondos de la capital catalana en un vieja alucinante de una o dos noches. Las peripecias son delirantes, como lo son varios de los personajes secundarios -desde el doctor Sugrañes y el comisario Flores (par de tipos corruptos pero que representan a la ciencia psiquiátrica y a la ley, respectivamente)- hasta Cándida, la esperpéntica hermana prostituta del protagonista, y la muy inteligente y buenísima (en el sentido más carnal de la expresión) Mercedes.
  Pero lo mejor de la novela es el lenguaje mismo, esa riqueza de palabras que remite a Quevedo y a Cervantes, pero trasladados a finales de los años setenta del siglo pasado (el libro es de 1979). Una maravilla. Una joya tan brillante como tristemente escondida de la mejor literatura picaresca de todos los tiempos.

sábado, 19 de abril de 2014

Nueva guía de insultos

Ilustración: Magú.
Quienes tenemos el privilegio de escribir una columna de opinión en un periódico importante, con absoluta libertad, sin censura y sin recibir la menor línea (como ha sido mi caso en Milenio Diario a lo largo de más de catorce años), estamos expuestos a los comentarios críticos y/o insultantes de los lectores, ya sea que lo hagan por internet (al pie de cada artículo), por medio de las redes sociales, por carta o hasta en persona (en especial cuando nuestras fotografías aparecen impresas y a la vista de todos).
  Los columnistas damos la cara y exponemos abiertamente lo que pensamos sobre diversos temas, lo cual nos expone a ser llenados de improperios –una semana sí y la otra también– por muchos de los que no piensan como nosotros y quienes, casi siempre desde la comodidad del anonimato, profieren toda clase de términos ofensivos. Lo sé, es parte del juego y uno se aguanta. Ya cada quién sabe si le afectan o no.
  Lo único que yo cuestiono a los que nos lanzan dicterios e invectivas es que siempre utilicen las mismas desgastadas injurias. Porque estos cuates se repiten hasta la náusea y no salen de sus “vendido”, “chayotero”, “lamegüevos”, “pendejo”, “panista”, “priista”, “chuchista” y un no muy largo etcétera.
  Como una contribucin al acervo lingüístico de nuestros ofensores, ya se trate de profesionales o de amateurs, les proporciono una serie de insultos perfectamente castizos y que harán más variados y ricos sus denuestos y escarnios. He aquí sólo algunos: arracacho, calilo, merluzo, panarra, lipendi, percebe, zoreco, tontucio, tolondrón, zamacuco, beocio, cazurro, dundo, gaznápiro, atropellaplatos, fuñique, babieca, asnejón, bucéfalo, capullo, samarugo, rácano, suato, papirote, noneco, muérgano, sanano, zolocho, tolete, molondro, carechimba, mamacallos, pirobo, pavisoso, cantimpla, fatulo y cuchara de viernes.
  ¿Qué tal escribir “este columnista es un panarra” o “¡eres un sanano, un asnejón y un merluzo, so babieca! Digo, les daría alguna originalidad y no se verían tan repetitivos. ¿Cómo la ven, mis queridos gaznápiros?
  Nada que agradecer.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 18 de abril de 2014

AC/DC

AC/DC es una de las agrupaciones más coherentes de la historia del rock y ese es uno de sus principales méritos. Su congruencia queda clara cuando uno revisa su discografía y descubre que en sus cerca de veinte discos no existe un solo tema que pudiera ser confundido con una balada. Ni por asomo. Al contrario de prácticamente todos los grupos que hacen rock duro y/o hevy metal, el quinteto australiano jamás cayó en la debilidad de hacer cancioncitas blandengues y melodiosas, de esas que sirven para que en los conciertos el público saque sus encendedores o balancee los brazos en todo lo alto. No. La música de AC/DC ha sido de alto octanaje desde su primer álbum hasta el más reciente. Es una banda que nunca ha dado concesiones y no se ha preocupado por mostrar una imagen correcta. Angus Young y compañía son guarros y no tratan de disimularlo. Con un extraordinario sentido del humor, se burlan de todo y de todos, pero en especial de sí mismos. Nada se toman en serio, salvo el hecho fundamental de hacer e interpretar el mejor rock and roll, el más estruendoso y rudo. Porque hay que aclarar un equívoco que coloca al grupo siempre entre los exponentes del metal: lo que hace AC/DC es simple y sencillamente rock duro. Musical y letrísticamente, su propuesta está bastante alejada de la de las agrupaciones heavymetaleras. Rock felizmente sólido y directo, fruto de la entraña, del sudor, del aliento alcohólico, de las dentaduras podridas, de la fealdad, del machismo más jocoso y desafiante. Es un rock muy poco apto para sensibilidades exquisitas. Es un rock deliciosamente burdo, rudimentario, ríspido, pero ejecutado con un talento incomensurable. En AC/DC ha vivido siempre el espíritu primigenio del rock and roll, su esencia, su raíz. Con sus altas y sus bajas, ha tenido la capacidad de mantenerse fiel a su propuesta original. Me equivoqué al principio de estas breves consideraciones introductorias: no se trata de una de las agrupaciones más coherentes de la historia del rock. Es la más coherente de todas.
  For those about to rock (We salute you).

