Ilustración de Ricardo Sandoval. |
“Espera un poco, un poquito más.
Me moriría si te vas”.
La nave del olvido
Hay quienes aseguran que todo mexicano que se embriague hasta el punto del llanto y la vulnerabilidad terminará por cantar alguna canción de José José. En especial si sufre eso que algunos llaman el mal de amores. Puede ser que esto se aplique a muchísimas personas, pero resulta absurdo generalizar el asunto.
Yo, por ejemplo, no podría cantar un tema del llamado -de la manera más cursi y pastelera- Príncipe de la canción: primero, porque no me sé una sola letra completa. Segundo, porque su sensiblería barata sencillamente no me llega y eso le pasa también a una buena cantidad de gente nacida en nuestro país.
Concedamos sin embargo que son más los que se conmueven con las tonadas del cantante que los que no sienten la menor conmoción “romántica”. ¿Demuestra ello la grandeza de dichas canciones, su riqueza musical, literaria, artística? No. Lo único que demuestra es la calidad sentimentaloide y francamente vulgar de una pléyade de débiles emocionales que se regodean con ellas.
Para hablar de manera estricta, el título de este artículo no corresponde a la verdad. No hay tal cosa como “las canciones de José José”, porque el hombre ha sido toda su vida un intérprete y no un autor. Es decir: José al cuadrado canta canciones de otros. Con su estilo edulcorado y lloriqueante, pero las composiciones no son suyas. Esto en realidad poco importa a sus seguidores, a sus fanáticos (en el más estricto sentido de la palabra), quienes han endiosado a un cantor de buena voz pero de mediocre personalidad.
José José encarna a ese típico perdedor al que tanto santifica nuestra idiosincrasia tricolor y godinezca. Incluso en las películas en las que ¿actuó?, el hombre encarnaba papeles de tipos grises, apocados, sin carácter, enamoradizos sin suerte a quienes las mujeres y el destino maltrataban con sadismo, para hacerlos padecer la peor de las penas que puede concebir un connacional educado por el cine y la televisión de Mexicalpan de las Tunas: el desamor (¡ay!).
Un mal entendimiento del amor ha hecho que buena parte de la humanidad -y los mexicanos y mexicanas en destacadísimo lugar- conciba a dicho sentimiento como un vehículo no para el gozo, sino para el sufrimiento. De ahí que el individuo adopte una actitud masoquista, lastimera, sumisa, pasiva y se solace con el dolor, la pesadumbre y la dependencia emocional de aquel o aquella que lo azote con el látigo de su desprecio.
Ante este patético contexto, convertido en verdadero caldo de cultivo, no es de extrañar que tantos y tantas se identifiquen y conmuevan con el repertorio josejosesiano y lo transformen en el soundtrack de sus tristes y lamentables existencias.
Veamos un par de ejemplos tomados al azar de diferentes temas de José José, frases que son como epigramas de la vida vista como un valle de lágrimas. Por ejemplo, ¿cuál es la tesis de la canción “Amar y querer” cuando dice: “Casi todos sabemos querer / Pero pocos sabemos amar / Y es que amar y querer no es igual / Amar es sufrir, querer es gozar”. Uno pensaría que lo mejor entonces es querer, ya que así se puede gozar, pero ¡no!: a lo largo de la pieza vamos viendo que lo ideal es lo contrario: amar para sufrir, porque sólo así se aprecia el amor, ¡o sea…!
También se glorifica a la terrible dependencia emocional en canciones como “El triste”: “Qué triste todos dicen que estoy / que siempre estoy hablando de ti / No saben que pensando en tu amor / he podido ayudarme a vivir” y en otra parte: “No sé, si vuelva a verte después / No sé qué de mi vida será / Sin el lucero azul de tu ser / que no me alumbra ya / Hoy quiero saborear mi dolor / No pido compasión ni piedad / La historia de este amor se escribió para la eternidad”. ¿Puede haber algo más enfermo que esa dependencia del otro?
Saborear el dolor: he ahí la síntesis de toda una psicología y la manera como los mexicanos afrontamos muchos de los problemas culturales, sociales y hasta políticos que padecemos como pueblo desde la época de la dominación azteca. Saboreamos las aflicciones y las amarguras, nos bañamos en el lodo del sufrimiento y la humillación para cantar, llenos de resignación y la más pedestre autoconmiseración: “Y es verdad: soy un payaso / pero qué le voy a hacer / uno no es lo que quiere / sino lo que puede ser”.
No, pos sí… ¡Viva México!
(Publicado en la sección "Vacas sagradas" y escrito por mí bajo el seudónimo colectivo de Goyo Cárdenas Jr. Revista Mosca No. 8, marzo de 2014)
2 comentarios:
Muy buen ensayo, gracias por este breve análisis del sentimiento musical y por aclararme un poco mis melosos gustos por estas canciones de mi época. Ya no me gustan, después de reoírlas nuevamente a través de un José José mermado por los excesos y en inevitable decadencia. Fue patético oír unas canciones con una voz (?) destruida hasta el hartazgo y la exposición física del interprete. Un saludo desde la Riviera Nayarit en el Pacífico Mexicano.
Muy buen ensayo, gracias por este breve análisis del sentimiento musical y por aclararme un poco mis melosos gustos por estas canciones de mi época. Ya no me gustan, después de reoírlas nuevamente a través de un José José mermado por los excesos y en inevitable decadencia. Fue patético oír unas canciones con una voz (?) destruida hasta el hartazgo y la exposición física del interprete. Un saludo desde la Riviera Nayarit en el Pacífico Mexicano.
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