miércoles, 30 de abril de 2025

¿Por qué The Warning? Parte 1

sábado, 19 de abril de 2025

Canards à la Place de la Concorde


Patos en la fuente de la Plaza de la Concordia, en París. La foto la tomé en mi primer viaje a esa ciudad, en abril de 2004. Cuando regresé, en 2008, ya no había uno solo (y en 2023, durante mi tercer viaje, menos).

martes, 8 de abril de 2025

Cosas del destino

Martes 8 de abril de 2025 a las cinco de la tarde. En estos momentos, yo tendría que estar en la primera hora de un vuelo de Aeroméxico con destino a París. Ese era el plan desde hace cerca de un año. Pero sucedieron cosas imprevistas que lo cambiaron todo. Pronto contaré los detalles, porque algunos de estos me obligaron a cambiar mi vida y a tener que reinventarme. Dicen que las cosas son por algo y para algo. Me acogeré a esa máxima. Mientras tanto, me hice esta foto en mi estudio de trabajo.

martes, 1 de abril de 2025

Toda la historia

 Me encantó el principio de este relato de la escritora inglesa Ali Smith:

“Érase una vez un hombre que moraba junto a un camposanto.

  Pero no, no siempre fue un hombre; en este caso en concreto, se trataba de una mujer. Érase una vez una mujer que moraba junto a un camposanto.

Aunque, francamente, hoy en día nadie usa ese término. Ahora se le llama «cementerio». Y ya nadie dice «moraba». En otras palabras:

Había una vez una mujer que vivía junto a un cementerio. Todas las mañanas, al levantarse, miraba por la ventana trasera y veía…

La verdad es que no. Había una mujer que vivía junto… —no, en— una librería de segunda mano. Vivía en la primera planta y regentaba la librería que ocupaba toda la planta baja. Allí se sentaba, día tras día, entre despojos de libros de segunda mano que se extendían en montones y estantes a lo largo y ancho de unas estancias alargadas y angostas; los libros apilados se alzaban, vacilantes como torres desarraigadas, hacia el yeso desconchado del techo. Aunque sus lomos hundidos, o arrugados, o todavía vírgenes estaban desvaídos por años de una luz anónima ya inexistente, todos habían sido nuevos en una ocasión, y alguien los había adquirido en una librería llena de otros volúmenes resplandecientes. Ahora estaban todos aquí, con demasiadas respuestas posibles a la pregunta de cómo habrían acabado sepultados en el polvo que moteaba el aire donde la mujer solitaria, en este día de invierno, percibía el peso de todos ellos, de las cubiertas cerradas sobre tantos millones de páginas que quizá nunca volviesen a abrirse”.


Ali Smith. “The Whole Story” (2003)