El azote para la industria discográfica nacional no es Napster sino Tepito. La crisis que hoy viven las compañías disqueras en México alcanza niveles alarmantes y sus directivos no encuentran la manera para superar el gravísimo problema. Por un lado, la piratería se ha convertido en una industria alterna cada vez más sofisticada y tecnificada, cuyos bajos precios no tienen comparación alguna con los de los discos legales, y en un país en crisis como el nuestro, es obvio que el escaso poder adquisitivo de los consumidores se inclina por lo más barato. ¿Hay salida para las trasnacionales discográficas e incluso para las empresas más pequeñas, las cuales también se ven afectadas? Cuando en una tienda establecida un disco cuesta ciento cincuenta o doscientos pesos y en el mercado negro se consigue en quince o veinte, con igual calidad de sonido e incluso con la portada casi idéntica, las cosas se complican. Los esfuerzos de las disqueras por ahora se han limitado a tomar medidas de lo que llaman marketing, es decir, poner más atención al disco como objeto bello en cuanto a su arte y diseño, realizar ofertas esporádicas o concursos para regalar algunos ejemplares, etcétera. Sin embargo, se trata de meros paliativos que no van al fondo del asunto. Porque a nuestro modo de ver, mientras los precios de los compactos sigan por las nubes, los piratas tendrán todas las de ganar. Y es perfectamente posible bajar esos precios que han llegado a niveles desorbitados, sobre todo en México, donde cada unidad es vendida al doble o al triple de su verdadero valor, lo que genera una plusvalía salvaje que hoy se revierte contra los fabricantes. Por eso, la guerra contra Napster ha sido una ridiculez. ¿Cuánto podría afectar a la industria dicho sitio de internet comparado con las enormes pérdidas que les asesta la piratería? Sin duda se fueron contra el enemigo equivocado.
(Editorial "Ojo de mosca" que escribí en 2001, para La Mosca en la Pared No. 51 del mes de octubre de ese mismo año).
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