La famosa frase del siniestro ex gobernador de Guerrero Rubén Figueroa, pronunciada por allá de los años setenta de la pasada centuria, era desoladora. “La caballada está flaca”, dijo quien años más tarde sería secuestrado por Lucio Cabañas, en un episodio por demás oscuro. Pues bueno (o malo), hoy las cosas están peor: ni flaca ni desnutrida ni enclenque. La caballada actual es sencillamente inexistente. No hay cuacos y sí muchos burros, muchas mulas y uno que otro jamelgo lastimero.
Si acaso, la única yegua fina que se ve en todo el horizonte electoral nacional para este 7 de junio es la candidata panista a la delegación Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez. Fuera de ella, el establo y los corrales en general son de pena ajena.
¿A qué se debe este deterioro de la clase (sin clase) política? Vaya usted a saber, pero bastó con ver y oír sus campañas, sus “promos” en la tele y la radio, su basura electoral en las calles, en la que se mostró una excesiva cantidad de imágenes de desconocidos y desconocidas de nulo carisma y sonrisas más falsas que un billete de dos pesos.
Digo, ya se sabe que las elecciones intermedias siempre son desangeladas y la mar de aburridas y poco motivantes. Pero las de este año, con ese mal remedo del IFE que es el INE, con los partidos de siempre y la chiquillada partidista de nunca jamás, con los miles de candidatos que nos quieren ver la cara de candidotes, con la propaganda más chafa de que se tenga memoria, con las promesas vacías y la falta de propuestas serias, las elecciones de este año no invitan a que acudamos a las urnas.
Peor aún con toda la violencia que han causado los grupos fascistoides que se disfrazan de maestros y en su ultraizquierdismo demencial y oligofrénico tratan de sembrar el terror y la incertidumbre.
Con todo ello, si queremos que nuestra exigua democracia no muera y no haya tentaciones de restablecer el antiguo régimen de partido prácticamente único, no queda más remedio que ir a votar. Por el caballo, el burro o la mula que ustedes gusten, pero hay que hacerlo. Aunque los apocalípticos de la CNTE nos amenacen.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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