sábado, 17 de noviembre de 2018

Cámara húngara: ¿Debemos ponernos en guardia (nacional)?

Mientras este jueves la Suprema Corte de Justicia determinaba la inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior (LSI), al día siguiente el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, anunciaba su propio plan de seguridad, con muchos puntos que lo asemejan a la LSI, más el añadido, ampliamente cuestionado, de la creación de una Guardia Nacional que dependerá de la Secretaría de la Defensa y cuyo comandante supremo habrá de ser el propio López Obrador.
  ¿Qué significado podemos dar a estos dos hechos y su coincidencia de un día para otro? Una primera interpretación, quizá simplista, podría ser que a pesar de los muchos cuestionamientos, algunos incluso ofensivos, que el tabasqueño ha lanzado en contra de las fuerzas armadas de México, al final ha tenido que negociar con las mismas. ¿Bajo qué términos? No lo sabemos aún, pero resulta claro que su gobierno quedaría muy endeble de persistir una relación tensa con el Ejército y la Marina.
  Sin embargo, hay cuestiones que no encajan en todo este contexto. Por ejemplo, la desinvitación de una centena de  altos mandos militares a la toma de posesión de López Obrador, algo que se ha tomado como una torpe descortesía que tendría muy molestos justamente a los altos mandos castrenses. Es posible que se corrija esa torpeza antes del 1 de diciembre, pero la descortesía se cometió y puede ser que no se olvide.
  Tampoco encaja que un gobierno de pretendida izquierda fomente la creación de una Guardia Nacional manejada por la Secretaría de la Defensa Nacional, lo que para organizaciones como Human Rights Watch significa la abierta militarización de la seguridad interior del país.
  Mucha tela queda por cortar en este asunto, aunque por lo pronto el senador Ricardo Monreal ya anunció que a partir de la próxima semana se iniciará el proceso formal de reformas constitucionales “para darle rostro y facultades a la Guardia Nacional” la cual, aseguró, será una institución “confiable”.
  ¿Estamos en los prolegómenos del surguimiento de una guardia nacional al estilo de la guardia bolivariana de Venezuela? No lo sabemos, aun cuando no lo podemos descartar, dada la filiación chavista-madurista de muchos personajes influyentes en Morena. Quizá la institucionalidad que hasta ahora han demostrado las fuerzas armadas no permita semejante despropósito, aunque sus pregoneros crean que todo es posible en la Cuarta Transformación, incluso trastocar al ejército.

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