sábado, 31 de mayo de 2014

Los empeños de una compu

Dicen que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Buenas intenciones como las del programa MiCompu.Mx, del gobierno federal, que busca dotar a los estudiantes mexicanos de quinto y sexto de primaria de laptops, con el fin de que se vayan integrando al mundo computarizado de hoy.
  Con lo que no contaban las autoridades que impulsan el programa es con la picardía de algunos tabasqueños –juro que esto no va contra don Peje–, quienes más tardaron en recibir las compus portátiles que en trasladarlas a las casas de empeño más cercanas a su tropicalísimo corazón.
  En efecto, una vez que sus hijos recibieron sus laps y las llevaron al seno de su sacrosanto hogar, varios padres de familia vieron en esos aparatos no un instrumento de superación tecnológica para sus hijos, sino un medio para conseguir una lanita extra mediante la clásica visita a los negocios que se dedican a otorgar prestamos mediante el empeño de una garantía y qué mejores prendas, pensaron, que las flamantes computadorcitas.
  Lo que los pícaros progenitores y los aprovechados prestamistas no sabían es que lo que hicieron es ilegal y la Procuraduría Federal del Consumidor tuvo que intervenir para rescatar las compus y devolvérselas a las chamacos.
  Claro que desde una posición políticamente correcta, uno intentaría buscar explicaciones en la pobreza del pueblo tabasqueño y en la necesidad de empeñar las laptops para agenciarse un poco de dinero que atempere sus necesidades económicas, fruto de la explotación del capitalismo salvaje, etcétera. Pero la neta es que esto parece más producto de la ignorancia o de una malicia digna del también tabasqueño Chico Che (aunque el “quén pompó” tendría que cambiarse a “quén empeñó”).
  Si Los empeños de una casa de Sor Juana Inés de la Cruz es una de las obras cumbres del teatro barroco en lengua española, algún dramaturgo actual podría escribir una farsa llamada Los empeños de una compu, con este barroquísimo caso que sólo parece posible en nuestro México fascinante, surreal y pignorante.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 30 de mayo de 2014

En la víspera de su periplo

Jan y Hallet vinieron a comer conmigo, previo a su viaje a Europa durante el mes de junio. La pasamos más que bien y les di muchos tips de lugares que deben conocer en París, aunque sólo estarán allí durante un par de días. Berlín, Atenas y Amsterdam forman parte también de su periplo. Me da mucho gusto que mis amados hijo y nuera tengan esta maravillosa oportunidad y que la hayan podido aprovechar. Sé que les irá de maravilla y que tendremos mucho que platicar y compartir a su regreso.

jueves, 29 de mayo de 2014

Adolfo y el iPhone

Desayuno en Vips con mi querido Adolfo. Nos pusimos al día y luego me mostró una serie de aplicaciones que ha bajado a su iPhone y que permiten grabar música de una manera que hace unos años habría resultado increíble o solamente posible en una novela de ciencia ficción. Por medio de una interfase, uno puede grabar guitarras, teclados, percusiones, voces, bajos, etcétera, con una fidelidad impresionante. Es una manera muy barata para hacer incluso discos (él ya trabaja en uno). Me quedé impresionado y espero no tardar mucho para adoptar esa tecnología e ir grabando así mis canciones. Una maravilla.

miércoles, 28 de mayo de 2014

El lobo de Wall Street

"Es una película excesiva acerca de los excesos". De ese modo define el crítico estadounidense Matt Zoller Seitz a The Wolf of Wall Street (2013), la más reciente película del gran Martin Scorsese. Me parece una definición exacta. Pero no se piense que al decir que es una cinta excesiva, Zoller Seitz quiera despreciarla. Todo lo contrario: es una forma de alabarla y de determinar lo que es: una historia deliciosamente abrumadora y felizmente contundente en sus benditos excesos.
  Con un Leonardo Di Caprio impecable en el papel de Jordan Belfort, el macro estafador que en los años noventa formó una empresa con la que timó a mucha gente para volverse multimillonario (la historia es real), y un cuadro de actores impresionante, el filme fluye muy bien a pesar de sus casi tres horas de duración, tiempo en el cual vemos de todo -¿en exceso?-: fiestas, sexo, drogas, música, corrupción, cinismo, mal gusto, dinero, comida, lujos, etcétera.
  No es la mejor película de Scorsese (mi favorita sigue siendo Goodfellas de 1990), mas no por ello deja de ser una obra monumental.
  Muy recomendable.

martes, 27 de mayo de 2014

Le Butcherettes y sus moscas

Gracias a los buenos oficios de mi amiga, la bajista y periodista Leticia Ignacio (Perseo y Medusa), tuve la suerte de ver y escuchar a Le Butcherettes en junio de 2009, cuando era un dueto subterráneo de Guadalajara que apenas empezaba a crear un culto alrededor suyo. Atestiguar la actuación de aquellas dos mujeres híper rocanroleras (algo así como The White Stripes se encuentra con PJ Harvey) me dejó boquiabierto y de inmediato supe que ahí había algo muy bueno, en especial por lo que concernía a Teri Gender Bender (Teresa Suárez), su impresionante front woman, quien además de poseer una gran voz y ser la compositora del dúo, tocaba guitarra, teclados y poseía una presencia escénica apabullante. Esa noche, tuve la oportunidad de charlar un buen rato con ella y me pareció una mujer de gran inteligencia y sencillez, aparte de su belleza y sensualidad, atributos que se potenciaban en el estrado.
  Tiempo después, supe que el dueto se había separado por problemas personales y que sólo había dejado un explosivo EP como testimonio grabado. Sin embargo, Gender no iba a cejar en su empeño por seguir en el rock, emigró a Los Ángeles y hace tres años sorprendió con la grabación de Sin, Sin, Sin, un larga duración producido al lado nada menos que de Omar Rodríguez-López (Mars Volta). El proyecto de Le Butcherettes renacía en mucho mejores condiciones, con Teri en voz, guitarras y teclados, Rodríguez en el bajo y la baterista Lia Barnwell.
  No sólo eso, la pareja Gender-Rodríguez echó a andar otros dos proyectos: Kimono Kult, al lado de John Frusciante (Red Hot Chili Peppers), y el espléndido grupo Bosnian Rainbows. Pero es Le Butcherettes el que mejor refleja la personalidad y el talento de Teri Gender Bender, como lo prueba su flamante y segundo LP, Cry Is for the Flies, que acaba de salir con el sello Nadie Sound y que conserva el mismo espíritu de su antecesor, aunque con ciertos rasgos de sutileza que lo hacen menos salvaje mas no por ello menos rocanrolero.
  Ponga sus oídos y su atención en Le Butcherettes. Le juro que no se arrepentirá.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 26 de mayo de 2014