(Prólogo que escribí para el Especial No. 28 de La Mosca, en marzo de 2006)

jueves, 17 de abril de 2014

Slovenka

Es la primera vez que veo una película eslovena y no estuvo nada mal. La chica de Eslovenia de Damjan Kozole (2009) narra la historia de una joven estudiante que para solventar sus gastos se convierte en call girl y se acuesta con turistas en hoteles de lujo de Liubliana, la capital de su país.
  Sin dramatismos o estridencias, incluso en la parte en que un par de padrotes tratan de obligarla a trabajar para ellos, la cinta se desarrolla dentro de un agradecible tono sereno y discreto, más en la idea de presentarnos la vida cotidiana de Alexandra (la chica eslovena, protagonizada por la guapa Nina Ivanisin) que de pretender dar lecciones de moral o mensajes didácticos. Esto no significa que sea un filme aburrido o que nada suceda en el mismo. Hay conflictos, como el de Alexandra y su padre, un ex músico sesentero que a sus sesenta y tantos trata de revivir a su vieja banda de rock y al final toca nada menos que "Bobby Brown" de Frank Zappa, o como el de la misma protagonista y su ex novio, con quien lleva una relación de estira y afloja. Incluso en la vuelta de tuerca que significa la muerte de un cliente alemán a quien le da un infarto por tomar una sobredosis de viagra (también tiene sus dosis de humor negro) y que convierte de pronto a la muchacha en misteriosa figura pública, ya que se trataba de un importante diplomático, lo que hace que la prensa y los medios empiecen a hablar de la anónima "chica de Eslovenia", ni siquiera ahí se pierde ese tono discreto que menciono.
  Una película muy recomendable que vi por el magnífico sitio que es Mubi.

miércoles, 16 de abril de 2014

De dietas

Una de las maneras de aliviar el problema de los discos desgastados de mi columna vertebral es bajar de peso, algo a lo que me estoy abocando de dos maneras: caminando treinta minutos diarios y poniéndome a dieta (bueno, ahora se dice "cambiar de hábitos alimenticios"). Ya dejé los refrescos y las golosinas, consumo muy pocos alimentos azucarados y como mucha ensalada, atún, verduras, etcétera.
  El problema que veo con esto de la alimentación con fines adelgazadores es que cada quién te da un régimen y consejos muy distintos: hay quien te dice: ni se te ocurra comer aguacate porque está lleno de grasa y quien afirma: come mucho aguacate, sus grasas son naturales y no tienen colesterol malo. Lo mismo afirman de los huevos, de la fruta ("no consumas fruta, tiene mucha azúcar" vs. "come mucha fruta, tiene fibra y sus azúcares son muy buenos para la salud"). Así con todo. Uno termina sin saber qué demonios comer y cuáles alimentos evitar. Yo me estoy yendo por el lado de la razonable y lo que a mí me parece correcto y he bajado tres kilos en diez días. Nada mal, pero es apenas el diez por ciento de lo que debo bajar.

martes, 15 de abril de 2014

¿Rock o rockcito?

