jueves, 31 de diciembre de 2020

Fin de año


Hoy hace un año, nadie imaginaba lo que nos esperaba. Veíamos confiados y optimistas la llegada inminente del año 2020, el último de la segunda década del siglo XXI, aunque muchos lo miraban como el primero del tercer decenio (mas no entremos en polémicas bizantinas). Desde China llegaban ya las noticias del brote de un extraño virus, pero mientras cenábamos con la familia o los amigos para celebrar el nuevo año, la información nos resultaba tan lejana como ajena. Hoy sabemos que no fue lejana y mucho menos ajena. Tras nueve meses de pandemia y de confinamiento, el mundo es otro, nuestras vidas son otras. Cuando en febrero o marzo se vio que la cosa era peligrosa e iba en serio, se pensó que no duraría más de cien días; ya llevamos casi trescientos y nos encontramos en la cresta quizá más alta de la ola de contagios. Sin embargo, no todo es oscuridad. Ya existen varias vacunas contra el virus y en varias partes del planeta se han empezado a aplicar. También en México, aunque sea en muy pequeña escala y con la incertidumbre que trae el pésimo manejo que ha hecho el gobierno del problema. No queda más que esperar que, al menos en esto, no priven la ineficiencia y los intereses electoreros y clientelistas del señor que vive en Palacio Nacional y tiene al país al borde de la ruina.

  Pero en fin, hoy termina el infausto 2020 y a las doce de la noche arriba el 2021. El cambio de año ciertamente no es más que una convención simbólica, pero para nuestras mentes y nuestros ánimos representa una esperanza de cambio (cambio que nunca sucede, pero nos gusta pensar que sí). En lo personal, el año que se va no fue tan malo. Lo fue, claro, por el encierro, el miedo y el distanciamiento social. No he podido ver en persona a mis hijos, a muchos familiares y a mis amistades más queridas. Pero no me quejo. Como llevo más de treinta años trabajando desde casa, el famoso home office no me resultó algo nuevo. Casi no he salido a la calle y en nueve meses únicamente tomé el metrobús en tres ocasiones y para distancias cortas. Nunca salí a la calle sin cubrebocas y poquísima gente llegó a entrar a mi casa y en muy contadas ocasiones. Ahí vamos. El teléfono, el Whatsapp y el Messenger han sido medios para mantenerme en contacto con la gente que más amo y que más me importa. Sigo trabajando, sigo escribiendo y sigo leyendo mucho. También veo muchas series, películas, videos y futbol (ya me acostumbre a ver los partidos de las diferentes ligas sin público). El plan para lanzar mi disco cambió con la pandemia y los productores (mis queridos Iris Bringas y Jehová Villa Monroy) y yo tuvimos que sujetarnos a lo que imponen los nuevos tiempos: sacar canción por canción (los famosos sencillos), uno cada mes. Hasta ahora van cinco –que pueden buscarse y hasta comprarse en plataformas como YouTube, Spotify, iTunes, Amazon Soundcloud, Bandcamp y varios más– y en enero viene el sexto. Seguiremos en lo mismo mientras termina el confinamiento.

  No abundaré más. Sólo quiero desear a todos que 2021 realmente sea el año del retorno a cierta normalidad (los agoreros del desastre afirman que jamás volveremos a lo que era normal antes, pero ya se verá si es así) y que podamos reunirnos poco a poco con nuestros próximos y cercanos, con nuestros prójimos. Que la vacunación sea efectiva y se logre la inmunidad, a fin de que disminuyan los contagios y sus secuelas. Que para dentro de un año exacto, el 31 de diciembre de 2021, podamos recordar todo como un mal sueño que ya pasó y los abrazos vuelvan a darse sin temor alguno.

  Felicidades y mucha salud y trabajo para todos y para todas (para todes no). 


