¿Quién fue el principal compositor a quien John Lennon quiso conocer durante su primera visita a los Estados Unidos? ¿Quién fue el letrista blanco capaz de hacer gemir a B.B. King al interpretar sus canciones? ¿Quién fue el joven músico judío de Brooklyn a quien Elvis Presley telefoneó desde un estudio de grabación de Memphis, porque no hallaba cómo terminar la letra de una melodía? Las tres preguntas tienen una sola y definitiva respuesta: Doc Pomus.
Quizás el nombre de este magnífico y legendario compositor diga muy poco a los actuales aficionados a la música e incluso a los más antiguos amantes del blues, el jazz de Nueva Orleans y el rock. Sin embargo, apuesto doble contra sencillo a que muchos alguna vez han escuchado piezas tan célebres como “This Magic Moment”, “Young Blood”, “Lonely Avenue”, “Little Sister” o “Sweets for My Sweet”, todas ellas composiciones de este autor nacido en 1925, hace noventa años.
Bautizado como Jerome Solon Felder, Pomus adoptó el nombre con el que se le conoce por razones familiares. Hijo de una familia judía tradicionalista, cuya ilusión era verlo convertido en eficaz abogado, Doc se ocultó en el peculiar apelativo para poder cantar sin problemas en clubes en los que –¡horror! – se tocaba música de negros. Y es que desde que a los quince años escuchara la interpretación de Big Joe Turner a “Piney Brown Blues”, quedó de inmediato y para siempre prendado de aquellos sonidos desgarrados, sensuales y melancólicos que lo transformaron por completo.
Doc Pomus escribió, en su larga y fructífera existencia, más de un millar de canciones antes de que el cáncer lo invadiera y lo llevara a la tumba en 1991, después de una larga y dolorosa agonía. Lou Reed grabó un disco tan conmovedor como desgarrador, Magic and Loss (1992), cuyas canciones narran los días de enfermedad de Pomus.
Para entrar a la música de este enorme compositor, recomiendo el Till the Night Is Gone: A Tribute to Doc Pomus (Rhino, 1995), un sentido homenaje de músicos como Bob Dylan, Brian Wilson, Dr. John o el propio Lou Reed, entre otros. Una joya.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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