martes, 30 de abril de 2019

En la madre, abstemios (11)

LO QUE NOS TIENE PREOCUPADOS ES LA SITUACION DE LA GATA FLORA Y NOS PREGUNTAMOS SI YA LA LLEVARON AL PSICOANALISTA O DE PERDIS CON LA SOCIEDAD PROTECTORA DE ANIMALES
¿Es un contrato leonino el de Molotov?
Es lo que dicen ellos. ¿Conoces a algún artista que tenga un buen contrato? En su momento, cuando lo firmaron y les dieron la cantidad de dinero que les dieron, no les pareció pinche. El músico es como la Gata Flora: cuando se lo metes grita y cuando se lo sacas llora. Para ellos es bien fácil decir que tienen un contrato pinche, pero no conozco ningún contrato de ninguna disquera que no sea así.

Jorge Mondragón, manager de Molotov en entrevista con Rulo David para la revista Gatopardo.

lunes, 29 de abril de 2019

Exhorto


sábado, 27 de abril de 2019

Grandes discos de 1969: "Blind Faith" de Blind Faith


El discazo de Blind Faith, el único que grabó en estudio este efímero supergrupo conformado por Steve Winwood, Eric Clapton, Ginger Baker y Ric Grech. Apareció hace 50 años y causó una enorme controversia por su portada con la niña desnuda. En algunos países, México incluido, apareció con otra carátula. Esta que tengo es la edición estadounidense.

viernes, 26 de abril de 2019

Jorge, once años

Triste fecha. Hoy hace once años que falleció mi amado hermano Jorge, el menor de los hombres García Michel. Lo recuerdo a diario.

jueves, 25 de abril de 2019

No Reason to Cry

Un disco muy curioso de Eric Clapton (1976), absolutamente influenciado por Bob Dylan y The Band. Música rústica que abreva del folk estadounidense. Canciones como “Beautiful Thing”, “Hello Old Friend”, “Black Summer Rain” y “Sign Language” (escrita por el propio Dylan y con su participación en la segunda voz, más la compañía guitarrística de Robbie Robertson) son muestra plena de ello. Otros cortes a destacar son ese gran slide blues a la delta del Mississippi que es “County Jail Blues”, la proto country “All Our Past Times” (a dueto con el bajista y cantante de The Band, el entrañable y ya desaparecido Rick Danko)  y la ya clásica en el repertorio claptoniano “Double Trouble”. Cabe destacar también que por ahí aparece Ron Wood en algunos temas y que la presencia de las dos coristas, las sublimes Marcy Levy e Yvonne Elliman, resulta más que agradecible.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 38, de marzo de 2007).

martes, 23 de abril de 2019

Un cuento voluntariamente inconcluso

Noté que ella me miraba desde el momento mismo en que tomé asiento ante la mesa donde daría mi conferencia. Se había instalado en primera fila y no me quitaba la vista de encima. Su rostro parecía esculpido por un artista del Renacimiento, así de perfecto y armónico era, y su cuerpo..., Dios, su cuerpo... Jamás vi antes un físico similar.
  Luego de las presentaciones de rigor, di inició a mi charla. Hablé del periodismo cultural que se hace en México, de sus vicios, sus problemas, sus limitaciones. Me referí a las mafias que a pesar de un pluralismo aparente, continúan dominando, desde sus muy específicas trincheras, a la llamada alta cultura. Conforme iba desarrollando el tema, la mirada de la soberbia mujer se hacía cada vez más fija y profunda. Sentía que aquellos grandes ojos azules me penetraban y recorrían todo mi cuerpo y toda mi alma. Me provocaban un placer tan intenso que de pronto perdía el hilo de mis ideas. Traté de ignorarla, de concentrarme en la ponencia. Después de todo, me debía a la multitud que había atiborrado el auditorio de aquella universidad de provincia con el solo propósito de escucharme y sin embargo...
  Estaba a punto de culminar mi plática cuando así, de repente, ella se levantó de su lugar y me dirigió una inequívoca sonrisa. Era uno de esos gestos, altamente sugerentes, cuyas intenciones no dejan lugar a dudas. Luego encaminó sus pasos rumbo a la salida y por segundos que parecieron centurias enmudecí en la contemplación de sus corpóreas redondeces. Perdí la noción del tiempo y del espacio, hasta darme cuenta de que el público me veía con extrañeza. Un tanto confundido y otro tanto avergonzado, me disculpé y prometí regresar en dos minutos. Hubo murmullos a mi alrededor, al tiempo que corría con grandes zancadas hacia la puerta del auditorio. Al salir, me encontré con ella frente a frente.
  -Sabía que vendrías tras de mí -me dijo con expresión triunfal.
  Yo no supe qué responder y me perdí en aquellos ojos suyos, profundos como un lago espectral.
  -Vamos a un bar -ordenó.
  Le dije que era imposible, que el público me aguardaba, que mi responsabilidad y mi profesionalismo me obligaban a retornar a la mesa y terminar mi conferencia.
  -Tengo ganas de beber contigo -dijo, aumentando la intensidad de su mirada.
  Imposible resistir. La tomé de un brazo y salimos sin volver la vista atrás. La calle lucía solitaria y soplaba un viento helado. Ella se apretujó contra mí y pude sentir uno de sus firmes y magníficos senos sobre mi brazo. Me estremecí, antes de instalarme en el colmo de la felicidad.
  -Conozco una pequeña cantina que te va a encantar. Está en la parte baja de un hotel.
  La manera insinuante como pronunció la palabra hotel me hizo adivinar las intenciones de la bella dama, cuyo nombre no quise averiguar. De pronto, al cruzar por un penumbroso callejón de la colonial ciudad donde nos encontrábamos, me detuvo en seco, me miró de frente y me dijo algo que aunque esperado no dejaba de resultar asombroso...

lunes, 22 de abril de 2019

Diez preguntas para Armando Palomas


Armando Palomas, el cantautor folk-rockero más singular e independiente de México, está cumpliendo tres décadas de carrera y celebrándolas con conciertos en diversas partes del país. Controvertido, sin pelos en la lengua, tan sutil como destemplado, tan profundo como divertidamente sarcástico, con una obra mayúscula que abarca una enorme cantidad de discos grabados en estudio y en concierto (27 para ser exactos), el músico hidrocálido responde diez preguntas en exclusiva para Juguete Rabioso.