Quien esto escribe (clásico eufemismo para evitar hipócritamente el uso del pronombre en primera persona del singular) posee la ¿buena, mala? fama de ser el perpetrador del término “rockcito”, para referirse a la mayor parte del rock que se hace en México.
  Mea culpa. Lo acepto. Empecé a utilizar la palabreja desde principios de los años noventa y desde ese entonces me granjee el odio no sólo de una buena cantidad de músicos mexicanos, sino también de varios personajes de la fauna periodística nacional dedicada a la fuente roquera. Durante más de veinte años he recibido tal cantidad de insultos e improperios que puedo decir que ya estoy más que curtido y que no me hacen mella alguna.
  Pero, ¿qué es el rockcito (y sus derivados: el rockcitito, el rockcititito y así, ad infinitum)? Primero que nada, hay que agregar que no todo el rock que se ha hecho en este país a lo largo de más de medio siglo cabe dentro de ese concepto. Es claro que en México se ha producido muy buen rock y que agrupaciones y solistas como Santa Sabina, La Barranca, El Personal, Jaime López, Chac Mool y muchos más han creado música espléndida. Lo de rockcito (dicen que es una palabra burlona y, en efecto, lo es) viene de la actitud infantiloide que adopta una enorme cantidad de roqueritos, negados ellos a abandonar el síndrome de la adolescencia eterna (aunque algunos ya sean cuarentones, cincuentones y hasta sesentones), y que se refleja en una música insulsa y bobalicona, carente de eso que los negros llaman el feelin’, más influenciada por Timbiriche y Soda Stereo que por los grandes maestros del género.
  El rockcito es música sin identidad, sin profundidad, sin sentimiento, intrascendente, repetitiva e inocua. Por eso se deja contaminar tan fácilmente lo mismo por el pop español y argentino que por la cumbia o la música grupera. Es una música que confunde a la fusión con la promiscuidad.
  Si sigo utilizando el término no es tanto por las ganas de molestar, sino porque ese rock empequeñecido sigue ahí y, por lo que veo, seguirá por un muy largo tiempo. Tant pis.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 14 de abril de 2014

Como un pez en una pecera

Con eso del dolor de espalda y casi no poder salir, me he visto varias películas y capítulos de mis series favoritas. Hoy le tocó el turno a esta película británica de 2009, dirigida por Andrea Arnold. Fish Tank es un filme que hace honor al cine realista y social inglés, como el de Ken Loach, pero enfocado a la problemática juvenil, en este caso el de una adolescente de quince años -Katie, interpretada por la estupenda Mia Williams-, quien vive en la periferia de Essex, al lado de su madre cuarentona pero aún guapa y sexualona, y su hermanita de once años. La disfuncional familia se lleva de la patada y todo se complica con la aparición de un galán de la mamá (Connor, nada menos que el gran Michael Fassbender), quien empieza a tratar muy bien a Katie (la cual está obsesionada con ser bailarina de hip-hop) y con ello no sólo se la gana, sino que hace que (¿voluntaria, involuntariamente?) la chica se vaya enamorando de él. Esto, irá desencadenando una serie de situaciones que no prometen algo bueno y así es. Al final, todo servirá para que la muchacha decida hacer cambios radicales en su vida. La última escena está llena de emoción contenida, en un hermoso ejemplo de lo que es no caer en la cursilería con la que de seguro habría terminado una cinta hollywoodense.

domingo, 13 de abril de 2014

Déjame entrar

Peliculón de origen sueco, una maravilla en su combinación de amor y terror, de ternura y misterio, de amistad y violencia, de solidaridad y venganza. Déjame entrar es una cinta de culto y hoy me tocó verla por fin, gracias a Mubi, y no quedé decepcionado sino todo lo contrario. Dirigida por Tomas Alfredson en 2008, narra la historia de Oskar, un chavito solitario de doce años que habita en las afueras de Estocolmo y que es víctima de bullying por parte de cuatro compañeros de escuela, liderados por un patancito de quien Oskar sueña vengarse algún día, pero su timidez y su inseguridad no se lo permiten.
  Todo cambia cuando a su edificio se muda una niña muy bella y extraña (Eli), a la que el frío escandinavo no hace mella y quien se hace amiga de Oskarín. Lo que éste no sabe (aunque lo sabrá más adelante) es que la chavita es vampiro y que sólo puede alimentarse de sangre, para lo cual es alimentada por su padre, quien asesina gente en las noches para -literalmente- exprimirle el rojo y espeso líquido y llevárselo a su hija.
  Lo de "déjame entrar" se debe a que un vampiro no puede ingresar a una casa si no es invitado por quien vive en ella, hecho que se ve en una escena a mitad del filme.
  No narraré la trama, sería injusto si no la han visto, pero la misma se vuelve cada vez más interesante e intensa, suceden muchas cosas en medio de aquellos parajes desolados y llenos de nieve, hasta que sucede un desenlace impactante. La escena final es de esas que se quedan en la mente por siempre. Terriblemente sangrienta, pero con una extraña dosis de humor negro que termina por aliviarnos.

