La Mosca en la Pared
presenta:
¡El regreso de La Mosca Redactora!
Con el capítulo
Es-pec-tro-plas-maaaaaaa
“Espectroplasma es una experiencia que consiste en la obertura de un vortrex, del cual con descargas biomagneticas se produce el denominado plasma”. La banda está indagando si el plasma viene de entes que habitan el vortrex. Es algo –dicen- totalmente científico. Abajo –dicen- la charlatanería y el pensamiento medieval acerca del otro mundo. Van –dicen- por una nueva concepción de lo paranormal que aun no conocemos.
Espectroplasma es:
Un proyecto tanto de investigación paranormal como musical, son dos vertientes paralelas (¿paralelas o para lelas? Pregunta de La Mosca Redactora, quien desde un principio comienza a sentirse bastante zonza).
Definan sus influencias.
Una influencia casi siempre es otro grupo, para nosotros es un concepto (La Mosca Redactora adopta su mejor pose de seudointelectual y finge haber entendido la anterior idea). En principio nos llama la atención tocar y nos interesan las ondas paranormales, quisimos unir eso. Los instrumentos tratan de explicar el concepto que manejamos (La Mosca Redactora saca su jarana y toca un acorde, con la esperanza de producir un poltergeist). Una influencia directa para nosotros es intuir lo que no podemos ver (por ejemplo el alma, el Espíritu Santo y los buenos sentimientos de Santiago Creel y Roberto Madrazo, sugiere La Mosca Redactora con ánimos de aclarar el punto). Intuir tanto música -la música que no está a nuestro alcance, la que nos imaginamos pero no podemos tocar- como cosas físicas (¿o sea que en lugar de tocar música se la imaginan? ¿Y cómo son sus conciertos? ¿Imaginados?, pregunta La Mosca Redactora francamente hecha bolas).
Definan el género que tocan.
Intro-garage-surf. Nada más (y nada menos, comenta La Mosca Redactora, mientras se revienta unos pasitos de intro-garage-surf disfrazada de bailarina a go-go).
¿Por qué tocan música?
Porque así damos a conocer el resultado de nuestro trabajo. Somos músicos de corazón (¡ooooh!, exclama La Mosca Redactora conmovida). Las rolas son el resultado de nuestras investigaciones (¡aaaah!, exclama La Mosca Redactora admirada), las tocamos en vez de escribir (pero si las tocan de manera imaginaria, ¿no sería mejor que al menos las escribieran pa que quede constancia de algo o así es la onda parapsicológica?, inquiere La Mosca Redactora, ignorante sobre la materia). Es una forma más masiva. Tú puedes poner tu investigación en internet, pero con la música puedes llegar a la gente que sólo viene a escuchar música (¿aunque la escuche imaginariamente?, insiste La Mosca Redactora con instinto fregativo). Es la manera de darnos a conocer.
¿Por qué tocan surf y no otra cosa?
Por su misticismo (“por su misticismo”, repite sonriente La Mosca Redactora, al descubrir la vena humorística de Espectroplasma), al ser instrumental es más misterioso que con letras (y además se evitan el trabajo de escribirlas, sugiere La Mosca Redactora comprensiva). Con su agresividad es más directo. Al escucharlo, te permite imaginar más (ya que de eso se trata, apoya La Mosca Redactora solidaria). Es ideal para transmitir esta onda de fantasmas (¿cuáles fantasmas? Nada habían dicho sobre fantasmas, reclama La Mosca Redactora perfectamente asustada). Con la voz no se podría ser tan claro, con letras no podría ser tan abierta la interpretación (cuestión de interpretación, interpela La Mosca Redactora con cara de Diego Fernández de Cevallos). El surf es digerible. Si tocáramos música clásica no lo sería (que es lo mismo que decir: la leche de soya es digerible, si tomáramos un licuado de mamey con plátano y chocomilk no lo sería, plantea La Mosca Redactora en plan de doctora naturista). El ser humano siempre toca lo que sus percepciones le mandan (guaaaat?! de La Mosca Naturista que reclama la repetición instantánea de tan profunda sentencia). No va más allá (ni menos acá, dice La Mosca Redactora, quien ya empieza a agarrar la onda mística y parapsicológica).
¿Qué quieren lograr como grupo?
Precisamente, como lo marcan las investigaciones que hemos hecho, que la gente que nos escuche sepa que hay más realidades de las que conoce (como por ejemplo, la realidad de lo que sucede por las noches en la cabaña presidencial de Los Pinos). Aspiramos a tener posibilidades de lograr un sonido más propio; no inventar un sonido, pero sí conseguir algo más nuestro. Y ser una banda de culto (¡hombre, esta sí que es una aspiración modesta!, gruñe La Mosca Redactora, envidiosa del talento ajeno).
¿Dónde se ven en diez años?
Tocando en otras dimensiones (allá llegarán si siguen tan pachecos, asegura La Mosca Redactora luego de ver un anuncio de la campaña “Vive sin drogas”). Emitiendo ondas sonoras. Esperamos encontrar más formas de transmitir lo que queremos dar a entender. Queremos que la gente sepa que existen más de tres dimensiones, que nos escuchen y piensen al mismo tiempo en eso (¡preeeexta!, exclama La Mosca Redactora luego de renunciar a “Vive sin drogas”). Ojalá se dé la oportunidad y puedan conectarse con lo que estamos tocando y haciendo. Que la gente pueda conocer su lado inconsciente pero de manera consciente (¡eso se llama dialéctica, culmina La Mosca Redactora en pleno éxtasis paranormal, alucinógeno y hegeliano).
Entrevistó: Karina Almaraz. Comentarios: La Mosca Redactora (o sea, yo). Ilustración: José Quintero. Publicado originalmente en el No. 93 de La Mosca en la Pared, mayo de 2005)
1 comentario:
Aún me río como la primera vez que lo leí, hace muchos años. ¿Qué habrá sido de ellos?
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