Después de 30 años de carrera, ¿qué esperas de la música?
Nunca espero nada, sólo soy un ente que se deja llevar por el instinto y así pasa con mi vida. Respecto a la música, pues se seguirá creando; siempre habrá una propuesta nueva, aunque dudo que sea innovadora. Creo que todo está ya hecho, únicamente se transforma y lo que es cierto es que las personas, las nuevas generaciones, tienen un chip diferente, perciben diferente y todo es desechable, incluyendo a la música, por supuesto. Así que de la música sólo espero que no se deje de hacer y no terminemos tarareando comerciales.

Y después de 30 años de carrera, ¿qué esperas de la vida?
Como te decía anteriormente, nunca espero nada, pero en este caso específico, solamente espero que la vida me dé otros 34 años. No me da miedo la muerte, me da miedo morirme sin haber grabado mi última canción.

¿Cómo va tu proyecto del disco de duetos?
Va lento pero seguro. Mi agenda y la de todos los invitados han provocado que esto se esté postergando. El proyecto es muy ambicioso, ya que pretendo grabar cinco discos y cada uno tiene un carácter diferente. El proyecto va muy bien, el proceso de grabación ha sido muy divertido y emotivo, pues todos los invitados quieren aportar en la cuestión de los arreglos y sugieren cosas (algunas muy descabelladas, por cierto). Eso enriquece totalmente la obra, pero sí, es algo sumamente pesado. Ahí va todo, aunque este trabajo en especial tiene un proceso y un tiempo diferente a los demás.

Qué es lo mejor y qué es lo peor que te ha pasado dentro del mundo de la música?
Lo más peor se reduce a un accidente en el que casi pierdo la vida y después que el destino me dio para ganarle la batalla a un traumatismo craneoencefálico severo, un pulmón ponchado por cuatro costillas rotas, un problema cervical y varias fracturas en el brazo izquierdo; lo peor fue cuando el doctor me dijo que ya no podría cantar ni tocar la guitarra en toda mi vida… Lo  mejor llegó cuando pude retomar mí pasión y regresar a los escenarios, a grabar discos, a escribir canciones, ya que lo mejor de lo mejor es que nunca me he sentido en un trabajo; tengo la fortuna de que me paguen por hacer lo que me gusta: viajo, toco, canto y tengo la fiesta, los motivos y el tiempo suficiente para poder seguir creando. Por eso pido 34 años más.

¿Ya escribiste tu mejor canción?
La mejor canción será la última. Reitero que ojalá y falten quince abriles, quince otoños y cuatro primaveras.

¿Qué le dirías a Juan Cirerol si te lo encontrarás esta noche en un bar?
Le diría que el tiempo me dio la razón, que únicamente los más pendejos se matan y se entierran solos, que las drogas no son para todos, que el harakiri no es un sushi, que me dejara solo porque yo no bebo con imbéciles y que este lugar era un bar no una taquería.

¿Se acabó el rock en el mundo o sólo anda escondido tras los rincones temeroso de que alguien lo vea?
El rock es eterno, siempre estará ahí, en los corazones de las groupies, en las botellas, en los hoteles, en el toque clandestino, en las manos de un convicto, en los besos, en las ganas de coger de las colegialas, en la rebeldía, en el arte de hacerte pedazos y salir bien librado, en la poesía que escupe y ríe en las canas de los adolescentes viejos. El rock está en la guitarra chorreada de cerveza, el rock está en todas partes, el problema es que a nadie le interesa saber dónde habita. El rock de estos tiempos ya lo venden en el Oxxo.

¿Qué es para ti Aguascalientes?
Aguascalientes es mi guarida, mi paz, mi sanatorio Esperanza, una musa importante, mi Catrina, mi atardecer del Cerro del Muerto, mis tres amigos, mi soledad eterna, pero también es el bar al que nunca asistiría porque escupo y me vomito en su doble moral. Soy un hidrocálido que tuvo que exiliarse para no crecer enano.

¿Todo lo que necesitamos es amor?
Necesitamos comida, condones, huevos, lentes, máquinas de escribir, doctores, agua, sed, ganas de coger, fuego para arder, analgésicos, café, diazepán, ganas de dormir, velas, mascotas, teléfonos, un estéreo Fisher de los ochenta, turistas, un pasaporte, popotes, llaves, radio AM, libros, falditas a cuadros de colegiala, cucharas, tarjetas, copas de vino, besos y un poco de amor e internet, con eso sería suficiente.

¿Tu música está en su cuarta transformación?
Está en la transformación número 27 (tengo la misma cantidad de discos). Constantemente estoy en un proceso de cambio. Soy la culpa y mañana seré el padre del arrepentimiento. Soy una barra de plastilina en las manos de un niño de siete años que no conoce los celulares o las tablets. A mi edad ya puedo escribir canciones de amor y una de ellas tendría como título “Soy chairo pero me gusta lo fifí”.

