lunes, 31 de agosto de 2020

Renato

 

domingo, 30 de agosto de 2020

Sustentables somos...

 


sábado, 29 de agosto de 2020

Qué tiempos aquellos, un recuerdo

Una fotografía de 1972, durante la filmación de la película satírica en Super 8 Qué tiempos aquellos (1973), dirigida por mi hermano, el cineasta Sergio García, con guion de mi autoría. 
  En la imagen, aparecemos con cuatro actores de la cinta: mi tío, el actor Alfredo Ayala (hacía el papel de un representante artístico), la actriz peruana Patricia Aspíllaga (como la Virgen María), Nino Gasteasoro (como Jesucristo de joven) y Héctor Abadié (en el rol de un proxeneta). 
  Fue una de las experiencias más divertidas de mi vida (próximamente contaré aquí de qué trataba el filme y la serie de incidencias que hubo alrededor del mismo). 
  Es por cierto la única película inconseguible de mi hermano.

viernes, 28 de agosto de 2020

10 temas clásicos de Deep Purple (+ 1)


Aunque pasó prácticamente inadvertido y suscitó muy pocos comentarios en los medios especializados del orbe, Deep Purple acaba de publicar un nuevo álbum en estudio: Whoosh! (Ear Music, 2020). Se trata de un buen trabajo. Nada comparable con los grandes discos clásicos del quinteto, bajo sus diversas y cambiantes formaciones a lo largo de más de medio siglo, pero es una obra que se deja escuchar con agrado, con buenos temas y una producción impecable, debida a Bob Ezrin.
  Conformado esta vez por Ian Gillan en la voz, Steve Morse en la guitarra, Roger Glover en el bajo, Ian Paice en la batería y el tecladista Don Airey –el mismo a quien el legendario Jon Lord llamó en 2002 para sustituirlo cuando se retiró del grupo–, Deep Purple refrenda de todos modos su grandeza como uno de los mejores grupos de rock de todos los tiempos.
  En homenaje a esta mítica agrupación británica, tan querida en nuestro país desde los años sesenta del siglo pasado, he aquí, por orden cronológico, una decena de sus composiciones más emblemáticas.
  Que las disfruten.

1.- “Hush” (del álbum Shades of Deep Purple, 1968). Ritchie Blackmore había trabajado como guitarrista de sesión desde mediados de los años sesenta, además de ser miembro del grupo instrumental The Outlaws. En 1968 formó a Deep Purple, al cual llamó al tecladista Jon Lord,  el bajista Nick Simper, el baterista Ian Paice y el vocalista Rod Evans, formación conocida como “Mark I”. En un principio siguieron los pasos de Vanilla Fudge, al tomar canciones de otras agrupaciones y transformarlas en versiones muy suyas. La mejor muestra de ello es su cover de “Hush”, composición original del cantante estadounidense de country Joe South. Blackmore y compañía convirtieron el tema en una explosión rocanrolera de tres minutos y lograron su primer éxito internacional. Una joya absoluta.

2.- “Black Night” (Sencillo, 1970). Si bien fue lanzada originalmente como single, esta pieza de famoso riff sería incluida en la edición conmemorativa de los 25 años del álbum Deep Purple in Rock. Ya con la mejor formación que jamás tuvo el grupo en su historia, la llamada Mark II, con Blackmore, Lord y Paice en sus lugares originales, más Roger Glover en el bajo y Ian Gillan en la voz principal, el tema representó una erupción aún mayor que “Hush” y el grupo se convirtió en  uno de los más importantes del planeta.


3.- “Child in Time” (del álbum Deep Purple in Rock, 1970). Tema épico por excelencia. Un tour de force que a 50 años de haber sido grabado, sigue sonando profundo, hipnotizante y poderoso. La voz de Gillan se escucha impresionante y las figuras del órgano de Lord son hoy un clásico, mientras que la guitarra de Blackmore es, como siempre, monstruosamente potente.

4.- “Speed King” (del álbum Deep Purple in Rock, 1970). El corte que inicia este álbum extraordinario con un caótico muro de sonido, antes de reventar con lo que algunos han visto como un tributo al rock and roll clásico. Una interpretación vertiginosa, rock a máxima velocidad, una aceleración a fondo que no se detiene durante los cinco minutos en que transcurre como una exhalación.

