martes, 30 de junio de 2020

Mexican reality show

lunes, 29 de junio de 2020

Dilema


viernes, 26 de junio de 2020

El nuevo disco de Bob Dylan, a sus 79

Estos tiempos inciertos de pandemia y encierro, de incertidumbre y pasmo colectivos, no parecerían los más propicios para que los músicos lancen nuevas obras. O sí. Después de todo, el hecho de que tanta gente en el mundo permanezca confinada en sus casas (aunque mucha otra no pueda darse ese dudoso lujo) hace que trate de aprovechar sus momentos de ocio con las más diversas opciones. Una de ellas, la música.
  A fines de marzo, cuando la locura del coronavirus empezaba a convertirse en la peor pesadilla de esta y varias generaciones, Bob Dylan nos sorprendió con el lanzamiento de una nueva canción: “Murder Most Foul”. Se trata de un tema larguísimo, de más de 16 minutos de duración, en el que el cantante y compositor revisa y recorre diversos aspectos de la cultura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, con el magnicidio de John F. Kennedy como punto de partida: “Fue un día oscuro en Dallas, en noviembre del 63 / Un día que perdurará en la infamia / El presidente Kennedy lo estaba haciendo bien / Un buen día para estar vivo y un buen día para morir / Ser llevado al matadero como un cordero para sacrificar”.
  Sorpresivamente, la pieza se convirtió en gran éxito mundial. En un principio, muchos pensamos que se trataba de una composición aislada, quizás una golpe de inspiración de Dylan mientras permanecía metido en su hogar. No fue así. En realidad era el primer sencillo (nada sencillo, por cierto) de lo que sería su primer disco en ocho años, luego del espléndido Tempest de 2012.
  Todavía aparecieron un par de sencillos más: “False Prophet” y “I Contain Multitudes” y con ellos el anuncio de la aparición del nuevo álbum. Rough and Rowdy Ways se llama la flamante obra discográfica del nacido en Duluth, Minnesota y permítaseme decir que estamos ante uno de los trabajos más importantes de toda la discografía dylaniana. Una obra maestra.
  La afirmación no es gratuita. Pocas veces un disco coincide de tal manera con la situación del mundo en general y de los Estados Unidos en particular. Esos Estados Unidos afectados no sólo por el Covid-19, sino por la polarización extrema y la violencia latente producida a lo largo y a lo ancho de ese país, luego del asesinato del afroamericano George Floyd por parte de un policía anglosajón, el 25 de mayo pasado, en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad de Minneapolis, precisamente en el estado natal de Bob Dylan. Y si a eso añadimos que están a punto de iniciar las campañas para las elecciones presidenciales de noviembre, con el inefable e inenarrable republicano Donald Trump en busca de la reelección, el explosivo coctel está listo para lo imprevisible.
  Digo que es una enorme y asombrosa coincidencia que el álbum apareciera en este conflictivo contexto, porque las letras de los diez canciones que lo conforman hablan de muchas cosas que hoy se viven: desde la crisis política, económica y social, hasta la presencia de la enfermedad y de la muerte como algo tangible, palpable, presente. Aunque también la poesía del Premio Nobel de Literatura 2016 trata, en este disco, de amor y desamor, de alegría y dolor, de filosofía y de arte. De la vida, contemplada desde los 79 años de edad de este joven sempiterno que es Robert Zimmerman.
  Rough and Rowdy Ways inicia con la bellísima “I Contain Multitudes”, cuyo título está tomado de un verso de ese extenso y fascinante poema que es el “Canto a mí mismo” de Walt Whitman (“La mitad de mi alma, cariño, te pertenece / Me enrollo y retozo con todos los jóvenes / Contengo multitudes”). Los siguientes siete cortes no tienen desperdicio, desde el irónico y desafiante “False Prophet”, con sus toques blueseros (“Otro día que no termina / Otro barco que parte / Otro día de ira, amargura y duda / Sé cómo sucedió / Lo vi comenzar / Abrí mi corazón al mundo y el mundo entró en mí”) y el divertidamente escalofriante “My Own Version of You” (lleno de referencias literarias, históricas y musicales y con ecos de Mary Shelley y su Frankenstein), pasando por composiciones como la valseada y muy a la Leonard Cohen “I’ve Made Up My Mind to Give Myself to You” (“He viajado desde las montañas hasta el mar / Espero que los dioses sean accesibles conmigo / Sabía que dirías que sí, yo también lo digo / He decidido entregarme a ti” –¿a una mujer, a la vida, a la muerte?) y la misteriosa “Black Rider” (“Jinete negro, jinete negro, todo vestido de negro / Me alejo, intentas hacerme mirar hacia atrás / Mi corazón está en reposo, me gustaría mantenerlo así / No quiero pelear, al menos no hoy / Ve a casa con tu esposa, deja de visitar a la mía / Uno de estos días me olvidaré de ser amable”) o el delicioso blues que es “Goodbye Jimmy Reed”, en honor de ese grande y mítico bluesero, y la conmovedora y de aires celtas “Mother of Muses” (“Madre de las musas… / llévame al río, suelta tus encantos / Déjame acostarme un rato en tus dulces y amorosos brazos / Despiértame, sacúdeme, libérame del pecado / Hazme invisible como el viento / Tengo una mente que divaga, tengo una mente que deambula / Viajo ligero y estoy tardando en llegar a casa”), hasta llegar a la rugosa y (otra vez) bluesera (con aires de Tom Waits) “Crossing the Rubicon” (“Tres millas al norte del purgatorio / Un paso desde el más allá / Rezo a la cruz / Beso a las muchachas / y cruzo el Rubicón”).
  El penúltimo track (¿blood on the tracks?) lo ocupa la larga y viajera (y viajada) “Key West (Philosopher Pirate)”, un homenaje a Key West, Florida, ese lugar donde algunas vez vivieron personajes como Ernest Hemingway, Tennessee Williams, Jimmy Buffett, Judy Blume y Shel Silverstein, y a la vez un tributo de nueve minutos al movimiento beat, a Buddy Holly y a Jimi Hendrix. Todo para culminar con ese clásico automático que es la ya mencionada y extensa “Murder Most Foul”.
  La jovialidad de Dylan a lo largo del álbum resulta tan ejemplar como envidiable. A sus 79 años sigue siendo el mismo muchacho de 19, casi 20, que llegó a Greenwich Village en 1961. Su creatividad permanece intacta y su joie de vivre parece eterna. No sólo eso. Rough and Rowdy Ways es una obra llena de fuerza y poderío, con la voz rasposa pero clara aún de un rebelde que no ceja, de un artista que no se rinde, de un rocanrolero que no deja de rocanrolear. Porque este disco es eso: rocanrol en su más pura, en su más absoluta esencia.
 