True Grit

Aunque hay una grandiosa primera versión filmada por Henry Hathaway en 1969 y protagonizada por John Wayne, Kim Darby y Glen Campbell, este remake de True Grit por parte de los hermanos Coen le da una vuelta de tuerca a la historia y la presenta desde un punto de vista menos heroico y más mundano, menos poético y más prosaico, menos aséptico y más deliciosamente mugriento y terrenal.
  Si en la primera el papel del justiciero Rooster Cogburn era interpretado por un impecable John Wayne (dicen que para caracterizarse usó incluso un bisoñé y una faja), en ésta es un Jeff Bridges sucio, borracho, decadente, gruñón y malhablado el que le da vida y lo hace mucho más creíble. Pero el contraste que más sorprende es el de Mattie Ross, la niña que contrata al hombre para que dé con el paradero del asesino de su padre y que decide acompañarlo. En la cinta de Hathaway, el rol lo llevó una veinteañera Kim Darby; en cambio, aquí es una actriz de trece años, la fantástica Hailee Steinfeld, la que lo desarrolla de un modo tan creíble como admirable.
  Filmada en 2010 por Ethan y Joel Cohen, True Grit (conocida en México como Temple de acero, aunque la traducción más exacta sería algo así como Verdaderos huevos) es un western a la manera clásica, pero a mi modo de ver más emparentado con Sam Peckinpah que con John Ford. La película es espléndida y la trama perfecta, con una ambientación que refleja las condiciones reales de lo que fue el Viejo Oeste estadounidense, una fotografía asombrosa y un grupo de actores excepcionales (para no hablar de la producción y, por supuesto, de la dirección, ambas con todo el sello de los geniales hermanos).
  Un filme magnífico, de esos imprescindibles, tanto para los amantes del western como para los seguidores de los Coen (me incluyo en ambos grupos). Una joya.

domingo, 25 de mayo de 2014

Damon Albarn, un tipo depre

La portada parece decirlo todo. En la misma, vemos a un Damon Albarn cabizbajo, triste, melancólico, incluso deprimido. Ciertamente no es una carátula que invite al entusiasmo –para colmo, la fotografía es casi en blanco y negro, con tonalidades grises– y la música que contiene el disco, tampoco: una docena de temas lánguidos, austeros, casi monocordes y minimalistas.
  Se trata de Everyday Robots (Parlophone, 2014), el primer álbum como solista de Albarn en dos décadas de carrera musical y una especie de manifiesto de su situación actual y de su visión pesimista del mundo.
  Pero en sus inicios, el buen Damon parecía muy otro. Año de 1991. Un cuarteto surgido en Londres y que respondía al nombre de Blur grababa su disco debut, Leisure, y con ello empezaba a dar forma a un movimiento que sería conocido como brit-pop. Al lado de tres amigos: el fino guitarrista Graham Coxon, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree, Albarn era un entusiasta cantante, guitarrista y tecladista de veintidós años que escribía canciones alegres e irónicas, con ciertas dosis de crítica social que recordaban a las letras de Ray Davies de los Kinks. La música era un rock pop sólido, basado en las guitarras y las armonías vocales.
  Al lado de Oasis (su “contrincante” de Manchester, con quien se creó una rivalidad más o menos hechiza), Blur se convirtió en cabeza de aquel movimiento al que muchos compararon con la llamada Ola Inglesa de los años sesenta. Álbumes como Modern Life Is Rubish (1993), Parklife (1994) o The Great Escape (1995) consolidaron a Blur y a su sonido como los emperadores del brit-pop de mediados de los noventa, a pesar de los esfuerzos de Oasis y los hermanos Gallagher por contrarrestarlos. Se corría el riesgo, sin embargo, de empezar a volverse repetitivos y la inteligencia de Albarn y Coxon, principalmente, los hizo darse cuenta de la necesidad de dar un viraje estilístico.
  Quizás influido por las experimentaciones musicales de Radiohead, Blur comenzó entonces a buscar nuevas vertientes y aunque el homónimo y magnífico Blur de 1997 aún era una obra britpopera, ya mostraba algunos cambios que se reforzarían con el oscuro y desconcertante 13, grabado en 1999.
  Las diferencias entre Damon Albarn y Graham Coxon hicieron que éste abandonara al grupo y Blur grabó entonces otro disco experimental y muy poco comercial: Think Tank, de 2003. Para entonces, Albarn ya había conformado a su proyecto paralelo, Gorillaz, un extraño grupo virtual cuyos integrantes eran ¡dibujos animados! y cuyo primer LP, grabado en 2001, fue todo un éxito.
  Interesado cada vez más en otras músicas del mundo, en especial la proveniente del continente africano, el inquieto Damon se asoció lo mismo con instrumentistas de Mali que con gente de la escena electrónica británica, como Fat Boy Slim. Sus ambiciones musicales eran cada vez más amplias y no parecían tener límite. Lo mismo formó a un par de efímeros grupos de rock (The Good the Bad & the Queen, al lado del ex The Clash Paul Simonon, y Rocket Juice & the Moon, al lado de Flea de los Red Hot Chili Peppers) que incursionó en la música para cine o en la ópera (ha coescrito dos trabajos operísticos: Monkey: Journey to the West y Dr. Dee, este último apenas en 2012. También produjo discos de leyendas vivientes, como el veterano cantante de soul Bobby Womack.
  No deja de ser extraño entonces que Albarn jamás hubiese lanzado un álbum como solista (lo más cercano a ello había sido el tema “Closet Romantic” que grabó para el soundtrack de la película Trainspotting de Danny Boyle, en 1996).
  Everyday Robots no es en absoluto un mal disco. Por el contrario, a pesar de su talante depresivo, musicalmente se trata de un trabajo impecable. Es verdad que la manera de cantar de Albarn resulta aquí un tanto monótona y que la variedad melódica no brilla por su presencia, pero la introspección a la que nos conduce es profunda y en momentos tan conmovedora como bella.
  Coproducido por Richard Russell y con invitados como Brian Eno y Natasha Khan (de Bat for Lashes), el plato transcurre por atmósferas austeras y calmas instrumentaciones electrónicas que sólo son rotas de vez en vez, con temas como “Mr. Tembo” o “Heavy Seas of  Love”.
  ¿Está pasando Damon Albarn por un momento existencialmente depresivo? Con tanta actividad como la que lo rodea, no parecería ser así. Tal vez lo que refleja el disco es más bien la depresión que invade al mundo y la soledad a la que la enajenación conduce. Que somos robots cotidianos nos dice este hombre, quien a sus cuarenta y seis años nos pone frente a un espejo para que descubramos lo que tal vez nos negamos a ver: que de una manera u otra, todos andamos en la depre.

