domingo, 31 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Led Zeppelin II" de Led Zeppelin


El segundo álbum de Led Zeppelin, aparecido a finales del mismo año 69. Un clásico de todos los tiempos. La portada de mi LP ya está muy maltratada (es la versión mexicana), pero el acetato aún se deja escuchar muy bien (con un poquitín de encantador scratch incluido).

sábado, 30 de marzo de 2019

Cámara húngara: La culpa es de los tlaxcaltecas

“–¡Cuánto coyote! ¡Anda muy alborotada la coyotada!– dijo con la voz llena de sal”.

Elena Garro.

Rememoro el título (y cito una línea) del célebre cuento de Elena Garro, debido al sainete en apariencia absurdo e innecesario que se produjo a raíz de la hoy famosa carta que el presidente López Obrador envió al rey de España, Felipe VI, solicitándole, así nada más, como de la nada, una disculpa pública de la antigua Madre Patria a su hija lastimada y ultrajada, la hoy república mexicana, por los agravios cometidos durante la Conquista y los tres siglos de la Colonia.
  Como la carta se filtró a la prensa (¿quién desde el equipo presidencial la hizo llegar a un reportero del diario español El País? Misterio), el rey tuvo que dar pronta respuesta a la misiva y esta fue un no rotundo a la delirante propuesta del gobierno de Mexicalpan de las Tunas (sí, hoy más que nunca, Mexicalpan de las Tunas). 
  Existe la versión de que la autora intelectual de la carta de marras fue la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, muy interesada en el tema de la Conquista de Tenochtitlán (bueno, ella dice Tenochtitlan, sin el acento agudo), quizá por la reciente aparición de su libro La memoria artificial en la “Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz del Castillo (en efecto, tiene nombre de tesis y es que fue su tesis de Maestría). No quiero sugerir que la carta al rey de España haya sido una manera de promover el libro de doña Beatriz (aunque en esta Cuarta Transformación tout est possible); de hecho, más bien ha funcionado como una cortina de humo y un distractor en momentos en los cuales la situación general del país, en especial en los temas de la economía y la inseguridad, amenaza con empeorar, debido al estilo personalísimo de tratar de llevar las riendas del país por parte de López Obrador y a la cada vez más evidente ineficacia de quienes conforman su equipo de gobierno.
  Pero volvamos al asunto de la disparatada cartita. ¿Fue una ocurrencia inocente y bienintencionada, como dicen los defensores del gobierno, o se trató de una idea torpe, cero diplomática y hasta racista, como argumentan sus críticos? Creo que tuvo ingredientes de ambos. Quizás el presidente realmente creyó que conmovería al rey español (y al papa Francisco, a quien le mandó también su carta, faltaba más) y que éste se sentiría obligado a disculparse por algo que sucedió hace 500 años, que no fue realizado por la misma casa dinástica de España (en aquella época la de los Habsburgo) y que, a decir verdad, no venía al caso. Ahí sí que López Obrador habría pecado de inocencia. Pero el tabasqueño es un político astuto. ¿No debió oler que su propuesta no llevaría a nada y que en ese sentido era algo desacertado, muy poco diplomático, con tintes racistas y polarizantes en lo nacional y lo internacional? De ser así, ¿cuál fue su verdadera intención? ¿Darle un gusto a su esposa?
  Tal vez el quid del caso esté en la filtración de la misiva. ¿Se dio a conocer a la prensa en contra de la voluntad presidencial o todo lo contrario? Puede ser que algún día lo sepamos. Por lo pronto, el gobierno lopezobradorista se ha convertido en un hazmerreír no sólo en España, sino en Europa y otras partes del planeta. El ridículo diplomático fue absoluto y la Secretaría de Relaciones Exteriores no pudo meter las manos. Posiblemente el incidente se olvidé pronto, pero la imagen del régimen mexicano actual y de su titular ha quedado dañada y eso sí es algo que no se olvida.
  Ni siquiera si se les ocurre decir que la culpa es de los tlaxcaltecas.

viernes, 29 de marzo de 2019

Del PNR a MoReNa: 90 años de continuidad

Esta es la verdadera línea de continuidad histórica:

Inicio de la Primera Transformación: Partido Nacional Revolucionario (PNR) - 1929

Inicio de la Segunda Transformación: Partido de la Revolución Mexicana (PRM) - 1938

Inicio de la Tercera Transformación: Partido Revolucionario Institucional (PRI) - 1946

Inicio de la Cuarta Transformación: Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa) - 2018

La même chat rien mais vautré.

jueves, 28 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Led Zeppelin I" de Led Zeppelin


Una absoluta joya de todos los tiempos: el álbum debut de un grupo llamado Led Zeppelin. El ejemplar que tengo en mis manos fue el primer disco que compré con un sueldo ganado con mi trabajo, a mis 14 años. Lo adquirí en Gigante Mixcoac (cerca de ahí estaba la oficina donde laboraba yo de office boy). Todo sucedía en 1969, año en que apareció esta obra con la que se inició la leyenda de Page, Plant, Jones y Bonham.

martes, 26 de marzo de 2019

When I'm 64

Hace un año, cuando cumplí 63 marzos, mi vida era otra. Tenía trabajo seguro como colaborador en Milenio Diario y vivía muy tranquilo, después de 18 años, en mi querido apartamento rentado de la colonia Ciudad de los Deportes. En ese entonces, el día de mi cumpleaños dije que como en 2019 cumpliría 64, haría una fiesta de tema beatlesco, por aquello de "When I'm Sixty Four". Pero todo cambió de golpe. López Obrador ganó las elecciones y me echaron de Milenio "por cuestiones de reestructuración". También hubo cambios familiares que hicieron que me tuviera que mudar de regreso a mi tierra tlalpeña natal para hacerme cargo de los cuidados de mi madre, quien cumplió ya 97 años de edad. Hoy que es 26 de marzo, nada de fiesta beatlesca; nada de fiesta, de hecho. Lo pasé en mi casa y cumplí 64 marzos viendo una serie en la tele. Tant pis.

lunes, 25 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Spooky Two" de Spooky Tooth


El segundo disco de un espléndido grupo sesentero hoy prácticamente olvidado. Gary Wright (gran voz), Mike Harrison y compañía hacían un rock blues con algunas dosis de psicodelia lleno de finura y a la vez con un sonido crudo y rasposo, extraña pero efectiva combinación. Su versión de "Evil Woman" no tiene parangón. Y aunque prefiero su álbum The Last Puff, de 1970, este Spooky Two del 69 no deja de ser un estupendo trabajo que está cumpliendo 50 años.

domingo, 24 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Concerto for Group and Orchestra" de Deep Purple


Deep Purple y su discutible pero interesante incursión en la música sinfónica. Jon Lord en plan de músico culto. Era 1969, hace medio siglo ya. Discográficamente, un objeto de culto.