(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

jueves, 25 de junio de 2020

Zombie

Una anécdota relacionada con los Cranberries que de pronto me vino a la memoria. Era el año 1993 y yo escribía para la sección cultural de El Financiero, al tiempo que preparaba la aparición de La Mosca junto con Fernando Rivera Calderón y Karem Martínez. Un día, acudí a una conferencia de prensa en la disquera Polygram, en la avenida Miguel Ángel de Quevedo, para la presentación del primer disco de una nueva agrupación irlandesa. La gente de la disquera nos habló de los Cranberries y nos dio a cada periodista un ejemplar del Everybody Else Is Doing It, So Why Can't We? Luego, nos pasaron dos videos: el de la canción "Dreams" (¿o era el de "Linger") y el de "Zombie". Este último nos dejó a todos boquiabiertos por su sonido duro y hasta grungero y la buscamos en la lista de canciones del compacto que acabábamos de recibir. Para nuestra sorpresa y nuestra frustración, no venía en el disco y hubo hasta reclamos. Fue mi primer encuentro con la voz de Dolores O'Riordan y vaya que fue estremecedor. Aún conservo ese CD.

PD: "Zombie" aparecería en disco un año después, en el No Need to Argue de 1994.

martes, 23 de junio de 2020

Temblor y pandemia

Una imagen que describe a la perfección lo que vivimos hoy martes en este ex Distrito Federal que a su miedo más típico, el de los temblores de tierra, ha sumado en estos meses el miedo a la pandemia del coronavirus que nos mantiene confinados en nuestras casas.
  Esta caricatura lo expresa mejor que nadie.
  Por cierto, hoy tembló y aunque estuvo muy fuerte, no hubo mayores daños en la ciudad (acá en Tlalpan de hecho casi no se sintió). También hoy es cumpleaños de Rosa, mi ex esposa.

lunes, 22 de junio de 2020

Cámara húngara: El pulso de la polarización

Polarizar, fragmentar, propulsar el maniqueísmo y buscar la división entre los mexicanos ha sido la divisa de Andrés Manuel López Obrador cuando menos desde hace veinte años. Su discurso como sempiterno candidato a la presidencia tuvo siempre esa característica: ver las cosas en blanco y negro, separar a la sociedad mexicana en dos fracciones, la del pueblo bueno y la de los enemigos del pueblo bueno, para quienes contaba y sigue contando con un sinnúmero de sustantivos y adjetivos, de motes y calificativos, no hace mucho recopilados por Gabriel Zaid.
  Muchos imaginaron, desde una conmovedora y tierna ingenuidad, que al lograr en 2018 su viejo sueño de convertirse en presidente de la república, el tabasqueño dejaría atrás ese discurso polarizador y buscaría gobernar para todos los mexicanos sin distinción. A un año y medio de su llegada a Palacio Nacional, sabemos que no fue así. Que no es así.
  ¿Por qué este hombre está desaprovechando la gran oportunidad de ser un gran estadista? Todo estaba a su favor. Llegó al poder con una votación abrumadora de cerca de 30 millones de electores. Su partido, Morena, consiguió la mayoría en las dos cámaras legislativas y en varios estados los actuales gobernadores pertenecen a esa organización política. El 1 de diciembre de 2018, López Obrador tenía en bandeja de plata llevar a la realidad su gran sueño: ser el mejor presidente en la historia de México. Sin embargo, a lo largo de casi 19 meses ha hecho hasta lo indecible por convertirse exactamente en lo contrario: el peor y más repudiado mandatario que haya  dado nuestra república desde 1821. No sólo eso: sus tentaciones autoritarias lo están llevando a transformarse en un franco dictador; su feroz intolerancia y su asombrosa soberbia, el desprecio que muestra hacia quienes no piensan como él y a los que denomina “mis adversarios”, su arrogante actitud despótica y su enciclopédica ignorancia en infinidad de temas lo han hecho tomar determinaciones que están hundiendo al país y que, con el agravamiento de la situación que ha provocado la pandemia del coronavirus, amenazan con sumirnos en una crisis sanitaria, económica, política y social de proporciones dantescas, como no hemos visto desde hace cuando menos un siglo.
  ¿A qué se debe esta manera de desperdiciar el apabullante capital político con el que contaba hace año y medio y que ha dilapidado (y sigue dilapidando) con una facilidad pasmosa? ¿Es que no se da cuenta? ¿Es que quienes lo rodean en su círculo más cercano no se percatan de ello? O sí lo ven, pero no se atreven a decírselo por temor a ser echados de sus privilegiados cargos.
  Es claro que el presidente cuenta con muchos incondicionales, sobre todo entre la tribu obradorista más cercana a las simpatías “bolivarianas”. Se trata de personajes no sólo obedientes a la voz de su líder, sino verdaderos fanáticos que llegan a alcanzar altos grados de delirio supuestamente revolucionario (lo cual no obsta para que se den vida de reyes y sean seducidos por la corrupción, como ya se empieza a ver con algunos personeros que hasta ahora habían navegado con la bandera de la austeridad y la honestidad y al parecer ese pendón se les empieza a desgarrar).
  Sin embargo, en Morena debe haber (eso quiero pensar) personas pensantes e inteligentes que se den cuenta del desastre al que nos están encaminando los berrinches y caprichos del señor que habita los aposentos de Palacio Nacional. Pienso en Marcelo Ebrard, incluso –con todos sus asegunes– en Ricardo Monreal. ¿Por qué permanecen callados y se vuelven cómplices del inminente cataclismo? ¿Por qué no se atreven a contradecirlo? En una palabra: ¿por qué le tienen tanto miedo, tanto pavor, a ese personaje?
  Intentaré dilucidar las causas de ese terror a López Obrador, por parte de los suyos, en mi próxima columna.

