Entrevistado recientemente por la revista francesa Les Inrocks, el joven ingeniero de sonido Maxime Le Guil cuenta su experiencia durante la grabación del más reciente álbum de ese peculiar músico de rock, controvertido personaje público, talentoso compositor, peculiar intérprete y caprichoso ser humano que es Steven Patrick Morrissey (Lancashire, Inglaterra, 1959), mejor conocido como Morrissey.
A decir de Le Guil, el británico se comportó todo el tiempo como un rey absolutista, como un soberano altivo, como un aristocrático tirano. “Jamás conversó conmigo y tan sólo me dirigía la palabra para decirme ‘play’ o ‘rewind’”, narra con una sonrisa. Pero eso es tan sólo el principio. Durante los cerca de dos meses que el equipo técnico y musical de Morrissey permaneció semi enclaustrado en el viejo edificio donde se encuentra el estudio de grabación La Fabrique, a las afueras de la ciudad de Avignon, en Francia, todos los presentes, desde el productor Joe Chiccarelli hasta los músicos de sesión, se comprometieron a no comer carne (el también conocido como Moz es vegano) y a no usar barba o bigote… ¡porque al ex vocalista de los Smiths no le gustan los hombres con pelo en la cara! El ingeniero de sonido logró la “generosa concesión” de poder conservar su gala barbe, siempre y cuando se la recortara lo más posible. Quizás el monarca se apiadó de él por ser el dueño de “Paula”, la dócil perrita que aparece retratada en la portada del flamante disco.
El ingeniero comenta también que los cuatro o cinco músicos que acompañaron desde el Reino Unido a Morrissey le rendían una total pleitesía, acataban todas y cada una de sus órdenes y lo contemplaban como se contempla a una deidad. Así y todo, la realización del disco resultó felizmente exitosa.
World Peace Is None of Your Business (Virgin EMI, 2014) es el título de este reciente larga duración (décima placa de Morrissey como solista), un trabajo fino y elegante, con una docena de composiciones variadas y de espléndida factura (la edición de lujo cuenta con seis tracks extras). Hay una gran intensidad en las interpretaciones, los arreglos son casi siempre precisos y preciosos (aunque de pronto se apela, quizás en demasía, a guitarreos de estilo pretendidamente español) y las letras acuden en buena parte, cosa normal en Morrissey, a tópicos políticos y sociales, como el tema homónimo que abre el álbum (un llamado abierto a no votar en cualquier tipo de elecciones políticas, a fin de no apoyar al Sistema) o el sencillo “The Bullfighter Dies” (en el que se dicen cosas tan crudas y crueles como “¡Hurra, hurra!, el torero muere y nadie llora, porque todos queremos que el toro sobreviva”, palabras que sin duda alguna harán felices a los enemigos de la llamada fiesta brava).
No se si se trate de la impecable producción de Chiccarelli (quien trabajó con músicos como Frank Zappa, Oingo Boingo, American Music Club, Alanis Morissette y hasta Café Tacuba, entre otros). No se si sea la perfecta estructura de las canciones. No sé si se trate de la libertad creativa que se respira en cada uno de los cortes y en el disco mismo como un todo. Lo que sé es que esta vez escucho a un Morrissey más concreto, más austero, más profundo, con menos florituras vocales, cosa que en lo personal agradezco, aunque no sé cómo lo aprecien sus seguidores más empedernidos (que los hay de sobra: las ocasiones en que he mencionado que nunca me han gustado los Smiths o el famoso Moz, suelen mirarme como se mira a un apestado).
Si de destacar algunas canciones se trata, mencionaré piezas como la delicada y bellísima “I’m Not a Man”, la acústica y confidencial “Smiler with Knife”, la intensa y seca (que bien podría ser el tema de algún spaghetti western) “Neal Cassady Drops Dead”, la deliciosa y acompasada “Istanbul”, la rampante y gozosa “Staircase at the University”, la folky y exultante “Mountjoy” y la exquisita y un tanto recargada y excesiva “Kiss Me a Lot”. Pero en general se trata de un larga duración de verdadera excelencia. Para mi gusto, uno de los mejores discos en lo que va de este musicalmente generoso 2014.
Hace dos años se hablaba amplia y seguramente del retiro de Morrissey y de que el inglés no volvería a grabar. Debo decir que por fortuna no fue así, que es claro que el hombre disfrutó como pocas veces la elaboración de este trabajo y que su regreso discográfico ha resultado francamente suntuoso.
(Publicado este mes en el No. 441 de la revista Nexos)
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