(Publicado el pasado miércoles 21 de mayo en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).

sábado, 24 de mayo de 2014

Futbol vs. pueblo bueno

Nadie considera tan inferior al pueblo como los defensores del pueblo. Cualquier cosa que el término signifique, quienes se han autonombrado representantes legítimos del pópolo son aquellos que, en los hechos y las palabras, más lo desprecian y lo minimizan, aun cuando aseguran que lo hacen por su bien. Ahí está el ejemplo de los lopezobradoristas, quienes ante la clara derrota electoral en las elecciones presidenciales de 2012, la achacaron a esas mayorías ignorantes, enajenadas y manipuladas que ven la televisión y se dejan manejar por ella. Como dichas mayorías -es decir, el pueblo- prefirieron votar por el PRI y su candidato, el Mesías y los suyos no encontraron mejor explicación que la ignorancia y la estupidez de las mismas. Gente idiotizada que se vendía por un plato de lentejas, en lugar de apoyar a su salvador tropical. El pueblo bueno convertido en pueblo tonto.
  Hoy estamos viviendo un caso semejante, toda proporción guardada, cuando desde el PRD se pide que las discusiones sobre las leyes secundarias de las reformas en telecomunicaciones y energética se pospongan durante el mes de junio, ya que, según ese partido, la gente va a estar absorta y pegada al televisor para ver los encuentros del Mundial de futbol en Brasil y no se dará cuenta de cómo se aprueban esas reglamentaciones.
  De nueva cuenta, los progres, los defensores del pueblo, vuelven a mostrar el desprecio que sienten por éste y la manera como lo consideran un estúpido babeante que se dejará meter gol, mientras ve los goles de las selecciones que participan en la justa brasileña. Parecen no recordar que fue en 2006, en plena Copa del Mundo de Alemania, cuando se llevaron a cabo las elecciones presidenciales más disputadas de nuestra historia y que los votantes acudieron en masa a las casillas. No por el futbol se perdió el interés ciudadano. En absoluto.
  Habría que abandonar el concepto de pueblo como masa informe y manipulable. Lo que hay es ciudadanía y esa puede ver el futbol y estar atenta a lo que sucede a su alrededor. No hay tal cosa como el pueblo bueno. Ya supérenlo.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 23 de mayo de 2014

Mitch

Primero me fui con la finta. Eduardo Salgado, ilustrador de Milenio y la Mosca me la hizo llegar por facebook y pensé que realmente era obra de Daniel Clowes y que se trataba de una extraordinaria casualidad, de una delirante coincidencia. "Mitch and his girlfriends!". Me hizo mucha gracia y la descargué con gusto. Luego, el propio Eduardo me dijo algo que al principio no entendí bien: que se la había pasado un colega suyo, Ric Reyes, y que éste había pensado que yo me molestaría. No me quedó claro por qué debía molestarme, hasta que me enteré de que en realidad Reyes era quien había elaborado la ilustración por medio de photo shop y que su idea era la de hacerme una especie de crítica, pues por extrañas razones le saca de onda que yo escriba sobre las amigas que me visitan y que me tome fotos con ellas. La cosa me pareció tan extravagante y absurda que me dio más risa aún. Pero así está la cosa. De todos modos, el dibujo de Mitch -que sí, soy yo- me resulta sensacional y se la agradezco a Ric de todo corazón, aunque me haya aceptado como amigo del feis tan rápido como me desaceptó y me dio de baja. Un episodio realmente surreal.

jueves, 22 de mayo de 2014

Importante firma

No quiero decir de qué se trata, para que se no se queme, pero hoy firmé el contrato para un proyecto -aunque no es exactamente eso- que deberá salir a la luz a más tardar a principios de 2015, si bien espero que sea antes. Sólo mencionaré que estoy muy contento y que espero que sea una muy buena noticia para mucha gente. Sólo eso diré. Pero estoy feliz.

miércoles, 21 de mayo de 2014

En Tlalpan

Como no pude ir este domingo, hoy me lancé a Tlalpan para visitar a mi mamá y pasé también a casa de Rosa. Todo bien en ambos lados, sin muchas novedades. Lo que sí es que resultó más pesado ir entre semana, el metrobús va mucho más lleno, sobre todo de regreso, como a las siete de la tarde. Creo que mantendré mis visitas en domingo o, en todo caso, en sábado. Pero con todo, me dio gusto ir a mis antiguos territorios.