 

domingo, 21 de junio de 2020

Lo que me escribió Armando Palomas hace tres años

Estimado Esteban Leyva, lo felicito por ese arduo trabajo, esa tenacidad y esa paciencia para poder entrevistar y hasta a darse el lujo de convertirse en íntimo amigo del señor Emiliano García Estrella y mostrarme, a través de su entrevista, algunas anécdotas de este país tan surrealista.
   Su narrativa me mostró que no todos los caminos lo llevan a Roma y que más bien todos los caminos siempre llevan a los ojos de una mujer, esos ojos que en su mirada tienen un aguacero de pestañas y acobardan a cualquiera, incluyendo al mismísimo Rodolfo Fierro.
   No niego que me hubiera gustado que me presentara a Daniela, pero me conformaría con cualquier mujer que se dirigiera a mí con un acento afrancesado.
   Pero tampoco niego que me corroe la envidia, solo por el simple hecho de que usted haya sido parte de esa fiestísima donde se encontró con Diego Rivera y Vasconcelos; si me hubiera invitado, yo si le hubiera cuidado a la Paulina.
   Esto que escribo, Señor Esteban Leyva, no es nada más que un pretexto para poder beber en un futuro inmediato una copita de esa Hada Verde y recordar con gusto al amigo Sergio.
   También pido disculpas porque a mis cuarenta y siete, escribo y hablo como si tuviera veintisiete.


Atte el Palomas.


Gracias, Hugo García Michel, disfruté tu novela, ¡está poca madre!
Creeme que ahora tengo una opinión, que si no es diferente a lo que ya creía, ahora me queda más que claro que la congruencia nos hace fuertes.

viernes, 19 de junio de 2020

10 grandes canciones que cumplen 40 años

Parecería que ha transcurrido más tiempo. En 1980, la guerra fría seguía en pleno. Los Estados Unidos y la Unión Soviética continuaban jugando a las vencidas y sus respectivos líderes, Jimmy Carter y Leonid Brézhnev, se desafiaban debido a la ocupación de Afganistán por parte del ejército rojo. En noviembre, Carter perdería las elecciones presidenciales y el republicano Ronald Reagan se convertiría en el nuevo primer mandatario estadounidense. En Irán, el hombre fuerte era el ayatolá Jomeini; en Chile y Argentina, permanecían en el poder las juntas militares encabezadas por Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla, respectivamente, y en España era presidente Adolfo Suárez y empezaba la liberadora y contracultural movida madrileña.
  En El Salvador era asesinado el arzobispo liberal Óscar Romero, mientras oficiaba una misa. En Cuba, se producía el éxodo de Mariel hacia Miami, ciudad en la cual se producían disturbios raciales tras de que cuatro policías blancos fueran absueltos por el asesinato del afroamericano Arthur MacDuffie. También en Estados Unidos, el multimillonario Ted Turmer fundaba CNN, en tanto el gobierno de Carter rompía relaciones con la República Islámica de Irán. En Gdansk, Polonia, el líder obrero Lech Walesa lideraba la huelga que daría origen al sindicato Solidaridad. En Perú surgía la organización terrorista Sendero Luminoso y en Asunción, Paraguay, un comando sandinista de militantes argentinos batía en una emboscada al ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Mientras tanto, la OMS declaraba oficialmente erradicado del planeta al virus de la viruela.   
  En 1980 se llevaron a cabo los XXII Juegos Olímpicos, en la ciudad de Moscú, los cuales fueron boicoteados por los Estados Unidos y otros 65 países, debido a la ocupación soviética en Afganistán. México sí asistió.
  Ese año fue también de luto para la música en general y el rock en particular, debido al asesinato de John Lennon (diciembre 8) y las muertes del baterista de Led Zeppelin John Bonham (septiembre 25), el vocalista de Joy Division Ian Curtis (mayo 18) y el cantante de AC/DC Bon Scott (febrero 19).
  En México, el presidente José López Portillo iniciaba su cuarto año de gobierno. Entre los hechos más notorios destacan la implantación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), el nombramiento de la primera secretaria de Estado (Turismo) del sexo femenino (Rosa Luz Alegría, de la que las malas lenguas aseguraban era amante del primer mandatario), el incendio del árbol de la Noche Triste y la inauguración de Perisur.
  En 1980, Umberto Eco publicó El nombre de la rosa, Jorge Luis Borges Siete noches, Truman Capote Música para camaleones, Julio Cortázar Queremos tanto a Glenda, John Kennedy Toole La conjura de los necios, Vasili Grossman Vida y destino, Stephen King La niebla, Ricardo Piglia Respiración artificial, J. M. Coetzee Esperando a los bárbaros, Gary Jennings Azteca y  Carl Sagan Cosmos.
  Louis Malle dirigió Atlantic City y se estrenaron películas como Toro Salvaje de Martin Scorsese, El resplandor de Stanley Kubrick, Fama de Alan Parker, El imperio contraataca de Irving Kerchner (producida por George Lucas), El hombre elefante de David Lynch, Superman II de Richard Lester y el debut cinematográfico de Pedro Almodóvar con Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón.
  En 1980 nacieron Regina Spector, Conor Oberst, Christina Aguilera, Ryan Gosling, Macaulay Culkin, Christina Ricci, Zooey Deschanel, Michelle Williams, Jake Gyllenhaal, Ana Claudia Talancón, Alondra de la Parra, Martina Hingis, Venus Williams, Pau Gasol, Ronaldinho, Xavi Hernández, Steven Gerrard, Salvador Cabañas y Omar Bravo.
  Fue el año de las muertes del escritor y filósofo francés Jean Paul Sartre, el novelista norteamericano Henry Miller, el literato cubano Alejo Carpentier, el cineasta británico Alfred Hitchcock, el actor inglés Peter Sellers, el actor estadounidense Steve McQueen, la mítica actriz (también estadounidense) Mae West, el cantante francés Joe Dassin, el psicólogo suizo Jean Piaget, el legendario atleta estadounidense Jesse Owens y la actriz mexicana Sara García, así como de los ya mencionados John Lennon, John Bonham, Ian Curtis y Bon Scott.
  El escritor polaco Czesław Miłosz recibió el Premio Nobel de literatura.
  Veamos ahora una decena de las canciones más importantes de 1980.