PD: 2021 es año de elecciones. Recobremos el equilibrio en el poder legislativo para que el autoritarismo no se imponga en este México que merece algo mucho mejor que ser sometido a los caprichos delirantes de una sola persona.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Triste y bellísima foto

 

lunes, 28 de diciembre de 2020

29 años

Un año más sin la presencia física de mi padre. Mi papá Johnny se fue un 28 de diciembre como hoy, en 1991, hace ya 29 años. Lo extraño, pero está cerca de mí y de las personas que amó. De eso no tengo duda.

domingo, 27 de diciembre de 2020

viernes, 25 de diciembre de 2020

Niu Yor, Niu Yor

Llevaba tiempo detrás de esta monumental historia novelada de Nueva York. Anoche me tocó en el intercambio virtual de regalos de la familia.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

martes, 22 de diciembre de 2020

¿Por qué apareció el jazz?

Terminé de leer Why Jazz Happened?, el estupendo libro de Marc Myers que a mi modo de ver es más que una mera historia del jazz. Editado por la University of California Press en 2013, lo leí en su versión original en inglés (desconozco si existe en español) y me fascinó desde un principio.

  El texto abarca desde 1917 –concretamente desde el 26 de febrero de ese año, cuando la Original Dixieland Jass Band (sí, Jass), una agrupación integrada en exclusiva por músicos de raza blanca, realizó en Nueva York la primera grabación de jazz de la historia, con los temas “Dixieland Jass Band One-Step” y “Livery Stable Blues”–, hasta el año 1972, con la consolidación del jazz rock y el jazz de fusión. Sin embargo, se asoma –así sea someramente– a lo que ha sucedido a partir de ese año y hasta principios del siglo XXI.

  Lo original de este libro es que Myers no se limita a recorrer la historia del jazz desde un punto de vista estrictamente musical, sino que contextualiza su desarrollo para mostrar cómo este fue respondiendo a los cambios históricos, sociales, culturales y tecnológicos que se dieron a lo largo de poco más de medio siglo. Desde la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos hasta la manera como fueron cambiando las técnicas de grabación, desde las luchas sindicales de los músicos hasta la forma en que influyó la electrificación de los instrumentos, desde los efectos de la Segunda Guerra Mundial y la postguerra en los músicos de jazz hasta la irrupción del rock ’n roll y la llegada de los Beatles a mediados de los años sesenta, desde por qué surgieron géneros como el be-bop y el hard-bop hasta por qué el jazz pasó de ser una música bailable y estruendosa en sus inicios a un género más íntimo e intelectualizado que se escuchaba sentado y en silencio durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Es un recorrido riquísimo el que realiza el volumen a lo largo de sus casi 250 páginas.

  Uno como lector habría querido, quizá, la propuesta de una discografía básica por parte del autor, pero se entiende que no era su intención manejarse en el mismo tenor de tantas otras historias del jazz. Como sea, un libro de prosa muy grata, lleno de interés informativo, con datos tan ilustrativos como sorprendentes; absolutamente recomendable para los interesados en este género.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Militares y chairolastras

Hoy hace tres años, entró en vigor la Ley de Seguridad Interior del gobierno de Peña Nieto que, según los chairos cantores, nos sumiría en la militarización. Nunca pasó eso. En cambio ahora, gracias al gobierno chairo, los militares tienen más prerrogativas y presencia que nunca en el país: apenas esta mañana, López anunció que las fuerzas armadas se harán cargo de tres aeropuertos en el sureste y de un tramo del Tren Maya. Lo curioso es que ante ello los chairolastras se quedan calladitos, calladitos.