martes, 20 de mayo de 2014

Un Blur literario

Son veintiún historias. veintiún relatos de veintiún autores, ilustrados por otros tantos artistas del dibujo. Todos unidos por un denominados común: Blur.
  La revista Marvin acaba de poner en circulación su segundo esfuerzo librero dentro de su colección “Rock para leer”. Se trata de Blur: amor & paranoia en los 90 (no entiendo por qué el uso de “&” en lugar de la castiza conjunción “y”), volumen que repite la fórmula de su predecesor, Morrissey y los atormentados, que apareció el año pasado.
  La idea de estos libros es reunir una serie de cuentos cuyo tema central -o tangencial- sea el grupo o solista en cuestión. Es el caso de Blur. La veintena más uno de escritores reunidos en estas paginas escribió respectivamente un relato, en el que el cuarteto londinense tiene algo o mucho que ver. Los autores son todos mexicanos y en su mayor parte colaboran en Marvin. Pertenecen a diversas generaciones (sus años de nacimiento están entre 1955 y 1988) y por ello presentan diferentes visiones y distintos estilos narrativos.
  Entre los nombres a destacar están los de Carlos Velázquez (“Sodacio (He’s on, he’s on, he’s on it)”), Enrique Blanc (“No hay otra manera”), Wenceslao Bruciaga (“Out of time”), Paul Medrano (“La venida del fin del mundo”), Juan Carlos Hidalgo (“Justine y Damon”), Fausto Alzati Fernández (“Unos tanques”) y Arturo J, Flores (“María Antonieta era Satanás”). El autor de esta columna (o sea, yo) también fue invitado a colaborar en la antología y lo hizo con el cuento “Veo borroso”.
  El balance general es bastante bueno. Hay textos muy divertidos, algunos más intelectualizados y otros un tanto pretenciosos, pero pesa más la buena calidad y eso es lo que hace recomendable a Blur: amor & paranoia en los 90, cuya presentación, perfectamente editada y diseñada, lo hace además un bello objeto, digno de colección.
  “Rock para leer” es una gran idea, un estupendo ejercicio literario, y ya se prepara el tercer volumen, dedicado al argentino Gustavo Cerati. Por lo pronto, busque las piezas dedicadas a Morrissey y Blur. Seguro le van a encantar.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 19 de mayo de 2014

Jimena, Karina y Marianne

Con mi entrañable Jimena Colunga.
Ya con cerca de tres meses de trabajar en el DF, mi queridísima amiga Jimena Colunga vino a visitarme el viernes pasado, para contarme sobre lo bien que le está yendo en estos lares. Fue una velada no muy larga pero sí muy divertida y afectuosa. Me da mucho gusto que le esté yendo tan padre y haber contribuido en algo para ello.
  Por su parte, el domingo vino Karina y como siempre que viene, todo estuvo perfecto.
  Ya hoy por la tarde, al fin se me hizo conocer en persona a Marianne, con la que llevo muy buena amistad en facebook desde hace tres años y hasta ahora, que ya vive más cerca de mis rumbos, me fue posible verla. Me cayó de maravilla, fue como si nos hubiéramos visto muchas veces antes.
  Mis amigas, qué fortuna.

domingo, 18 de mayo de 2014

Niña indígena

No sé ni cómo me llegó esta foto. Tampoco sé en que parte fue tomada, pero la niña es bellísima.

sábado, 17 de mayo de 2014

Mamar o no mamar

That’s the question. Que los recién nacidos mamen leche materna al menos durante los primeros seis meses de vida. Lo dice la Organización Mundial de la Salud, lo dicen las leyes de la naturaleza y lo dice el mínimo sentido común. Por eso es muy loable en su fondo la campaña del Gobierno del Distrito Federal en pro de la lactancia. Digo en su fondo, porque en su forma yo no sé a quién demonios se le ocurrió poner a algunas reinas del silicón como ejemplo para la lactancia (como dijo alguien por ahí: ni que fuera leche en envase de tetrapak).
  O sea, si la campaña fuese dirigida a viejillos libidinosos, pues qué padre que el GDF muestre tanta apertura respecto a lo sicalíptico y lo concupiscente, pero como sospecho que la idea está más bien encausada hacia las madres con hijos acabaditos de nacer, pues como que no veo la necesidad de mostrar las turgencias de una Cecilia Galiano o una Maribel Guardia, independientemente de que en algún momento hayan sido mamacitas or not.
  Ya por eso Camila Sodi puso el grito en el cielo y se deslindó ipso facto de la campaña que apoyó en un principio y no le falta razón. Es como si en los tiempos de Echeverría o López Portillo se hubiese hecho lo mismo con las imágenes de una Lyn May o una Wanda Seux. Bueno, a la Secretaría de Salud del DF ya sólo le faltó incluir a Sabrina como punto cumbre de la campaña, en el rubro “para amamantar trillizos”.
  Mamar o no mamar sigue siendo, sin embargo, la cuestión y en ese sentido, el gobierno de don Miguel Ángel Mancera sigue teniendo todo mi apoyo. No sé cuánto habrá costado la presencia de las insignes vedettes en la campaña (quiero suponer que le entraron a la misma por mero altruismo y compromiso social), pero estaría bien replantear el asunto y tomar fotos con mamás normalitas, comunes y corrientes, que nada tengan que ver con Silicon Valley.
  Finalmente, lo importante es la salud que la leche materna proporciona a los bebés, al nutrirlos bien y crearles defensas y anticuerpos contra diversas enfermedades. Para lo otro, ahí están el Órale y la página 3 del Ovaciones.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 16 de mayo de 2014

Duda existencial No. 2: Acerca de nombres, animales y plantas

Los humanos damos nombres propios a a los animales, a los países, a las ciudades y claro, a las personas. También se los damos a ciertas cosas, como una guitarra, un barco, una muñeca, etcétera. Sin embargo, no solemos dar nombre propio a las plantas. ¿Por qué? Lo desconozco.
  Si adoptamos a una mascota, esta indefectiblemente será bautizada con un apelativo. Pero si ponemos una planta en casa, jamás le damos la honrosa identificación de un nombre propio. Hay quienes hablan con sus plantas y sus flores (dicen que es bueno para ellas) y quienes hasta les ponen música. Pero no conozco a alguien que las haya singularizado con un nombre.
  Cuenta Hugo Hiriart, en su divertido ensayo "Nombres y literatura. Un enfoque", que José Revueltas tenía un árbol en su casa al que llamaba Sánchez. Así, nada más. El árbol Sánchez. A muchos les parecía una locura. A mí me resulta una cosa preciosa y un ejemplo a seguir. En mi apartamento no tengo mascotas, pero sí tres plantas: una en la sala y dos al otro lado de la puerta de entrada. Me prometo pensarlo bien y ponerle nombre a las tres. Nombres femeninos, obviamente.
  Ya lo empecé a pensar.