sábado, 23 de marzo de 2019

Cámara húngara: El humorismo en los tiempos de la 4T

Llevamos casi cuatro meses de gobierno lopezobradorista (nueve, si contamos a partir del 1 de julio de 2018, fecha en la que AMLO empezó a gobernar de facto) y entre quienes hacen humor político (desde cartonistas y editorialistas hasta youtuberos y estandoperos) las cosas han cambiado de manera por lo menos curiosa.
  Hoy, quienes profesaban una posición pretendidamente crítica y despiadada contra el poder son los principales defensores de ese poder; ahora que es su Mesías quien lo ostenta, se han vuelto mansos, obedientes a los dictados del Señor Presidente (así, con mayúscula), a quien defienden a capa y espada y no osan tocar ni con el pétalo de una ligera insinuación crítica (como en los tiempos de Díaz Ordaz y Echeverría). En una palabra (bueno, en tres): se volvieron oficialistas (o en términos que ellos antes utilizaban: chayoteros).
  De ese modo, los caricaturistas de La Jornada (con la honrosísima excepción del gran Magú, desde siempre el mejor de todos ellos), Proceso y otros medios afines hacen malabarismos y dan maromas extremas para justificar a su líder y seguir atacando a esa mítica mafia en el poder a la que tanto alude el presidente, aunque no tenga pudores a la hora de acudir a la casa del vicepresidente de Televisa, Bernardo Gómez, uno de los más conspicuos integrantes de tal "mafia", a fin de cenar de la manera más fifí ni más ni menos que con el yerno de Donald Trump. Es una lástima que tan buenos dibujantes (Hernández posee un lápiz extraordinario y en lo personal me cae muy bien) tengan que mostrarse tan evidentemente serviles con el jefe del poder ejecutivo y su partido. La manera como han perdido el filo (y esto incluye a una leyenda como Helio Flores) resulta triste y decepcionante. Todo sea por “La Causa”.
  Lo mismo sucede con algunos columnistas que empleaban el humor y la ironía como elemento principal de sus textos y que son una triste caricatura de lo que alguna vez fueron. Lo lamento, porque conozco personalmente a algunos de ellos y hoy no hacen reír ni a sus fans más aferrados, con esa tan obvia manera de ponerse de tapete para congraciarse con el gran tlatoani.
  Sabemos que al presidente López Obrador el único humor que le gusta es el que él mismo cree tener, con sus chistoretes mañaneros de los que solamente él y sus cortesanos se ríen. Es claro que cuando está dirigido contra su persona, el humor crítico no lo tolera y por ello acusa a grandes y agudos cartonistas como Calderón, de Reforma, quien siempre da en el blanco, de ser “el caricaturista de la derecha”.
  En YouTube sucede algo parecido con gente como Brozo o Chumel Torres, acusados de "vendidos". Hay en cambio todo un equipo de youtuberos –encabezados por un tipillo impresentable que se hace llamar “El Chapucero”, muy loado por John Ackerman y Julio Hernandez–, que se dedica a atacar a “la derecha conservadora” y a venerar a AMLO de un modo vergonzoso. Su pretendido humorismo resulta tan patético que sólo provoca penita.
  Sin embargo, la famosa Cuarta Transformación (cualquier cosa que eso signifique) no logrará erradicar el humor crítico y la ironía inteligente. Además de los ya mencionados Brozo, Chumel Torres y Calderón, están Gil Gamés, Antonio Garci, Alarcón, Rictus, Iracheta, el propio Magú y seguramente irán apareciendo más, conforme el sexenio vaya avanzando. Con todas las pifias que a diario surgen desde el gobierno y muchos de sus representantes (secretarios, legisladores, etcétera), es una pena que los antiguos humoristas, con todo su innegable talento, no lo aprovechen para alimentar sus columnas o sus caricaturas y desperdicien a personajes tan delirantes como el senador Guadiana o la senadora Jesusa Rodríguez, para sólo poner un par de ejemplos recientes. Pienso que en el fondo se mueren de ganas de hacerlo, pero no se atreven porque temen ser considerados como traidores, conservadores y fifís. Ya sabemos que si algo tienen es un terror pavoroso a despertar la ira de don Peje y su finísima piel de jarrito de Tlaquepaque. Por eso prefieren olvidar el viejo espíritu cuestionador y escribirle desilusionantes loas con frases aduladoras y sumisas como “Yo te AMLO”.
  El humor crítico es herejía en los tiempos de la 4T. Sólo esperemos que no surja una Santa Inquisición que lo persiga y lo anatematice.

jueves, 21 de marzo de 2019

Belafonte es piedra

Pocos grupos en el rock nacional tan auténticos como Belafonte Sensacional. Pocos tan genuinamente rocanroleros (sí, ese es el término). Porque sin renunciar a las tendencias musicales de este tiempo, en el que la fusión de diversas músicas se amalgama para crear un sonido determinado, el grupo tampoco olvida los orígenes del rock y que este no se dio por generación espontánea.
  Hay grupos que responden a una aspiración colectiva y otros que responden al liderato de un solo creador, quien normalmente escribe todo el material y funge como front man. En primera instancia, podríamos suponer que Belafonte Sensacional pertenece al segundo caso, ya que tiene un líder (Israel Ramírez), quien compone todas las canciones y desempeña el rol de primera voz y hombre al frente, tanto en el escenario como a la hora de dar entrevistas y hablar por el grupo. No obstante, se trata también de un colectivo, un colectivo mutable (han entrado y salido algunos integrantes a lo largo de la historia del grupo), pero que mantiene una estructura de cooperación sólida (por ejemplo en la hechura de los arreglos instrumentales) y una columna vertebral que más o menos ha permanecido estable.
  En 2014, la agrupación grabó su primer larga duración, el estupendo Gazapo, un disco lleno de frescura en el que las influencias musicales –lo mismo de Bob Dylan, Lou Reed y Bruce Springsteen que de Rockdrigo González, Roberto González y Jaime López– son eufóricamente notorias (antes, en 2010, había grabado el EP Petit Riot).
  Cinco años más tarde, luego de pasar por el EP Destroy (2017), Belafonte regresa con su trabajo discográfico más complejo, por completo diferente a su álbum debut.
  Soy piedra (2019) presenta once canciones más oscuras e introspectivas, quizás incluso un poco más herméticas en la poesía de sus letras. La producción es más cruda, más áspera, con paredes de sonido producidas sobre todo por las guitarras. Hay menos folk y más post rock, menos rock urbano y más shoegaze. Esto podemos notarlo desde el corte abridor (“Segundo caso de destreza juvenil”) y sus ecos lejanos de My Bloody Valentine. La estupenda y elegante “La noche total” es musicalmente como una mexicanización del brit pop à la Pulp, una pieza de austera belleza melódica que se queda en la mente desde que se le escucha por vez primera.
  Las raíces folkies de Israel Ramírez están presentes en “Las distancias”, muy a la manera del Dylan primigenio, pero grabada con un eco de casa vacía que le otorga una atmósfera mágica y misteriosa. En cambio, “No llores, cumbias” es una composición sui generis, llena de gracia, con un beat loureedeano seco y contagioso que poco o nada tiene que ver con las cumbias (¿afortunadamente?).
  “Marris” es una especie de blues cósmico (Janis Joplin dixit) deliciosamente callejonero y “Sácate a la carretera” un rock agresivo y denso, con una grande y explosiva  guitarra por parte de Julio Cárdenas (feedback incluido). En ambas está más que presente –no sé si voluntaria o involuntariamente– la sombra bienhechora de Jaime López.
  El bajo de Israel Pompa Alcalá presenta “Epic aris”, el octavo corte del disco, con la efectiva batería de Cristóbal Martínez a su lado, un marco rítmico que Israel Ramírez aprovecha para vocalizar casi experimentalmente, mientras la trompeta de Emmanuel García pasea y se entrelaza con las infecciosas armonías.
  “Resist All” (¡Resistol!) es un divertido rocanrol noisey que nos empieza a conducir rumbo al final del disco, el cual culmina con la punketera y delirante “Oh Shit! Oh Fuck!” y la muy belafontiana “K. en el abismo”, con sus lindos coritos angélicos finales.
  Soy piedra en un excelente disco, una muestra de primer orden de lo que pueden hacer el talento, la creatividad y el ingenio aplicados a la música. No importa que se le considere un grupo subterráneo o incluso marginal, no importa si jamás se le abren estelarmente las puertas del Teatro Metropolitan o del Auditorio Nacional (aunque nunca se sabe), Belafonte Sensacional (y lo he dicho desde que lo escuché por primera vez, hace poco más de un lustro) representa lo (muy) bueno que se puede hacer fuera de los asfixiantes forceps del rockcito convencional mexicano, más allá de los convencionalismos y los conveniencionismos (válgaseme la palabreja) que trata de imponer un mainstream cada vez más decadente y podrido.
  Belafonte es piedra… y sigue rodando.