jueves, 17 de diciembre de 2020

La buena boda

Segunda de la serie "Comedias y proverbios" de Eric Rohmer, fue la última que vi (así las programó Mubi, en ese orden). Es una cinta muy curiosa esta Le beau mariage (1982), sobre todo por el personaje de Sabine, divina y delirantemente interpretado por Béatrice Romand. Ella es una joven de 25 años que tiene un affaire con Simon, un hombre casado. Cuando se da cuenta de que él nunca va a dejar a su esposa, impulsivamente decide que tiene que casarse. En una boda, su amiga Clarisse le presenta a Edmond, un joven abogado de su edad y Sabine decide que él tiene que ser su esposo. Lo acosa, lo presiona, él se muestra ambivalente, hasta que todo termina como tenía que terminar. Todo un caso esa Sabine, pero qué delicia de película. 

martes, 15 de diciembre de 2020

El amigo de mi amiga

L'ami de mon amie (1987) es la última cinta de la serie "Comedias y proverbios", de Eric Rohmer, aunque la penúltima que yo vi en este ciclo que seguí por Mubi. Otra delicada obra de arte cinematográfica. Aquí, presenciamos una especie de juego amoroso a cuatro bandas, desarrollado entre la arquitectura funcional de la ciudad y el sereno paisaje de un lago. Blanche es una chica tímida y callada. Léa es extrovertida e impulsiva. Un día se conocen y se hacen amigas. Blanche no tiene novio, Léa sí. Es Fabien, un joven y atractivo deportista, pero a Léa no le gusta el deporte. En cambio, a Blanche sí. Léa es amiga de Alexandre, un hombre guapo que tiene más experiencia que Fabien. A Blanche le gusta Alexandre. A Léa también. Parece todo muy enredado (y de hecho lo es), pero también resulta muy divertido. Que modestamente grandioso es el cine de Rohmer.

lunes, 14 de diciembre de 2020

Annie Flores, pintora y dibujante mexicana

Nacida en Ciudad de México en 1993, la joven pintora y dibujante Annie Flores es egresada de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con la figura humana como eje central de su obra y campo inagotable de investigación, ha participado en numerosas exposiciones colectivas y proyectos de pintura mural, tanto en México como en Europa, donde sus cuadros han tenido presencia en la Feria de Arte de Bruselas (2018) y en la Galería Gaudí de Madrid (2018).
  Su obra analiza el fenómeno degenerativo del recuerdo, la recuperación de antiguas memorias y la forma de retardar el proceso del olvido. La descomposición, el análisis y la recreación del cuerpo humano y su entorno son los parámetros de reflexión que ejerce sobre la materia, las memorias y los sueños, en torno a la materialización de un pasado que ya no existe pero que sirve para comprender el presente, no sólo como las huellas de una presencia o la exaltación de la ausencia, sino también como una construcción de la identidad personal.
  La artista intenta establecer una conexión entre el acto de recordar, la acción de pintar y dibujar y el proceso de creación, todo por medio de una mirada poética.
  Melómana por naturaleza y crianza, Annie Flores nos cuenta cuáles son sus preferencias discográficas y musicales.

¿Cuál fue el primer disco que escuchaste?
Afortunadamente, desde pequeña escuché buena música en casa y lo que fuera que sonara me gustaba mucho. El disco que más recuerdo y cantaba completito era el Chronicle vol. 1 de Creedence Clearwater Revival. John Fogerty me parece uno de los más grandes en la música.

¿Cuál es el primer disco que compraste?
Fue a los siete años de edad, el Urban Hymns de The Verve, porque me encantaba la canción “Bitter Sweet Symphony”. También El Cascanueces de Tchaikovsky, porque iba al ballet y me obsesionaba con practicar todo el día.

¿Cuál fue el primer disco que le envidiaste a alguien por no poderlo tener?
A mi mejor amiga le envidié un disco que le trajeron de Inglaterra, cuando íbamos en la universidad. Era una antología de presentaciones en vivo y documentales de Björk que se llamaba The Television Archive. Tenía una presentación rosita súper bonita.

¿Cuál es tu disco favorito para manejar?
 Yo no manejo, pero para viajar me encanta escuchar el Great Ladies of Song, de Peggy Lee, y el Frank, de mi adorada Amy Winehouse.