jueves, 15 de mayo de 2014

Duda existencial No. 1: Sobre el acto de tocar madera

De dónde se me pegó el hábito. No lo sé. Lo que sí sé es que cada vez que digo alguna cosa negativa o que no quiero que ocurra, irremediablemente busco algo de madera para darle dos toquecitos con los nudillos de la mano derecha. Es una superstición, lo sé, y como tal no requiere de explicaciones. Simplemente se lleva a cabo y ya. No es la única que tengo, por cierto, pero sí es la más notoria. Tanto que mucha gente cercana sabe que lo hago y una de mis mejores amigas (quizá la mejor de todas) tomó el mismo hábito de mí.
  Knock on wood, se dice en inglés y hay una vieja tonada soul con ese sombre (la cantaba Wilson Pickett originalmente). Se trata, pues, de una antigua y muy difundida superstición, un acto mágico que a nadie daña y que brinda mucha seguridad una vez efectuada. "¡Toco madera!", exclamo al hacerlo y si no hay cerca de mí algún objeto de ese tan noble material, me doy dos ligeros golpes con los nudillos en la cabeza. ¿Por qué? Tampoco lo sé.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Led Zeppelin

Decir Led Zeppelin es decir muchas cosas. Es hablar de una de las grandes leyendas del rock, de una agrupación que en sí misma sintetiza todo lo ha sido este género a lo largo de cinco décadas. Desde su música -nacida del blues y mezclada con elementos de la psicodelia, el folk, el rock duro, las tonalidades del Medio Oriente y de La India- hasta los excesos en los cuales sus integrantes se vieron envueltos durante los doce años que duró la aventura –pocos como ellos podrían decir que llevaron hasta sus últimas consecuencias la famosa sentencia de sexo, drogas y rocanrol-, Led Zeppelin no sólo fue una banda de rock, fue la encarnación misma del rock en una de sus épocas más turbulentas y delirantes.
  Creador de obras clásicas y fundamentales, piedra de toque para infinidad de agrupaciones que lo siguieron, iniciador de lo que más tarde sería conocido como heavy metal, el zepelín de plomo surcó los cielos más claros y los más borrascosos, desafió los climas más tempestuosos y adversos, para surgir avante con una serie de álbumes y composiciones que forman parte de la educación sentimental y por supuesto musical de varias generaciones.
  Hoy día, Led Zeppelin sigue sonando actual, pleno y vigente. La herencia de Jimmy Page, Robert Plant, John Paul Jones y John Bonham está ahí, para quien quiera oírla y disfrutarla. Cada uno de ellos contribuyó para hacer de la música del cuarteto algo singular y reconocible. La guitarra majestuosa de Page, la voz extraordinaria de Plant, el aplomo del bajo y los teclados de Jones y el potente estruendo de la batería de Bonham se conjuntaron para producir una unidad que, literalmente, sólo la muerte pudo destruir.
  Led Zeppelin está aquí, sigue aquí, vivo y explosivo, fuerte y conmovedor. “It’s been a long time since I rock and rolled”, cantaba Robert Plant hace treinta años. En efecto, ha sido un tiempo largo, pero un tiempo que permanece y permanecerá.

(Texto de presentación que escribí para el especial de La Mosca No. 6, dedicado a Led Zeppelin y aparecido en noviembre de 2003)

martes, 13 de mayo de 2014

La bala perdida de Jumbo

Alguien me dice, “cierra los ojos y escucha esto”. Acepto. Inicia entonces un sonido de guitarras absolutamente rocanroleras, un ritmo rápido y machacante que me agrada. Son quince segundos vertiginosos. A punto de entrar el vocalista, imagino que éste cantará en inglés. Trato de reconocer al grupo, pero no lo consigo. Entonces, para mi sorpresa, suena una voz bastante aceptable que pronuncia palabras en español. ¿Será un grupo chileno, español, argentino, peruano? No, no, debe ser de Los Ángeles o de El Paso, de cualquier parte menos de México, donde el rock, ¡ay!, se está convirtiendo a pasos agigantados en un animal en franco peligro de extinción.
  La canción transcurre a lo largo de poco más de tres minutos y no detiene su vértigo. Abro los ojos. Veo el disco. Nueva sorpresa: el grupo es mexicano, de Monterrey, con una trayectoria ya más o menos larga (su disco debut, Restaurant, data de 1999). Se trata de Jumbo. La canción se llama “Bala perdida” y es el tema abridor de su nuevo álbum, Alfa Beta Grey (2014), una de las más gratas novedades en mucho tiempo del rock que se hace en México.
  Aunque es cierto que no todas las piezas del disco son roqueras y que hay algunas baladas pop como “Estrellas” o “De pie”, éstas están bien hechas, con armonías vocales bastante gratas y un uso de las guitarras que mantiene un agradecible aire sesentero un poco a la The Byrds o Golden Smog (como en “El fin del mundo”). Es decir que Jumbo al menos evita caer en ese sonido grupero tan común hoy en cosas como Enjambre o Los Románticos de Zacatecas.
  Lo que hay que resaltar, sobre todo, es la energía rocanrolera de cortes como “Sin respuesta”, “Siempre más”, “Cambio y fuera” o las muy interesantes “Invisible” y “Juegos de herir”.
  Congruente y fino, Alfa Beta Grey es un plato más que aceptable y uno de los mejores –si no es que el mejor– de los que se han producido en México en lo que va de 2014. Jumbo (conformado por Clemente Castillo, Charly Castro, Flip Tamez y Beto Ramos) mantiene desplegada la bandera del rock y esa es una buena noticia en medio del desierto.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio", en la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 12 de mayo de 2014