sábado, 12 de abril de 2014

Prohibido prohibir

Leo lo que escribe Carlos Marín en su columna “El asalto a la razón” de Milenio Diario, acerca del nuevo reglamento que busca coartar aún más los espacios para los fumadores. Leo lo que escribe René Franco en su columna “Muy franco” de la sección ¡hey! de nuestro mismo periódico, acerca de la ley que quieren promulgar para prohibir que los circos tengan animales en su elenco.
  En el primer caso, es un asambleísta del PAN el que busca combatir con denodado afán al humo del tabaco. En el segundo, es un asambleísta del Partido Verde el que propone que los espectáculos circenses dejen de emplear animales en sus actos y que sean enviados a “santuarios”, lo cual suena muy bonito y políticamente muy correcto, con la salvedad de que dichos santuarios no existen y lo más probable es que las pobres criaturas terminen arraigadas en tristes corrales o vaya usted a saber dónde (¿quizás en la casa del Niño Verde?).
  Pero dentro de esta nueva ola de prohibiciones, la que se lleva las palmas es la del Gobierno del DF, al que se le ocurrió prohibir el consumo de bebidas alcohólicas en algunas delegaciones, durante las festividades de Semana Santa. ¿Por qué sólo en algunas? Sabrá Dios. Porque si usted vive, digamos, en Iztapalapa y se le antoja un roncito, pues bastará conque se lance a Benito Juárez para hacerse de una o más botellucas. A menos que de aquí al jueves vayan a bardar las delegaciones o a poner retenes.
  ¿Por qué ese afán prohibitorio de autoridades y legisladores? ¿No hay otras cosas más importantes que atender como la seguridad, la salud, la pobreza, el transporte, etcétera?  Del PAN e incluso del Verde no me extraña, pero del PRD que se supone debería ser un partido libertario, francamente me resulta absurdo.
  “Prohibido prohibir”, clamaban los estudiantes franceses en 1968. Bien harían don Miguel Ángel Mancera y los suyos en seguir haciendo de la nuestra una ciudad de libertades, como hasta hace poco se supone que era. No vaya a ser que de prohibir el alcohol pasen a prohibir el aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y lo que se les vaya ocurriendo. ¡Aguas!

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 11 de abril de 2014

Orphan Black

Terminé de ver por Netflix la primera temporada de esta estupenda serie canadiense de ficción científica, producida por BBC America. La historia de Sarah Manning, una mujer huérfana de veintinueve años, emigrada a Toronto desde su natal Londres y que se dedica a traficar drogas y a vivir con su hermano de orfanato, Félix, un homosexual cínico y francamente divertido. Sarah es madre soltera y está relacionada sentimentalmente con un traficante menor bastante patán. Así es su vida hasta el día en que presencia el suicidio en el Metro de una mujer idéntica a ella. A pesar de su asombro, Sarah se roba el bolso de la mujer y se roba algo más: su identidad.
  De aquí parte una narración que llevará a Manning a meterse en un complicado laberinto en el cual empiezan a surgir otras jóvenes de su edad, físicamente idénticas a ella, y que la hará descubrir poco a poco el complicado plan clandestino del que ella es parte sin saberlo y que tiene que ver con científicos demenciales, sociedades secretas, crímenes, asesinos, autoridades policiales, gente con doble identidad, etcétera.
  La serie es emocionante e intrigante y su interés es mayor conforme transcurre cada uno de los diez capítulos de esta primera temporada (en estos días se estrenará la segunda). Destaca la increíble actuación de Tatiana Maslany como Sarah... y todas sus hermanas, cada una tan diferente en sus actividades y vidas cotidianas (una es ama de casa, la otra una científica lesbiana, la otra una loca asesina, etcétera). Pero también hay que resaltar a Felix (interpretado por Jordan Gavaris), quien le da un tono irónico y en momentos hasta humorístico al drama que es en sí Orphan Black.
  Una serie sensacional y que se puede ver completita en Netflix. Vale mucho la pena.

jueves, 10 de abril de 2014

Naufrago en la luna

Muy divertida comedia romántica a la coreana. Dirigida por Lee Hae-Jun en 2009, Naufrago en la luna narra la historia de un ejecutivo sudcoreano, quien ahogado por las deudas y acosado por los cobradores, decide suicidarse y lanzarse desde un puente a las aguas del río que recorre la ciudad donde vive. Pero lejos de matarse, las aguas lo depositan en la playa de una isla diminuta, justo frente a la ciudad. A pesar de la cercanía, le es imposible regresar, ya que no sabe nadar y no hay otra manera de hacerlo. Entonces empieza una nueva existencia, como una especie de Robinson Crusoe post moderno, y con los desechos de basura que han llegado al islote va sobreviviendo y construyendo una vida.
  Mientras tanto, una adolescente que ha decidido vivir encerrada en su cuarto y no salir del mismo (fenómeno conocido como hikimori que hoy es frecuente en países como Japón y la propia Corea del Sur) y quien tiene como afición tomar fotos de la luna desde su ventana, descubre accidentalmente, con el zoom de su cámara, al náufrago y lo toma por un extraterrestre con quien se las ingenia para ir entrando en contacto.
  La historia es disparatada, ciertamente, pero posee su propia lógica y es contada de manera deliciosa por el director. Las actuaciones son muy buenas y el desarrollo de la trama y el final son igualmente simpáticos.
  La vi por Mubi pero ya la quitaron. Si tienen oportunidad de verla, no lo duden.

