Hay películas de las que uno no espera mucho y que resultan toda una sorpresa. Es el caso de Begin Again (2014), dirigida por el realizador irlandés John Carney, el mismo de la muy grata (y más aún musicalmente) Once, de 2007.
Esta vez, Carney vuelve a hacer una cinta en la que la música es el leit motiv, pero en esta ocasión sitúa la historia en Nueva York y, con un mayor presupuesto, se da el lujo de convocar a actores de renombre. Ahí está el estupendo Mark Ruffalo en el papel de Dan, un productor de discos venido a menos que necesita volver a tener éxito, aunque su alcoholismo y su carácter no le ayudan mucho (su aspecto físico me recordó mucho al de Alfonso Cuarón). Está también la preciosa y siempre grata (además de buena actriz) Keira Knightley como Gretta, una cantautora independiente que se convierte en el descubrimiento de Dan y a quien decide producirle un disco, sin contar con dinero para hacerlo y grabándola, junto con un grupo formado con rapidez, en locaciones callejeras (supongo que se puede hacer eso). Aparecen también la siempre solvente Catherine Keener, como la esposa momentáneamente separada de Dan, además de Adam Levine, la linda Hailee Steinfeld y los mismísimos Cee Lo Green y Mos Def.
La trama es muy buena y tiene momentos muy logrados (los primeros veinte minutos son excelentes, con su juego de tiempos y puntos de vista) y si bien no deja de ser una comedia romántica hollywoodense (lo cual no es necesariamente malo), tiene el sello sensible del director y su amor por la música.
Algo notorio es que a pesar de la tensión amorosa y sexual que hay entre Dan y Gretta a lo largo de la cinta, jamás llegan a tocarse (tocarse con cierta intención, quiero decir), lo cual resulta un tanto cuanto frustrante (vaya, ni un beso se dan). Supongo que es un truco intencional de Carney, pero también puede ser que el tipo sea medio mojigato.
De cualquier manera, Begin Again (no sé cómo demonios la hayan intitulado en México y tampoco sé si ya estuvo en cines) es una buena película y no dudo en recomendarla. Al final, quedarán con un dulce sabor de boca.
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