1.- “Crazy Little Thing Call Love”. Queen. Freddy Mercury realizó este tema como un claro homenaje a Elvis Presley y, según él mismo llegó a contar, componerla le llevó apenas diez minutos. Dado que sólo sabía unos cuantos acordes de guitarra, le fue sencillo escribir un rocanrol elemental pero altamente efectivo. Hoy es todo un clásico, incluido en él álbum The Game de 1980.

2.- “(Just Like) Starting Over”. John Lennon. Parte del magnífico álbum Double Fantasy, de noviembre de 1980, la canción había sido lanzada como sencillo en octubre de ese año, seis semanas antes de que Lennon fuese asesinado en Nueva York. John quiso hacer un tema con el estilo de Roy Orbison y lo logró con creces, al crear una melodía llena de alma, ternura y belleza. Fue el último single que lanzó en vida.

3.- “Another Brick in the Wall (Part 2)”. Pink Floyd. ¿Quién no conoce esta composición de Roger Waters, parte esencial del álbum The Wall de Pink Floyd? Se trata de una canción de crítica y protesta contra el sistema educativo inglés. Curiosamente, los elementos de música disco que contiene el beat de la pieza fueron una sugerencia del productor Bob Ezrin, debido a que era el género de moda en aquellos momentos. Waters se resistió en un principio, pero a David Gilmour le pareció una buena idea y al ser lanzado como sencillo, el tema tuvo un enorme éxito popular, éxito que aún perdura.

4.- “Ashes to Ashes”. David Bowie. Como parte del extraordinario disco Scary Monsters (and Super Creeps) de 1980, este corte de estilo neo romántico es una especie de despedida de Bowie a la década de los setenta y todo lo que significó para él. Con referencias al personaje de Major Tom de “Space Oddity”, el tema resulta un tanto oscuro e intrigante, pero de una calidad musical absoluta.

5.- “Biko”. Peter Gabriel. Otra canción de protesta del mismo año. Conmovido e indignado por el asesinato en prisión del activista sudafricano Steve Biko, Gabriel escribió este tema contenido en su tercer álbum. Musicalmente se refleja aquí el creciente interés del artista por los sonidos provenientes del África, los cuales mezcla con una guitarra distorsionada y un sintetizador en una pieza minimalista que va en un lento crescendo, en el cual se incluye un coro de voces, hasta desembocar en un fade out y cantos tribales africanos. Una composición altamente emotiva.

6.- “I Will Follow”. U2. El corte abridor del disco Boy, el primero de U2, es una pieza explosiva que ya contiene todos los ingredientes y el estilo del grupo irlandés. Bono escribió la letra en dedicatoria a su madre, fallecida cuando él tenía 14 años.

7.- “Brass in Pocket”. Pretenders. Aunque apareció a finales de 1979, esta estupenda muestra del mejor new wave fue conocida masivamente en enero de 1980. La letra describe a una mujer a punto de tener su primer encuentro sexual y expresa su confianza en que la experiencia será feliz. Aunque ella la escribió, la cantante y front woman del grupo, Chrissie Hynde, no estaba muy segura de si debía o no grabar la pieza. El productor insistió en hacerlo y la melodía se convirtió en uno de los temas imprescindibles de Pretenders.

8.- “Boys Don’t Cry”. The Cure. Esta gran composición de The Cure apareció como sencillo y se incluyó en el álbum recopilatorio homónimo de 1980. Muestra perfecta del rock pop inglés de finales de los años setenta del siglo pasado, su letra cuenta la historia de un hombre que ha renunciado a tratar de recuperar el amor que ha perdido y ríe para tratar de disfrazar su verdadero estado emocional, escondiendo las lágrimas en sus ojos, porque “los muchachos no lloran”.