Durante la noche

No es ciertamente la mejor película de John Landis, no después de haber filmado joyas como National Lampoon's Animal House (1978), The Blues Brothers (1980), An American Werewolf in London (1981) y Trading Places (1983). De hecho, fue la cinta que marcó su sorpresivo declive como director, debido -según muchos- al trauma que le causó el accidente en que murieron el actor Vic Morrow (el teniente Saunders de la vieja serie de guerra Combate) y dos niños durante la filmación de una historia para la película The Twilight Zone, en 1983.
  Con todo, Into the Night (1985) es un thriller lleno de humor negro que se deja ver y se disfruta. Yo lo vi en los años ochenta y me gustó, cosa que me volvió a suceder ahora que la pude ver de  nueva cuenta en Netflix. La historia de Ed (Jeff Goldblum), un tipo con problemas para conciliar el sueño que descubre que su mujer lo engaña y su accidental encuentro con Diana (Michelle Pfeiffer, en ese entonces en todo su esplendor), una contrabandista de joyas  inmiscuida en un lío que la hace objeto de persecución por una serie de maleantes (desde un cómico cuarteto de matones iraníes hasta un sanguinario gangster francés), da pie a una noche delirante en la que ambos personajes se ven obligados a ayudarse el uno al otro hasta, por supuesto, quedar irremediablemente prendados .
  Sin los delirios de Colegio de animales o Los Blues Brothers y sin la tensión deliciosamente aterradora y sardónica de Un hombre lobo americano en Londres, Into the Night resulta muy divertida y tiene como añadido (aunque en su momento le fue muy criticado) la presencia de una serie de directores de cine en pequeños papeles (cameos, les dicen). Así, por ahí aparecen, entre muchos otros y en brevísimas partes la mayoría, desde Roger Corman y Jim Henson hasta David Cronenberg y Jonathan Demme. Sólo Roger Vadim hace un papel más largo (el del gangster francés) y también aparece nada menos que David Bowie, como un despiadado matón a sueldo.
  Otro punto a favor de Into the Night es su banda sonora, sobre todo las piezas que canta y toca B.B. King. Por ahí conservo, en vinil, el disco con la música de la cinta.

domingo, 11 de mayo de 2014

La Mosca y la Madre

“Madre sólo hay una”, dice el conocido refrán, y uno no sabe si tomarlo como un elogio o como una amenaza. En un país como el nuestro, tan dado a sacralizar y hasta a divinizar la figura de la “cabecita blanca”, tendríamos que empezar a preguntarnos si en verdad la influencia materna es tan benéfica. Con madres como las nacionales, tan sobreprotectoras, manipuladoras, sentimentaloides y moralmente chantajistas, además de creadoras de edipos y machos al por mayor, celebrarlas resulta, si se le ve con objetividad, una costumbre bastante perversa. Ya sé que no se vale generalizar y que hay progenitoras buenas, ejemplares, sacrificadas, alivianadas, generosas, etcétera. Sin embargo, como figura monumentalmente estatuaria, la Madrecita Mexicana (con todo lo que esas mayúsculas tienen de institucionales) es una especie de monstruosa devoradora de conciencias y voluntades (la gran Coatlicue), a la cual el cine nacional de la llamada edad de oro, las telenovelas y gran parte del cancionero popular se han encargado de perpetuar y sacralizar ad nauseam. Es por ello que en este número de La Mosca (revista desde la cual, hay que decirlo, hemos contribuido de algún modo y de manera no sé que tan involuntaria al engrandecimiento del mito materno, gracias a nuestra Mamá Mosca) queremos antihomenajear a la madre con una serie de artículos, columnas, entrevistas y reportajes que de uno u otro modo hacen referencia a esa mamá cuervo que no duda en sacar los ojos a picotazos a quien se acerque a sus hijos… y a veces a estos mismos.

(Editorial "Ojo de mosca", publicado en el No. 93 de La Mosca en la Pared, mayo de 2005).

sábado, 10 de mayo de 2014

Sexo, impudor y masajes


Los escándalos sexuales son lo de hoy. Si usted desea estar en la boca de todos (sin albur), ser pasto de las redes sociales (que hablen bien o que hablen mal de uno, pero que hablen) y hasta ganar una que otra nota de ocho columnas, no tiene más que inventarse o, mejor aún, inventarle a alguien un picante y sabroso escandalito de tintes sexuales para lograrlo.
  Si lo inventa para usted, debe saber que las consecuencias también pueden ser negativas. Tendrá sus quince minutos de fama, sí, pero a riesgo de convertirse en un apestado o hasta de terminar con todo y huesos en el frescobote. En cambio, si prefiere inventárselo a otra persona, tendrá incluso la ventaja de aparecer como el muchacho bueno de la película, como el príncipe políticamente correcto del cuento y hasta de ser alabado por su impecable compromiso social.
  Ejemplos de todo esto sobran, pero si usted es capaz de otorgarle detalles originales e inéditos a su potencial escándalo, los resultados serán aún mejores. Por ejemplo, si posee una mente maquiavélica y le quiere dar en la torre a alguien que le caiga gordo, no hay como ponerle un cuatro con algún anzuelo sensualón (sea hombre, mujer o quimera, depende el caso) o contratar a alguien para que grabe en audio o en video el testimonio de una víctima de la insaciable procacidad de su enemigo (recuerde siempre distorsionar la voz de la presunta víctima, no vaya a ser la de malas y le caigan con el truquito). Todo ello es en aras de brindar al respetable un rato de sano esparcimiento, a fin de que se olvide de sus penas cotidianas o de los problemas que lo aquejan y que hacen de su existencia algo tan monótono y sufrido. También es para darle paja, cerillos y gasolina a tuiteros y feisbuqueros, quienes siempre andan en busca de situaciones para señalar con su dedo flamígero (el mismo dedo que usan en sus teclados o telefonitos para escribir sus implacables tuits) y quedar como seres impolutos (no, impoluto no es una mala palabra).
  Los escándalos sexuales son lo de hoy. Súmese usted a la moda (el uso de árnica es opcional).

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 9 de mayo de 2014

Cinco amigas, cinco días

Esta semana ha sido doblemente pródiga conmigo. No sólo es la semana en la que ya me siento plenamente recuperado de la espalda, sino que de lunes a viernes, cada día, vino a verme una amiga diferente y con cada una de ellas la pasé de maravilla. Esta vez no diré sus nombres, pero a cada una le agradezco la belleza y ternura de su presencia. Gracias A. Gracias R. Gracias M. Gracias L. Gracias Y. Me hicieron más feliz de lo que ya me sentía frente a la salud recobrada.

jueves, 8 de mayo de 2014

La salud

Así como apareció, se fue. Bueno, no exactamente. Su aparición fue más o menos brusca y quitarlo ha sido un proceso lento pero constante. Hoy puedo decir que mi espalda ha recobrado la salud y aunque de pronto hay una que otra molestia leve, la sensación general de mi cuerpo es espléndida, como si volvieran a nacer muchas cosas buenas. Hoy como nunca apreció a mi salud y me voy a esmerar por conservarla y mejorarla. Ya que en los diversos análisis que me practiqué salí muy bien en todos, me concentraré en algunos pequeños detalles, seguiré cuidando mi alimentación, caminaré todos los días y haré los ejercicios que tanto me han ayudado. Poco a poco, también, iré dejando los medicamentos.
  Me siento contento. No hay como la salud, me cae.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Cuento corto