(Publicado en mi espacio "Plumas de caballo" del sitio Juguete Rabioso que dirige Mixar López)

domingo, 21 de abril de 2019

El "Dummy" de Portishead

¿Quién inventó el trip hop? Difícil decirlo. La mayoría de los conocedores se inclina por afirmar que el género fue iniciado por Massive Attack en la ciudad de Bristol, Inglaterra. No lo podemos asegurar a ciencia cierta. De cualquier modo, no es el propósito de este artículo dilucidar esa cuestión sino hablar del proyecto que logró popularizar a esta música alrededor del mundo y el vehículo por medio del cual lo consiguió. Me refiero, claro está, a Portishead y a su álbum debut, Dummy (Go! Records,1994).
  El estilo de Portishead, a (leve) diferencia del de Massive Attack, es menos áspero y con mayores tendencias a lo melodioso. A ello contribuye sin duda la aportación vocal de la extraordinaria Beth Gibbons, dueña de un timbre al mismo tiempo suave y provocativo, sensual y profundo, pero sobre todo altamente expresivo. Cuando su talento como cantante se sumó al del multi instrumentista Geoff Barrow, la combinación tuvo un efecto inmediato y dio como resultado un estilo que no teme coquetear con el pop (en la mejor acepción del término), sin abandonar ese mood oscuro y con ciertos aires ominosos que caracteriza al trip hop en su estado más puro. El dueto Barrow-Gibbons supo mantenerse en el filo y a diferencia de Morcheeba o Moloko, por ejemplo, jamás ha traspasado del todo la línea de ingreso al mainstream. Digamos que estos dos personajes han tenido la suficiente sabiduría como para estar en un punto medio entre lo que han hecho esas dos agrupaciones y lo que hacen Massive Attack y Tricky.

Un disco llamado Dummy
El primer trabajo discográfico de Portishead es una absoluta obra de arte. En Dummy están presentes los beats lentos y acompasados del trip hop, esas atmósferas tan seductoras que aquí se ven enriquecidas con elementos musicales provenientes del acid jazz, el cool jazz e incluso la música para cine. Beth Gibbons y Geoff Barrow trabajaron juntos no sólo en la interpretación de los temas, sino en la composición y los arreglos. Cuando se conocieron, en 1991, en la ya mencionada Bristol, en la costa oeste británica, ella había sido cantante de bares y él había trabajado en el estudio de grabación Coach House, al lado de Tricky; también había escrito canciones para Neneh Cherry (como “Somedays”, aparecida en el álbum Homebrew) y había sido productor de remezclas con Primal Scream, Paul Weller y Depeche Mode. Al entrar en contacto, la química creativa se dio de inmediato entre ambos y durante dos años trabajaron –en ocasiones junto con el guitarrista de jazz Adrian Utley– en lo que serían dos discos: el primero, la banda sonora de un corto cinematográfico llamado To Kill a Dead Man (en el cual incluso Barrow y Gibbons actuaron) y el segundo, Dummy. Cuando los directivos de la disquera Go! escucharon el soundtrack del filme, se interesaron en Portishead y firmaron al dueto para producirle su obra debutante, en la cual sólo intervinieron otros dos músicos: el ya señalado Adrian Utley y el ingeniero de sonido Dave MacDonald, quien se encargó de la batería y las máquinas de ritmos.
  Cuando apareció, Dummy pasó prácticamente inadvertido, sobre todo por el poco interés que mostraron Barrow y Gibbons por promoverlo en los medios. Ella en especial siempre ha sido repelente a las entrevistas y las conferencias de prensa y eso ayudó muy poco a difundir el plato. Lo que finalmente contribuyó para darlo a conocer fueron los videos que se hicieron con los temas “Numb” y “Sour Times”. Gracias a ello, el estilo de Portishead comenzó a ser notado y de golpe tuvo una aceptación muy grande, no sólo en el Reino Unido, sino en toda Europa y Norteamérica. Casi sin proponérselo, el dúo se convirtió en una entidad famosa y su flamante álbum vendió cientos de miles de copias en todo el planeta, más aún con la aparición de los sencillos (con sus respectivos videos) “Glory Box” y “Sour Times”, este último muy difundido por MTV.

Una producción impecable y algo más
Dummy no sólo es un disco muy fino y muy bien producido, sino una obra llena de emoción y sensibilidad a flor de piel. A la vez umbrío y luminoso, es como una sucesión de atmósferas que de pronto son claustrofóbicas y de pronto se abren como enormes espacios de sonido. Tomando como base los breakbeats del trip hop, la obra transcurre por sendas misteriosas que inquietan, deslumbran y llegan a causar escalofríos, pero que también pueden conmover y llevarnos desde la angustia hasta la ternura. A partir de la inicial “Mysterons” –la cual inicia con un lento ritmo marcial y un inquietante theremin que abren paso a la voz anhelante de Beth Gibbons–, sabemos que vamos a enfrentar una aventura musical incierta. Lo confirmamos con la esplendorosamente triste “Sour Times”, en la cual el leit motiv es un sampler de Lalo Schifrin, mismo que le da ese tono de música para spaghetti western, apoyado por la guitarra de Utley y los teclados ambientales de Barrow. De ese modo se suceden las piezas restantes: la extraordinaria “Strangers” (con un ritmo más a la hip hop, un sampler de Weather Report y un arreglo bizarrísimo), la maravillosamente onírica e inasible “It Could Be Sweet”, la casi religiosa “Wandering Star”, la sublime “It’s a Fire” (órgano Hammond incluido), la cuasi sardónica “Numb”, la absolutamente sublime “Roads”, la sensualmente melancólica “Pedestal”, la tenue y casi discreta “Biscuit” y la concluyente y gloriosa “Glory Box”.
  Con Dummy, Portishead trascendió los estrechos márgenes que por entonces tenía el trip hop y tal vez debido a su explícito tono melancólico –que mucho se apróximaba a lo depresivo–, supo llegar a las sensibilidades de quienes se sentían atraídos por grupos formalmente diferentes pero con un fondo similar, en específico los grungeros encabezados por Nirvana y Alice in Chains. El rock ruidoso de éstos y la música sutil de los de Bristol tenían más puntos de contacto de los que se podían entrever en primera instancia.

