Formada en la ciudad de Vancouver, Canadá, en 1996 y liderada por el multiinstrumentista, cantante y compositor A.C. Newman, esta agrupación ha manufacturado un estilo pleno de colorido y brillantez, con una combinación de popsicodelia sesentera, rock alternativo y electrónica que se ha ido perfeccionando a lo largo de los seis discos que ha grabado hasta la fecha.
Considerado por algunos como un supergrupo, ya que además de Newman también forman parte de él músicos que brillan con luz propia, como Dan Bejar y la gran cantautora de alt-country Neko Case, The New Pornographers se ha mantenido fiel a un estilo a lo largo de casi dos décadas y lo confirma con este Brill Bruisers (algo así como matones geniales), un trabajo espléndido y a la altura de sus mejores obras.
Luego de un plato tan grandioso como su anterior Together de 2010, en esta ocasión el septeto nos sorprende con un larga duración aún más grandioso, pero sin caer en la grandilocuencia. Me explico: Newman y compañía saben exactamente en dónde detenerse, hasta dónde llegar, para no caer en excesos huecos y recargados que nada aportan (algo muy común, por ejemplo, en algunos grupos de rock progresivo). Por el contrario, su música siempre se mantiene dentro de estrictos límites llenos de belleza y sin la menor cursilería. Hay en sus canciones mucha sustancia y la forma es parte de esta misma sustancia, valga la paradoja.
Esto lo podemos ver en canciones tan magníficas como “Champions of Red Wine”, “Fantasy Fools”, “Dancehall Domine”, “Backstairs” o la homónima “Brill Bruisers” con la que abre el álbum.
Los Nuevos Pornógrafos se mantienen en un muy alto nivel artístico y aunque graben muy de vez en cuándo (o quizá por eso mismo), su música resulta siempre rica, plena, suntuosa.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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