Pero, ¿cómo se vivió eso en México? ¿Cómo evolucionó la música en general y el rock en especial en un país dominado por una sociedad cerrada y ultraconservadora, un partido hegemónico y justo cuando el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz llegaba a su segundo año? No de la manera como se vivía en el resto del mundo, eso es definitivo.
Si revisamos lo que sucedía musicalmente en nuestro país en el año 65 del siglo pasado, la cosa resulta bastante desoladora.
Para empezar, fue el año en que la cumbia llegó con todo (igual que hoy, medio siglo después) y en los ámbitos musicales y los medios de comunicación casi no se hablaba de otra cosa que de los éxitos de Mike Laure (“Tiburón a la vista”, “La rajita de canela”), mientras que Pablo Beltrán Ruiz se hacía llamar Mr. Cumbia. Asimismo, el programa televisivo “de rock” Premier Orfeón era desplazado por el pesadillezco (me acuerdo de él y me dan escalofríos) Estudiantinas que estudian, en el que se promovía la imagen del joven católico, bien portado, bien vestido, de cabello corto y de nobles sentimientos. Un horror, pues.
Lo más “roquero” eran los Hermanos Carrión con “Lanza tus penas al viento”, los Johnny Jets con “Es Lupe”, Los Hitters con “Amarrado”, los Rockin’ Devils con “Perro lanudo” y Las Hermanas Esqueda con “Para mi cumpleaños quiero un Beatle” (¡juro que así se llamaba!).
¿1965 un año revolucionario para el rock? En México, de plano, no.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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