¿Cuál es el disco que mejores recuerdos te trae?
Obvio mi infancia está marcada por la princesa del pop: Oops!.. I Did It Again, de Britney Spears. Recuerdo tardes completas con mi prima bailando sin parar ese disco completo, peinadas de “diadema”, ¡ja ja ja!

¿Cuál es el disco que más te avergüenza tener?
Me divierto mucho con mis “pecados musicales”. La verdad no me avergüenzan, pero el disco que no encaja entre mi playlist habitual es Colores de J Balvin.

¿Cuál es el disco que más  lamentas haber perdido?
El L.A Woman de The Doors. Lo perdí en un paseo de la secundaria, junto con mi discman. Fue fatal.

¿Cuál es el disco que adquiriste más recientemente?
Me fascina el género latin y mi última adquisición me tiene muy agarrada del oído: Dance Manía, de Tito Puente.

¿Cuál es el disco que más te ha influido en la vida?
Qué difícil. Hay tantos que me han tocado en lo profundo. Los primeros que se me vienen a la mente ahora son The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, de David Bowie, y Ekstasis, de Julia Holter.

¿Cuál es el disco que prefieres para hacer el amor?
Sweet & Sour, Hot y Spicy, de Ely Guerra. Sin duda.

¿Cuál es el disco que quisieras que tocaran en tu funeral?
Rush, de Eric Clapton, y la canción “I Love You More Than You’ll Ever Know” de Al Kooper, en la versión de Amy Winehouse.

¿Cuáles son los cinco discos que te llevarías a una isla desierta?
Anima, de Thom Yorke.
The Album Collection, de Amy Winehouse.
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, de David Bowie.
The Best of DJ Shadow.
Benny Goodman Concert Carnegie Hall 1938.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

domingo, 13 de diciembre de 2020

El rayo verde

Continuando con el ciclo de "Comedias y proverbios" de Eric Rohmer por el sitio de películas Mubi, hoy vi esa maravilla que es Le rayon vert (1986), la cual viene siendo la quinta y penúltima de la serie. En ella conocemos a Delphine (Marie Rivière), una joven secretaria parisina sin planes para sus vacaciones, después de que su mejor amiga las cancelara en el último minuto. Sola y triste, pero decidida a viajar, se lanza a la costa francesa. En el camino conoce a una chica sueca que intenta animarla pero que sólo consigue acentuar su sensación de soledad, hasta que su destino de repente da un giro inesperado cuando escucha algo a cerca de un maravilloso rayo verde que muy pocos han visto (no revelaré aquí de que se trata exactamente), pero que trae consigo una gran revelación. Entonces conoce a alguien y... Una joya de Rohmer.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Las noches de luna llena

Tercera película del ciclo "Comedias y proverbios" de Eric Rohmer que veo (aunque es la cuarta que se filmó). Otra delicia. Realizada en 1984, Les nuits de la pleine lune narra la historia de Louise (la singular  Pascale Ogier), una mujer joven e inquieta, que siente la necesidad de tener un espacio propio al margen de su posesivo novio. Para ello, alquila un pequeño apartamento en París. Convencida de que todavía no está preparada para la vida de pareja, la muchacha se embarca en una serie de relaciones superficiales, sólo para descubrir que uno no sabe lo que tiene hasta que lo ha perdido. Me gustó mucho, aunque no tanto como las otras dos que ya vi.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

La mujer del aviador

Sigo viendo el Mubi el ciclo sobre la serie de películas "Comedias y proverbios" que Eric Rohmer filmó durante los años ochenta del siglo pasado. Hoy terminé de ver La mujer del aviador (La femme de l'aviateur) que de hecho es la primera de dicha serie.

