Juro que nunca vi una serie en tan pocos días. Hoy terminé con la temporada 4 de The Killing y me quedó una sensación de vacío y hartazgo. Vacío, porque me acostumbre a seguir la saga de estos dos detectives neurasténicos, vulnerables y fascinantes y la manera torpe, apasionada, enferma y arriesgada como resolvieron los dos casos que siguieron al de las dos temporadas anteriores. Hartazgo (relativo, eso sí), porque fue demasiada la dosis de muerte, sangre, violencia y corrupción que retrataba el programa.
La 3 y la 4 fueron muy diferentes a la 1 y la 2. El ritmo fue distinto, los guiones también, quizá hasta la co-producción por parte de Netflix influyó, pero todo resultó igualmente atrapante y tenso. La forma como la tercera temporada se mezcló con el caso en que la detective Linden se vio involucrada antes de la resolución del crimen de la joven Rosie Larsen o la manera como esta vez conocimos más de la vida privada de los dos personajes principales y de sus terribles traumas existenciales son factores que enriquecieron a la serie (algunos capítulos, por cierto, fueron dirigidos por Jonathan Demme, el realizador de El silencio de los inocentes). Aunque me digan que Twin Peaks es mejor y bla bla bla, a mi The Killing me pareció soberbia, espectacular (las vistas aéreas de Seattle y sus alrededores adquieren una maravillosa imagen en alta definición), intrigante y adictiva. Una maravilla pues.
1 comentario:
Aqui si no concuerdo.
Mi esposa y yo somos fanaticos de las series y esta la vimos por esta reseña suya. La verdad no es mala pero los dos nos quedamos un poco insatisfechos. Ya vio true detective????
muchos saludos y cuando quiera nos recomendamos unas series.
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