Por Juan Carlos Hidalgo
“A veces me pregunto si La Mosca ya dio todo lo que tenía que dar”
Se trata de un periodista con muchísimos años de carrera en el ámbito nacional. Pocos como él a la hora de erigirse como ave de las tempestades, pues no sólo arma revuelo dentro de la escena musical sino que amplía su campo de batalla hacia el terreno sociopolítico. Compartimos luchas escriturales tanto en Marvin como en La Mosca, la revista que ha sido su trinchera desde hace poco más de dos décadas (y en la que surgió aquello del rockcitito mexicano). También colaborador de Milenio y Nexos, se trata de un polemista irredento con el que vale la pena conversar ahora que ha arribado a las seis décadas de vida y acumula experiencias de sobra.
Hace muy poco señalabas que a punto de cumplir los sesenta años sigues siendo un adolescente, ¿te sientes cómodo con tal aseveración? ¿Tan rudo resulta manejar la idea de madurez?
No, en absoluto. No me cuesta el menor trabajo manejar la idea de madurez, por la simple y sencilla razón de que aún no sé qué demonios es eso. No sé si estoy mal, pero me sigo sintiendo tan ligero y lleno de ganas de hacer cosas como cuando era adolescente… o quizás aún más.
También citabas algunas frases de Octavio Paz para subrayar la importancia de la crítica y la disidencia. ¿Con el paso del tiempo no resulta una losa muy pesada de cargar? ¿No abruma ejercer una crítica constante y sin complacencias?
La verdad es que me divierte y hasta ahora la diversión no me ha resultado una losa. La crítica me es connatural, me brota casi sin proponérmelo. Tal vez sea por ello que no me abruma. Lo que sí me sigue pareciendo intrigante y a la vez fascinante es la manera como unas cuantas palabras pueden causar un efecto tan devastador sobre ciertas personas, en especial si a esas palabras las acompañan el sentido del humor y el sarcasmo.
¿Todavía te apasiona y prende la música como en tus primeros años de melomanía?
Absolutamente sí, aun cuando cada vez me es más difícil toparme con discos o con propuestas que me emocionen y éstas suelen ser de músicos ya consagrados, incluso octogenarios, como en el caso del nuevo disco de Leonard Cohen. Pero sigo escuchando a los grupos jóvenes o más o menos jóvenes. Me encantan: These New Puritans, Dirty Projectors, Belle & Sebastian, The Avett Brothers, St. Vincent, Jack White y varios más.
Rodeas tus días de lecturas, películas, de un disfrute continuo de la cultura, ¿crees que de alguna manera esta forma de vida consigue hacerle frente a la barbarie y a la sinrazón de la política?
La verdad es que si bien me alimento a diario y bastante generosamente de libros, música y cine (y ahora también de series televisivas), la política ejerce sobre mí una extraña fascinación, pero siempre desde el punto de vista del observador. Quizá me he vuelto muy cínico, en el sentido filosófico de la palabra o como lo definía Cioran: "cínico es el que ve las cosas como son y no como quisiera que fuesen". Por tanto, trato de ver a la política y a los políticos con ojo de entomólogo y como una especie de farsa tragicómica y shakespeariana. La política en general y la mexicana en particular no me asquean, no me repugnan, me interesan mucho. Es como ver House of Cards todos los días y en temporadas infinitas.
¿A qué se debe de que no te hayas aburrido de escribir acerca de estos asuntos tan acres?
Por lo mismo que expuse en la pregunta anterior: porque me fascina el tema. Sin embargo, vale la pena indicar que hubo un tiempo en que me enganchaba en esos debates y discusiones, sobre todo en mis años de izquierdista apasionado y convencido de las bondades del socialismo y las maldades del capitalismo y el imperialismo yanqui, etcétera. Hoy soy un crítico de eso que se sigue llamando izquierda y lo soy desde una posición que yo quiero pensar que es de izquierda, desde la manera como yo concibo al pensamiento de izquierda, es decir, una izquierda progresista, moderna, realista, abierta, desprejuiciada, tolerante y con un amplio sentido democrático. En cuanto a los debates, prefiero provocarlos, intervenir poco y mirar lo que dicen los otros, como suelo hacer en Twitter y sobre todo en facebook.
