–Entonces usted está segura de que el gobernador de Veracruz es el responsable de los asesinatos en la colonia Narvarte –le comento en el inbox de facebook a una señora que tengo como “amiga” y que acaba de insultarme y decirme “¡qué bajo has llegado, ¿cuánto te pagan?!”, por atreverme a escribir en mi muro lo siguiente, tres días después de los crímenes:
“Entre más transcurren las horas y más leo las reacciones de indignación en redes sociales por el execrable crimen de la colonia Narvarte (en el que también fueron asesinadas cuatro mujeres que muchos parecen olvidar), me doy cuenta de que más que un mero acto de venganza se trata de un hecho perfectamente calculado para causar los efectos políticos que ya está logrando entre la opinión pública. Así, ya se acusa: 1. Al gobernador de Veracruz (cuya culpabilidad sugiere sin pruebas un artículo del sitio Sin Embargo que muchos están reproduciendo); 2. A Miguel Ángel Mancera (porque el DF, se dice, empieza a convertirse en una entidad peligrosa para ejercer el periodismo con libertad); 3. Al gobierno federal (porque desde el famoso "Fue el Estado", hay que acusarlo de todo). He ahí a tres afectados directos como consecuencia de la matanza. Lo sé, estoy en plan de abogado del diablo, pero creo que no podemos dejarnos ir por el corazón y las entrañas, sino tratar de entender lo que hay en el fondo de todo esto. En una palabra, saber a quién beneficia el crimen. Seguro que a Duarte, Mancera y el gobierno, no”.
–¡Claro que él es el responsable! No se necesitan más de dos dedos de frente para saberlo –me responde mi interlocutora.
–Pero eso está en el plano de las deducciones subjetivas, de las suposiciones, no hay pruebas para asegurarlo –insisto y se enfurece más.
–¿Qué no viste la portada del Proceso? Esa foto la hizo Rubén Espinosa y el gobernador se puso furioso porque lo ridiculizó: por eso lo mandó matar.
–Bueno, eso es lo que piensa usted. Pero no es una prueba.
–Eso es lo que piensa cualquier bien nacido y no vendidos como tú. Me das vergüenza.
Ahí terminó la charla y la señora me bloqueó. Aun así, sigo pensando lo mismo.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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