5.- “Fireball” (del álbum Fireball, 1971). Un tren fuera de control, otro tema híper rocanrolero impulsado por la velocidad en su máxima expresión. Aquí, la batería de Paice y el bajo de Glover alcanzan alturas insospechadas y nos conducen a lo largo de un viaje alucinante.

6.- “Highway Star” (del álbum Machine Head, 1972). La pista que abre el emblemático quinto LP de Deep Purple resume muchas de las mejores características y virtudes del grupo. Una canción que es como un auto desbocado, en la que cada uno de los cinco músicos demuestra estar en la cima de sus posibilidades instrumentales.

7.- “Smoke on the Water” (del álbum Machine Head, 1972). ¿Qué más se puede decir de este indiscutible clásico de la historia del rock? ¿Qué más se puede agregar para hablar de uno de los riffs más icónicos de todos los tiempos? La pieza central del Machine Head, con toda la historia que narra su letra, sobre el incendió que se produjo en el escenario del festival de Montreux, Francia, durante una actuación de Frank Zappa, es muy posiblemente el tema más emblemático del Purple, su mayor joya, su canción por antonomasia.

8.- “Woman From Tokyo” (del álbum Who Do We Think We Are?, 1973). Deep Purple ofreció ciertos atisbos de rock progresivo en esta composición inspirada por una japonesa a la que algunos de sus integrantes conocieron durante la gira que el grupo realizó por el País del Sol Naciente en 1970. Aunque la agrupación había alcanzado la cima con el Machine Head del año anterior, para 1973 empezaba a desmoronarse. De hecho, la grabación de este álbum fue muy conflictiva y eso se refleja hasta en el título del mismo: “¿quiénes creemos que somos?”. La formación “clásica” del quinteto desaparecería durante diez años y de algún modo “Woman From Tokyo” representó su temporal despedida.

9.- “Burn” (del álbum Burn, 1974). Debut de la tercera formación de Deep Purple, la Mark III. Ian Gillan y Roger Glover se habían ido y quedaban los tres integrantes primigenios del grupo: Jon Lord, Ritchie Blackmore e Ian Paice. A ellos se integraron David Coverdale (voz) y Glenn Hughes (bajo) y así la ruta púrpura prosiguió su camino. Otro gran riff de Blackmore para un tema impecable que se convirtió en un clásico instantáneo.

10.- “Perfect Strangers” (del álbum Perfect Strangers, 1984). Once años después de su desaparición, la formación Mark II volvió a unirse, así fuese de manera efímera, para producir un gran álbum, encabezado por esta enorme canción con todo el estilo purple. Otro estupendo tema de este disco es “Knocking at Your Back Door”.

10 + 1.- “Throw My Bones” (del álbum Whoosh!, 2020). No podía quedar afuera un corte del más reciente disco de Deep Purple. Sexagenarios y septuagenarios, tres integrantes del Mark II, más otros dos que en algún momento estuvieron en el grupo, hicieron este buen tema con letra de mensaje ambientalista. Después de 52 años, el sonido del grupo se conserva intacto. Aunque, hay que decirlo, hacen falta Jon Lord (quien falleciera en julio de 2012) y el fantástico Ritchie Blackmore, fundador primerísimo del histórico quinteto británico.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", la sección de música de la revista Nexos)

jueves, 27 de agosto de 2020

¿Messi a los Pumas?

Manchester City, Manchester United, Inter de Milán, Paris Saint Germaine... Muchos equipos están pujando para contratar a Messi. No sé que esperan los Pumas a fin de sumarse y lanzar su oferta. Podrían ofrecer a cambio la torre de Rectoría, la Biblioteca Central, todo Cultisur, el Museo del Chopo, las instalaciones de TV UNAM (Ackerman incluido) y el Auditorio mal llamado "Che Guevara", con todo y los impresentables que se hacinan dentro; claro, más una lanita.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Del rock polarizado (o de la lucha de clases en el rock que se hace en México)

Desde hace varias décadas, en nuestro país subsisten dos clases de rock clara y hasta clasistamente diferenciadas: la del llamado rock urbano que se hace en las periferias y la del rock comercial, pasteurizado y políticamente correcto que producen músicos de procedencias y posiciones más o menos acomodadas. ¿Son estas dos tendencias contrapuestas o complementarias? ¿Existe la lucha de clases en el rock surgido en estos lares? ¿Cuál de ellos podría ostentarse como el verdadero rock mexicano?

