Nunca es tarde para entrar a una obra clásica. No había leído la gran (y única) novela de Emily Brönte y aunque yo esperaba una obra meramente romántica (que lo es), mi sorpresa vino al toparme con un tratado sobre el amor enfermo, el odio visceral y la vida convertida en un deseo de venganza.
El fondo de Wuthering Heights es tremendamente oscuro. Los personajes principales (Heathcliff, Catherine, Linton, Earnshaw, Cathy, Joseph y hasta la narradora principal, la señora Dean) viven en un microcosmos lleno de rencores, miedos, revanchismo, malos sentimientos, violencia implícita y explícita, todo en medio de los helados y sombríos ambientes del norte de la Inglaterra de principios del siglo XIX.
Brönte narra con claridad y devela un mundo gótico y aterrador, aunque lo sobrenatural casi no figura en la historia.
Me gustó mucho, sin ser la mejor novela decimonónica que haya yo leído. Pero es una gran lectura que deja una extraña sensación y nos lleva a preguntar cómo es que existe gente que toda su vida vive obsesionada por el amor-odio y cómo es que esa pasión enajena de tal manera a las personas que las lleva a anularse a sí mismas y a impedirse la posibilidad de ser felices. Un libro realmente borrascoso.
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