En mi muro de Facebook, he subido en estos días algunos comentarios acerca del conflicto entre israelíes y palestinos y lo primero que me sorprende es la manera rabiosa como reaccionan muchas personas que, al pie de lo que publico, se ensañan las unas contra las otras, como si reprodujeran la guerra en menor y virtual escala, pero con una inquina semejante. Pro palestinos y pro judíos se insultan, se descalifican y a la vez justifican a su bando favorito (ya sea el gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyahu o la ultrafanatizada organización proto terrorista Hamas), pero lo hacen más desde el resentimiento que desde la razón, aunque quieran aparecer como documentados y objetivos.
Son tiempos estos basados en el discurso del odio hacia el contrario, algo que en nuestro país no nos es ajeno, en especial desde 2006. Tiempos de maniqueísmo a ultranza. Tiempos de prejuicio y sinrazón, de ver las cosas desde el color favorito, sin matiz alguno.
Ahora que las reformas estructurales han sido promulgadas, la relativa pero efectiva comunión entre partidos que se dio a partir del Pacto por México quedará finiquitada y se dará paso a la contienda, en vista a las elecciones intermedias del próximo año. No habrá más convivencia entre rivales partidistas y por lo que se ve, se van a dar hasta con la cubeta. Pero ya sabemos que, entre los políticos, la guerra sucia y el encono tienen más de puesta en escena que de realidad (en el fondo, todos son cuates). No pasa lo mismo con un buen número de sus seguidores, en especial los fundamentalistas, quienes se toman las cosas mucho más a pecho y sacan a relucir todo su dogmático rencor contra quienes no profesan su preconcebida fe.
Preparémonos pues para nuestra propia intifada, cuando menos de aquí a julio próximo. El debate y el diálogo no se darán con abundancia. En su lugar vendrán los bombardeos de ambas partes, sobre todo en las redes sociales. Lo acabamos de vivir hace dos años. Los ayatolas nacionales y sus muyahidines ya velan sus armas. Aunque, también ya sabemos, al final todo será una farsa.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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