miércoles, 9 de abril de 2014

Leve mejoría

En la tarde tuve cita con el doctor Juárez, quien me encontró algunas mejorías (me dijo que desapareció una contractura que tenía). Los análisis que me pidió salieron muy bien. Me puso unos ejercicios y me cambió los medicamentos. La verdad es que si veo cómo estaba hace una semana que lo visité por primera vez comparado con cómo estoy este día, si voy mejor. Sin embargo, aún me falta para alcanzar la recuperación de mi adolorida espalda y con ello el final del arco iris, pero ahí la llevo. Me citó para dentro de dos semanas.
  Ya en la noche vino mi amiga Erika y la pasamos muy bien.

martes, 8 de abril de 2014

Chavitos rocanroleros

The Strypes, desde Irlanda con furor.
Hay quienes piensan que las nuevas generaciones y sobre todo las más jóvenes están condenadas a adoptar los gustos que les imponen las grandes corporaciones y esto incluye desde la alimentación y la forma de vestir hasta el modo de entretenerse y de escuchar música. Hay mucho de cierto en esto, aunque no se trata de algo nuevo: generaciones anteriores han sufrido lo mismo. Pero sí, quienes en este momento tienen entre trece y veintitantos años se muestran muy proclives a ser manipulados y enajenados, a consumir lo que se les dicta desde las oficinas de las grandes empresas del espectáculo.
  ¿Cómo se refleja esto en los jóvenes mexicanos, en especial los que se hacen llamar roqueros? Las dos más recientes ediciones del festival Vive Latino  demuestran ese manipulación y esa enajenación, por la forma tan pasiva y hasta gustosa como el público joven y no tan joven recibió a expresiones tan alejadas del rock como la cumbia y la música norteña (muy respetables como géneros, eso sí). Las triunfales actuaciones de Los Ángeles Azules, Calle 13, Pablito Mix y Los Tigres del Norte hacen pensar que, como diría Hamlet,  algo está podrido en Dinamarca.
  Por fortuna, hay jóvenes en el mundo –y quiero pensar que en México también– que gustan del rock más esencial y no lo dejan morir, aunque para algunos hoy eso resulte “anticuado”. Un gran ejemplo de ello es el grupo irlandés The Strypes, conformado por cuatro adolescentes cuyas edades fluctúan entre los dieciséis y los diecisiete años y cuyo estilo hace recordar de inmediato lo mismo a Dr. Feelgood y The Sex Pistols que a Chuck Berry, The Sonics y los mismísimos Yardbirds.
  Originarios de The Cavan, Irlanda,  Ross Farrely (voz y armónica), Josh McClorey (guitarra extraordinaire), Evan Walsh (batería) y Pete Ohanton (bajo)  hacen un rock directo, enérgico, entusiasta y de muy alta calidad y tienen entre sus fans confesos a músicos como Jeff Beck, Roger Daltrey, Elton John, Noel Gallagher y Dave Grohl, quienes no han dudado en darles la bendición.
  Su disco debut Snapshot (Virgin EMI, 2013) es una maravilla absolutamente rocanrolera, con todo el espíritu del género. No se lo pierda usted.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio", en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 7 de abril de 2014