  Si la resumimos en pocas líneas, la cinta trata sobre un joven de 20 años (François, interpretado por Philippe Marlaud, quien poco después de su participación moriría trágicamente) que tiene una relación con una mujer un poco mayor que él (Anne, la peculiar actriz Marie Rivière) y de la que está muy enamorado. Un día muy temprano, la ve salir de su casa acompañada de un hombre y se dedica a seguir al tipo por las calles de París. He ahí la línea central del filme. 

  Siguiendo el estilo de las comedias de enredos, pero aderezada con algo de cine de espías (aunque el espía es un joven celoso que sigue a quien considera su rival de amores), la trama parte de un equívoco, pues el hombre a quien ve François con su novia en realidad acaba de romper con ella, debido a que está casado y quiere conservar su matrimonio, ya que su esposa acaba de quedar embarazada. Pero el muchacho no lo sabe y decide, sin saber bien a bien por qué y para qué, ir obsesivamente detrás de Christian (Mathieu Carrière), quien de hecho es el aviador del título. 

  Durante su misión de espía (que nos permite disfrutar de las hermosas calles del París ochentero), el chico se topa con una jovencita de 15 años, se hablan y ella decide acompañarlo en la aventura. La aparición de la preciosa Lucie (Anne-Laure Meury) le da un giro de gran frescura a la cinta, pues se trata de una muchacha llena de simpatía, inteligencia y belleza. Los largos y chispeantes diálogos entre ella y François resultan una delicia y no rompen en absoluto con el ritmo de la historia. Uno, como espectador, espera que entre los dos jóvenes "investigadores" se dé algún tipo de relación amorosa, pero sólo están juntos unas horas y ella termina por despedirse, ya que tiene que llegar a su casa para hacer las tareas escolares.

  Al final, François visita a Anne, le cuenta todo lo sucedido y ella lo trata de manera muy ambigua, en un curioso estira y afloja que termina haciendo que él se vaya del apartamento de su ¿novia? y decida ir a buscar a Lucie, sólo para toparse con una sorpresa que no esperaba y que no revelaré.

  Otra bella y sutil obra de Rohmer,

martes, 8 de diciembre de 2020

Si Lennon no hubiera muerto: imagina… a 40 años de su partida

Cuando en 1967 los Beatles incluyeron en el álbum Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band la canción “When I’m Sixty Four”, seguramente no imaginaron que sólo un par de ellos habría de llegar a los 64 años. Uno, el propio autor del tema: Paul McCartney. Otro, el menos brillante del cuarteto, al menos desde un punto de vista artístico: Ringo Starr.
  Los otros dos no corrieron con la misma suerte. George Harrison murió de cáncer en 2001, a los 58 años, mientras que John Lennon falleció víctima de la bala de un asesino en 1980, cuando apenas había cumplido 40.
  Este 9 de octubre de 2020, el autor de “Imagine” y “Revolution”, de “Mother” y “Happiness Is a Warm Gun”, de “God” y “Across the Universe”, habría celebrado sus 80 años y hoy, martes 8 de diciembre, se cumplen 40 de su desaparición física.
  Pero, ¿qué habría pasado si John Lennon no hubiera muerto?

Lo mejor estaba por venir

La famosa sentencia radical de Pete Townshend en su composición “My Generation” (“Prefiero morir antes que envejecer”) no se aplicaba a lo que Lennon pensaba y sentía en 1980. Meses antes de su inesperada y trágica muerte –baleado frente al edificio Dakota, donde vivía con su mujer, Yoko Ono, en pleno Manhattan, Nueva York–, en el disco Double Fantasy John cantaba en “Beautiful Boy (Darling Boy)” a su pequeño hijo Sean, de escasos cinco años: “Apenas puedo esperar para verte crecer / pero supongo que ambos deberemos ser pacientes / Sí, es un largo camino por transitar” (de esa misma canción es la famosa frase lennoniana: “La vida es justo eso que te sucede mientras estás ocupado en hacer otros planes”). Asimismo, a Yoko Ono le cantaba en “Grow Old with Me”, escrita también en 1980 pero aparecida en el álbum póstumo de 1984 Milk and Honey: “Envejece conmigo / lo mejor está por venir”.
  “Es duro creer que hoy él tendría 70 años”, comentaba hace una década Elton John, al ser interrogado sobre quien fuera su gran amigo. “Es difícil pensar que John se perdió la computadora personal, el Twitter. Me pregunto qué habría hecho con todas esas cosas que ahora nos resultan tan habituales. Pero siento que él hubiese aprovechado muy bien esas herramientas y las usaría de un modo revolucionario. Él seguiría estando a la vanguardia de todo”.