(Reseña que escribí para la sección "La nueva música clásica" de La Mosca en la Pared No. 94, aparecida en 2004).

viernes, 19 de abril de 2019

Mi homenaje a Notre Dame

Mi homenaje a la entrañable iglesia de Notre Dame, víctima de un terrible incendio que por fortuna fue controlado. He estado frente a ella en 2004 y en 2008. Esta figurita de hecho la compré en París, no recuerdo si en el primero o en el segundo de los viajes. Mi solidaridad con los parisinos, si bien parece que no fue un atentado sino un desafortunado accidente, provocado por unos trabajadores que reparaban una parte del recinto.

jueves, 18 de abril de 2019

Grandes discos de 1969: "Bless Its Pointed Little Head" de Jefferson Airplane


"Bendice su cabecita puntiaguda", traducción del título de este estupendo álbum en concierto de Jefferson Airplane, publicado en el mismísimo año de 1969. De hecho, las canciones están sacadas de dos conciertos, uno en el Fillmore West de San Francisco (octubre de 1968) y el otro en el Fillmore East de Nueva York (noviembre de 1968). El vinil apareció a principios del año siguiente. Toda una rareza discográfica.

miércoles, 17 de abril de 2019

Aullidos, tripis y cachondeos

Llegó a mis manos este singular libro editado por Atún de sirena en 2019. Singular por su original presentación y su hermoso diseño y singular también por su interesante y divertido contenido.
  Aullidos, tripis y cachondeos, de Abraham Sánchez Sánchez "Bosskabron" (Ciudad de México, 1988), es una colección de relatos autobiográficos de este músico, poeta y rapero absolutamente urbano, quien con gracia y una muy agradecible amenidad nos cuenta pasajes de su vida personal y artística, desde sus primeras experiencias sexuales en la adolescencia ("1er cachondeo", "Graduación de secundaria") hasta sus experiencias con  la violencia citadina ("We could be heroes just 4 one day", "Scarface", "Asalto al cine Tonalá"), pasando por sus inicios en la poesía, la música, el rap, el alcohol y las drogas. También toca otros temas, como su vivencia del terremoto del 19 de septiembre de 2017, su experiencia al tratar de sacar su credencial de elector o sus viajes a Guanajuato y San Miguel de Allende. Varios de los textos nos cuentan asimismo sus incursiones por la vida nocturna del ex Distrito Federal, con sus putas, sus travestis y sus padrotes, y pasajes de la vida familiar con sus seres queridos más cercanos (su padre, su madre, su hermano) o sus amigos, amigas y colegas, con quienes ha tenido toda clase de aventuras artísticas y existenciales.
 Aullidos, tripis y cachondeos es un libro que se deja leer con gusto. Las narraciones son simples, crudas y directas, sin florituras innecesarias. No cae por fortuna en la tentación de muchos escritores mexicanos y su afán por hacerse los poetas malditos o intentar convertirse (siempre con mala fortuna) en los nuevos Charles Bukowski. Por el contrario, la prosa de este poeta va a lo que va, se da a entender con cualquier lector y en momento alguno resulta pretensiosa.
  Las personas de quienes habla Abraham Sánchez son reales y aparecen con sus nombres verdaderos, lo cual aumenta la autenticidad de los relatos que no llegan a ser cuentos sino desenfadadas crónicas urbanas en las cuales la Ciudad de México se hace sentir como una escenografía casi cinematográfica, una urbe que sirve como telón de fondo para esta afortunada autoincursión en la vida del autor, quien al exponerla desde el ámbito local la hace universal.
  Una obra muy recomendable.

lunes, 15 de abril de 2019

Los 50 años de Ángela

No puedo revelar su identidad, no lo he hecho desde que publiqué la novela en 1998. Sólo diré que Ángela, la verdadera, en quien me inspiré para escribir Matar por Ángela, hoy cumple 50 años de edad. As time goes by.

domingo, 14 de abril de 2019

Atún de sirena, una editorial independiente

Las editoriales independientes siempre han tenido algo de heroicidad, una heroicidad ciertamente temeraria, osada, en ocasiones casi suicida, sobre todo en México y más aún en esta época de la llamada Cuarta Transformación, cuando los apoyos oficiales a la cultura han disminuido hasta los límites de la más ignominiosa miseria. Miseria económica y miseria moral.
  Si las grandes editoriales pasan por momentos difíciles y las de mediana cuantía sobreviven con grandes sacrificios, la sola idea de fundar o tener una editorial independiente suena como algo que roza los límites del absurdo. ¿Cómo solventarla, como financiarla, como hacerla rentable, sobre todo cuando ya no existe la manera de acudir a las instituciones gubernamentales que daban becas o a los organismos privados que otorgaban subsidios más o menos altruistas? Parece una locura, una aventura sin pies, sin cabeza y sin perspectivas. 
  Y sin embargo se mueve, como se dice que dijo Galileo Galilei ante el tribunal del Santo Oficio. Se mueve porque a pesar de los pesares en nuestro país sigue habiendo una buena cantidad de editoriales independientes que, contra viento y marea, pugnan por editar y publicar libros, fanzines y otros materiales. La mayoría no lo hace por negocio, mucho menos en estos momentos, sino por amor a la literatura en todas sus vertientes: la narrativa, la poesía, la ensayística et al.
  Podría mencionar los nombres de varias de estas más que aventureras y empeñosas editoriales independientes (¿o sería mejor llamarlas sobrevivientes?), pero quiero centrarme en una de ellas, porque la conozco de cerca y conozco a quien la encabeza.
  La editorial Atún de sirena se fundó hace aproximadamente un año y a decir de su directora, la muy joven escritora y poeta Tania Mendoza, su principal idea es la de elaborar productos editoriales que además de su calidad literaria y/o poética sean también objetos estéticos, con un buen gusto artesanal que los convierta en preciosas piezas de colección.
  Hasta ahora lo ha logrado. En escasos meses, Atún de sirena ha publicado ya, con grandes esfuerzos y sacrificios, cinco libros y un trío de fanzines. Los títulos de los primeros son Aullidos, tripis y cachondeos, de Abraham Sánchez “Bosskabrón”; Antología completa de Pita Amor, de Gabriela Jiménez; Lorena por encima de la gramática y otros poemas, de Hernán Flores; Postdata: tu gato ha muerto, de Raquel Kamikaze, y Marea viva, de Irvin Labarrios.
  En cuanto a los fanzines, se trata de tres recopilaciones de autoras latinoamericanas: En vano, Volvería a fracasar al no estudiar lo que quise estudiar y Dime.
  Todas las obras son vendidas en ferias del libro, en algunas librerías o directamente al público por medio de las redes sociales.
  La editorial sigue activa, a pesar de las dificultades económicas, y tiene varios proyectos en puerta, en especial libros de autores jóvenes y poco conocidos (otra de las metas de Atún de sirena es precisamente el dar a conocer nuevas plumas, nuevos talentos) como Yadira del Mar, Patricia Binôme, Víctor Bahena, Jorge Lírika Inverza, Ivana Melgoza y Álvaro Piedelobo Jorge.
  Para sobrevivir, las editoriales necesitan sobre todo del apoyo de los lectores. Adquirir los productos literarios de Atún de sirena significa ayudar a su supervivencia, pero significa también, y sobre todo, hacerse de preciosos libros-objeto cuya forma y cuyo contenido son garantía de calidad y de buen gusto.

