Las leyendas formaron siempre parte sustancial en la historia de los Beatles. De entre ellas, pocas resultan tan musicalmente relevantes como la que existe detrás de Please Please Me (1963), su álbum debut. En cuanto el tema homónimo llegó al número uno de popularidad en Inglaterra, el grupo se metió de inmediato al estudio para grabar su primer disco de larga duración. No hubo tiempo para celebrar el éxito de "Please Please me" –la canción– y tuvieron que ponerse a trabajar sin pérdida de tiempo en los estudios de EMI en Abbey Road. Paradójicamente, si a más de cuarenta años de su aparición el álbum sigue sonando fresco, se debe justo a sus apresurados orígenes. Please Please Me es la síntesis perfecta de las muy diversas influencias tempranas de los integrantes del cuarteto y muestra en ciernes algunas de las inquietudes musicales que con el transcurso de los años se verían cristalizadas en sus trabajos discográficos ulteriores. Por lógica, esas influencias son más claras en el caso de los covers incluidos en el vinil original, ninguno de los cuales refleja una elección convencional y son fiel demostración de los buenos gustos musicales de los cuatro Beatles. Únicamente hay un tema ajeno que había alcanzado tiempo atrás las listas de popularidad (“Baby It's You” de Burt Bacharach, con las Shirelles). El resto del material esta conformado por canciones muy poco conocidas hasta antes de ser grabadas por los de Liverpool: “Chains”, “A Taste of Honey”, “Anna”, “Boys” y “Twist and Shout”. El simple gusto al escoger aquellas versiones y la apasionada manera de interpretarlas habrían hecho de Please Please Me un disco memorable; no obstante, lo que lo convierte en un verdadero clásico es el material original que domina más de la mitad de la obra. La potente pieza abridora, “I Saw Her Standing There”, por ejemplo, es un rocanrol beatlesco fuera de serie, no sólo por su ritmo contagioso, sino por la calidad de sus armonías y la progresión melódica en el puente, algo que no llegó a suceder casi nunca en los temas de homenaje que otros grupos hicieron a Chuck Berry. “Misery” y “There's a Place”, por su parte, son melodías pop que trascienden lo que hicieron los grupos vocales femeninos tipo las ya mencionadas Shirelles. Por otro lado están canciones de ingenua belleza casi naïve, como “Do You Want to Know a Secret” y “PS I Love You”, piezas francamente candorosas que no hacen sino reflejar la inocente visión de aquella época, la de los primeros años sesenta, aún imbuidos de la ideología cincuentera y todavía ajenos a lo que sería la revolución cultural que iniciaría dos años más tarde. Esa inocencia se refleja abiertamente a lo largo de este primer trabajo discográfico de los Beatles.
(Reseña publicada originalmente en el Especial de La Mosca No. 8, primer volumen dedicado a los Beatles, editado en febrero de 2004)
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