9.- “Hungry Heart”. Bruce Springsteen. De su magnífico álbum The River (1980), este “Corazón hambriento” (el título está inspirado en un verso del poema de Lord Tennyson “Ulises”: “Siempre vagando con un corazón hambriento”) fue no sólo el primer sencillo sino el tema que permitió que El Jefe llegara por primera vez a las listas de Billboard. Originalmente, Springsteen la había escrito para dársela a los Ramones, pero al escucharla, su manager, Jon Landau, lo convenció de guardarla e incluirla en el disco que estaba grabando. Mejor decisión no pudo tomar.

10.- “Emotional Rescue”. Rolling Stones. ¿Stones à la Bee Gees? Muchos seguidores de Jagger, Richards y compañía se sintieron (nos sentimos) un tanto decepcionados y hasta traicionados por las tentaciones de sus satánicas majestades por acercase a la música disco (falsete de Jagger incluido). A 40 años de distancia, no sé si los de Londres estén totalmente perdonados por semejante pecado (aunque el tema es hoy uno de sus clásicos).

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

domingo, 14 de junio de 2020

Tallulah

Si alguna vez aceptara tener una gatita como mascota, le pondría Tallulah (en honor a la actriz y diva de los años veinte Tallulah Bankhead).

martes, 9 de junio de 2020

Cámara húngara: La pandemia mexicana

Ocho meses exactos hace que esta columna entró en hibernación. No tengo claro qué fue lo que me hizo suspenderla temporalmente y no tengo claro por qué he decidido reanudarla.
  Muchas cosas han sucedido en estos poco más de 240 días. Demasiadas, diría yo. En México y en el mundo. La pandemia de covid-19, loa más importante. La pandemia y todas sus desastrosas consecuencias. Hace ocho meses, jamás nos habríamos imaginado que la humanidad entera se encontraría en la situación en que nos encontramos. Era algo impensable, digno de un relato de ficción científica, para emplear el término propuesto por Borges.
  Pero aquí estamos. Con una epidemia más que extraña y sospechosa, cuyas consecuencias van más allá de la enfermedad misma. En esta primera mitad de 2020, los seres humanos hemos sufrido una transformación con visos de retroceso que, por voluntad propia, nos tiene presos en nuestras casas. El miedo a lo desconocido ha operado de manera apocalíptica en la gran mayoría de nosotros y la desconfianza hacia el otro, incluso hacia el más próximo de los prójimos, se ha vuelto asignatura cotidiana. Un virus invisible nos mantiene en una paranoia basada en la incertidumbre y en lo que se nos dicta desde los gobiernos y desde organismos mundiales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), una factoría de informaciones y desinformaciones que se nos presentan como científicas y cuyo mandamás visible resulta muy poco confiable, dados sus cuestionables antecedentes políticos en Etiopía, de donde es originario.
  El mundo se paralizó en este 2020 y la economía se está desplomando ante nuestros ojos impotentes. Cientos de miles de empresas cerradas en todas partes. Millones de desempleados. Se nos viene una crisis peor que la de 1929, a decir de los expertos. Y se nos asegura que lo peor está aún por llegar.
  ¿Cuánto es verdad? ¿Cuánto es manipulación y mentira? ¿Se manejó de manera correcta el embate del coronavirus o se siguió con una serie de errores involuntarios o quizás inducidos? ¿Son reales las cifras de contagios y de muertos? ¿Ha valido la pena el confinamiento a costa de una debacle que posiblemente traiga muchas más muertes por hambre y pobreza que las muertes causadas por el propio virus del que se nos trata de librar? ¿Cuál es el papel de las farmacéuticas, de algunas poderosas fundaciones altruistas y de la propia OMS en esta crisis sin precedentes? Las preguntas abundan. Las dudas resultan inagotables.
  ¿Y México?
  Llevamos cerca de tres meses de lo que se ha dado en denominar como la sana distancia social. El gobierno asegura que se tiene controlada la pandemia, pero los números oficiales de fallecimientos y contagios no dejan de elevarse día con día. El vocero oficial ante la crisis sanitaria, el subsecretario Hugo López Gatell, lleva casi cien días contradiciéndose y de su pronóstico inicial de seis mil muertos por covid-19, ahora habla de treinta mil. El hombre parece más preocupado por mantener su imagen pública y sus intereses políticos personales (no ha faltado quien lo mencione como posible presidenciable para el 2024) que por darnos certeza, a pesar de su flema y su tono diplomático para repetir un día sí y otro también, durante sus conferencias vespertinas televisadas, su mantra “Quédate en casa, quédate en casa, qué-da-te en ca-sa”. Un mantra que desacata nada menos que su propio jefe, el presidente de la república, quien no sólo no utiliza cubrebocas, sino que acaba de reanudar sus giras por el país porque no soportó el relativo encierro palaciego en que se encontraba.
  Andrés Manuel López Obrador ha sabido sacar raja del coronavirus. Su frase de que "el bicho" le cayó como anillo al dedo no fue una ocurrencia desafortunada o un lapsus repentino. Realmente le ha caído como anillo al dedo para mostrarse cada vez más radical y polarizador. Sus diarias conferencias mañaneras han acrecentado su retrógrado y primitivo extremismo político y han mostrado que su afán por dividir al país en dos sectores, el de los liberales y el de los conservadores, va más allá de una mera retórica decimonónica, para revelarse como lo que es en realidad: un plan de acción, una estrategia política que busca aplastar a los que él llama sus adversarios y favorecer a lo que él llama el pueblo. Sin embargo, en la práctica esto último no ha sido así, ya que son los sectores más depauperados los que están padeciendo de peor manera los efectos de la errada política lopezobradorista, centrada en una asfixiante austeridad rayana (vaya paradoja) en lo neoliberal y apoyada en unos borrosos y oscuros programas de asistencialismo de claros tintes clientelares.   La pandemia mexicana empieza a destacarse frente a la mayoría de las pandemias en otros lares. No sólo porque estamos entre los diez países que de peor forma han atacado a la enfermedad, sino por la demencial manera como se está tratando la crisis económica en la que ya entramos y de la que la mayoría de los pronósticos auguran una hecatombe para los próximos meses.
  Pero López Obrador dice tener otros datos y sus huestes, ciegas de fanatismo y también cada vez más radicalizadas, se lo creen a pie juntillas.

