Hace dos o tres años vi la película coreana Oldboy de Park Chan-Wook (2003) y en ese momento no me dejó muy satisfecho. Tiene que ver seguramente que no soy muy aficionado a esa clase de cine oriental híper sangriento. Sin embargo, ahora que acabo de ver la versión estadounidense del mismo filme, dirigida en 2013 por el gran Spike Lee, tal vez deba reconsiderar la original y volver a verla.
Porque si bien el estilo de Lee que tanto me gusta no se encuentra presente en esta cinta, como sea está muy bien hecha y el director de Do the Right Thing y Clockers (que reseñé hace unos días) nos mantiene en tensión todo el tiempo a lo largo de esta historia de odio y venganza.
Un tipo machista, alcohólico y patán que acaba de ser echado de su trabajo es secuestrado y mantenido durante ¡veinte años! en una especie de cuarto de hotel de segunda clase, sin contacto con persona alguna y alimentado por comida que alguien le pasa en una bandeja por debajo de la puerta. Tiene un televisor, como única manera de relacionarse con el mundo y ver los cambios que suceden entre 1993 y 2013, cuando logra escapar y trata de encontrar a quienes lo mantuvieron en un estado cercano a la locura. No contaré lo que sucede después porque sería echar a perder la posibilidad de que quienes no la hayan visto, la puedan disfrutar.
Como decía, no se trata de la mejor película de Spike Lee, pero su factura es impecable y resulta muy recomendable.
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