Los últimos 40 años con Lennon
A cuatro decenios de distancia de la muerte del ex beatle, la perspectiva del tiempo nos permite apreciar la enorme cantidad de cambios que ha sufrido el mundo entre 1980 y 2020. A pesar de su fecunda imaginación, parece poco probable que Lennon hubiese vislumbrado la caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y de casi todo el bloque socialista, el surgimiento de la Unión Europea y el nacimiento del euro como moneda única, la integración multirracial en Europa y buena parte de los Estados Unidos, el ataque contra las Torres Gemelas en la propia ciudad de Nueva York donde vivió y murió, la llegada a la Casa Blanca de un presidente afroamericano –y luego, de un presidente loco, racista y ultraderechista–, el acelerado deterioro ambiental, el amenazante calentamiento global y la delirante y destructora pandemia del Covid-19. Tampoco habría imaginado los extraordinarios avances tecnológicos y su uso en la vida cotidiana de buena parte de la humanidad: no llegó a conocer el disco compacto (difundido a nivel masivo a partir de 1981 y hoy prácticamente olvidado), la internet, los teléfonos celulares y mucho menos cosas como el iPod, la música digitalizada, el smartphone, el libro electrónico, las redes sociales, YouTube, la música, las series y el cine por streaming, etcétera, etcétera, etcétera.
  En cuanto a los géneros musicales, no llegó a saber del grunge, el britpop, el hip-hop, el trip-hop, la actual electrónica, el post rock, la world music, el alt-country, el llamado indie y tantos géneros y subgéneros que surgieron a lo largo de las cuatro décadas más recientes (incluidos el reggeaton y el k-pop), algunos de los cuales le hubieran resultado fascinantes (otros no tanto) y muy posiblemente habría incursionado en ellos.
  Sin duda, se sentiría orgulloso de la finísima música compuesta por su hijo Sean y casi de seguro seguiría abominando de los discos de Paul McCartney. Tal vez hubiera atemperado sus posiciones políticas cercanas a la ultraizquierda y en algún momento habría hecho migas con Barack Obama, lo mismo que con Bono (aunque quizá no le gustara del todo el protagonismo políticamente correcto del líder de U2). No lo veo en cambio contemporizando con Hugo Chávez, Evo Morales o Vladimir Putin).
  Hace algún tiempo, Yoko Ono comentaba que “en los viejos días, el rock era rock, el jazz era jazz, el avant garde era avant garde, lo clásico era clásico. Hoy, en cambio, los músicos lo mezclan todo y no les importa hacerlo. Es algo hermoso”. Lennon pensaría de manera muy parecida y lo más factible es que sus composiciones, de 1980 a la fecha, habrían sorprendido a propios y extraños por su apertura y su absorción de las nuevas tendencias. No resulta difícil imaginarlo en colaboraciones lo mismo con raperos y hip-hoperos como Public Enemy, The Roots, The Streets, Dr. Dre, Jay Z y Kanye West que con diyéis como Dan the Automator o Danger Mouse (le habría encantado el Gray Album, en el que este DJ combinó las canciones del álbum blanco de los Beatles con el hip-hop y la electrónica) o con grupos experimentales como TV on the Radio, Dirty Projectors o The Fiery Furnaces. Sin embargo, es presumible que también se habría acercado a gente como Damon Albarn, Jarvis Cocker, Paul Weller y hasta Noel Gallagher o que a principios de los noventa hubiera tenido una estrecha relación con Kurt Cobain y Eddie Vedder.
  No debemos descartar discos en colaboración con sus amigos de la vieja guardia como Bob Dylan, Neil Young, Eric Clapton, Elton John, Pete Townshend, Ray Davies, David Gilmour e incluso Mick Jagger y Keith Richards y filmaciones con Martin Scorsese, Woody Allen y David Fincher para Netflix o Amazon.
  Por supuesto que hubiese grabado con Yoko Ono (aunque tal vez a estas alturas podrían haberse divorciado), su hijo Sean y en una de esas hasta con su hijo Julian. Con McCartney llevaría una relación amable pero distante, aunque difícilmente se habría llegado a conseguir una reunión de los Beatles, incluso cuando George Harrison aún vivía.
  Imagino que Lennon seguiría viviendo en Nueva York, en el mismo edificio Dakota, y que mantendría su sentido del humor sardónico y mordaz, completamente irreverente. El FBI lo habría dejado en paz desde mucho tiempo atrás.
  Este 8 de diciembre, muchos músicos seguramente lo recordarán y conmemorarán su fallecimiento con diversas transmisiones de homenaje vía Zoom y otros servicios de videoconferencias. Mientras tanto, desde el cielo (¿o el infierno?) del rock, guitarra en mano y haciendo gala de su gran sentido del humor y la ironía, John cantará con voz sardónica y estentórea: “When I’m eiiiiiighty!”. Tan tan.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

