2014 no fue un año especialmente generoso en grandes discos. A pesar de la enorme cantidad de grabaciones que surgieron a lo largo de doce meses, fueron pocas las piezas realmente sobresalientes, pocas las que aspiran a quedarse en la memoria de los diletantes o los simples aficionados a los diversos géneros y subgéneros que suelen ser englobados en el concepto de la palabra rock.
Demos una revisada a lo que considero la docena mágica, es decir, los doce discos fundamentales del año que acaba de dejarnos. Como sucedió hace doce meses, con los mejores álbumes de 2013, lo haré por orden decreciente.
12. Stephen Malkmus and the Jicks. Wig Out at Jagbags. La irresistible combinación de rock clásico y rock noventero sigue siendo la marca de Malkmus y queda más que patente en esta obra plena de gozo e ironía, de espléndido sentido melódico y orgánico juego guitarrístico. Un disco fresco y optimista que refrenda el talento de esta leyenda del rock alternativo.
11. The War on Drugs. Lost in the Dream. Desde Filadelfia, Adam Granduciel y compañía lograron, con este su tercer álbum, una pequeña joya de música al mismo tiempo etérea y concisa (algo así como The Cure se encuentra con Bruce Sprigsteen). El mejor trabajo de The War on Drugs hasta ahora, por mucho.
10. Tom Petty and the Heartbreakers. Hypnotic Eye. Un disco que es puro placer y puro gozo, música que se disfruta por el simple hecho de que quienes la ejecutan lo hacen con ese mismo disfrute que brota de las once canciones que lo conforman. Una delicia.
9. Beck. Morning Phase. Tras seis años de ausencia discográfica, este nuevo trabajo de Beck parecería ser el perfecto complemento para su Sea Change de 2002. Tranquilo, reflexivo, relajado, melancólico, sin estridencias, Morning Phase no es el mejor disco de este prolífico músico, pero sí uno de los más destacados de 2014.
8. Morrissey. World Peace Is None of Your Business. Un trabajo fino y elegante, con una docena de composiciones variadas y de espléndida factura. Intenso, preciso, crítico, politizado, de producción impecable. Uno de los mejores álbumes en la carrera de este polémico británico.
7. Counting Crows. Somewhere Under Wonderland. Los cuervos de cuenta regresaron con un gran disco que no hace sino refrendar su viejo estilo basado en el folk rock, pero sin sonar anquilosados o demodés. Todo lo contrario: se trata de un larga duración fresco, jubiloso, vital. Como si estuviéramos ante un grupo debutante.
6. Timber Timbre. Hot Dreams. Un plato lleno de sutilezas, pero a la vez de fuerza soterrada e incisiva. La música de estos canadienses, tan oscura y hasta ominosa como llega a ser, captura al escucha y lo envuelve en su hipnótica belleza infernal, en su dúctil envoltura sonora. Hot Dreams hechiza, fascina, pervierte. Por eso vale tanto la pena.
5. Flying Lotus. You’re Dead!. Cuando el rhythm n’ blues, el jazz, la electrónica, el hip-hop y la música de vanguardia se funden, dan como resultado un disco tan impresionante (y complicado) como este. Música elaborada, de difícil acceso, pero a la que una vez que se penetra resulta imposible (e indeseable) escapar. Un discazo.
4. Robert Plant. lullaby and… The Ceaseless Roar. Espléndido álbum de esta leyenda viviente del rock, una obra con la cual el ex vocalista de Led Zeppelin regresa a sus raíces inglesas sin olvidar sus exploraciones por la música de Medio Oriente y el norte de África más su amor por el blues. Una honda meditación sobre el paso del tiempo.
3. Jack White. Lazaretto. El joven genio del rock actual volvió a hacerla con este disco asombroso, en el cual sigue amalgamando la música de raíces estadounidense con su propio estilo de interpretarla. Once canciones sin desperdicio. La inteligencia y el talento creativo al servicio del arte.
2. Leonard Cohen. Popular Problems. Breve y maravillosa colección de nueve canciones que en escasos 36 minutos sintetiza, de una y muchas maneras, lo que ha sido la vida fructífera e intensa de Cohen, una biografía de ochenta años tan apasionada como apasionante. ¿Su testamento musical? Espero que no.
1. St. Vincent. St. Vincent. Annie Clark sigue demostrando que es una de las compositoras e intérpretes más interesantes y propositivas de este siglo y lo reconfirma con esta obra discográfica impecable, quizá no tan experimental y hasta un poco inclinada al pop, pero con la misma finura y calidad que demostró desde su primer trabajo. A mi modo de ver, el disco del año.
(Publicado este mes en el No. 445 de la revista Nexos)
1 comentario:
He estado escuchando algo de St. Vincent, es genial;como siempre recomendando muy buenos discos Hugo. :)
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