(Publicado originalmente en mi columna "Plumas de caballo" del sitio Juguete Rabioso)

miércoles, 20 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Barabajagal" de Donovan


Uno de los discos más bellos de Donovan, con colaboradores como Jeff Beck y temas como el clásico "Atlantis", "Happiness Runs", "Trudi", "Pamela Jo" y, por supuesto, "Barabajagal". Otro tesoro de 1969.

martes, 19 de marzo de 2019

El globo del odio

Con sus acusaciones sin sustento de cada día, durante la misa de siete en Palacio Nacional, el presidente está inflando un globo de odio. Odio que inyecta en sus fanáticos, quienes se lanzan como perros de presa en contra de quienes señala su amo, por ahora tan sólo en las redes. Odio que crea en aquellos a los que acusa sin cesar, destruyendo sin piedad su reputación y su honra, sin aportar prueba alguna de sus condenas flamígeras. ¿Cuál es el fin de provocar tanto odio? ¿Qué gana con ello? No lo sé. Sólo sé que está inflando un globo de rencores que, tarde o temprano, podría reventarle en la cara. A él y al país.

lunes, 18 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Let It Bleed" de The Rolling Stones


Continúo con mi recuento fotográfico de grandes discos que este año cumplen medio siglo de existencia. Este quizá sea mi álbum favorito de toda la obra discográfica de los Stones. Además, me trae muy gratos recuerdos personales. Claro, es de 1969.

domingo, 17 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Monster" de Steppenwolf


Uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos y del que casi nadie se acuerda (y en tiempos millennials se desconoce). Steppenwolf y un gran disco: Monster. Claro, de 1969.

sábado, 16 de marzo de 2019

Cámara húngara: El país hablado de López Obrador

Vivimos en un país virtual, un país de percepciones, un país hablado. Un país que es pronunciado cada mañana, desde el púlpito del salón de conferencias de Palacio Nacional, por la voz del presidente de la república. Un país que sólo existe en las palabras del mismo y en su capacidad para crear representaciones de una realidad ideal, de un México que sólo está en su mente y que, sin embargo, muchísimos mexicanos creen, con devoción religiosa, que es algo concreto y tangible, aunque no haya indicio alguno de esto más allá, precisamente, de la palabra presidencial elevada al rango de lo divino.
   Palabra mágica, palabra que decreta cosas y acciones sin que estas tengan asidero en la realidad real. El verbo encarnado en el presidente fabrica cotidianamente un país paralelo al que vivimos día con día, un país utópico para una mayoría esperanzada, pero distópico para un número creciente de escépticos. En ello se nos han ido estos primeros ciento y pico de días de nuevo gobierno.
   Pongamos un ejemplo: la famosa guerra contra el huachicol que tanto se ha proclamado como uno de los grandes logros de esos primeros cien días de gobierno lopezobradorista. ¿Existió tal guerra o fue tan sólo una ilusoria percepción en la que muchos creyeron? Me inclino por la segunda opción, ya que la dichosa guerra jamás se dio más allá de las palabras del presidente y algunos de sus subalternos. Todo indica que se trató de una gigantesca y un tanto burda estratagema para disfrazar la ineficiencia y el gran error que se cometió al no hacer las compras de gasolina que se hacían cada diciembre, a fin de mantener cubierta la demanda de combustible que se eleva siempre a finales de año y principios del siguiente. Como no se previó el asunto o sencillamente se le despreció, la gasolina escaseó y el gobierno se sacó de la manga esa “guerra” contra los huachicoleros que hizo que cerrara los ductos y el producto escaseara de manera dramática. La farsa no sólo produjo largas colas, disgustos de automovilistas, carestía y mercado negro, sino también la explosión de Tlahuelilpan, Hidalgo, que costó más de cien vidas. Aun así, mucha gente cayó en el garlito y creyó en la supuesta valentía presidencial al enfrentar a “la mafia del huachicol”. Por supuesto que no hubo un solo jefe de esa mafia detenido.
  Otro caso es el del combate a la corrupción, leit motiv principalísimo de la propuesta de Andrés Manuel López Obrador y promesa de campaña que le ganó quizá la mayor parte de los votos que lo llevaron a Palacio Nacional. Según esto, la corrupción desaparecería como por arte de magia y por generación espontánea a la llegada del de Macuspana a la silla presidencial y esto generaría los recursos suficientes para cubrir todos sus programas sociales. Sin embargo, hasta ahora no ha ofrecido un solo resultado concreto al respecto, no hay solo corrupto en la cárcel y todo se ha quedado en retórica vacía pronunciada desde las conferencias mañaneras. Muchas amenazas, incluso contra personas determinadas, pero la cosa no ha pasado de ahí. Otra muestra del país hablado de López Obrador.
   Pero está bien, no seré maniqueo. Hay otras situaciones en las que el gobierno lopezobradoista ha ido más allá de la labia y nos ha ofrecido hechos concretos que nada tienen que ver con percepciones virtuales. Por desgracia, se trata de situaciones lamentables; las más recientes, la elección de Yasmín Esquivel, la tristemente célebre “ministra contratista”, como integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con lo que empieza a operar el plan para doblegar al Poder Judicial y ponerlo al servicio del Ejecutivo, y la aprobación, por parte de la cámara baja (nunca mejor utilizado el término) de la revocación de mandato, con lo que se abre la puerta a la posible reelección del Gran Tlatoani en 2024. En estos dos casos, habría sido mejor que todo quedara en meras habladurías.

viernes, 15 de marzo de 2019

¿Qué pensará Villoro?

No sé por qué me vino a la mente la idea de qué pensará Juan Villoro de todos los desfiguros de quien siempre ha alabado. ¿En su fuero interno aceptará que todo lo que está sucediendo en México, especialmente a partir del 1 de diciembre, es un fiasco, un circo, un teatro del absurdo? ¿De ser así, se atrevería a publicarlo o preferiría mantener una "sana" y conveniente discreción? Quién sabe. Pero me vino esa duda a la cabeza.

jueves, 14 de marzo de 2019

Tabú

El tema de la reelección presidencial es más que un tabú en la historia de México y va más allá de la política. El último que lo intentó fue Álvaro Obregón y todos sabemos de qué manera terminó aquello, hace 90 años y ocho meses. Jugar con fuego es peligroso. Jugar con la tentación de reelegirse es más peligroso aún. La soberbia los está llevando demasiado lejos. Deberían bajarle dos rayitas a su triunfalismo. Pero no lo harán y en el pecado llevarán la penitencia.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Ummagumma" de Pink Floyd


Fantástico álbum, entrañable para mí porque con él conocí a Pink Floyd, justo en 1969, cuando apareció. El enorme Ummagumma ("Careful with that Axe, Eugene" sigue provocándome escalofríos).

martes, 12 de marzo de 2019

¡Madres!

