Caminaba yo esta tarde por Insurgentes Sur, a la altura de Liverpool, cuando una voz de mujer a mis espaldas exclamó: "¡mosco, mosco!". Me volví y de la ventanilla de un carro surgieron una mano que se agitaba y una sonrisa franca. Era Laura Vázquez, la tecladista argentina que vivió muchos años en México y a quien conocí hace más de diez años, cuando María José la entrevistó para La Mosca en El Péndulo de la colonia Condesa y yo la acompañé.
Me dio mucho gusto verla, después de unos dos o tres años de no hacerlo. Se bajó del coche para darme un abrazo. Me dijo que venía acompañada por su hijo y sus sobrinas, que habían venido desde Buenos Aires para estar sólo una semana en el DF y presentar su nuevo disco. Me comentó de una fiesta que habría mañana en casa de Fernando y de algún modo me invitó, pero sé que no puedo ir ahí. Nos despedimos con afecto. Es una música talentosísima, a quien Monocordio le debe buena parte de su sonido.
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