(Publicada en mi página de Patreon)

domingo, 7 de junio de 2020

Sangre en la nieve

Gran novela negra. La mejor que he leído en fechas recientes. Jo Nesbø, el autor, ha sido para mí toda una revelación. Un escritor noruego nacido en Oslo, en 1960, con una garra y a la vez un humor negro que me remitieron a lo mejor de Raymond Chandler y James M. Cain.
  Sangre en la nieve cuenta la historia de un asesino a sueldo extrañamente sensible y filosófico que se enamora de la mujer a la que le encargan matar: nada menos que la esposa infiel de su jefe, Daniel Hoffmann, un mafioso que quiere deshacerse de ella. Mal negocio, Olav, el matón a sueldo, se enamora de Corina, la joven y bellísima mujer, y en su lugar decide liquidar al amante de esta. Para su desgracia, el amante muerto resulta ser el hijo de Hoffmann y con ello Olav se gana que su furioso jefe le ponga precio a su cabeza. Lo que sigue no lo contaré, para no vender la historia, pero sobreviene una serie de hechos que lo enreda todo, hasta llegar a una culminación en la que se entremezclan el amor, el odio, la violencia, la traición y la muerte. Todo con un tono enfermizamente irónico. A lo largo de las páginas de la novela correrá mucha sangre y esta ciertamente caerá sobre la nieve de la helada capital noruega.
  Sobra decir que la recomiendo muchísimo y que quedé con muchos deseos de leer otro libro de Nesbø.
  Estupendo escritor.

viernes, 5 de junio de 2020

10 grandes canciones que cumplen 50 años

1970. Dos años después del estremecimiento del año 68, el mundo se encontraba en plena ebullición contracultural. A lo largo de la convulsa década de los sesenta, las cosas habían cambiado de manera radical en todos los órdenes, lo cual era especialmente notorio en los terrenos de la política, la sociedad y la cultura. La humanidad era muy otra, los viejos esquemas tendían a desaparecer y el futuro se contemplaba de una manera diferente.
  ¿Cómo eran las cosas en 1970? La guerra en el sudeste asiático alcanzaba nuevos niveles de gravedad con la invasión del ejército estadounidense a Camboya, mientras que en Ohio se producía la masacre estudiantil de la universidad de Kent por parte de la Guardia Nacional. También en Estados Unidos era lanzada al espacio la nave Apolo XIII, cuya misión sería un rotundo fracaso. En Chile, Salvador Allende ganaba las elecciones y llegaba a la presidencia de la república. Año triste para la música: en septiembre moría Jimi Hendrix y al mes siguiente fallecía Janis Joplin, en tanto Paul McCartney anunciaba la disolución de los Beatles. Como contraparte, se formaban los grupos Queen y Aerosmith.
  En México, llegaba a la presidencia el priista Luis Echeverría Álvarez. Antes, se celebró la IX Copa Mundial de Futbol que ganó Brasil en el Estadio Azteca, inaugurado cuatro años atrás. José José quedó en tercer lugar, pero fue el ganador moral en el Festival de la Canción Latina, con su célebre interpretación de la canción “El triste” de Roberto Cantoral.
  También ese año, Jorge Luis Borges publicó El informe de Brodie, Octavio Paz Posdata, Gabriel García Márquez Relato de un náufrago, José Donoso El obsceno pájaro de la noche, Alfredo Bryce Echenique Un mundo para Julius, José Ortega y Gasset El espectador, Patricia Highsmith La máscara de Ripley, Agatha Christie Pasajero a Frankfurt, Roald Dahl El superzorro, Larry Niven Mundo anillo, Thomas Bernhard La calera y Darío Fo Muerte accidental de un anarquista.
  François Truffaut dirigió Domicilio Conyugal y se estrenaron películas como Tristana de Luis Buñuel, Río Lobo de Howard Hawks, Mash de Robert Altman, Woodstock de Michael Wadleigh, El conformista de Bernardo Bertolucci, El mensajero de Joseph Losey, La hija de Ryan de David Lean, Historia de amor de Arthur Hiller, Trash de Paul Morrisey y dos cintas de Alejandro Jodorowsky: El topo y Fando y Liz.
  En 1970 nacieron Paul Thomas Anderson, Uma Thurman, Tina Fey, Sarah Silverman, Jennifer Connelly, Vince Vaughn, Ethan Hawke, Matt Damon, Heather Graham, River Phoenix, Minnie Driver, Naomi Campbell, Maribel Verdú, John Frusciante, Gene Ween, Damien Rice, Mariah Carey, Queen Latifah, Luis Miguel, Julieta Venegas, Sasha Sokol, Benny Ibarra, Mariana Garza, Alberto Chimal, Diego Simeone, Philip Cocu y Edwin van der Sar.
  Fue el año de las muertes del estadista francés Charles De Gaulle, el filósofo Bertrand Russell, los escritores Julio Torri, John Dos Passos, Yukio Mishima, François Mauriac, Paul Celan, Oscar Lewis, Erle Stanley Gardner y Roger Martin du Gard, el físico Max Born y el bluesero Slim Harpo, así como de los ya mencionados Jimi Hendrix y Janis Joplin; en México, fallecieron el ex presidente Lázaro Cárdenas del Río, el compositor (y músico-poeta) Agustín Lara, el actor cómico Marcelo “El Carnal” Chávez y las actrices María Teresa Montoya y Prudencia Griffel.
  Aleksandr Solzhenitsyn recibió el Premio Nobel de literatura.
  Veamos ahora una decena de las canciones más importantes de 1970.