sábado, 13 de abril de 2019

Reflexiones ociosas de ayer y de hoy

Hace tiempo, cuando a alguien se le quería poner en sobreaviso de algo, se le decía: "¡Aguzado!", expresión que degeneró (quién sabe por qué) en "¡abusado!", palabra que hoy sería señalada como políticamente incorrecta.

jueves, 11 de abril de 2019

Ironías

La primera casa en la que viví, de 1955 a 1959 y a la que siempre llamamos "La casa de la vía", estaba en la calle Coapa, en la tlalpeña colonia Toriello Guerra. Nos encontrábamos justo a una cuadra de la estación del tranvía (que estaba en San Fernando y Madero) y a los dos costados de la casita con su pequeño jardín pasaban las vías del tren, con sus durmientes de madera. Del lado poniente, la que venía desde La Villa de Guadalupe y el Zócalo, del lado oriente, la que salía de Tlalpan hacia aquellos lejanos rumbos (se hacía una hora al centro de la ciudad y casi dos horas a la Basílica). Justo donde estaba aquella casa de mi primera infancia, desde hace muchos años se levanta la escuela activa Manuel Bartolomé Cossío y hoy me entero de que es el colegio al que asiste el hijo menor del presidente López Obrador. No sé si se trata de una ironía de la vida.

miércoles, 10 de abril de 2019

La escritura invisible

Terminé de leer el quinto tomo (y final) de la enorme autobiografía de Arthur Koetler publicada hace muchos años por Alianza Editorial (mi edición es de 1974). Con este volumen concluye esta obra al mismo tiempo monumental y entrañable que consiste en los libros Flecha en el azul (1), El camino hacia Marx (2), Euforia y utopía (3), El destierro y este La escritura invisible, en el que el escritor húngaro-británico narra su definitivo rompimiento con el Partido Comunista, su desencanto ante el régimen soviético de Stalin y su final establecimiento en Inglaterra, la que después del fin de la Segunda Guerra Mundial sería su patria, hasta su muerte por suicidio compartido con su esposa, hecho acaecido en 1983, cuando Koestler tenía 78 años de edad.
  La escritura invisible llega hasta el año 1952 y en sus páginas se narran, a partir de 1936, sus vicisitudes en la guerra civil española (en la que fue encarcelado, condenado a muerte y milagrosamente salvado por la intervención de las autoridades británicas), sus experiencias anteriores a la gran guerra (entre ellas sus visitas a Thomas Mann y Sigmund Freud, a quienes conoció poco antes de que fallecieran), el estallido de la conflagración, su confinamiento en un campo de concentración en la Francia ocupada por los nazis, su huida a Inglaterra y su encuentro poco grato con el escritor Walter Benjamin. Espléndida lectura que inicié hace poco más de dos años, cuando leí el primer tomo de la saga.

domingo, 7 de abril de 2019

Grandes discos de 1969: "Kosmic Blues" de Janis Joplin


I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama!, mi disco favorito de Janis Joplin. Una obra espléndida de 1969 que a mi modo de ver concentra todo el espíritu, toda el alma desgarrada de la texana en el mejor momento artístico de su carrera. Maravillosamente doloroso, con temas como "Maybe", "Try", "Kosmic Blues" y la híper conmovedora "Little Girl Blue", quizá la canción más triste de la historia del rock.

