Aunque los actuales grupos mexicanos de rock (o de eso que llaman rock y que en realidad es una ensalada indefinible de géneros y subgéneros que van del pop más comercial a la cumbia y del ska más pedestre y desafinado a la onda grupera) tiendan a olvidar a sus antepasados, como si no hubiese una línea dialécticamente continua y discontinua entre los Teen Tops y Bengala o entre los Hooligans y Zoé), la verdad es que todos ellos heredaron los pocos méritos y las muchas deficiencias de sus progenitores musicales.
Lo anterior viene a colación debido al lamentable fallecimiento de Héctor Carrión, integrante del antiquísimo grupo Los Hermanos Carrión, parte no sé si fundamental pero sí importante de la historia del rock hecho en México y quienes son considerados como uno de los conjuntos (como se les decía en ese entonces) pioneros de lo que la más anquilosada mercadotecnia aún llama “la época de oro del rocanrol”.
Yo recuerdo a los Carrión desde mi niñez, cuando aparecían en el programa (en glorioso blanco y negro) Premier Orfeón A Go-Go, con su inocuo sonido entre country y bolero ranchero. Así como hoy el grupito Little Jesus quiere ser el Vampire Weekend mexicano, los Hermanos Carrión pretendían convertirse en la versión nacional de los Everly Brothers, por lo que no sólo hacían versiones de algunas de sus canciones (“Adiós amor”, “Creo estar soñando”) sino que trataban de imitar sus armonías vocales, lo cual –hay que decirlo– no les salía del todo mal. Además de Gustavo, Lalo y el finado Héctor Carrión, tocaba con ellos Diego de Cossío, quien en aquellos años apantallaba a propios y extraños con sus solos de guitarra (que a decir verdad, eran bastante regularzones).
Entre los éxitos de los Carrión (puros covers, por cierto) están “Rosas rojas” “Las cerezas”, “Magia blanca”, “Lágrimas de cristal” y “Lanza tus penas al viento” que siguen sonando con cierto ingenuo encanto. Su único hit original fue la muy curiosa y un tanto misógina “Arriba Lalo” (“Arriba Lalo, la despreció / estoy contento, fue lo mejor”).
Descanse en paz Héctor Carrión.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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