Cuesta mucho salir del pasmo que provoca la ejecución del periodista estadounidense James Foley, degollado por un verdugo al servicio de esa escalofriante organización abiertamente terrorista que se hace llamar Estado Islámico y que tiene sometida, bajo un régimen de violencia y muerte, a una amplia zona de Siria y del norte de Irak. Grabada en video y difundida por las redes sociales, la escena ha estremecido al mundo, al tiempo que ha difundido los extremos a los que son capaces de llegar los personeros de este grupo yihadista liderado por el delirante Abu Bakr al Bagdadi, quien para continuar con sus horrores acaba de ordenar la ablación de todas las mujeres que vivan en el “califato” que hoy domina.
Esto significa que las niñas y jóvenes que tengan la desgracia de vivir en esa región sufrirán la mutilación genital, a fin de “cuidar a la sociedad musulmana y evitar la expansión del libertinaje y la inmoralidad entre las mujeres”, según dice la llamada Comisión Legal del Estado Islámico.
Decapitaciones y ablaciones, además de intolerancia y guerra total contra los infieles (que no son sólo aquellos que no profesan la fe en Alá, sino incluso los musulmanes que no pertenecen a la facción sunita). En una palabra, se trata de una virtual declaración en contra de la enorme mayoría de la humanidad y ello incluye a católicos, protestantes, budistas, ateos y hasta la mayoría de los mahometanos. El delirio total.
Con veinte mil combatientes dispuestos a matar o morir por su causa, el fanatismo de este grupo provoca incredulidad y asombro y nos hace ver los extremos a los que puede llegar el fanatismo, ya sea religioso, racial o político, algo de lo que no estamos a salvo en parte alguna del planeta donde este pueda germinar.
No sé hasta dónde llegue la locura del Estado Islámico y si se le podrá poner un alto. Pero el terror que pregona podría propagarse con mayor rapidez que el ébola y transformarse en un cáncer muy difícil de extirpar. Sólo espero que no surja algún diputado mexicano que los defienda por ser “antiimperialistas”.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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