Fígaros, se les llamaba en otros tiempos, cuando los salones unisex eran algo inimaginable y el hecho de cortarse y/o arreglarse el cabello estaba perfectamente segmentado: las mujeres en los salones de belleza y los varones en las peluquerías. Así eran las cosas y así lo ordenaban las buenas costumbres.
Aunque eran hábitos terriblemente retrógradas y sexistas –hoy, cualquier hombre o mujer puede ir a hacer lo que quiera con su pelo en una estética unisex-, prefiero aquellas buenas costumbres a las malas costumbres que quiere imponer la sección chiapaneca de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la cada vez más temible CNTE, cuyos integrantes, cual personajes de Sensacional de peluqueros, tan tenido la “ocurrencia” de tijeretear las cabelleras de aquellos docentes que no estén de acuerdo con ellos y que a motu propio acudan a realizar las evaluaciones que marca la ley.
Con una cada vez más clara expresión fascista e intolerante, estos nuevos maistros peluqueros se suman a sus camaradas guerrerenses y oaxaqueños en su delirante afán por desconocer la reforma educativa, negarse a ser evaluados y tratar de salvar a como dé lugar sus escandalosos privilegios (desde los sueldazos de los líderes hasta el tráfico hereditario de plazas o cuestiones como que el mandamás de la sección 22 en Oaxaca, Ruben Núñez, posea dos plazas de maestro sin dar clases, como denunció Mexicanos Primero ante la PGR) y su “derecho” a dejar sin clases a miles y miles de niños que ven pasar los días sin recibir la educación que les garantiza nuestra carta magna, la tan pisoteada Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Aquí lo escandaloso, además de las barbaridades que un día sí y otro también cometen los centistas, con un fanatismo oligofrénico que tratan de disfrazar con pretextos ideológicos seudo revolucionarios, es que las autoridades les permiten continuar con su impune y perverso juego. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta qué rebasen cuáles límites? ¿Hasta que se les pase la mano y maten a alguien? Cosas que nos preguntamos la gran mayoría de los mexicanos.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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