sábado, 6 de abril de 2019

Cámara húngara: Hablemos de Ibargüengoitia, hablemos de Sheridan

En medio de la profunda oscuridad y la oscura profundidad que vive nuestro país en estos aciagos y delirantes días, de pronto sucede por ahí algún hecho que sirve para documentar un optimismo cada vez más endeble. Por eso, en esta ocasión no quiero referirme a la malhadada Cuarta Transformación, al menos no directamente, o a la polarización rampante que amenaza con hacer pedazos a eso que algunos llaman el tejido social, sino escribir acerca de un hecho feliz (todavía los hay en este México de mis entuertos): la entrega del Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura a Guillermo Sheridan, un autor no precisamente bien visto por el actual gobierno.
  El premio le fue otorgado por la Universidad de Guanajuato y me parece perfectamente merecido. Pocos escritores mexicanos han absorbido la espléndida influencia de Ibargüengoitia como Sheridan, tanto en su narrativa (con narrativa me refiero al género literario que engloba a la novela y el cuento y no a esa infame adaptación del término inglés narrative que se usa tanto hoy día en los medios, para referirse al relato de algún hecho o de alguna circunstancia, es decir, a particular way of explaining or understanding events), como en sus artículos periodísticos. Sin ser un imitador del escritor guanajuatense y con un estilo absolutamente propio, Sheridan emplea el humor crítico y la ironía puntual para poner en evidencia al poder político y cultural, sin importarle lo que él mismo ha llamado “la gazmoñería de la corrección política”, en un momento en el cual se quiere convertir a la risa en “proclama de la buena conciencia” y en un instrumento que busca “predicar para convencidos”.
  Por supuesto que la obra de Guillermo Sheridan (Ciudad de México, 1950) es más vasta y no se limita al sentido del humor. Su trabajo con la poesía mexicana es admirable y también por eso se le otorgó ese premio. Ahí están, entre otros, libros extraordinarios como Los Contemporáneos ayer o Un corazón adicto. La vida de Ramón López Velarde y otros ensayos afines, pero también su novela El dedo de oro y multitud de artículos publicados en diversos medios, hoy día sobre todo en El Universal y Letras Libres.
  En estos momentos históricos, escritores como Sheridan son esenciales, tanto haciendo libros como pergeñando columnas políticas (y ahí yo sumaría al gran Gil Gamés). El humor es un arma muy efectiva contra los gobiernos con tendencias autoritarias y hacerlo valer resulta imprescindible, más ahora que los supuestos humoristas políticos han doblado las manitas frente al nuevo poder y se hincan en adoración vergonzante ante el Gran Tlatoani, a pesar de los increíbles yerros e incongruencias que el actual gobierno comete cada día.
  Enhorabuena para Guillermo Sheridan y el Premio Jorge Ibargüengoitia. Que el autor de Paseos por la calle de la amargura y otros rumbos mexicanos lo haya recibido es una de las pocas buenas noticias de estos inenarrablemente narrables ciento veintitantos días de surrealismo total.

jueves, 4 de abril de 2019

Entrevista a Pablo Majluf


Pablo Majluf (Ciudad de México, 1984) es uno de los más jóvenes analistas políticos del México actual. Periodista, articulista en el diario Reforma y la revista Letras Libres, también es profesor en el Tecnológico de Monterrey. Es autor del libro ¡Cállate chachalaca! Los enemigos del debate en México (Editorial Colofón, 2017) y con él es la siguiente entrevista.

¿Cómo consideras los primeros cien (y un poco más) días de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador?
Me parece que lo que estamos viviendo no es una transición normal de gobierno; no es un cambio de administración como al que se nos tenía acostumbrados. Yo creo que es un cambio de régimen y así lo debemos entender, ese es el proyecto. No es una conjetura mía. El mismo presidente López Obrador lo ha expresado en innumerables ocasiones: se trata de un cambio de régimen. A la luz de eso, se pueden entender los primeros cien días. ¿Qué tienes que hacer para construir un régimen nuevo? Pues destruir el anterior. Creo que estos primeros días del nuevo gobierno están marcados por un paso veloz hacia la consecución de ese objetivo. Primero destruir y luego ya veremos si construir algo. Pero a la luz de la construcción de un nuevo régimen, observamos un intento de concentración desmedida de poder, es decir,  eliminación de contrapesos y de oposición; denostación de adversarios y de críticos; ataques a la prensa, a la Suprema Corte de Justicia, a los institutos autónomos, a la sociedad civil; hay una defenestración incipiente de la burocracia; hay un nuevo pacto de capitalismo de compadres con ciertas cúpulas empresariales. Si vemos esto, además, en un contexto internacional, me parece que se sigue un manual muy al pie de la letra de otros presidentes homólogos. Particularmente me resultan muy claros tres casos: el de Víktor Orbán, en Hungría, el de Jaroslaw Kaczynski, del Partido Ley y Justicia, en Polonia, y a la luz de un artículo que escribió el maestro Fernando Escalante, el de Recep Tayyip Erdogan, en Turquía. Todas las acciones que acabo de nombrar, las ha seguido por ejemplo Orbán, en su camino hacia una autocracia prácticamente inamovible y que el propio Orbán llama una democracia iliberal.

¿En qué consiste esa democracia “iliberal”?

Se trata en esencia de una celebración simulada de elecciones, pero sin condiciones equitativas, sin información, con consultas a modo. En el caso de Erdogan, éste se basa en tres instituciones cerradas: la Iglesia, la familia tradicional conservadora y el ejército. Para resumir, creo que en los primeros cien días de gobierno de López Obrador hemos visto el intento de desmantelamiento del régimen anterior a cambio de uno nuevo, híper presidencialista, centralista y con pulsiones autoritarias.

¿No nos recuerda esto al viejo PRI hegemónico de los años sesenta y setenta?
Claro, esa idea del viejo PRI se puede restaurar. De hecho, todo lo que acabo de describir es en varios aspectos una restauración al menos del elemento hegemónico, esa intención de permanencia intersexenal en el poder que parece estar en este nuevo proyecto. Se puede interpretar al interregno neoliberal de 1982 a 2018 como una isla, una interrupción entre los reinos, y si resulta exitoso el esfuerzo restaurador de un régimen hegemónico transexenal, sí lo podríamos contemplar como un resurgimiento del viejo PRI. Además, hay otros elementos de nuestra propia tradición de cultura política que provienen de manera clarísima de ese PRI: el nacionalismo revolucionario, el caudillismo, el estatismo, el corporativismo.

