Fue un hombre muy cercano a leyendas como Wilson Pickett, Sam Cooke, Sly Stone e incluso Jimi Hendrix. Compositor, cantante, guitarrista y productor, Bobby Dwayne Womack (Cleveland, marzo 4 de 1944) perteneció a la gran generación que surgió artísticamente durante los años sesenta del siglo pasado y aunque durante largos años permaneció en una posición más bien discreta, sus logros poco a poco lo fueron llevando al estrellato, hasta ser plenamente reconocido en toda su valía ya en esta centuria.
Aunque comenzó a trabajar en la música desde finales de los cincuenta, fue en 1964 que logró su primer golpe, cuando los Rolling Stones grabaron su composición “It’s All Over Now”, lo que les significó su primer No. 1 en las listas de popularidad británicas y a Womack su primer reconocimiento como autor, aparte del buen dinero que se llevó con las regalías generadas por el tema.
Antes de eso, Bobby había formado con sus hermanos el grupo de gospel The Womack Brothers, gracias al cual conoció a Sam Cooke, quien los convenció de mudarse a Los Ángeles, abordar el rhythm and blues y cambiar de nombre. Fue así como nacieron The Valentinos. Aunque en 1962 lograron una buena aceptación con la melodía “Lookin’ for a Love” (escrita por el propio Bobby), lo que les valió acompañar a James Brown en una gira, no fue sino dos años más tarde que dieron el gran paso, cuando grabaron “It’s All Over Now”, la cual, como decíamos atrás, fue tomada por los Rolling Stones para hacer el cover que la volvería célebre.
Por desgracia, en diciembre de ese mismo año sobrevino la muerte de Sam Cooke, el mentor de Womack, y los Valentinos quedaron a la deriva. Bobby estaba tan deprimido como la viuda de Cooke, Barbara Campbell, y tanto se consolaron juntos que terminaron por enamorarse y casarse. Muchos acusaron al músico de oportunista y de querer apropiarse del legado de Cooke, empezando por su esposa. Fue una época de rechazo general para él. Aunque siguió componiendo y tocando con el grupo, la comunidad soulera lo rechazaba y tuvo que conformarse con entrar como guitarrista en la orquesta de Ray Charles, al menos mientras amainaba la tormenta. Luego se mudó a Memphis y se convirtió en músico de sesión, actividad con la cual participó en discos de Aretha Franklin, Joe Tex y King Curtis. Pero la suerte volvió a sonreírle cuando Wilson Pickett descubrió sus habilidades como compositor y le pidió algunas canciones para incluirlas en su repertorio. “I’m in Love” y “I’m a Midnight Mover” estaban entre esas piezas de fino R&B.
En 1968, decidió retornar a los escenarios, ahora como solista, y aunque su tema “What Is This?” resultó más o menos exitoso, no lo fue tanto como el precioso “Trust Me”, incluido por Janis Joplin en su grandioso album Pearl de 1971. Pero ese mismo año, Womack fue firmado por la disquera United Artists y actuó como guitarrista de Sly Stone en su clásico plato There’s a Riot Going On, con lo que descubrió las posibilidades de la música funk, misma que empleó en su estupendo disco debut, Communication, de aquel mismo año 71, en el que venía incluido su primer gran éxito popular como artista en solitario, esa preciosidad que es “That’s the Way I Feel About ‘Cha”.
Vendrían muchos álbumes en adelante, entre los que destacan Understanding (1972), The Facts of Life (1973), The Poet (1981), Last Soul Man (1987), Resurrection (1994, grabado para el sello de Ron Wood y con músicos invitados como el propio Wood, Keith Richards, Stevie Wonder y Rod Stewart) y Back to My Roots (1999). Se dice que preparaba un disco que aparecería este año y que llevaría el paradójico (y sin duda triste) título de The Best Is Yet to Come (Lo mejor aún está por venir).
En 2012 grabó un trabajo excepcional, The Bravest Man in the World (XL Recordings), un larga duración producido por Damon Albarn (con quien Bobby colaboró en 2010, en el Plastic Beach de Gorillas) y que presenta una faceta distinta de Womack, ya que si bien la música soul está presente, los arreglos y la grabación llevan el sello experimental del líder de Blur, lo que se traduce en un sonido ciertamente peculiar. Austero y casi podríamos decir que modesto, el álbum hace lucir la voz impecable y el hondo sentimiento del cantante, quien por ese entonces tenía sesenta y ocho años y acababa de superar un problema de cáncer en el colon.
Bobby Womack falleció mientras dormía, el pasado 27 de junio. Las causas de su muerte no se han dado a conocer todavía, pero todo indica que se fue en paz y sin sufrimientos. Que así haya sido.
(Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).
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