Angela y los finales

No me gustó el final, pero eso no es nuevo: ya no recuerdo cuántos años llevo leyendo novelas que buenas, entretenidas, escalofriantes, arrebatadoras o el calificativo que le vaya bien a cada una, por angas o por mangas se me caen de las manos en la última línea (hojas antes, cuando noto que el montón a la derecha es ya un delgado bocadillo para los ojos ávidos, comienzo a sudar y temo, siempre temo lo peor).
  Y sí pues, una vez más, luego de haber leído de un tirón las 239 páginas, no me gustó el final. Tal vez lo que pasa es que no hay final que me satisfaga, que quisiera seguir y seguir como en aquellas añoradas noches cuando amantes nos sorprendían el sol y el gallo en amoroso concierto.
  Hay en esta novela miscelánea formada por capítulos, incisos, apartados y anexos un ejercicio propuesto por el personaje en el inciso uno del noveno capítulo: se trata de, con su particular óptica compartible o no ("pasatiempo para letrados") copiar las líneas introductorias de narraciones que son y han sido clave en la literatura contemporánea. Transcritos los fragmentos, se deja espacio al lector para que adivine de quién es cuál. Ahí están el Ulises de Joyce lo mismo que De perfil de Agustín, Crimen y castigo de Dostoievsky, En busca del tiempo perdido de Proust o libros, entre otros, de Salinger, Miller, Flaubert y Vargas Llosa. Invirtamos el juego: escribamos las líneas finales de los textos sugeridos.
  ¿Cuántos sobreviven? ¿Alguien recuerda ahora mismo que fue Philip Roth quien terminó su Lamento de Portnoy con la frase "Bueno (dijo el doctor), ahora quizá podamos empezar. ¿Sí?" ¿Con qué frases terminan Trópico de Cáncer, Lord Jim y El amante de Lady Chatterley? ¿Alguno de los recordadores recuperará próximamente la frase "Ella sonrió esplendorosa y de su boca surgió un nombre dulce, límpido, la palabra más hermosa que Humberto Gazca había oído en su vida. -Angela?"... ¿Hurgan los memoriosos por estos territorios? ¿Qué hay entre esta última frase y la primera del libro: "Ya hice la cita. Nos esperan pasado mañana, a las cinco de la tarde?"... Sin duda hay una novela, una primera novela fresca, divertida, antisolemne, anticonvencional, agradeciblemente no azotada y gozosamente disfrutable. (¿Ya adivinaste cuál es y de quién?... El nombre de la editorial mexicana -suena a bufete de abogados que van a comerse un bife con la lap-top al lado- es Sansores y Aljure y en estos días cumple un año de haberse editado con un innecesario subtítulo: "novela pasional de crímenes, sangre y acciones desbordadas"). Escrita con buena mala leche ¿de qué va?
  Cuarentón escribidor amante del rock (¿dónde las mojoneras de la ficción, dónde la autobiografía?) y divorciado tanto de su mujer como del mexicano rockero entorno que le da para mal vivir, halla en esa fotógrafa colega veinteañera rockera motivos para abandonar, con nuevas sístoles y diástoles, la supervivencia: dos generaciones mexicanas (los que crecieron con el canal 5 y los hijos de MTV, los que no vivieron el 68 por estar en recreo y los que se preparaban a festejar -antes del reventón del nuevo milenio- las tres décadas porque sí, ¿por qué no? unidas por sus desencuentros y lo que de ahí deviene). Todo entre actos por Chiapas y tocadas de Pink Floyd, apariciones del diablo, tres muertes y conciertos de grupos que son así aunque con otro nombre (Bofia, La Móndriga Crisis, Los Gañanes, Agua de Horchata, La Cholita, La traición de Rita Hayworth). Estamos ante un autor inteligente que antes que complicarse la existencia deja fluir la trama, resolviendo con facilidad cualquier pequeño obstáculo y estamos ante una novela costumbrista de fines de siglo en México (por cierto un personaje secundario posee, del otro siglo, un libro autografiado de José Tomás Cuéllar y en esta ocasión Monsiváis no es Santa Claus). Asistimos como lectores a mínimas ceremonias de homenaje -diríase saludos, guiños casi todos conscientes- del autor en su particular panteón: Humberto (¿cómo se llamaba el papá del chamaco en De perfil?, ¿cómo aquel sufriente obsesionado de Lolita, novela no incluida de entrada en el ejercicio mnemotécnico y que aquí los correctores dejaron ir con c) se mueve en un universo de seres reales e imaginarios que el lector visita para, entre otras cosas, divertirse reconociendo quién es quién. Aquí hay un homenaje necesario y mamonsón a Frank Zappa, allá la aparición de aquella Queta Johnson que Angélica María le dio a José Agustín, acá está el poeta rubio amante de Jefferson Airplane y cronista puntual de los hechos y deshechos del EZLN y sus enemigos, aquí una lista larga de amantes del séptimo arte y la mención del niño que obligado fue a aplaudir a los Pumas en su infancia. Aquí, allá y acá casi siempre con mesura y sin visitar los lugares comunes que muchos de los autores nativos salidos del periodismo rockero retratan cuando les da la vena de novelista (lo cual es de agradecer sombrero en mano). Insisto: ¿ya sabes cuál es? ¿Ya la leíste? ¿Te gustó el final?... Se llama Matar por Angela y es de Hugo García Michel. "Cuando salgas nada más jala la puerta"...