lunes, 7 de diciembre de 2020

Las dos mejores noticias del año

Todo indica que el tercer álbum de The Warning aparecerá en febrero o marzo. Junto con lo de las vacunas, la mejor noticia en mucho tiempo.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

¿Por qué vale la pena vivir? (actualizado)

¿Por qué vale la pena vivir? Es una buena pregunta... Mmmm... Bueno, hay varias cosas que creo que hacen que valga la pena... Eh, ¿como cuáles? Bien, para mí... Mmmm... Yo diría... Los Hermanos Marx... por decir una... Mmmm... Manhattan y Annie Hall de Woody Allen... El cine de Francois Truffaut y el de Eric Rohmer... Las películas de James Cagney y de Jimmy Stewart... Mucho del cine hollywoodense de los años treinta… Mucho del cine mexicano de la Época de oro… Marilyn Monroe... Tin Tan... La música de Mozart y de Haydn... El blues... El buen rock... El jazz... Frank Zappa... Los Beatles... Los Kinks... The Who... Los Rolling Stones… Bob Dylan... Donovan… Led Zeppelin… The Warning… Oscar Wilde... Voltaire... Jorge Ibargüengoitia... Borges y Rulfo… Rojo y negro de Stendhal... Madame Bovary y La educación sentimental de Flaubert... Crimen y castigo y Los hermanos Karamasov de Dostoievsky… Anna Karenina de Tolstoi… Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz… La pintura de Modigliani y de Magritte y de Paul Klee... Seinfeld... Shameless US… Mis hijos Alain y Jan... Los libros que he escrito y los que aún quiero escribir… Mis canciones… Mi disco Nunca es tarde... El Barça, los Pumas de la UNAM y el futbol como una de las bellas artes... Messi... Tlalpan... París… México... Las tardes de noviembre... Mis guitarras… Mi antiguo depto... Las mujeres amigas… Las mujeres amantes… Las mujeres utópicas… La posibilidad de amar como si uno siguiera siendo un adolescente... La pasión, la entrega, la ternura, la libertad amorosa... Por eso y sólo por eso, sí que vale la pena vivir.

(Paráfrasis renovada de mi escena favorita de Manhattan, mi película favorita de Woody Allen, en la que el personaje de Isaac Davis –Allen mismo–, recostado en un sofá, dicta en una grabadora los motivos por los que él siente que vale la pena vivir)