1.- “Bridge Over Trouble Waters”. Simon & Garfunkel. Una de las mejores composiciones de Paul Simon y una de las más bellas canciones de la historia de la música popular. Con Art Garfunkel en la voz principal (Paul le pidió que lo hiciera, aunque Art quería que se cantara a dueto). Se cuenta que Simon la escribió en un rapto de inspiración y le llevó muy poco tiempo hacerla. “¿De dónde vino la canción? No parecía algo que yo fuera capaz de hacer”, confesó alguna vez el gran cantautor de Newark, Nueva Jersey. En fin, una belleza musical y poética, una absoluta maravilla.

2.- “Let It Be”. The Beatles. ¿Quién no conoce este tema escrito por Paul McCartney para el disco homónimo de los Beatles? Todo un himno generacional que ha trascendido el tiempo y sigue tan vigente como cuando fue compuesto. Más allá de la polémica suscitada por la producción de Phil Spector (a McCartney le gustaba más la forma en que la produjo George Martin, aunque al final en el disco apareció la versión de Spector, impuesto por John Lennon), la pieza es una obra maestra, plena de sencillez armónica y delicadeza melódica. Un clásico.

3.- “American Woman”. The Guess Who. Gran tema de esta agrupación canadiense. Cuenta la leyenda que la canción nació de una improvisación en el escenario, durante un concierto en Ontario. Al guitarrista Randy Bachman se le rompió una cuerda y al reemplazarla y afinarla, para probar su instrumento improvisó el hoy famoso riff; sus compañeros lo siguieron y el cantante Burton Cummings también improvisó una letra. Por suerte, un espectador pirata grabó todo y les regaló el cassette. Posteriormente la pulieron y lo demás es historia. Goodbye American woman!

4.- “Evil Ways”. Santana. Contra lo que muchos creen, esta canción no es original de Santana. Fue compuesta por  el jazzista Clarence “Sonny” Henry en 1967 y grabada ese mismo año por el percusionista Willie Bobo. Sin embargo, el arreglo del grupo del guitarrista mexicano la revitalizó y la convirtió en otra cosa. Una absoluta delicia aparecida en el álbum debut de Santana.

5.- “Spill the Wine”. Eric Burdon & War. Eric Burdon había abandonado a The Animals y seducido por los sonidos africanos y caribeños, sobre todo del rock de Santana, formó War, un grupo con una mayoría de músicos afroamericanos. Este tema, contenido en el álbum Eric Burdon Declares War (1970), fue la carta de presentación y tuvo un gran éxito. El título (“Derrama el vino”) surgió porque a uno de los integrantes de War se le cayó una copa del rojo líquido sobre una de las consolas del estudio de grabación. La voz femenina de la lady que habla en español es de una amiga “latina” de Burdon cuyo nombre se desconoce.

6.- “25 or 6 to 4”. Chicago. Compuesta por Robert Lamm, tecladista de la banda (estrictamente esta sí es una banda, ya que incluye sección de metales), la pieza fue dada a conocer en enero de 1970, como parte del segundo álbum de Chicago, quizás el mejor que grabaron jamás dentro de su cuantiosa producción. Con el bajista Peter Cetera en la voz principal, el título de la canción se refiere a lo que significa tratar de escribir una canción por la madrugada, es decir, 25 o 26 minutos antes de las cuatro de la mañana. El solo de guitarra es del inolvidable y extraordinario Terry Kath.

7.- “Fire and Rain”. James Taylor. Una joya del rock folk que aparece en el segundo disco de Taylor, el espléndido Sweet Baby James de 1970. El nacido en Boston en 1948 la escribió para recordar a su mejor amiga de la infancia, Suzanne Schnerr, quien se suicidó mientras él estaba en Londres grabando su primer álbum, aunque también tiene referencias a la lucha del propio cantante contra las drogas y sus problemas para lidiar con la fama. Triste y melancólica, pero de una gran hermosura.

8.- “Venus”. Shocking Blue. Uno de los grandes éxitos comerciales del año 70 y un clásico de la música pop de todos los tiempos. El grupo holandés, con su guapa cantante de origen gitano Mariska Veres al frente, logró darse a conocer en el mundo entero para desaparecer de la escena poco después, aunque ciertamente tuvo un par de hits más.

9.- “(They Long to Be) Close to You”. The Carpenters. Esta es una de esas canciones que los rockeros más aferrados despreciaron en su momento (por “fresa”, se decía entonces) y que con el tiempo ha revelado toda su grandeza. Escrita en 1963 por Burt Bacharach y Hal David, la melodía había pasado desapercibida en otras versiones, hasta que en 1970 llegó la preciosa y expresiva voz de Karen Carpenter para darle el mood que necesitaba. Hoy es un clásico del pop.

10.- “Spirit in the Sky”. Norman Greenbaum. Aunque Greenbaum (hoy de 77 años) ha contado que quiso escribir un gospel, la música parece más bien una especie de boogie sicodélico à la Canned Heat. El autor había pertenecido al grupo The Lovin’ Spoonful hasta que decidió independizarse y estando en San Francisco grabó esta pieza inmortal y llena de referencias religiosas que hoy es casi del dominio público, sobre todo en los Estados Unidos.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

jueves, 4 de junio de 2020

Sobre el masculino genérico

"El masculino genérico ha perdurado y perdurará porque responde al principio de economía lingüística que impele a los humanos a tratar de lograr la máxima comunicación con el mínimo esfuerzo. Vulnerar este principio nos conduciría, como advierte con sorna el escritor Javier Marías, a convertir la frase «el perro es el mejor amigo del hombre» en un circunloquio extravagante y ridículo: «La perra y el perro son la y el mejor amiga y amigo de la mujer y el hombre»".