Mencionas como homólogos de AMLO a los líderes políticos de Hungría, Polonia y Turquía. Sin embargo, lo más común ha sido compararlo, homologarlo, con gente como Hugo Chávez, Nicolas Maduro, Evo Morales, el propio Fidel Castro.
Yo veo a Andrés Manuel López Obrador mucho más cercano al modelo de las demagogias europeas y ahí además meto a Donald Trump, aunque éste opera en un sistema totalmente distinto, donde sí existen contrapesos institucionales. Pero creo que López Obrador es parte de esa ola de demagogia global. El suyo me parece un proyecto muchísimo más cercano al de Orbán, Kaczynski y Erdogan que al de Fidel o Maduro. Aunque claro que sí tiene elementos de los caudillos latinoamericanos, eso es innegable. Pero me parece que hay rasgos muy distintos. En el proyecto bolivariano, comandado por Cuba, hay un trasfondo predominantemente marxista y aunque hay teóricos, como Jorge G. Castañeda, que identifican eso en López Obrador, yo no estoy muy seguro de ello. López Obrador, por ejemplo, se lleva bien con los grandes empresarios. Yo veo mucho más clara la idea de establecer una democracia iliberal, el estilo de las que ya mencioné de Europa del Este e incluso de Rusia, si bien la analogía, la equiparación, no es perfecta.

¿No hay en todo ello muchos elementos confusos y entremezclados de izquierda y de derecha?
Exacto, hay muchos elementos de derecha en López Obrador, como esa concepción muy tradicional que tiene de la familia, la religiosidad, ciertas ideas anacrónicas en cuanto a los derechos sexuales, sus alianzas con partidos ultraconservadores y evangelistas… Pero la pulsión primaria es la demagogia. No me parece que haya en él una distinción entre derecha e izquierda. Eso es lo de menos.

Decías que esta idea de democracia iliberal se basa en tres pilares y que uno de ellos es el ejército. ¿Cómo  explicar el establecimiento de la Guardia Nacional que justo acaba de ser aprobada por los 32 congresos estatales? Porque un momento clave durante la campaña presidencial fue la reunión a puertas cerradas que tuvo AMLO con el entonces secretario de Defensa, el general Salvador Cienfuegos, luego de la cual López Obrador cambió por completo su visión crítica de las fuerzas armadas, a las que hasta ese momento había tildado de corruptas y asesinas.
Sólo se puede especular sobre lo sucedido en esa reunión. Los presidentes pasados también tuvieron esas reuniones previas a la toma de posesión. Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto también salieron muy asustados de ellas. Eso nos puede llevar a especular si los generales son los que ponen las condiciones a cambio de lealtad. Una posibilidad es que los generales hayan dicho a López Obrador: “A ver, qué bien que ganó usted, pero las armas las tenemos nosotros”. De ahí salió la portada de la revista Proceso con el titular “AMLO recula” y muchas otras fuentes lo confirmaron. Pero hay otra posibilidad –y quiero dejar muy en claro que se trata de una mera especulación–, la posibilidad de que López Obrador ya tuviera premeditado el proyecto de construcción de un régimen sin contrapesos, híper centralista, híper presidencial, y que se haya dicho que para ello necesitaba al ejército. Pero no sabemos qué pasó. De hecho, la pirueta que se aventó fue un giro de 180 grados. Porque durante doce años estuvo hablando de regresar a los militares a los cuarteles. Fue tan radical el cambio que nos orilla a este tipo de especulaciones.

¿Cuál es tu visión sobre la Guardia Nacional?
Pues mira, yo no conozco a ningún analista, a ningún periodista, a ningún académico, a ningún intelectual, incluso a ningún especialista en seguridad que la considere una buena idea. Ahora bien: la Guardia Nacional como finalmente quedó es el menos peor de los escenarios respecto al planteamiento original. El proyecto original era una verdadera amenaza a las libertades civiles de la república y lo que se aprobó en las cámaras legislativas es algo mucho más suavecito y que en el mejor de los casos lo único que hace es mantener la misma política que se había manejado, con un cambio de nombres. En esencia, es una política de seguridad similar a la de los últimos doce años. Con ese actuar, no parece haber alguna indicación que pudiese sugerir que la violencia va a disminuir. En el peor de los casos, hay figuras siniestras como la prisión preventiva oficiosa o que, ya que la Guardia Nacional tiene un límite de cinco años, esto es nada más comprarle tiempo al presidente para poder extender esa duración en un proyecto transexenal. Pero dentro de los mundos que preveíamos, cuando menos se legisló el que parecería ser el menos malo, gracias a la presión de la sociedad civil, gracias a la presión de le exigua oposición, gracias a la presión de ciertas negociaciones. Yo creo que si fuera por López Obrador, tendríamos su propuesta original: esa Guardia Nacional que era un verdadero esperpento, un monstruo muy peligroso.

El presidente acaba de declarar que el suyo no es un gobierno de ocurrencias, ¿crees que sí lo sea o que existe realmente un proyecto estructurado para su gobierno?
Yo creo que es una combinación. En el diseño de política pública, me parece que es muy ocurrente y que no cree en la idea de diseñar proyectos perfectamente estructurados. Es un presidente que gobierna por decreto, día a día. No cree en el expertise, lo cual forma parte del nuevo lenguaje demagógico global: el antiintelectualismo, el desprestigio de los especialistas por considerarlos élite.  En ese sentido, me parece que es alguien que desprecia la política pública de diseño. Ahora, en cuanto a su proyecto de consolidación para la permanencia en el poder y para la concentración del mismo, me parece que López Obrador es un político muy astuto, con un gran plan al respecto y que lo ha meditado, lo ha concebido, lo ha imaginado, lo ha proyectado y eso lo confirman estos ciento y pico primeros días. Está haciendo todo lo posible por consolidar ese proyecto.

Está el caso de los superdelegados estatales, por ejemplo.

Claro, eso no se les ocurrió de repente en una mesa, eso tiene toda una forma, todo un diseño. Por eso María Amparo Casar llama a AMLO el gran tecnócrata electoral. Andrés Manuel tiene experiencia en la creación de clientelas, en la creación de corporaciones. Lo hizo en el Distrito Federal de manera muy exitosa. Sabe que no puede gobernar sin esas estructuras.