Cuando surgió el rock en México, a finales de los años cincuenta, sus primeros exponentes eran miembros de la entonces clase media ascendente y conservadora. Jóvenes preparatorianos o universitarios en su mayoría, con la capacidad económica suficiente para poder adquirir discos importados y, sobre todo, instrumentos musicales tan caros como eran en ese entonces las guitarras eléctricas, las baterías, los pianos, los micrófonos. Sin embargo, al mismo tiempo había otros muchachos de menor escala social, pertenecientes a la clase media baja y que también querían rocanrolerar.
Al respecto, cuenta Federico Arana en su clásico libro Guaraches de ante azul: “En 1958, Leda  Moreno le enseñó a Diego de Cossío un catálogo de la Casa Fender. Deslumbrado por aquellas maravillas, el ‘requinto’ de los Black Jeans le encargó al señor Engler de Casa Verkamp una guitarra Jazzmaster y un bajo Precition. Por su parte, los Crazy Boys se hicieron con unas liras Fender de color blanco que eran la envidia de los pobretones.
“Al poco tiempo, Los Teen Tops adquirieron una guitarra Gibson de modelo económico y Pepe y sus Locos del Ritmo se conformaron con un par de japonesas Guya. Los Sonámbulos tuvimos que sudar betún para sacar a crédito una Melody Maker y otro tanto debe haber ocurrido con los demás grupos. Todo esto lo apunto porque, lejos de cuanto suele decirse, los rocanroleros del 58 éramos clasemedieros con ‘domingos’ de cinco o diez pesos decididamente insuficientes para aspirar siquiera a una guitarra de Paracho”.


Yo no soy un rebelde

En las colonias residenciales de los centros urbanos nacionales —el Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey, Tijuana et al.— nació así una buena cantidad de agrupaciones influidas por el rock and roll de Elvis Presley, Bill Haley y sus Cometas, Gene Vincent, Duanne Eddy, Eddie Cochran, Buddy Holly, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison, los Everly Brothers y hasta el chicano Ritchie Valens. Sólo algunos conocían al principio a los músicos negros provenientes del rhythm and blues (Big Joe Turner, Lloyd Price, Larry Williams, Albert King y otros), pero la irrupción de gente de esa raza como Bo Diddley, Fats Domino y sobre todo Little Richard y Chuck Berry hizo que el rock and roll se impusiera en nuestro país y se tranformara en rocanrol.
En un principio, los entonces llamados conjuntos se dedicaron a copiar las canciones provenientes de la metrópoli y sólo un poco después comenzaron a adaptar las letras, de manera muchas veces ingeniosa, a la idiosincracia mexicana. Así, grupos como Los Teen Tops (con “La plaga”, “El rock de la cárcel”, “Lucila”, “Popotitos”), Los Locos del Ritmo (con “Pólvora”, “Aviéntense todos”, “Chica alborotada”), Los Rebeldes del Rock (con “Siluetas”, “Rock del angelito”), Los Crazy Boys (con “Leroy”) y un largo etcétera lograron medio nacionalizar al rock estadounidense, aunque la música no era propia (salvo algunas excepciones como “Yo no soy rebelde” y “Tus ojos” de Los Locos del Ritmo” o “Vuelve primavera” de los Blue Caps).
El rocanrol duró apenas unos años y con la irrupción a principios de los sesenta de los baladistas (varios de ellos provenientes de aquellos primeros conjuntos) como Enrique Guzmán, César Costa, Alberto Vázquez, Manolo Muñoz, Julissa, Angélica María, Paco Cañedo y otros, el rock derivó en melcocha y los pocos grupos desaparecieron o se refugiaron en el ostracismo. 


¡Avandarooooooo!