Estoy pensando formar una banda-tributo a Frank Zappa. La llamaré The Mothers of the 4º Transformation.

lunes, 11 de marzo de 2019

La autobiografía kamikaze de Alejandro Marcovich

Publicada por Random House, Vida y música de Alejandro Marcovich es la autobiografía de este más que conocido músico argentino-mexicano, quien con muy buena pluma nos lleva de la mano por su vida a lo largo de más de trescientas páginas, en las cuales nos cuenta con detalle y sin pudores todo lo que ha vivido, desde su niñez y adolescencia en Argentina hasta su juventud y madurez en un México que lo acogió a partir de los años setenta del siglo pasado.
  “Un libro valiente y apasionado, de una sinceridad kamikaze”, dice Juan Villoro en la contraportada y añade: “Marcovich se somete a una operación de cráneo abierto y escribe del mismo modo: sus ideas surgen de sus heridas. Cada página es un solo de guitarra eléctrica”.
  Todo lo que usted quería saber sobre Marcovich y no se atrevía a preguntar: su vida familiar, su vida escolar, sus relaciones con las mujeres, su contacto con la música y, por supuesto, su conflictiva relación con el grupo Caifanes y, sobre todo, con su némesis, Saúl Hernández, está en las páginas de este volumen de prosa amena, intensa y entretenida, con momentos muy dolorosos, pero con otros muy divertidos.
  Con Alejandro Marcovich es la siguiente larga y muy reveladora charla.

¿Qué te llevó a escribir tu autobiografía?
Todos los sucesos ocurridos en 1995 con Caifanes me orillaron a pensar: “Esto no se puede quedar así”. En esos días, no di entrevistas y tenía que encontrar una forma de contrarrestar toda la mierda que mediáticamente me echaron encima. Hubo un periodista que me preguntó: “¿Por qué insistes en decir que no estás fuera de Caifanes si todos sabemos que sí?”. ¿Qué quería decir eso de “todos sabemos que sí”? Fue una noticia filtrada de manera mañosa por una mano que escondió la piedra, con la complicidad de Lynn Fainchtein, quien fue la que la dio a conocer. Eso no es periodismo. Ser cómplice de alguien que te dice: “Oye, mete esa noticia, ¿sí?”. Yo sí la acuso de haber hecho eso. El periodismo en esa época estaba totalmente polarizado hacia el lado del poder, como tristemente pasa. De hecho, una persona poderosa de ese tiempo me dijo que estaba metiéndome en un problema serio, porque “este cantante (Saúl Hernandez) tiene mucho carisma, la gente lo quiere mucho, tiene de su lado a la disquera y a los medios y también al público porque te están pintando como el malo”. Pero le dije, recordando a Gerard Depardieu en su papel de Cyrano de Bergerac: “Yo me bato con la palabra, con la pluma; me vale si esto me toma diez, veinte o treinta años”. En ese momento me parecía imperativo hacer algo, pero conforme pasaron los meses me di cuenta de que no iba a poder escribir nada porque tenía demasiadas voces y fuerzas en contra. En esos casos sólo te queda pararte en un puente sobre un río y esperar a ver pasar el cadáver de tu enemigo. Entonces entré en una postura de dejarlo pasar, mas no de olvidarlo.

Y en efecto, dejaste pasar cerca de 20 años.
En el año 2014, justo cuando me volvieron a sacar de Caifanes, el empresario Paco Reséndiz me preguntó si no había llegado la hora de dar mi versión de los hechos. Ya no estaba tan enojado como en 1995, pero me volvieron a enojar con toda esa trama legal y económica que me estaba dejando en la lona una vez más, con un montón de compromisos que no iba a poder pagar. Todo por culpa de Saúl Hernández, por sus pistolas. Porque no había ninguna justificación económica, artística, contractual o de conducta para que yo no continuara en el grupo. Esto no quiere decir que yo estuviera cien por ciento interesado en continuar; estaba bastante aburrido y además explotado, igual que mis compañeros. Mis intereses estaban divididos por mi deseo de ya no estar ahí, porque llevábamos dos años y medio de gira de “reencuentro” y no pasaba nada. Además, ya tenía la advertencia del mandamás: “Si grabamos un disco, tu papel como guitarrista va a ser más segundón, más atmosférico y textural”. ¿Quién iba a saber en 2014 que cinco años después esa premisa de “un nuevo disco” no se iba a cumplir? Solamente me hubiera quedado ahí bajo un yugo y un sueldo. No es que yo ganara mal, pero él ganaba diez veces más. Realmente como negocio era muy cruel lo que estábamos vendiendo, porque el negocio lo habíamos hecho entre todos. Había pues que retomar las cosas, revivir la vieja herida pero ya con un poco más de tolerancia hacia lo que es tu historia. Por eso me dije: esto que viví, lo voy a contar.

¿Cuál fue el proceso para hacer el libro?
Paco Reséndiz me dijo que conocía a alguien en Ediciones B, la editora Diana González. Tuve una junta con ella, le expliqué mi idea y le pareció bien. No me pidió credenciales de escritor. Imagino que pensaron: “Si escribe cualquiera mamarrachada, lo juntamos con un escritor fantasma”. Firmamos el contrato y me puse a escribir. Le mandé quince páginas al editor César Gutiérrez y me dijo; “Está fantástico, tiene chispa, tiene buen ritmo, sigue”. Y seguí. Fue un proceso que me tomó más de un año, porque como no soy escritor de oficio, escribía según tenía ganas o inspiración. Pero salió algo que no es visceral, algo que es contenido, sin lágrimas, sin enojo, un relato que cuando tiene que ser periodístico es periodístico. Traté de escribirlo con ligereza pero con profundidad. Como dice Juan Villoro en la cuarta de forros: con una sinceridad kamikaze.

El libro no se limita a tu relación con Caifanes, en realidad narras tu vida desde que eras niño en Argentina.
A eso me refiero cuando hablo de una sinceridad kamikaze: a desnudarme, a hablar de mis problemas psicológicos, de la relación con mis hermanos y mis papás, de mi entorno en Buenos Aires, de mi llegada a México. Cómo una persona se va enfrentando a los embates y a su circunstancia y cómo, a pesar de toda la fragilidad de su persona, va diseñando y apuntalando un proyecto. Esa es la parte que me parece importante. Creo que a muchos artistas les pasa eso. Que por más que eres introvertido, retraído, con handicaps de salud, algo en ti te dice: “Lo voy a sublimar de esta manera, escribiéndolo”. Lo veo como un libro que revela esas cosas que nunca se hablaron porque no había un foro.

Eras joven aún, a tus 54 años, cuando la empezaste, ¿crees que ya era tiempo de escribir tu autobiografía?
Para empezar, tengo un problema en la cabeza; y no me refiero a algo psicológico sino orgánico: células tumorales con un comportamiento errático. No sabemos ni tú ni yo ni el cirujano ni el neurólogo más calificado si esas células se van a reactivar y van a generar un nuevo tumor. Entonces, más vale que la haya escrito ahora a que la escriba un tercero, matizándola…; si es que a alguien se le ocurriera escribirla. ¿Qué tal si a nadie le importa? Y a mí sí me importa que queden asentadas cosas para la posteridad. Que haya una explicación puntual de lo que sucedió. Han pasado tres años desde que se publicó la primera edición del libro y como la otra parte no ha ejercido el derecho de réplica, se da a entender que todo lo que cuento es verdad.