Con tantos años de ejercicio periodístico, ¿qué crees que aporta este campo de la escritura a la vida pública? ¿Todavía sigue teniendo un lugar en el ámbito de lo nacional?
Pienso que sí, aunque su influencia se circunscribe a un sector muy pequeño de personas que son las que leen diarios y revistas, ya sea en papel o en la red. Pero así ha sido siempre y es mejor que el periodismo siga existiendo a que desaparezca.
¿De qué manera ponderas con seis décadas a cuestas al erotismo y su fuerza creativa?
El erotismo es esencial en mi vida. Lo fue en su momento onanista adolescente y lo ha sido en su etapa, digamos, compartida. Es una fuente creativa enorme y desarrolla grandemente la imaginación. Relaciono erotismo con mujer y para mí la presencia de la mujer es básica. Lo fue en mis años de largos enamoramientos platónicos y autoerotismo frecuente, lo fue en mis años de matrimonio y lo sigue siendo en estos tiempos de neo soltería, gracias a la presencia de la mujer joven. No sé qué tanto de vampírico pueda tener el asunto, pero esa energía me alimenta y me mantiene entusiasta y jovial.
¿Te consideras a la postre un buen padre? ¿De qué manera orientaste el tema en su momento?
Creo que si de algo puedo presumir es de ser un buen padre. Tengo una relación muy cercana, llena de amor y confianza con mis dos hijos. Uno ya rebasa los treinta años y el otro casi los alcanza, pero mantenemos una comunicación muy cercana. Somos muy buenos amigos. Los sigo apoyando y ellos a su vez me apoyan. Compartimos el gusto por la música y aunque en diversos temas no pensamos lo mismo –lo cual me parece muy bien–, hay un gran respeto. Puedo decir que en muchos aspectos son bastante más maduros que yo. Por eso a veces me dan consejos y hasta me regañan.
¿A estas alturas de la vida qué es lo que te falta por hacer?
Mucho. Tengo una lista de cuando menos cinco o seis libros míos por escribir o editar. Sigo componiendo canciones y quiero seguir haciéndolo y grabar una buena cantidad de ellas, para que al menos quede constancia de su existencia. Quiero seguir escribiendo para los medios en que publico (y en otros que me abran las puertas) y me encantaría hacer radio y un programa de televisión que sigue como proyecto. Quiero regresar a Europa y estar en París cuantas veces se pueda. Quiero seguir con mis blogs y con mi nuevo sitio personal en internet: rojoynegro.com.mx… y leer y releer todos los libros que pueda.
¿Te desespera que los problemas de distribución de las revistas en México lleven a La Mosca a existir solamente en la red por el momento? ¿Te sientes con ánimo de seguir dando batalla?
Sí, aunque últimamente me pregunto mucho si La Mosca ya dio todo lo que tenía que dar y si valdría la pena abordar nuevos proyectos. No sé si se encuentra en estado de coma y la estamos manteniendo viva por medio de respiración artificial. Es un debate que en estos días tengo conmigo mismo y cuya respuesta tal vez conozca ya, aunque no me atreva aún a confesarlo.
¿Cederás a las presiones para que la novela Matar por Ángela tenga una segunda parte? ¿Tienes material inédito por publicar?
Matar por Ángela se quedará en esa primera parte y apenas hace tres o cuatro días apareció, por fin, una nueva edición, gracias a la generosidad de la editorial Lectorum. Ojalá reviva el proyecto que había para filmarla. Tengo aún inédita una novela corta ya terminada y ahora mismo trabajo en una novela sobre París, en una biografía novelada sobre mi abuelo, en una historia para niños y en un relato de tema vampírico. También quisiera reunir una selección de mis textos periodísticos en un volumen. Ojalá haya editores dispuestos. Si no, we’ll allways have internet.
(Entrevista publicada originalmente en Milenio Hidalgo, a fines del año pasado. Esta es la versión completa y actualizada)
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