Fue alucinante. El Barça pasó por encima del equipo que era su bestia negra, el Bayern de Munich, y lo hizo con autoridad, elegancia y un excelente planteamiento. Salvo los quince minutos del primer tiempo que transcurrieron entre el primer gol de los culés y el gol del empate de los alemanes, lapso en el cual estos se vieron dominadores y hasta temibles, el resto del partido (es decir, desde el minuto 18), los blaugranas fueron amos absolutos, con un Pedri, un Casadó y sobre todo un Raphinha (hizo su segundo triplete de la temporada) fantásticos. Qué gran partido y qué gran felicidad. Decían los del otro bando que el Barcelona únicamente le ganaba a los débiles. Pues ya ven que no. Sé que aún nos queda un compromiso fuerte este sábado en el clásico, pero si los de Hansi Flick siguen jugando como hasta ahora, tengo mucha confianza en que salvarán el escollo blanco.
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