¿Qué crees que digan los seguidores de Saúl Hernandez de lo que revelas en la autobiografía?
Muchos fans recalcitrantes de Caifanes me han dicho que ya deje de hablar “de esas cosas”. “Supéralo, deja de chingar, siéntese señora”, toda esa basura que traen en internet. Vociferan en lugar de pensar que si Alejandro habla de todo esto y va a seguir hablando, es por la misma lógica que seguimos hablando de Ayotzinapa y del 68. El sustento es el mismo. No digo que lo que me pasó sea tan grave como una matanza, pero la golpiza que me dieron en el año 2000, la usurpación de mis derechos vía un juicio que acabó quitándome mis regalías (legalmente, así quedó establecido; pero desde un punto de vista ético, algo no está bien ahí: que una empresa construida por cinco personas quede en manos de una sola). Pero si a los fans no les interesa y van a seguir diciendo: “Alejandro, ya cállate y mejor ponte a tocar la guitarra que es lo que sabes hacer”, pues también lo sigo haciendo. Pero no me voy a callar, porque nací en el año 60 y porque soy un revoltoso, como toda mi generación. Soy contestatario y así como me enfrentaba a mis maestros en la primaria y luego en la secundaria, la preparatoria y la universidad: no me voy a callar. Punto.

De hecho, en el libro no te callas y dices cosas que mucha gente consideraría osadas o hasta poco apropiadas.
No soy un acomodaticio que va a decir: “mejor me callo porque me conviene”. Las cosas se dicen. Mi papá era periodista, escribía en La Opinión, con los riesgos que eso implicaba en la Argentina de los años setenta; también en La Jornada, cuando ésta empezó y era un diario contestatario y de izquierda. Él era un crítico de las políticas urbanísticas y siempre metía el dedo en la llaga. Traigo ese espíritu. Así que de alguna manera mi libro tiene entre líneas esa ideología. Lo que ahí digo es: “Sí, te saliste con la tuya, pero obraste mal”. Y que lo sepa quien quiera saberlo.

El personaje principal del libro obviamente eres tú, pero hay un segundo personaje que, querámoslo o no, también flota en muchas páginas. ¿Qué es, qué representa, qué significa para ti Saúl Hernández?
Pues significa una contraparte. Cuando lo conocí –y lo cuento en el libro–, lo vi en un par de conciertos y francamente no me gustó cómo cantaba. Mucha gente que lo veía quedaba hechizada. Como que había algo en esos alaridos que lanzaba, medio desafinados y medio amorfos. Llámalo presencia escénica, llámalo arrojo, que son las cualidades que un front man debe tener y que yo no tengo ni tendré. Y luego esas letras totalmente disparatadas…

En el libro cuentas los detalles de cómo se conocieron y se juntaron para tocar, así como de la fiesta que organizó tu hermano Carlos, donde se presentaron por primera vez en público Saúl Hernandez, Alfonso André y tú.
Después de esa histórica fiesta, fui yo y no Saúl Hernández quien armó a Las Insólitas Imágenes de Aurora. Si no le hubiera hablado a Saúl y a Alfonso al día siguiente, con la propuesta de armar un grupo, no hubiera habido nada. Alfonso estaba medio estudiando la carrera de Agronomía y Saúl tenía un grupo que se llamaba Frac. Al primero le hablé y como no tenía algo mejor que hacer, aceptó. Saúl sí se lo tuvo que pensar, pero algo se le movió que le hizo descubrir que la propuesta era interesante. Fui a su casa y me empezó a mostrar demos. Yo sabía mucho más de música que él y encontré una veta que podía funcionar. Le dije: “Entre las cosas que haces, más la música que sé hacer yo, lo podemos amalgamar y potenciarlo”. Eso fue Las Insólitas. Muchos no lo saben, pero ese grupo no sólo fue una gestión mía, sino que el 80 por ciento del material fue hecho en conjunto. No eran canciones de Saúl. Él sólo tenía “Rosa” y “El señor de los mil cerebros”. Canciones mías eran “Sobreviviendo” y “La vieja”. Pero nos metíamos al cuarto de ensayo, empezábamos a palomear y salían canciones. Incluso salían canciones en el soundcheck y las estrenábamos esa misma noche. Había mucha valentía y mucha alegría, mucho desparpajo. Nos valía madres. Era 1984 o 1985, ese momento del rock mexicano en el que había un underground en el que no existían paradigmas, porque todo el rock anterior nos importaba tres pepinos y no nos interesaba la comercialización, porque además no había espacios, empresarios ni nadie interesado. Lo único que nos importaba era salir a hacer lo que nos gustaba y hay una lista muy larga de grupos que tú conoces y que estaban haciendo lo mismo.

Entonces en esa época si había un buen entendimiento entre Saúl y tú.

Saúl para mí fue una mancuerna y llegó el momento en que le dije: “Están muy bien tus canciones, pero juntos podemos potenciarlas. Podríamos ser como Lennon y McCartney”. Él me lanzó una mirada socarrona y me respondió: “No, yo como Lennon y tú como Harrison”. Siempre fue una persona que de alguna manera me utilizaba para sus intereses. Sobre todo ya en Caifanes. Pero a la vez siempre fue una persona muy críptica. Creo que hasta la fecha. Es muy poco sincero y muchas de las anécdotas que están en el libro lo demuestran desde mi punto de vista. Una de sus novias una vez me dijo: “Es que yo con él nunca podía saber realmente qué había adentro”. Ese es el drama de su vida. Todo ese parapeto que tiene, el personaje que construyó… Quizá sea la manera de no mostrar lo que verdaderamente es. No lo sé. Lo que sí podría decirte es que, a estas alturas, nunca he podido tener una plática coherente y sincera con él. Sin embargo, siempre hubo un clic musical entre nosotros. Así creamos “Aquí no es así”, una de las canciones más potentes, en disco y en vivo.

¿Cuál fue el papel que jugo en su relación la manager Marusa Reyes?

Siempre existió esa pugna de Saúl por querer estar en el centro de todo y cuando entró en la jugada Marusa Reyes, ella secretamente empezó a favorecer los intereses de él, aunque su sueldo lo pagábamos entre los tres. Esto es anti ético. Me pagan entre tres, pero juego para uno. Imagínate para mí estar metido entre todo eso y aún así querer seguir haciendo música con alguien con quien tú sabes que, si creas un riff de guitarra, esa persona va a poder inspirarse y crear una canción que va a ser un bombazo. Pero llegado un momento de la historia, resulta que ya no quiere. Hay una frase pública posterior suya, cuando Sabo Romo y Diego Herrera salieron de Caifanes y volvimos a estar solos los tres: “Caifanes no es las Insólitas, no se equivoquen”. Él se sintió acorralado y posiblemente pensó: “Tengo esta misma formación, pero no es: soy yo”. Conforme pasaron los años, se dio cuenta del poder que tenía como cabeza del proyecto, como compositor; quiso crear un patrimonio para sí mismo y empezó a ver a los demás como subsidiarios. La triste historia para mí, con él, es la de una promesa incumplida y un potencial artístico desperdiciado. Después de El nervio del volcán venía un territorio internacional. Pero lo abortaron de la manera más mezquina. Yo metí mucho en ese disco, para conformar una arquitectura sonora que fuera única. Mucha gente me dice: “Es que tú eres el sonido de Caifanes”. ¡Sí, pero el millonario es él! Y no estamos hablando de millones de pesos, sino de millones de dólares. Muchos. Nada más que le gusta hacerse el panda, ¡ja ja! Aunque haya quienes digan que El silencio es el mejor disco de Caifanes, el sonido de El Nervio del volcán es único en el panorama del rock hispanoamericano. En aquel momento, el medio anglosajón empezaba a reconocer que era algo que no se había oído en el rock. ¿Y qué siguió? Nada.