Ella me miraba sobre el hombro, como si estuviera un peldaño arriba de mí, cuando en realidad se encontraba muchos escalones abajo.

martes, 6 de mayo de 2014

Con E de anguila

Me sucede algo muy extraño con la música de Eels, el proyecto de Mark Oliver Everett, mejor conocido con el simplísimo mote de E. Cada vez que escucho un nuevo disco suyo, me suena a cualquiera de los once que hasta ahora ha grabado desde su extraordinario álbum debut Beautiful Freak de 1996. Sus canciones tienen un sello tan particular, tan inconfundible, que todas ellas se remiten a sí mismas y se necesita ser un verdadero seguidor de estas anguilas (que eso significa Eels) para distinguir las diferencias entre el poco más de un centenar de canciones grabadas por este peculiar personaje nacido en Virginia en 1963.
  Lo anterior no significa que estemos ante un músico y compositor repetitivo, no en el sentido negativo de la palabra. Porque en realidad se trata de grandes composiciones, dentro de una relativa sencillez rítmica y armónica, con una enorme capacidad melódica. Las melodías de Eels son siempre memorables, llenas de una nostalgia conmovedora y de una belleza en ocasiones naïve y en ocasiones siniestra.
  Esto queda demostrado de nuevo en The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett (E Works/Relativity, 2014), el onceavo y más reciente álbum en estudio de E, una colección de trece temas que mantiene intacto el estilo del autor, aunque esta vez hay una mayor variedad en los arreglos, con una más rica instrumentación. Canciones acústicas, canciones eléctricas, algunas con un simple piano y otras con cuerdas, metales y coros, con letras que hablan de amor y desamor, de soledad, de muerte, de arrepentimiento, de la familia, de la gris y monótona vida cotidiana, siempre con un travieso (y a veces muy negro) sentido del humor.
  Luego de dieciocho años de trabajos discográficos, Everett ha alcanzado un grado de madurez artística tal que puede darse el lujo de seguir con sus auto referencias, sin que esto se vea mal o resulte aburrido. Es como si con cada disco volviera a despertar a la misma hora, en el mismo lugar, para desarrollar una jornada distinta, con nuevos matices pero con una misma esencia, la que hace de este músico una singular rara avis.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 5 de mayo de 2014

Cocodrilos

Prácticamente cada persona que viene a mi casa por primera vez (mujeres casi siempre, por fortuna), lo primero que me pregunta es por qué tengo tantos cocodrilos de todos tipos. Nunca he sabido contestar la razón. Simplemente -suelo decir y ya lo conté alguna vez en este mismo blog, hará unos siete años- es que compré uno de madera hace años, una pieza que me encantó y que adquirí en una tienda de antigüedades de Coyoacán hace más de dos décadas. De ahí fue que empecé a tener más cocodrilos, algunos que compraba y otros que me regalaban, hasta llegar, hoy, a cerca de una cincuentena.
  Acerca del cocodrilo en sí, como animal vivo, no es que me fascine, aunque tampoco me cae mal. Pero los prefiero de madera, de vidrio, de metal, de plástico, de chaquira, de peluche, de papel, etcétera, como los de mi colección,

domingo, 4 de mayo de 2014

Dallas Buyers Club

No sé cómo le pusieron en México (por salud mental, ya trato de de evitar los títulos normalmente idiotas que quién sabe quiénes le ponen a las películas extranjeras), pero Dallas Buyers Club de Jean-Marc Vallée me parece una gran película. La historia de un macho tejano, homofóbico y machista, que durante los pasados años ochenta queda infectado de VIH y su lucha en contra de la enfermedad, en contra de los primeros tratamientos para combatirla y, sobre todo, en contra de los criminales intereses económicos de las grandes empresas farmacéuticas me resultó muy convincente.
  Con un excepcional cuadro de actores secundarios que incluye a Griffin Dune, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare y Jennifer Garner, el gran duelo actoral se da entre los magníficos y estelares Matthew McConaughey y Jared Letto. El primero, como el desconcertado y luego lúcido Ron Woodroof y el segundo, como el sensacional travesti Rayon.
  El filme es duro, seco, con una narrativa que en momentos parecería casi documental, y está basado en una historia real, la de Woodroof y su tentativa por distribuir medicamentos realmente efectivos contra el SIDA y la manera como la industria farmacéutica lo aplasta por ver amenazadas sus ganancias.
  Una cinta muy recomendable en verdad.

sábado, 3 de mayo de 2014

Nuestros inevitables políticos

A menudo veo, leo y escucho quejas acerca de nuestra clase política. Sobre todo en las redes sociales, son constantes los reclamos en contra de los politicastros que nos tocaron en suerte. La gente se enoja mucho por esa causa. Yo mismo caí en ello alguna vez, aunque hace tiempo que preferí cambiar mi manera de ver el asunto y contemplarlo de manera más realista y, digamos, más filosóficamente cínica.
  Con lo anterior quiero decir que he llegado a la conclusión de que todo lo que asociamos con la política real (no la ideal que nos enseñaban en las clases de civismo, cuando había clases de civismo), es decir, corruptelas, traiciones, intrigas, manipulación, deshonestidad, hipocresía y un largo etcétera; todo eso es y ha sido, a lo largo de dos siglos, parte sustancial e intrínseca de los hombres que hacen política en nuestro país.
  Aceptémoslo: el zoon politikon mexicanus se ha comportado de ese modo desde el siglo XIX, sin importar su pertenencia a las facciones liberales o conservadoras. Congresistas y funcionarios de aquellas épocas eran igualitos a los del siglo XX y lo que va del XXI. ¿Suena conformista decirlo? Yo lo llamaría realista. Tan sencillo como que el poder corrompe por necesidad. Aquí y en todo el mundo, hoy y en todo tiempo (recomiendo de nuevo ver la serie House of Cards de Netflix, una implacable lección crítica pero verdadera sobre lo que es la política en la práctica y no en la dorada teoría de los libros de texto en las universidades).
  No seamos ingenuos. Los políticos jamás van a cambiar. Sean del partido que sean. ¿Ha desaparecido la corrupción en el DF desde que lo gobierna el PRD? ¿Cambió el país para bien durante los doce años que lo gobernó el PAN? La respuesta es obvia. Quien entra a la política se contamina de ella, porque ingresa a un mundo lleno de complicidades, compromisos y componendas. Así fue, así es y así será.
  ¿Qué hacer entonces? ¿Una revolución? ¿Para que lleguen nuevos políticos igual de corruptos y manipuladores? Yo recomendaría observar las cosas con cierta dosis de sentido del humor, a fin de no hacer corajes inútiles, de no amargarse. Pero sé que soy un cínico.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 2 de mayo de 2014

