martes, 6 de mayo de 2008
Tío Luis
No lo había escrito aquí, pero dos días después del fallecimiento de Jorge, la muerte se llevó también a mi tío Luis, hermano menor de mi papá. José Luis García Ayala, ingeniero agrónomo de profesión, murió de cáncer a los ochenta y tantos años de edad. Hacía un buen tiempo ya que no lo veía. La última vez que oí su voz fue hace como dos años, cuando me dejó un recado en la contestadora, pues quería que lo ayudara a corregir un libro con sus memorias. Pensé en responderle después y por olvidadizo, terminé por no devolverle la llamada. Él ya no insistió más. Lo recuerdo como un hombre cálido y generoso. Un muy buen tío. Con su esposa, Albertina Ocampo, tuvo siete hijos, a quienes siempre conocimos como “los primos de Toluca”, ya que era en esa ciudad que vivieron de niños. Guadalupe (“La Lupita”), José Luis (“El Tití”), Marco Antonio (“El Ñoño”), Emiliano (“El Emi”), María Fernanda (“Marifer”), Carlos Alberto y Miguel Ángel (“El Migue”) son los nombres de mis primos hermanos, con quienes conviví mucho durante mi infancia. Seguido iba yo a su casa toluqueña o ellos venían algunos fines de semana al Distrito Federal, para quedarse en la casa de mi abuela Lupe, en la tlalpeña colonia Toriello. En edad, yo estaba entre José Luis y Marco Antonio y digo “estaba”, porque el primero murió hace dos o tres años, intempestivamente. Un paro cardiaco lo tomó por sorpresa a media escalera de su casa, en la capital del estado de México. Lo encontraron sentadito en los escalones. Hace mucho que no veo a mis otros primos y no pude verlos ahora, pues el velorio y la cremación del cuerpo de mi tío se realizaron en pocas horas y no me fue posible asistir. Algunos viven en Toluca, otros en Huitzuco (Guerrero) y Lupita está desde hace casi treinta años en Ciudad Juárez. Me cuenta mi hermana Myrna que durante las exequias estuvo un hijo que mi tío tuvo con otra mujer (de hecho, tuvo varios con varias mujeres). Se llama Juan, en memoria de mi papá, a quien mi tío siempre quiso y ayudó mucho. Hoy los dos se encuentran juntos en alguna parte, al lado de mi tío Gustavo, quien se fue hace más de cuarenta años y era el hermano intermedio (espero que mi brody Jorge esté con ellos también). Les sobrevive mi tía Esperanza, la mayor, con más de noventa años de edad. En abril se fueron mi tía Teresa (de los Michel), mi hermano Jorge y mi tío Luis (de los García). Espero que mayo y los meses que siguen sean mucho más benévolos al respecto.
EN LA IMAGEN APARECEN MIS PRIMOS JOSÉ LUIS (Q.E.P.D.) Y LUPITA (AMBOS DE PIE, A LA IZQUIERDA), HIJOS DE MI TÍO LUIS. EL FUTBOLISTA QUE SOSTIENE AL BEBÉ COMO SI FUESE UN BALÖN ES MI HERMANO MAYOR, SERGIO. EL BALÓN..., PERDÓN..., EL BEBÉ SOY YO (FOTO DE 1955)
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2 comentarios:
Saludos HGM:
Espero que las cosas vayan mejorando poco a poco, dadas las circunstancias tan duras que has vivido en estos ultimos meses y dias... Espero que en breve tiempo aprendas a sobrellevar las perdidas tan grandes que has sufrido (este tipo de cuestiones, no se superan, ni se olvidan, se aprende a vivir con ellas) y de verdad, aunque no te conozco de manera personal, te aprecio un shingo y te deseo lo mejor... Ojala pronto soplen mejores vientos para ti y todos tus seres queridos y familiares.
Y tambien, espero, La Mosca, vuelva a emprender el vuelo (de ahi que yo te conozca y mi gran aprecio y respeto por ti) creci y seguire creciendo en todos los sentidos (cuando se vuelva a publicar) con esa revista, que va mas alla de "lo musical" y se convirtio en algo mucho mas grande. Un saludo muy grande de mi parte a traves de ti para todos quienes han colaborado en ella; Jose Xavier Navar, Fedro, Yareni, Cane, Monsalvo, La Diaz Enciso, y muchisimos mas que estuvieron, estan y estaran en ese proyectazo que ES La Mosca...
A manera de colofon un tanto cuanto pendejo, que ni al caso: Ya no tiene caso ver la de por si lamentable "Liguilla" de nuestro aun mas lamentable futbol mexicano, dado que los PUMAS no quisieron entrarle...
Animo Sr. Garcia Michel, todos tenemos malas rachitas, pero los tiempos se van componiendo poco a poco, aunque las perdidas, como dicen, no se superan, se aprende a vivir con ellas.
Animo, señor.
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