Saúl Hernández es muy dado, al igual que otros vocalistas del rock nacional, a lanzar ante su público “mensajes” supuestamente políticos, sociales, existenciales y hasta seudo religiosos, de la manera más mesiánica, o a llamar “raza” a la gente que lo vitorea. ¿Cómo vivías esos momentos en los conciertos?
La gente es muy inocente. El otro día puse en Twitter: “Basta de raza. No existen las razas”. Razas, los doberman que fueron creados. Nosotros somos una especie. Somos Sapiens Sapiens. Si yo soy blanco y no negro es por una cuestión de latitud geográfica. Pero todos somos lo mismo. No-hay-razas. ¡Dejen de chingar con las razas, ja ja! No sabes la vergüenza que era para mí estar esperando la siguiente canción y escuchar a Saúl con sus peroratas demagógicas. Es la verdad. El público no se imagina esas cosas ni se imagina la millonada que se mete este hombre por año. ¿Que si hay un dejo de recelo de mi parte? Sí, sí lo hay. No lo voy a superar nunca.

Después de todo lo que has abundado, te vuelvo a hacer la pregunta que te hice hace unos minutos: ¿qué es para ti Saúl Hernández?
Es un cómplice. Pero también el cabrón que se quedó con el negocio. La persona críptica con la que nunca pude tener una plática franca. Así las cosas.

A manera de coda: ¿qué representa para ti a estas alturas el rock que se hace en México?
El rock mexicano ya no me interesa. Ahí viví durante un tiempo. Me expulsaron del paraíso, pero ya no me importa. Porque fuera de esa burbuja está todo lo demás. Soy un aventurero. Ese niño que fui y que quería ser arqueólogo y descubrir cosas, ese adolescente que quería ser científico e inventar cosas, pues esas cosas las he metido en la música. Ese espíritu primigenio sigue vigente, pero en otro terreno que es el de la música. No puedo ser más feliz. ¿Cómo pagas estar pleno haciendo lo que te gusta?

(Entrevista publicada el día de hoy en "Acordes y desacordes" y que realicé para el sitio de música de la revista Nexos)

domingo, 10 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "A Salty Dog" de Procol Harum


 
Un gran disco de Procol Harum, su opus No. 3, lleno de finura y exquisito buen gusto, pleno de poesía en sus letras y de espléndida música con el gran Gary Brooker a la cabeza de la agrupación británica (no sé por qué durante muchos años pensé que era canadiense). Una joya de 1969.

sábado, 9 de marzo de 2019

Cámara húngara: Cien días de necedad

Como una paráfrasis de la novela que no pergeñó Francisco García Márquez (tal como nombró el H. Congreso del Estado de Veracruz, de mayoría morenista, a Gabriel García Márquez, quien, él sí, escribió el largo relato que determinó en la literatura hispanoamericana al llamado realismo mágico), así he intitulado hoy a mi columna: “Cien días de necedad”. Porque eso han sido estos primeros cien días de gobierno lopezobradorista: un caudal cotidiano de desaciertos producto del capricho, la ocurrencia, la improvisación, la ignorancia, la incultura, la tontería, la patanería, la zafiedad, la rusticidad y la más fatua, anticuada, altanera, soberbia y magalomaniaca de las terquedades. Días necios de un gobierno necio dirigido por un líder necio (no en vano, durante la campaña su mujer le dedicó una canción –con video incluido– en el cual ella misma interpretó la canción “El necio”, de Silvio Rodríguez; hoy ya conocemos las consecuencias de esa necedad).
  Alguien me preguntaba hace unas semanas si en verdad no veía yo algo bueno, algún logro por pequeño que fuese, de la llamada Cuarta Transformación. Juro que lo pensé y lo pensé y por más que escarbé en la memoria (y hasta en Google), no encontré algo concreto, un solo resultado plausible, por el cual pudiese felicitar a este gobierno.
  En primer lugar porque, a lo largo de tres meses y pico, el presidente de la república todavía no ha empezado a gobernar. Habla, sí, todos los días, en sus malhadadas conferencias mañaneras. Habla para prometer, para justificar, para condenar, para acusar, para vilipendiar, para pronunciar frases huecas, para hacer simplones chascarrillos. Pero no se ve por lado alguno que él y su delirante y esperpéntico gabinete estén dedicados realmente a la gobernanza del país. Y mientras tanto, la economía va en caída libre y la inseguridad y la violencia van en alza angustiante. Y mientras tanto, se pierden más y más empleos. Y mientras tanto, las calificadoras internacionales nos certifican a la baja. Y mientras tanto, la famosa lucha contra la corrupción se contradice con los escándalos de los propios integrantes del gobierno o con acciones como las compras sin licitación y las adjudicaciones directas. Y mientras tanto, se eliminan apoyos a las estancias infantiles, a los refugios para mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar y a los enfermos de VIH, cáncer y otras enfermedades graves. Y mientras tanto, se lanza una embestida, avalada y promovida verbalmente por el propio presidente, en contra de las organizaciones civiles y de un importante diario de circulación nacional. Y mientras tanto, se busca debilitar a los contrapesos. Y mientras tanto, se entrega (al menos durante cinco años) la Guardia Nacional a los militares, con quienes parecería existir un pacto oculto, un acuerdo secreto y comprometedor que los mexicanos no conocemos. Pero eso sí: se decidió otorgar 350 millones de pesos a Probeis, un organismo que supuestamente impulsará el beisbol en México. ¿Por qué? Porque es el deporte favorito del presidente y éste ha planteado la muy patriótica meta de que dentro de seis años tengamos a 80 peloteros actuando en Grandes Ligas. El sueño de Andrés.
  Así pues, en medio de la más absoluta incertidumbre, a pesar de las porras estultas de muchos de los aplaudidores del gobierno, estos cien días parecen mostrarnos que vamos directo a un régimen autoritario, estatista, cerrado, moralino, de libertades acotadas y clientelismo descarado.
  Y a pesar de ello, muy en ciernes todavía, parece que va surgiendo una oposición más allá de los hoy debilitados, lamentables y casi desaparecidos partidos políticos. Hay una lucecita de esperanza, no todo está perdido.

viernes, 8 de marzo de 2019

Ter

Descubrí a una youtuber española llamada Ter que es una joya, lo mismo hablando de arquitectura  que de cultura pop (busquen sus videos sobre Kanye West o Rihana) o de música. Inteligente, cínica, irónica, guapa... Su video en defensa de los millennials es de antología.

jueves, 7 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Last Exit" de Traffic


El primer disco que escuché de Traffic en mi primer encuentro con ciertos cigarrillos, cuando tenía 14 años. Ello sucedió en 1969, mismo año en el que apareció esta maravilla, mitad en estudio y mitad en concierto. El lado B, con dos largas piezas "en vivo" me sigue alucinando tanto como aquella primera vez que lo oí, en especial la voz y el órgano Hammond de Stevie Winwood. Ya no recuerdo cómo fue que este ejemplar, en edición mexicana, llegó a mis manos (creo que mi hermano Sergio me lo regaló en algún momento), pero lo tengo desde hace décadas. Discazo.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Sobre dadivas y pesca