¿Qué opinas de la gente que conforma su gabinete?
Su gabinete es una demostración de que no cree en los expertos. Pero piénsalo: si tu proyecto es de consolidación de poder y de crear un nuevo régimen centralizado, pues son preferibles los tontos leales, inexpertos pero obedientes, que los expertos críticos o los técnicos desobedientes.

El nombramiento de Yasmín Esquivel como ministra de la Suprema Corte de Justicia podría ser un ejemplo de contar con gente leal y obediente. ¿Qué piensas de ese hecho?
Que es terrible. Me parece que ese probablemente ha sido el golpe de mayor injerencia presidencial en estos cien días. No es algo ajeno a otros tiempos. También lo hizo Enrique Peña Nieto. Pero aquí lo que hay es una gran hipocresía, una gran incongruencia, por el discurso que ha manejado López Obrador. Lo sorprendente es que no pasa nada. Ahora bien, esto es radicalmente diferente y más grave que lo de Peña, porque aquí estás hablando de la esposa del contratista predilecto del presidente por muchos años, desde la época de los segundos pisos del Periférico. No tengo información de que los ministros propuestos por Peña Nieto presentaran un nivel de conflicto de interés como este. Eso por una parte. Por la otra está el perfil de la propia Yazmín Esquivel, quien es una mujer ultraconservadora que nada tiene que ver con el perfil progresista con el que Andrés Manuel se vendió al pueblo. Es una mujer de otro tiempo.

Ya para terminar: las encuestas dicen que el presidente López Obrador tiene un 80 por ciento de aprobación popular, aunque en las redes sociales no se ve lo mismo. ¿Crees que esa luna de miel entre el presidente y la gente vaya disminuyendo con el tiempo y que surja la decepción?
Hay algo que debemos advertir. Ahorita los voceros del régimen se refugian mucho en ese nivel de aprobación. Pero hay ahí una falacia lógica. Esa aprobación no tiene que ver con que las medidas que se estén tomando sean buenas o que en la proyección a largo plazo vayan a terminar surtiendo un efecto positivo. Todos los presidentes mexicanos de los últimos años han terminado con menor aprobación de con la que empezaron, porque el poder expone, el poder desgasta. Y no es inusitado un nivel de aprobación como este. Salinas y Fox andaban por el mismo al empezar sus gobiernos. Lo peligroso es el nivel de expectativa que generó López Obrador, porque prácticamente vendió el paraíso. Había ahí un componente de redención casi mesiánica, de “al día siguiente este será otro país”, lo cual es demagogia absoluta. Sabemos que los países se construyen en décadas, si no es que en siglos. Me parece que sí hay el riesgo de una gran desilusión. Ahora bien, la demagogia funciona de maneras misteriosas, es decir, en la demagogia y con los recursos de la posverdad, sí puedes tener a un pueblo embobado durante muchos años. Incluso puedes usar las adversidades a tu favor. Hay quienes dicen que la gente reaccionará cuando se le pegue en el bolsillo. Quién sabe. A veces ese tipo de crisis, en tiempos de demagogia, son benéficas para el demagogo, porque puede erigir nuevos enemigos, inventar nuevas narrativas, y Andrés Manuel es muy bueno para las narrativas, es muy bueno para contar cuentos. Sin embargo, sí existe el riesgo de la desilusión y el desplome, lo cual es gravísimo porque los electores le apostaron todos los huevos de la canasta a la propuesta lopezobradorista y me preocupa mucho el terrible golpe de realidad que pueda ocurrir.

(Entrevista que me publicó este día el semanario Hoy, suplemento en español del diario estadounidense Los Angeles Times)

miércoles, 3 de abril de 2019

Grandes discos de 1969: "Beck-Ola" de Jeff Beck


Beck-Ola es un estupendo disco de Jeff Beck, al lado de los por entonces poco conocidos Rod Stewart y Ronnie Wood (aún no se iban a Faces). Grabado en 1969, no es tan bueno como su antecesor, el Truth de 1968, pero ambos tienen hoy la categoría de clásicos. La edición que atesoro contiene ambos discos en un solo empaque. a manera de álbum doble. Pues eso.

martes, 2 de abril de 2019

Los disimulados

Por puro morbo, me asomo a los muros de Facebook de algunos amigos y ex amigos pejelovers y cero menciones a lo de la Madre Tierra y otros dislates de la 4T y de su líder. ¿Será por pudor? ¿Se darán cuenta de lo ridículo que es todo esto y prefieren hacerse los que no se enteran? ¿No se atreven a defender lo indefendible? Pues qué poca solidaridad con el Jefe Máximo, eh.

lunes, 1 de abril de 2019

Vega-Gil

Conocí a Armando Vega-Gil en 1993, cuando Xavier Velasco nos lo recomendó, a quienes preparábamos la salida de La Mosca en la Pared, y lo invitamos a colaborar. Nos propuso sus "Memorias de un Guacarroquer", quizá la columna más políticamente incorrecta en la historia del periodismo mexicano, y su primera entrega apareció en el No. 1 de la revista, en febrero de 1994. Para entonces, Armando ya era el bajista en la primera versión de mi banda de blues, Los Pechos Privilegiados. Lo fue durante los seis o siete meses que duró aquella experiencia. A partir de ahí lo traté a lo largo de varios años, ya que éramos parte de un núcleo de amigos y amigas realmente inolvidable. También lo veía muy seguido en las siempre divertidas presentaciones de El Palomazo Informativo. Nos empezamos a distanciar, sin haber peleado o discutido nunca, a partir del 2006, por mis críticas a López Obrador. Fue eso simplemente, un distanciamiento. La última vez que lo vi fue en 2009, en una celebración del programa de radio El Hueso. Sólo nos saludamos. Son muchos más los buenos que los malos recuerdos que guardo de Vega-Gil y con esos me quedo hoy que me entero de su trágico suicidio, motivado por un entorno general desquiciado y descompuesto. Descansa en paz, estimado Armando.