De unos meses a la fecha, me topo cada vez con más personas, de esas que se autocalifican como de izquierda, que antes de emitir una opinión me aclaran: “no soy lopezobradorista, pero…” o “Yo no simpatizó con López Obrador, aunque…” y enseguida me sueltan una retahila de ideas (algún nombre hay que ponerles) que parecen calcadas del vocabulario y los pregones del famoso y empecinado señor que trabaja como propietario de Morena.
Esto me lleva a elaborar dos conclusiones no necesariamente excluyentes: 1. El poder de penetración mental de don Peje es tal que tiene a una masa de seguidores que, sin darse cuenta de que lo sigue, repite como mantra todo lo que él dice. 2. El prestigio de AMLO ha caído de tal manera que a muchos de sus seguidores les avergüenza confesar que sigue siendo su gallo y prefieren negarlo como San Pedro a Jesús (otro Jesús, este no era de los Chuchos).
Esto lo podemos ver, por ejemplo, en el clamor de nuestros inefables progres (quienes gustan de arrogarse la representatividad de todo el pueblo mexicano) al pedir la renuncia del presidente Peña Nieto, una exigencia que Mr. Liópez (Gil Gamés dixit) externa un día sí y otro también, en un penoso esquematismo maniqueo y reduccionista que sigue viendo en la figura presidencial la imagen de un ser omnímodo, omnipresente y omnipotente. Como si más de tres lustros de transición democrática hubieran servido para maldita la cosa.
Pero volviendo al tema de esta columna: ¿por qué sus seguidores niegan a López Obrador, por qué les da penita aceptar que lo siguen? ¿Cuál es el origen de ese vergozante pudor que les impide salir del clóset? Misterio.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
1 comentario:
La revista Etcétera me dirigió aquí, buena recomendación.
Respondiendo a la pregunta: creo que la vergüenza de los seguidores de López Obrador se debe a cuestiones más bien de carácter psicológico; a lo que veo el señor AMLO en sí y como personaje representa la autoridad que las generaciones actuales cuestionan como alguien que impone su moral, su punto de vista; pero la opción de izquierda, dizque progresista, representa el reto a la autoridad para quienes simpatizan con movimientos de protesta, digamos que el movimiento, sin contar al personaje, representa libertad y rebeldía ¿cómo conciliar la imagen retro de autoridad de AMLO, que implica un statu quo en sí, con la imagen dizque renovadora que apararentemente representa el partido? sus seguidores no han podido lidiar psíquicamente con ello, de ahí la vergüenza.
En el momento en que los simpatizantes del movimiento vean que otro líder que no represente lo viejo con intenciones de encajar en lo nuevo como imagen, ya no les dará vergüenza decir que votan por MORENA.
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