¿Conocen aquella historia del sabio que enseñó a pescar a las personas en lugar de regalarles pescado, con el fin de que fueran libres, se valieran por sí mismas y no dependieran de otros? El nuevo gobierno no la conoce o finge no conocerla; por eso regala pescado y no le interesa que la gente aprenda a pescar, para que dependa de sus dádivas, no se valga por sí misma y jamás sea libre (y aparte le dé sus votos). Eso es lo que está detrás de los programas asistenciales, no la bondad de un gobernante supuestamente preocupado por acabar con la pobreza. Al contrario, la pobreza tiene que seguir existiendo, para que persistan esos programas y con ellos la compra de votos que lo mantengan en el poder.

martes, 5 de marzo de 2019

Grandes discos de 1969: "Get Ready" de Rare Earth


El segundo álbum de Rare Earth, luego de su disco debut Dreams/Answers de 1968. Es este uno de los únicos grupos blancos (si no es que el único) firmado por Motown Records. Su gran éxito, la espléndida "Get Ready", ocupa todo el lado B a lo largo de sus 21 minutos y medio y hay una versión magnífica de la clásica "Tobacco Road". Claro, también salió en 1969, hace 50 años.

lunes, 4 de marzo de 2019

Hugo García Michel: la brecha del editor


Has dicho que escribes como si fueras un músico de jazz. ¿Podrías desarrollar esta idea?
Me refiero a que al empezar a escribir tengo un tema central, pero no planeo una estructura para desarrollarlo. Las palabras y las reflexiones (o la narración, si se trata de un texto literario) me van saliendo como si interpretara un solo de piano, de sax o de guitarra en una pieza de jazz. Es una improvisación que sale de no sé dónde, pero que normalmente sale bien.

¿Cómo aparece en tu vida el personaje de Esteban Leyva?

Cuando escribí mi novela Emiliano (Ediciones Beso Francés, 2017) no quise hacer una biografía lineal que pudiera resultar cansina y aburrida. Se me ocurrió entonces crear un personaje ficticio que jugara el papel de contrapunto amistoso con don Emiliano García y me inventé a un periodista de 27 años que en 1921, cuando da inicio la novela, trabaja como reportero para el periódico El Universal. El personaje tiene vida propia y vemos sus peripecias profesionales y sentimentales en la Ciudad de México durante los años veinte del siglo pasado, una época, la post revolucionaria, muy rica en lo artístico y lo cultural. Se trata en realidad de mi alter ego y lo nombré Esteban porque así se llama el personaje de una novelita infantil que escribí cuando tenía 17 años. El apellido Leyva es en homenaje a mi querido amigo, el periodista Ciro Gómez Leyva.

Tu abuelo, Emiliano C. García, se significó como hombre de lucha, defendiendo a las víctimas de las fatídicas cuerdas y fue miembro del Partido Liberal, fundado por los hermanos Flores Magón, primeros anarquistas en México. ¿Qué representa todo esto para ti?
Representa antes que nada un orgullo. Como soy un crítico de Andrés Manuel López Obrador y de su partido, Morena, mucha gente me acusa de derechista. Pero yo me considero un hombre de izquierda y siempre lo he sido. Incluso milité en el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) que presidía el ingeniero Heberto Castillo, el único político por el que pondría las manos al fuego. En ese partido había una gran influencia ideológica de los Flores Magón. Soy de izquierda, soy liberal y soy demócrata. Por tanto, comulgo con todo lo que fue mi abuelo como luchador social antes, durante y después de la revolución mexicana.

Asimismo, Emiliano García fundó, a la par de Regeneración, varios periódicos de combate, labor que continuaste al instituir La Mosca en la Pared, una revista de combate, pero al “rockcito" nacional. Todo está en la sangre. Háblame de ello.
Bueno, mi abuelo más que fundador directo de Regeneración era uno de los miembros del Partido Liberal magonista que repartía clandestinamente ese periódico en su pueblo natal, El Fuerte, Sinaloa. Lo que sí fundó y dirigió posteriormente, en aquel mismo lugar, fue el periódico El Reporter, que de muchos modos continuaba con la tendencia de Regeneración. Sí creo traer en la sangre la vocación periodística de mi abuelo. En la secundaria publiqué un efímero periodiquito satírico que se llamaba El Embute y en el que yo hacía todo, hasta imprimirlo con tinta y stencil. Ya en 1979, hace justo 40 años, ingresé en el medio editorial y empecé a hacer periodismo profesionalmente, hasta llegar a dirigir mi propio medio, caso de La Mosca que, más que un medio de “combate” al rock hecho en México, quiso ser una revista que realizara periodismo musical de una manera crítica, profesional, profunda, respetuosa del idioma español y con las suficientes dosis de humor y sarcasmo.

¿Qué datos conoces de la guerrilla “Leales del Fuerte”?
Muy pocos. Prácticamente los que vienen en la novela: que fue un grupo de unos cien nombres que encabezaba mi abuelo Emiliano y que luchó al norte de Sinaloa, usando ciertas tácticas guerrilleras, contra el ejército de Victoriano Huerta.

Háblame de ese personaje solitario que es Humberto Gazca en Matar por Ángela (1997). Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción, cuánto había de celos hacia "El Animal" (baterista de Maná), cuánto de resentimiento a los botellos (Botellita de Jeréz) y cuánta animadversión a Todos tus Muertos.
En realidad no entiendo lo de las referencias al baterista de Maná, a Botellita y a Todos tus Muertos, ya que ninguno de ellos aparece en mi novela, ni siquiera de manera disfrazada. Si dividimos la novela en tres partes, el rival de amores de Gazca en la primera es “El Piporro”, percusionista del grupo ficticio La Móndriga Crisis. Ya el lector dilucidará a qué músico y a qué grupo satirizo. En las partes segunda y tercera, los rivales son respectivamente un periodista y un punk español que quiere ser empresario y abrir un bar en el DF. Humberto, al igual que Esteban Leyva, es también mi alter ego.

“Tu editor es a la vez tu jefe y tu compañero sentimental: sin él no eres nada, pero no podrás evitar odiarlo”, escribe Joël Dickler en La verdad sobre el caso Harry Quebert (2012). ¿Cómo es que te conviertes en editor y qué hay de cierto en esta frase?
Lo de la frase es bastante cierto. He tenido diferentes relaciones de amistad con los muy diversos editores con quienes he trabajado a lo largo de mis 40 años de carrera y como editor, también he tenido todo tipo de colaboradores. Ha habido de todo con ellos (y con ellas): amistad, afecto, incluso amor, pero también desavenencias y hasta rencores que perduran hasta el día de hoy. ¿Cómo me convertí en editor? Por el camino largo: aprendiendo el oficio desde el principio, cuando entré a trabajar como redactor en la mítica Editorial Posada, justo en 1979. De redactor pasé a jefe de redacción y luego a director de la revista Natura. Editorial Posada fue mi escuela, mi universidad, el lugar en donde aprendí el oficio de editor de revistas, pero también el de corrector de estilo y el de periodista que luego desarrollé en diversos diarios y revistas hasta fundar La Mosca en la Pared en 1994 y dirigirla hasta 2008. Luego la refundaría efímeramente en 2013-2014.