Joan Busquet

lunes, 1 de junio de 2020

Charlie Montanna, tocando el cielo

Si hay un rock al que podemos catalogar como realmente mexicano, ese es el llamado rock urbano. Sí, me refiero a ese rock elemental, básico, directo, a veces rudimentario y muchas veces chabacano y ramplón que surgió a principios de los años setenta del siglo pasado, a partir del mojigato escándalo mediático que se produjo luego del festival de Avándaro.
  Después de aquel septiembre de 1971, el rock fue satanizado y perseguido por las buenas conciencias de la sociedad y los malos oficios del gobierno priista, obligado a refugiarse en la periferia y a sumirse durante largos años en las penumbras escalofriantes de los hoyos fonquis (Parménides García Saldaña dixit) del entonces Distrito Federal y la zona metropolitana del estado de México.
  Los grupos de clase media que durante los sesenta habían tocado rock, prácticamente desaparecieron y el género se proletarizó. Pocos lograron sobrevivir y lo hicieron en situaciones precarias. Todo parecía perdido. No obstante, para bien o para mal, la agrupación que lideró esa especie de resistencia fue Three Souls in My Mind, el cual habría de cambiar de nombre para llamarse simplemente El Tri.
  Fue El Tri, encabezado por Alejandro Lora, el que señaló el camino y de una manera u otra, voluntariamente o no, dio nacimiento a ese subgénero ya mencionado líneas atrás: el rock urbano.
  No es este el lugar para profundizar en la historia de tan peculiar movimiento. Sólo se trata de mencionar que este verdadero y único rock mexicano, con sus canciones musicalmente basadas en el blues y el rocanrol, fue una tabla de salvación. Una tabla llena de agujeros, pero que funcionó como salvavidas y como ruta de escape. Cierto que sus letras (en español, lo cual constituyó un gran avance con respecto a sus antecedentes sesenteros) resultaban un tanto burdas y simplonas, ajenas a cualquier rapto poético, pero tenían la virtud de retratar la realidad y el lenguaje de la juventud más pauperizada y marginal. La nueva corriente dio origen a una gran cantidad de “bandas” que sonaban muy parecido entre sí y que, sin embargo, convocaban alrededor suyo a decenas de miles de seguidores y hasta dieron origen a una pequeña pero significativa industria que incluía sus propias compañías discográficas y sus propios medios de difusión. Sellos como Discos Cisne y Discos Raff o revistas como las legendarias Banda Roquera y Conecte no hubieran existido sin la insurgencia del rock urbano mexicano de raíces abiertamente chilangas.
  Valga toda esta introducción para situar a uno de los últimos auténticos representantes de ese movimiento, quien falleció este 28 de mayo, debido a un infarto, a los 58 años de edad: el singular Charlie Montanna.
  Nacido en 1961, en la colonia Guerrero de la hoy Ciudad de México, Carlos César Sánchez González (su verdadero nombre) formó parte de agrupaciones como Perro Muerto, Vago y Mara, para luego lanzarse como solista ya con el sobrenombre de Charlie Montanna, al parecer inspirado en el Tony Montana que interpretó Al Pacino en 1983, en la película Caracortada de Brian de Palma (en la primera versión de Scarface, dirigida en 1932 por Howard Hawks, el personaje que hizo Paul Muni se llamaba Tony Camonte y estaba inspirado en el gangster de Chicago Al Capone).
  Estrafalario en su aspecto y extravagante en su público actuar, Sánchez González hizo de Charlie Montanna todo un personaje. De él se hablaba más por sus ropas y sus peinados que por su música, más por sus ocurrencias que por sus canciones. Sin embargo, grabó una docena de discos y compuso temas que lograron considerable popularidad, como “Tu mamá no me quiere”, “De que el amor apesta”, “Bájale de huevos” y “Tocando el cielo”.
  Rubén Báez, periodista y colaborador de la ya mencionada revista Conecte, amigo cercano del rockero, cuenta en el diario Milenio cómo era la casa donde vivía Montanna, en Ciudad Neza: “Entrabas y tenía su sillón de animal print y siempre decía que ese sillón se lo había regalado Gene Simmons. Toda su cantina la tenía tapizada con botellas de whisky Jack Daniel’s. Ponía videos de Mötley Crüe, se identificaba mucho con ese grupo. Con Bon Jovi también. Su look muy pocas veces lo cambió; lo que cambiaba de él era que enflacaba y volvía a subir de peso”.
  Otro amigo muy cercano de Charlie era el cantautor Rafael Catana, quien lo recuerda de la siguiente manera en el mismo diario: “Lo conocí en Paseo de la Reforma en el año 86. En esa época vi a Vago en vivo; era una banda de rock duro de la Ciudad de México, una banda importante. Nos encontramos muchas veces luego en el Tianguis del Chopo. Creo que es un icono importante dentro de la música popular mexicana. Hemos perdido a un personaje maravilloso, pero en este momento, cuando las radios de rock deberían estar pasando su música, ninguna lo hace. No tenemos memoria. ¿Dónde está la radio?”.
  Se fue Charlie Montanna y el panorama del rock urbano nacional se va quedando cada vez más vacío. Cuatro años atrás, murió Lalo Tex. Hace un mes falleció Arturo Huizar. De sus figuras más señeras quedan El Tri de Alejandro Lora y El Haragán de Luis Álvarez.
  Pero como dice el propio Lora, con una frase que le tomó “prestada” a Neil Young: “El rocanrol no morirá jamás”.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)