jueves, 17 de febrero de 2022

Shosha

Terminé de leer una novela espléndida: Shosha (1978), de Isaac Bashevis Singer. La historia de Aaron Greidinger, un escritor judio en la Varsovia de los años treinta, poco antes de la invasión de Polonia por parte del ejército nazi de Adolfo Hitler. Aaron (o Tsutsi, como le dicen de cariño algunos de sus amigos más cercanos) tiene cierto reconocimiento como literato, pero no consigue hacer la obra que él quisiera y se conforma con colaboraciones en periódicos y revistas o en un intento frustrado por escribir una obra de teatro yidish, patrocinada por un viejo millonario estadounidense y la mujer de este, Betty, una joven actriz judia nacida en Nueva York y que quiere poner la obra en un teatro de la capital polaca, con ella misma como protagonista principal.

  Aaron proviene de un viejo y mísero barrio judío de Varsovia, donde de niño conoció a una vecina de su edad, llamada Shosha, muchacha de escasa inteligencia y que desde chica padece una extraña enfermedad que le ha impedido crecer físicamente como una mujer normal. Por eso, cuando Aaron y ella se reencuentran, a sus casi treinta años de edad, la joven sigue teniendo el físico de una niña escuálida y de poca estatura, además de ser en extremo tímida e insegura y sobreprotegida por su madre, Bashele. Aún así, Aaron se reenamora de ella y le propone matrimonio, el cual se consuma.

  Nuestro protagonista además mantiene relaciones íntimas con cuatro mujeres: la ya citada Betty: Celia (esposa de un amigo suyo mayor que él), Dora (una comunista fanática -chaira, podemos decir hoy- que abraza la adoración a Stalin y más tarde se decepciona terriblemente) y Tekla, una trabajadora doméstica de origen campesino y sangre alemana. 

  A lo largo de sus páginas, el libro de Bashevis Singer nos va narrando diversas anécdotas mientras la situación política y social se vuelve cada vez más tensa, debido a la amenaza nazi. Todos los habitantes judíos de Varsovia saber que la invasión es inminente y que el horror contra ellos está a la vuelta de la esquina. Algunos huyen de Polonia, otros, los más, se quedan a esperar con resignación lo que se les viene encima. Ya en el epílogo conoceremos la suerte de cada uno de los personajes principales, veinte años después.

  Shosha está magníficamente escrita, con ese estilo lleno de amenidad y ligera (aunque profunda) ironía que suele emplear el autor en sus libros. Sobra decir que la recomiendo ampliamente.

PD: Últimamente he descubierto que me encanta leer a autores judíos: Philip Roth, Amos Oz, Joseph Roth, Paul Auster, el propio Isaac Bashevis Singer e incluso los delirantes cuentos de Woody Allen. Habrá que explorar a escritores como Saul Bellow o Vasili Grissman, entre otros, aunque en cuento terminé de leer "Shosha" me arranqué con El baile de Natasha, una historia cultural de Rusia, del inglés Orlando Figes.

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