¿Cómo surge la leyenda “en este número no escribe Carlos Monsiváis”, que lució la portada de La Mosca en la Pared en sus primeras entregas.
En realidad fue un chiste que se me ocurrió de repente. Desde hacía tiempo, toda revista nueva que aparecía, de tipo cultural o político, buscaba la bendición de Monsiváis y era casi de rigor pedirle una colaboración para el primer número. Yo me negué a caer en lo mismo y con la gente que hacía La Mosca decidimos hacerlo evidente y poner en portada la leyenda: “En este número no colabora Carlos Monsiváis”. Se convirtió en un sello de la revista. Luego supe que Monsiváis se enfadó, aunque cuando estábamos por sacar el ejemplar número seis, me llamó para decirme: “Oye, ya que están usando mi nombre, al menos invítame a colaborar”. Me pareció un buen detalle el suyo, me ablandé y le propuse entonces una crónica sobre el slam que se practicaba en la periferia del entonces Distrito Federal y aceptó hacerla. Por desgracia o por fortuna, no lo sé, la revista fue suspendida en esos días por los dueños de la editorial. Era julio de 1994, volveríamos a aparecer hasta principios de 1996 y decidí que era mejor continuar sin la aportación del Monsi. Por cierto, en mi novela Matar por Ángela hay una situación en la que el nombre de Carlos Monsiváis juega un papel importante dentro de una confusión de personalidades.

Convérsame de “Un hilito de sangre”, la columna de Eusebio Ruvalcaba; ¿qué anécdotas recuerdas de él?
Cuando conocí a Eusebio, siendo ambos colaboradores de la sección cultural del diario El Financiero, en los años noventa, nos hicimos buenos amigos y lo invité a colaborar en La Mosca con una columna en la que escribiera de lo que se le pegara la gana. Así nació “Un hilito de sangre” (él quería que la columna se llamara “¿O no?”, pero lo convencí de usar el título de su novela más famosa y creo que funcionó). Tengo varias anécdotas con Eusebio, quien por aquellos días vivía a cinco minutos de mi casa, en la tlalpeña calle de Once Mártires, en la delegación (hoy alcaldía) más sureña de la capital. Con frecuencia nos reuníamos a desayunar. Él era muy bohemio, pero nunca me llegué a tomar un solo vaso de licor con él. La única vez que lo vi pasado de copas fue en el Foro Alicia, una noche en la que se presentaba un libro suyo. La presentación se retrasó tanto que, a la hora de la misma, él y los demás ponentes (entre ellos Carlos Martínez Rentería) ya estaban totalmente ebrios. Todo fue muy cómico. Al final estaba convenido que yo tocaría al frente de mi grupo de blues, Los Pechos Privilegiados –y así fue– pero Eusebio se disculpó conmigo y no pudo quedarse a vernos, debido a su evidente estado de embriaguez. Ni hablar.

¿Fuiste víctima de algún atentado por escribir en contra del “rockcito nacional”?

Ja ja, no. Fuera de miles de insultos, mentadas e improperios, jamás he sido atacado físicamente. Ni siquiera me han encarado para reclamarme. Una vez, en las instalaciones de la desaparecida disquera BMG-Ariola, me topé en un corredor con Pacho, el baterista de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. Alguien me había advertido que Pacho había dicho que el día que me viera me iba a “romper la madre”, por las críticas que había hecho yo al grupo. Cuando lo vi al otro extremo de aquel pasillo y caminamos uno hacia el otro, como si de un duelo de película del oeste se tratara, me preparé para cubrirme por si me lanzaba un puñetazo o una bofetada. Nada de eso: al estar a dos metros de distancia, abrió sus brazos y me dijo: “¡Hugo, qué gusto verte!”. Nos dimos un abrazo. Creo que fue la ocasión en la que estuve más en “peligro”.

¿Volverá La Mosca?
Yo había jurado que después del fracaso de la revista Mosca en 2013, jamás volvería a intentar su publicación. Pero ya ves cómo es eso de los vicios, uno siempre recae en ellos.

(Entrevista que me hizo Mixar López para la edición en español del diario estadounidense Los Angeles Times)

sábado, 2 de marzo de 2019

Cámara húngara: AMLO contra el pueblo bueno

Los desatinos continúan, día tras día, uno tras otro, sin solución de continuidad. Con cero autocrítica y mucha, demasiada soberbia, el gobierno parece empeñado en cometer el mayor número de barbaridades en el menor tiempo posible. La falta de inteligencia es abrumadora y todo resultaría cómico de no apuntar hacia algo terriblemente trágico y desastroso.
  Ya no es sólo el ataque contra todo lo que parezca conservador o fifí, ya no es sólo la acometida hacia todo lo que huela a neoliberal o producto de la antigua mafia en el poder. Ahora los embates van también contra quienes votaron por Andrés Manuel López Obrador y lo llevaron a la presidencia de la república, los golpes empiezan a lastimar al llamado pueblo bueno.
  En su desesperación por recuperar de donde sea y del modo que sea los miles de millones de pesos que se perderán debido a la necia y caprichosa decisión de cancelar las obras del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (apenas este jueves se tuvo que pagar 34 mil 700 millones a los tenedores de fibra del NAIM), el gobierno está en una enloquecida tarea para recortar dinero de donde se pueda. Por eso tantos empleados echados a la calle, por eso tantos programas y organizaciones civiles a los que se les están restando recursos de manera parcial o total.
  López Obrador y los suyos carecen de los fondos suficientes para echar a andar sus programas asistenciales y clientelares, esos que significan regalar dinero a la gente y con ello garantizar su lealtad política. Por ello, con el fin de obtenerlos, tienen ocurrencias tan delirantes como las muy recientes de quitar los subsidios a las estancias infantiles o a los refugios para mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar.
  ¿Por qué ese desprecio del presidente hacia las personas que votaron por él y por su partido? Incluso ha llegado a injuriarlos con desdén, como sucedió la semana antepasada, cuando llamó conservadores de ultraizquierda a los opositores de la termoeléctrica de Huexca, en Morelos. El menosprecio fue tal que ni siquiera detuvo la falsísima y teatral “consulta popular” sobre la planta energética, cuando a dos días de la misma fue asesinado arteramente el activista y líder popular Samir Flores. La insensibilidad mostrada por el primer mandatario recordó la que tuvo ante la extraña muerte de la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, o ante el supuesto suicidio del empresario coahuilense y socio del Grupo Soriana, Eduardo Bringas.
  ¿Qué sucederá cuando AMLO y sus incondicionales, con todo y la flamante Guardia Nacional,  se enfrenten a las seguras protestas de los habitantes del sureste mexicano que se opondrán a las obras del Tren Maya, el Corredor Transístmico o la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, con todo el impacto ecológico que estos proyectos causarán? No olvidemos que entre esos opositores está el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
  Ya Jorge Zapata González habló hace unos días del “mal gobierno”, expresión muy utilizada por su abuelo, el legendario “Caudillo del Sur”, Emiliano Zapata, cuando se refería a los ocupantes de Palacio Nacional. Sólo que Zapata González hablaba del gobierno actual. Paradójico sería que la administración de López Obrador provocara lo que no provocaron los llamados gobiernos neoliberales en lo que va de este siglo: una insurrección popular.

viernes, 1 de marzo de 2019

Avanzada

Lo que ustedes no sabían es que los departamentos de doña Olguita y de Espriu en Houston son parte de un plan patriótico de Morena, una avanzada para recuperar Texas.