Nunca había visto este clásico de las comedias románticas dirigida por Rob Reiner en 1989 y la verdad es que me había perdido de una cinta muy divertida, fina y confortante. Conocía la famosa escena del orgasmo fingido por Sally en el restaurante, pero desconocía la trama, armada a base de encuentros de los dos personajes (interpretados esplendorosamente por Billy Cristal y Meg Ryan, preciosa ella y en su mejor momento) y esos diálogos de antología, casi woodyallenescos en su sarcasmo.
Una joyita del cine de comedia.
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