Cuando durante el sexenio de Vicente Fox se frustró la posibilidad de construir el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, debido al famoso Atencazo, pareció que la idea quedaría enterrada por los siglos de los siglos… o hasta nuevo aviso.
Mas he aquí que ha venido ese nuevo aviso y de una manera ciertamente sorpresiva. El presidente de la república anunció con bombo y platillo que sí se levantará ese megaproyecto y que además los terrenos donde estará ya fueron adquiridos y no tendrá por qué haber protestas de los macheteros y anexas (aún no me queda claro si dichos terrenos pertenecen al Distrito Federal o al Edomex).
No sé si los activistas de Atenco busquen otro motivo para movilizarse, pero en lo que se deciden, ya las redes sociales empezaron a criticar lo del aeropuerto, como si no fuese urgente su construcción, dado que el actual, con todo y sus dos terminales, sencillamente no se da abasto.
Se dice que por qué no mejor, con los miles de millones que se van a invertir, el gobierno se pone a hacer hospitales y escuelas. Eso suena muy políticamente correcto, pero una cosa no impide la otra. Se necesitan más sanatorios y centros escolares, sí, pero también se requiere una nueva central aérea, a la altura de las que hay en las principales ciudades del mundo.
Aparte de la evidente belleza arquitectónica, durante los años que dure su construcción se van a generar, por necesidad, decenas de miles de fuentes de trabajo y la derrama económica beneficiará a mucha gente del oriente de la ciudad. ¿Qué también va a beneficiar a los contratistas? Pues sí. ¿Que hará que muchos políticos se levanten el cuello? También.
El problema de fondo, en realidad, es que esos contratistas y esos políticos no pertenecen al bando de los que ya están empezando a protestar, aunque lo disfracen de preocupación por el bienestar del pueblo, etcétera.
Por mucho tiempo se temió a la simple idea de retomar el proyecto del AICM, no fuera que aquellos se enojaran. Qué bueno que se haya perdido el miedo y que se actúe con determinación. ¡A volar!
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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