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Festejo alemán en el 7 a 1 |
Lo de ayer en Belo Horizonte fue inaudito, fuera de cualquier cálculo. Por más que Brasil no sea el equipo que se esperaba y por más que Alemania sea la mejor escuadra del torneo, no se veía de qué manera los germanos le clavaran siete goles a los brasileños, en su propio Mundial, en su propia casa. Pero sucedió. De la manera más efectiva y despiadada. La selección carioca no metió las manos ante el poderío alemán que en los primeros cuarenta y cinco minutos anotó cinco tantos. Brasil hizo agua por todos lados: pésima defensa, inexistente media y nula ofensiva. En cambio, Alemania jugó como una maquinaria perfectamente aceitada. Fue una masacre. El famoso maracanazo de 1950 ha sido superado, en el peor sentido del término. Siete a uno. Increíble.
En la semifinal de hoy, la defensa argentina soportó los embates holandeses (clavados de Argen Robben incluidos) durante los noventa minutos reglamentarios, más los treinta de los tiempos extras, y en penales logró el pase a la final, con su arquero en grande.
Alemania-Argentina el domingo (y Brasil-Holanda, por el tercer lugar, el sábado).
Nos espera un gran cierre de Mundial.
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