La primera obra mayor de los Rolling Stones y la primera de la tetralogía discográfica más notable del grupo. Este Banquete de limosneros representa igualmente la última participación de Brian Jones con la banda antes de su separación de la misma y de su casi inmediato fallecimiento. Después de los excesos psicodélicos del sobreproducido Their Satanic Majesty’s Request, los Stones regresaron a sus raíces blueseras en un trabajo de limpia producción y canciones tan simples como extraordinarias. También el rock sólido se hizo presente de nueva cuenta, especialmente con un par de controvertidas piezas que hoy son verdaderos clásicos: la épica “Sympathy for the Devil” (mal traducida como “Simpatía por el diablo”, cuando el sentido real de la palabra inglesa sympathy es el de “compasión”) y la desafiante “Street Fighting Man”, ambas con una fuerte carga de crítica política y social. Sin embargo, el resto del material es igualmente notable, sobre todo en los cortes más delicados y sentidos. En ese aspecto, composiciones como la emotiva “Salt of the Earth”, la maravillosamente melancólica “No Expectations” (con la guitarra slide de Brian Jones en plenitud y el piano de Nicky Hopkins en toda su sutileza) y “Factory Girl” alcanzan momentos sublimes, mientras la ironía campea en la extrañamente bluesera “Parachute Woman”, la provocadora y mordaz “Stray Cat Blues” (sin duda la letra más osada del disco y quizá de toda la obra de los Stones) y la sardónica “Dear Doctor”. Incluso temas “menores” como el blues campirano “Prodigal Son” o el peculiar “Jigsaw Puzzle” son grandes pequeñas obras y completan la perfecta redondez musical y letrística de este gran álbum.
(Reseña que hice para el Especial No. 11 de La Mosca en la Pared, dedicado a los Rolling Stones y publicado en mayo de 2004).
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