Hay una famosa, tramposa y supuestamente ingeniosa frase de Eduardo Galeano (no sé qué tan sacada de contexto) que anduvo circulando mucho en los días previos a las elecciones del pasado 7 de junio y que a la letra dice: “Si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido”. Palabras muy efectistas y muy apantallabobos, sobre todo si analizamos bien lo que fue este proceso electoral intermedio y vemos que, todo lo contrario de lo que decía el gurú Galeano en su apotegma, votar sí sirve para cambiar no sólo algo, sino bastante.
Porque contra lo que algunos esperábamos, la reciente jornada electoral trajo varias sorpresas y varias enseñanzas, mucha discusión y mucha polémica y de eso se trata precisamente la democracia. ¿Que en su abrumadora mayoría los candidatos eran grises? Cierto. ¿Que sus campañas fueron patéticas? Cómo negarlo. ¿Que hubo cosas sucias y lamentables. Por desgracia así fue. Pero al final y a pesar de ello, valió la pena y el país salió ganando. Poquito, pero salió ganando.
Algunos afirman que el gran vencedor del domingo fue Jaime Rodríguez Calderón, el célebre “Bronco”, y su sui géneris candidatura. Otros que fue Morena (que es decir, Andrés Manuel López Obrador). Incluso hay quienes aseguran que si hay que buscar a un triunfador ese es Pedro Kumamoto, el candidato independiente zapopano. Todos ellos, de una u otra manera, tienen sus méritos, por supuesto. Sin embargo, para mí, la verdadera ganadora en los comicios del 7 de junio fue nuestra imperfecta, titubeante, golpeada, cuestionada, despreciada y aún incipiente democracia.
Contra todos los pronósticos apocalípticos y todas las amenazas perversas, ella, la democracia que nos hemos dado los mexicanos, fue la que obtuvo el gran triunfo, al demostrar que es el más efectivo medio para ir cambiando las cosas y castigar a quienes actúan de mala manera. Por eso los ciudadanos salimos a defenderla al acudir a las casillas y le dijimos no a los violentos. Sin duda, fue la mejor noticia y la mejor enseñanza de estas elecciones intermedias tan inesperada y sorprendentemente ejemplares.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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