Tanto los integrantes del cuarteto británico como el oriundo de Duluth, Minnesota, tenían muchos deseos y mucha curiosidad de conocerse. El encuentro fue cordial y campeaba el buen humor cuando, de repente, el socarrón Bob sacó de sus bolsillos un carrujo de marihuana y preguntó a los otros si les gustaría fumar.
La reacción de los de Liverpool fue entre nerviosa e insegura. Con cierta pena, confesaron que nunca la habían probado. Sin embargo, se mostraron más que dispuestos a aceptar el ofrecimiento del autor de “The Times They Are a Changin’”.
Dylan encendió el cigarrillo y lo fue rolando entre los inquietos Beatles, hasta que llegó a manos de Ringo y este se lo terminó de varias chupadas, sin compartirlo. No había problema: Bob traía más y al poco rato, todos en el cuarto reían como dementes y sentían cosas tan raras e insólitas que McCartney pidió a su roadie, Mal Evans, que escribiera todo lo que él dijera, pues se le estaban ocurriendo muchas cosas “geniales”.
Sin duda fue un momento divertido, pero lo más importante es la manera como a partir de entonces los Beatles fueron influidos por Bob Dylan y viceversa. Este quedó convencido de que su propuesta debía cambiar y en su siguiente y sexto disco (Highway 61 Revisited, 1965) dio el gigantesco paso de electrificar su música y cantar a la cabeza de un grupo de rock. Los cuatro ingleses, por su parte, transformaron por completo su manera de escribir canciones, tanto en lo musical como en lo literario, y empezaron a ser más profundos en la búsqueda de crear una obra más artística y menos superficial. El primer resultado, también en 1965, sería la elaboración del disco Rubber Soul.
El álbum número seis de los Beatles representó una vuelta de tuerca que desconcertó no sólo a su público, acostumbrado a la actitud alegre y despreocupada, desmadrosa pero inocente, del cuarteto. También la gente de la disquera se inquietó por esa súbita transformación, preocupada ante la posibilidad de que las ventas se vinieran abajo. Como sabemos, tal cosa no sucedió; todo lo contrario: el prestigio del grupo se consolidó y comenzó a abarcar a otros sectores, más allá de las gritonas teenagers y los adolescentes imberbes. Una audiencia más adulta empezó a tomarlos en cuenta.
Lennon, McCartney, Harrison y hasta Starr tomaron muy en serio la nueva orientación del conjunto y esto se vio reflejado en las composiciones que formarían parte del nuevo plato. Antes, en ese mismo año, pusieron a la venta el disco Help!, con la música y algunas canciones de la película del mismo nombre, dirigida por Richard Lester (el mismo realizador de A Hard Day’s Night, de 1963). Pero a pesar de las estupendas piezas de ese álbum (como “You’ve Got to Hide Your Love Away”, “I Need You”, “Ticket to Ride” o la propia “Help!”), era el siguiente el que en verdad les interesaba.
Aun cuando Paul y John seguían firmando la mayoría de los temas, resultaba cada vez más evidente que cada uno estaba componiendo por su lado. Esto se notaría con mayor claridad en ese larga duración que llevaría como título Rubber Soul (que no es “alma de hule”, como muchos traducen literalmente, sino “soul de plástico”, en una especie de broma bastante autoirónica).
En esencia, se trata de un disco de folk rock, como los que estaban haciendo The Byrds o el propio Dylan. No obstante, también hay diversos elementos de sicodelia, soul, música francesa, música de la India y rock pop a la Beach Boys, lo cual se destaca en el uso de las armonías vocales, muy influidas por el estilo de Brian Wilson.
Producido por George Martin, catorce son las canciones que lo conforman. La mano de Lennon se aprecia en temas como “Girl”, “Run for Your Life” y las inconmensurables “In My Life”, “Nowhere Man” y “Norwegian Wood (This Bird Has Flown)”, en tanto la de McCartney está presente en joyas del pop rock como “Michelle”, “Drive My Car”, “You Won’t See Me”, “Wait” y “I’m Looking Trough You”. George Harrison, quien ya comenzaba a interesarse por el uso del sitar, contribuyó con dos composiciones propias: “If I Needed Someone” y “Think for Yourself”. Por su parte, Ringo pudo intervenir como primera voz e incluso como letrista en la bobalicona (as usual) “What Goes On”. Al parecer, sólo esta y “The Word” pueden considerarse realmente como del binomio Lennon y McCartney.
Rubber Soul es la primera obra maestra de la discografía beatlesca. Vendrían en lo inmediato otros álbumes que lo superarían. Sin embargo, permanece como una joya discográfica que marcó una época y dio pie a una riquísima segunda mitad musical de la década de los sesenta.
(Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario