Decía en mi columna del martes pasado que el rock que se hizo en México, a finales de los años cincuenta y durante las dos siguientes décadas, nada tenía de contestatario, a pesar de sus inicios “rebeldes”.
Se me podrá argüir que a fines de los sesenta y principios de los setenta ese rock adoptó una posición contracultural, como se vio en el festival de Avándaro en 1971, y aun concediendo que algunos grupos cantaban contra la represión y la guerra, en realidad sus posturas no eran sólidas y pecaban de una ingenuidad jipiteca que hoy más bien provoca ternura.
Tampoco el surgimiento del rock marginal y los tristemente famosos hoyos fonkis (Parménides García Saldaña dixit) eran precisamente manifestaciones de “la rebeldía originaria del rock”, rebeldía que como ya vimos en las colaboraciones de las dos semanas anteriores, es más un mito que una realidad.
Llegamos entonces al México de los años ochenta, cuando surgen fenómenos como el rock rupestre (que en muchos casos era rock pedestre) y el rock militante, los cuales pervivirían también en el siguiente decenio. En el primer caso, cuando menos existía una conmovedora sinceridad y un intento por escribir letras poéticas y “con mensaje”, pero nada más; en el segundo, los grupos que lanzaban consignas políticas en años como 1988 o 1994, eran los mismos que se acogieron alegremente a la oportunidad de aparecer en la tele, en programas tan revolucionarios como Siempre en domingo, las emisiones nocturnas de Verónica Castro o el show de Paco Stanley (y sí, hablo de Caifanes, La Maldita Vecindad, Café Tacuba, etcétera).
De lo que sobrevino a partir de eso y hasta el presente, mejor ni hablemos. Si el rock nacional, en su totalidad, jamás fue en verdad rebelde o contestatario, hoy sería un mal chiste pretender que lo sea. Nunca como ahora grupos y solistas se encuentran en una zona de confort de la que no se quieren mover, mientras puedan tocar en el Vive Latino y demás festivales patrocinados por empresas representantes –¡San Carlos Marx nos ampare!– del horrendo capitalismo.
Nuestros roqueros son rebeldes, sí, pero de telenovela.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
2 comentarios:
Aún recuerdo cuando vi esas emisiones de Ándale y las primeras apariciones de Cafe Tacuba. No sé mucho de música, tal vez lo mas contestatario en cuanto a música hecha en México fue el hip hop de la llamada Avanzada Regia allá por los 90s. Pero Ud. es el experto. Saludos!
El pasado los alcanzo
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