Aunque el cine de Oliver Stone en general no me gusta (pocas obras en la historia del cine me parecen tan sobrevaloradas como Asesinos por naturaleza, su película de 1994) y si tuviera que nombrar un par de buenos filmes suyos me quedaría con JFK (1991) y Un domingo cualquiera (1999), a pesar de eso, hace un par de noches vi Salvajes, su más reciente trabajo.
La palabra que se me viene a la mente para definirla sería desperdicio. Como es habitual en él, la ideología y el moralismo prevalecen sobre la expresión artística y lo que pudo ser una cinta llena de humor negro, dada la historia que cuenta -la de un par de traficantes californianos bastante sui generis que desafían a un cartel mexicano de la droga-, termina por volverse una cosa solemne y excesivamente violenta. A Stone no se le da la ironía y ello acaba por pesar en una narración cinematográfica que en manos de alguien como Quentin Tarantino, por ejemplo, hubiese dado como resultado una película estupenda.
Sin embargo, no sucede así y aunque la cinta se deja ver, uno termina por abominar las sobreactuaciones, en especial de los actores mexicanos (sobre todo de Salma Hayek y Demian Bichir), aunque Benicio del Toro y John Travolta también rozan el tono exagerado.
En fin, nada que se pierda si uno no la ve. A final de cuentas, una película intrascendente.
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