Si uno creyera en la teoría del complot, lo más sencillo sería responder que sí, que anda suelto un genio del mal y que, escondido en el anonimato y con los más aviesos fines, maneja las cosas de tal modo que ha puesto en riesgo la estabilidad y la paz.
Francamente, dudo mucho que haya alguien aquí con semejante grado de inteligencia conspirativa. Sin embargo, lo que me parece cada vez más claro es que existe una estrategia, en la que trabajan muchos, para hacer fracasar al actual gobierno. Se dirá que es algo válido, que son las reglas del juego de la política, y yo estoy de acuerdo, siempre y cuando la meta de doblegar al oponente se haga de frente y sin ocultar la cara. Pero no es así y aunque podamos pensar en varios personajes concretos, con nombre y apellido, que pueden estar detrás de esa estrategia, todo queda a nivel de sospecha, de suspicacia, a pesar de que sus huellas de pronto aparezcan y nos resulten tan evidentes.
El crimen de Ayotzinapa les cayó como anillo al dedo. Es lo que estaban aguardando: un muerto… y les dieron cuarenta y tres (aunque hubo más en la triste noche de Iguala y Cocula). A partir de ahí, han movido sus piezas con escalofriante astucia y la respuesta del otro lado sigue sin producirse, lo cual no deja de ser preocupante.
¿Hay una o muchas manos negras? Quizá no tardemos en saberlo. Ojalá que no resulte demasiado tarde.
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Milenio Diario cumplió 15 años y no puedo menos que congratularme. Me ha tocado colaborar con este proyecto desde el primer día (de hecho, desde 1998, cuando empecé a escribir en Milenio Semanal) y cada aniversario lo siento, modestamente, como mío también. Felicidades a todos: propietarios, directivos, editores, reporteros, columnistas, gente de administración, etcétera. Un fuerte abrazo, colegas, y que sean no sólo 15 sino muchos años más. ¡Salud!
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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