(Reseña -que agradeceré siempre- de Alain Derbez sobre mi novela Matar por Ángela, publicada en "El ángel" de Reforma, el 11 de noviembre de 1998).

domingo, 6 de abril de 2014

Las memorias de Blas Pavón

Es la segunda vez que lo leo y me dieron ganas de hacerlo de nueva cuenta luego de leer Siglo de Caudillos de Enrique Krauze, ya que ambos volúmenes abordan el mismo tema, el siglo XIX mexicano, desde diferentes perspectivas y con distinto método. Mientras el libro de Krauze es estrictamente un libro de historia, Las memorias de Blas Pavón de José Fuentes Mares (Océano, 1985) está escrito desde la perspectiva de un supuesto testigo de los hechos (el propio Blas Pavón), quien en su larga vida habría visto el transcurrir de nuestro país desde los últimos virreyes novohispanos hasta los primeros años del porfiriato, aún dentro de la mencionada centuria. Es decir, de 1790 a 1877.
  La narración es una delicia y podríamos decir que es casi una novela, aunque el libro se centra más en los acontecimientos políticos y sociales de aquel siglo -la guerra de independencia, la consumación de la misma, el breve "imperio" de Iturbide, la época santannista, la guerra de Reforma, la tragicomedia de Máximiliano, el triunfo de Juárez, la llegada al poder de Díaz, etcétera- que en la vida del Pavón, de quien nos enteramos de muy pocas cosas.
  Fuentes Mares (1918-1986) fue un historiador erudito de una gran amenidad y con una gracia sin igual en el lenguaje. De él he leído cerca de una decena de libros y quiero leer otros más (como el de Poinsett, que aún no he abordado).
  A quienes les interese el tema, recomiendo con entusiasmo esta obra. Se divertirán, aprenderán, reflexionarán y conocerán más acerca de ese siglo XIX mexicano tan fascinante.

sábado, 5 de abril de 2014

El harem del Cuauh

El tipo es impresentable. Lo ha sido desde hace muchos años (aunque las siempre histéricas redes sociales apenas lo hayan descubierto). La fama que arrastra por sus desmanes no le ayuda ni tantito. Es un sujeto que se había eternizado en su puesto y parecía que nada lo movería de ahí. Hasta su facha va en contra suya. Es como un Jabba the Hutt Región 4. Por eso, la trampa que le puso la gente de Carmen Aristegui funcionó tan bien.
  Aun cuando afirmar que el hombre manejaba una red de prostitución suena un tanto desproporcionado, lo que hacía, a decir del reportaje hoy tan conocido, es una absoluta infamia, algo que no se debe pasar por alto sin castigo. Esa clase de abusos no pueden ser permitidos y mucho menos desde una posición de poder. Él se defiende y dice que hasta le pidieron dinero para detener la campaña en su contra. Vaya uno a saber si eso es verdad.
  Pero yo trataría de ver el asunto un poco más allá del mero hecho de nota roja y desde una perspectiva más política. Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, como dije arriba, llevaba largo tiempo como líder del PRI capitalino y su etiqueta de reventador y manejador de grupos de choque tiene ya buen rato, sin que alguien pudiese ponerle un alto. Era una especie de líder charro, un representante de lo peor y más rancio de su partido.
  Por eso su renuncia le cae como anillo al dedo al propio PRI, el cual ni por asomo ha salido en su defensa. El escándalo por presuntos abusos laborales y sexuales ha puesto en predicamento a Gutiérrez y ha terminado de facto con su temible liderazgo. Es una piedra en el zapato que se quita el PRI actual, en su idea de mostrarse con un look distinto, modernizador, reluciente, mientras el Cuauh representa todo lo contrario.
  Desconozco los motivos de Aristegui para lanzarse contra el líder incómodo (a Carmen sólo le faltó gritar: “¡que pase el desgraciado! ”), pero –paradojas de la vida–, la periodista le ha hecho un enorme favor al Partido Revolucionario Institucional.
  Si esa era o no su intención, sólo ella lo sabe. Cosas de la vida… y de la polaca más oscura.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 4 de abril de 2014

Un poema de mi mamá

Yo también fui niña
¿Que no lo crees
y lo dudas?

No tenía arrugas
ni canas, pero sí
muchas ganas
de correr, de jugar
y de saltar en las camas.