La dama de San Vicente

Annie Clark es el nombre de una mujer nacida en 1982, en Tulsa, Oklahoma. Quizás a simple vista su apelativo no diga mucho. Sin embargo, cuando vemos lo que ha logrado hacer en apenas siete años, no podemos más que asombrarnos y admirar el talento de una de las artistas más dotadas que ha dado el rock de este nuevo siglo.
  Tal vez, señalaba, su nombre diga poco a la mayoría, pero si lo traducimos al de su proyecto, St. Vincent, las cosas se vuelven más claras y podemos entender lo que representa su propuesta, misma que a lo largo de cinco discos nos ha otorgado un sonido tan propio, tan singular, tan original, como es difícil encontrar desde hace mucho. St. Vincent (es decir, Annie Clark) encontró algo nuevo al combinar al rock pop con elementos avant-garde y guitarras que se acercan tanto al progresivo como al heavy metal, en una amalgama que parecería improbable y que ella ha vuelto posible gracias a sus capacidades como compositora e intérprete.
  Guitarrista desde los doce años y más tarde estudiante de la Berklee School of Music que dejaría en 2004, Clark formó parte de ese proyecto musical  multitudinario que es The Polyphonic Spree, al que abandonó en 2006 para integrarse al grupo de Sufjan Stevens. Ese mismo año, grabó un EP propio, en el que en lugar de usar su nombre adoptó el singular seudónimo de St. Vincent, en honor a una de sus abuelas y al hospital de Nueva York en donde falleció el poeta Dylan Thomas.
  En 2007, decidió convertirse en solista y firmó para la disquera Beggars Banquet para producir su primer álbum, el magnífico Marry Me. Su música era extraña e inasible y parecía claro que su propuesta estaba destinada a permanecer dentro del circuito del rock alternativo. Algo sucedió sin embargo dos años después, cuando se mudó al legendario sello británico 4AD y produjo su segundo opus, el sensacional Actor que le valió múltiples críticas elogiosas y le permitió dar el salto del underground a las grandes ligas. No era para menos, Actor es un trabajo grandioso, quizá su mejor obra hasta el momento, con esa fascinante mezcla que hace entre el rock pop más melodioso y celestial y los acordes secos y distorsionados de su guitarra, todo ello coronado con su hermosa voz, a la vez dulce y maliciosa, tierna e irónica. Esta grandiosidad se veía replicada en sus conciertos que comenzaron a tornarse en un culto para sus cada vez más numerosos seguidores.
  La súbita fama de St. Vincent, hizo que Annie Clark empezara a ser invitada para participar en discos de otros. Fue el caso de grupos como The New Pornographers y The Mountain Goats. Era claro que debería haber un tercer disco y éste fue otra maravilla: Strange Mercy (4AD, 2011). Este nuevo larga duración profundizó el estilo de la artista, al presentar canciones que en las letras y la música hacían más claras sus contradicciones y yuxtaposiciones. Las letras eran de pronto tan bondadosas como crueles, tan celebratorias de la verdad como de la mentira, en tanto la música volvía a ser impecablemente melódica pero revestida con arreglos en los que los instrumentos de viento y de cuerda construían atmósferas delicadas que eran destrozadas por esa guitarra suya, tan salvaje como una sierra eléctrica o un taladro asesino.
  Una vuelta de tuerca en la carrera de Annie Clark se produjo al año siguiente, cuando conoció al antiguo líder de los Talking Heads, ese extraño y genial personaje que es David Byrne, y juntos decidieron grabar un disco. La resultante fue Love This Giant (4AD, 2012), una placa asombrosa, llena de ritmos vertiginosos, metales de estruendo y las voces de los dos talentosos personajes en una estrambótica conjunción.
  La huella de esa experiencia quedaría marcada en Clark, quien este año acaba de sacar el homónimo St. Vincent (4AD, 2014), en el que su estilo característico está presente, pero con reminiscencias claras, en varias piezas, de lo que aprendió con Byrne. He aquí un trabajo impecable, esplendoroso, a la altura de su discografía. Dicen algunos críticos que se trata de su álbum más inclinado al pop. No lo sé de cierto, pero a mi modo de ver esto sería lo de menos, ya que la calidad artística de Clark está por encima de cualquier clasificación genérica.
  Annie Clark, la dama de San Vicente. Una de las creadoras musicales (y esto incluye a hombres y mujeres) más importantes en lo que va del siglo.

(Publicado este mes en la revista Nexos No. 437)

jueves, 1 de mayo de 2014

De gira

Vi en Mubi una estupenda película francesa: Tournée, dirigida por Mathieu Amalric en 2010. Amalric es también guionista y actor principal de la cinta. Su personaje es el de un empresario teatral que lleva de los Estados Unidos a Francia un espectáculo de new burlesque, para realizar una gira (una tournée) por diferentes ciudades del país galo, con la idea de culminar en París.
  Casi como si se tratara de un documental, el filme nos lleva por los entretelones de la compañía artística, cuyas estrellas son cinco o seis mujeres estadounidenses ya veteranas, en su mayor parte pasadas de años y de carnes, pero con un encanto y una cachondería sin iguales. Las relaciones que se van dando, los problemas personales de cada uno de los integrantes de la troupé (en especial de Joachim Zand, el personaje interpretado por Amalric), los ensayos, las presentaciones, todo está tratado con gran elegancia y buen gusto, sin caer jamás en lo grotesco.
  Una estupenda cinta, más que recomendable.
  Búsquenla.