Si creyéramos en la versión tuitera del país, México sería la nación más violenta, corrupta, dictatorial, totalitaria, degradada, miserable e infeliz de este planeta y hasta de diversos confines del universo. Uno lee los tuits de algunos personeros del retroprogresismo seudoizquierdoso nacional y parecería que en las calles cunden el terror y la exasperación, mientras la gente deambula cabizbaja, triste, desesperanzada, llena de angustia, cólera e indignación.
Luego sale uno de su casa y resulta que la enorme mayoría de la población se dedica a lo suyo, que la gente trabaja, transita, va de compras, ve la tele, acude a restaurantes, sonríe, echa relajo, charla de muchos temas, se apasiona por otros tantos (como el futbol, por ejemplo) y pues, nada: no hay esa exacerbación insoportable y al borde del estallido que nos pintan los agoreros de las redes sociales.
Que hay problemas muy graves en México, por supuesto. Que la violencia del crimen organizado asuela aún a diversas zonas de la república, no hay duda. Que la pobreza y la desigualdad siguen siendo dolorosos dramas, nadie podría negarlo. Que hay corrupción en la clase política, como la hay en la empresarial, la sindical y en otros estratos de la realidad mexicana, también. Pero de ahí a la negrura sin matices que nos quieren retratar quienes en realidad buscan sacar raja de la actual situación, para beneficio de sus propios intereses económicos y políticos, hay una gran distancia.
¿Se han acotado las libertades en México, en especial la libertad de expresión, como claman los susodichos a partir del caso MVS-Aristegui? No lo veo así: ahí siguen intocados sus contestatarios medios de comunicación, sus columnistas rabiosos, sus caricaturistas implacables y sus tuiteros iracundos. Sigue habiendo marchas y protestas cada día. En realidad, son ellos quienes tratan de acallar a los que no piensan igual, mediante insultos y descalificaciones inquisitoriales.
La libertad de expresión es una conquista ciudadana y sigue presente. No sé cómo nos iría en cambio si esos “indignados” se hicieran del poder. Qué miedo.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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