Como tú, así lo hacía,
a los árboles subía,
a las bardas me trepaba
y con temor me bajaba,
pensando que me caería.

Casa de muñecas tenía
y con ella feliz jugaba,
muy bien amueblada estaba,
de todo había,
no faltaba nada.

Los papás, los niños,
la mucama, el perro, el gatito.
Todo era tan bonito.

De las muñecas grandes
yo era la mamá.
Las vestía, las arrullaba
y las besaba,
haciéndome ilusiones
de que eran de verdad.

Como ahora que te beso a ti,
que es una realidad
que me hace tan feliz.

¿Me crees que niña sí fui,
después de pasarme un rato
haciéndote este relato
para que pienses en mí?

Rebeca Michel
Noviembre 11 de 1985.

(Desde hace mucho tiempo, mi mamá escribe poemas, en su mayor parte de corte religioso y, hay que decirlo, llenos de un candor y una ingenuidad casi naïves. He aquí uno que me pareció bastante lindo y que me mostró no hace mucho. Lo escribió hace casi treinta años).

jueves, 3 de abril de 2014

Corazón

Se llama Corazón y estudia periodismo. Nos conocimos apenas ayer, por una serie de extraordinarias y asombrosas coincidencias que se dieron en facebook, y hoy nos vimos en persona en un café de la colonia Nápoles. Agradable, muy simpática, inteligente, talentosa y aparte muy bella. Espero que sea una amistad que perdure y que podamos hacer honor a las coincidencias que nos condujeron a la mesa del café este jueves a las cinco de la tarde. Se llama, sí, Corazón.

miércoles, 2 de abril de 2014

Buenas y malas

Días contradictorios los que he estado viviendo estas recientes semanas, ya que todo camina muy bien, pero el dolor de espalda me impide disfrutarlo debidamente. Aunque va y viene, es muy molesto. Pero bueno, ayer fui a ver a un especialista y todo indica que es algo serio pero que no es grave y se puede curar con ejercicios y bajando de peso (proceso que ya empecé). Mi meta es bajar veinte kilos en seis meses y llegar a mi próximo cumpleaños con treinta kilos menos de lo que peso ahora.
  Con todo, hoy recibí una magnífica noticia que aún no puedo revelar, para que no se cebe, pero de la que pronto informaré. Como decía: días contradictorios.

martes, 1 de abril de 2014

Zarpazo al Vive Latino

Pues lo volvieron a hacer. Si hace un año los organizadores del Vive Latino convirtieron al festival en una fiesta cumbianchera, con la presentación estelar de Los Ángeles Azules, lejos de dar un paso atrás para dar dos adelante, este 2014 volvieron a las andadas y pusieron como acto principal no a Nine Inch Nails o a Arcade Fire –vaya, ni siquiera a Fito Paez o a la Maldita Vecindad–, sino nada menos que a los mayores exponentes de la canción norteña: los Tigres del Norte (quienes a decir de algunos presentes desafinaron de lo lindo y lograron que Andrés Calamaro hiciera el ridículo de su vida).
  Como si el espíritu de Raúl Velasco dominara al Foro Sol, el llamado Vive continúa su inefable curso para alejarse cada vez más del género que supuestamente le dio origen: el rock. De hecho, éste es confinado a las carpas “alternativas” (por no llamarles marginales), mientras que en los escenarios principales actúan agrupaciones que harían las delicias de los viejos televidentes que pasaban las horas en la contemplación rumiante de Siempre en domingo.
  Ya sea mediante el pop de Zoé, el reguetón castrista de Calle 13 o los corridos de Los Tigres (más las actuaciones “sorpresa” de Cristian Castro o Laura León, quienes, créalo usted, estuvieron también en esta edición del festival), el asunto se ha tornado en una caricatura de sí mismo, aunque una caricatura, eso sí, que deja muchísimo dinero.
  Se dice que los organizadores han recurrido a este tipo de músicos porque en el rock que se hace en México no hay ya quienes puedan llenar el foro. Puede ser. Sin embargo, lo peor de todo no es eso. Tampoco que aquello sea un desfile de las marcas comerciales que patrocinan “el evento del año”. El mayor problema está en constatar que el público joven es cada vez más pasivo, más acrítico, más manipulable y que lo acepta y lo digiere todo sin pensarlo.
  El zarpazo al Vive Latino no se lo dieron los Tigres del Norte, sino la gente que acude en masa y con desesperación a este festival cada año más decadente en sus propuestas. Espinoza Paz y Joan Sebastian esperan ansiosos la edición del 2015.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)