Para la segunda mitad de los sesenta, los músicos de rock en México seguían perteneciendo a la clase media (los instrumentos eran todavía económicamente inalcanzables) y sólo algunos cuantos provenían de la clase obrera. Casi sin excepción, todos cantaban en inglés y eso incluía las cada vez más abundantes composiciones propias. Para cuando llegó el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, en septiembre de 1971 (hace ya casi 50 años), la gran mayoría de las agrupaciones tenía letras en el idioma de Shakespeare (aunque parecían escritas en el lenguaje de Chespirito, dada su elementalidad). Grupos como Peace and Love, El Ritual, El Amor, La Tinta Blanca, los Dug Dug’s, Three Souls in My Mind o la banda de Javier Bátiz grababan en inglés, para un público citadino con los ojos y los oídos puestos en el muy buen rock que se hacía por ese entonces en los Estados Unidos y la Gran Bretaña y que se difundía en estaciones radiofónicas como Radio Éxitos, La Pantera o Radio Capital.
Pero con Ávandaro llegó el desastre. Gracias al escándalo amarillista desatado por diversos medios de comunicación, el festival fue satanizado y con éste los grupos y por supuesto el público roquero. Se acusó al rock de incitar a la sexualidad abierta, a las drogas, al alcohol y al desenfreno. El gobierno de Luis Echeverría adoptó una posición dura contra esta música, apoyada indirectamente incluso por intelectuales como Carlos Monsiváis, quien lanzó su célebre e infortunada sentencia sobre el surgimiento de “la primera generación de norteamericanos nacidos en México”. El género en el país pasaba así a la virtual clandestinidad y con ello se aproximaba el arribo de un rock proletario y marginal. 


Un chavo de onda

Si algo hay que reconocerle al Tri de Alejandro Lora (sí, el mismo grupo que se llamaba Three Souls in My Mind) es que se mantuvo en la pelea durante esa etapa negra para el rock nacional que fue la década de los setenta. A lo largo de esos años, esa música debió refugiarse en la periferia de las ciudades. En el caso del Distrito Federal, las pocas agrupaciones se quedaron sin espacios para tocar y debieron conformarse con los siniestros pero salvadores hoyos fonquis (nombre que muchos atribuyen al escritor Parménides García Saldaña, aunque otros le niegan el mérito).
Los hoyos eran lugares que reunían todas las condiciones para no presentar conciertos. Insalubres, inseguros, con pésimo audio, sin las mínimas condiciones para escuchar música, francamente peligrosos, fueron sin embargo la tabla de salvación para el rock hecho en México. Ahí hallaron refugio multitud de grupos, incluso algunas de renombre como los ya mencionados Dug Dug’s, Enigma y Javier Bátiz o Arbol, Viva México y Paco Gruexxo, quien regenteaba su propio hoyo fonqui en Tlatelolco. Entre los hoyos más conocidos estaban el Chicago, el Tlalpizahuac, el Herradero, el Mandril y el Revolución, localizados en Tepito, la Nueva Atzacoalco, Pantitlán y diversos puntos del Estado de México como Ciudad Neza.


La polarización

Ya en los ochenta y los noventa, la clase media y la clase alta volvieron a poner sus ojos en el rock nacional y muchos jóvenes buscaron conformar sus propios proyectos. Un nuevo boom comenzó por allá de 1988, sobre todo porque algunas disqueras, algunas radiodifusoras y la televisión “descubrieron” que después de todo el rock en español podía ser un buen negocio. Niños egresados de las escuelas activas y que vivían en colonias de buen ver (desde la Condesa, la Roma y la Del Valle hasta Polanco y Ciudad Satélite, en el caso del DF y el área metropolitana) formaron banditas que pronto lograron la oportunidad de destacar en los medios, al ser firmadas por las compañías grabadoras casi sin pensarlo, no sólo en la capital sino también en ciudades como Guadalajara y Monterrey. De ahí provienen Caifanes, Café Tacuba, Maldita Vecindad (a pesar de que se disfrazaban de proletarios), Neón, Kerigma, los Amantes de Lola, La Cuca, Maná. Fobia, Bon y los Enemigos del Silencio y muchos más. Era un rock bien producido, pulcro, impoluto, que consumía sobre todo la clase media y que nada tenía que ver con ese otro rock que permanecía en la periferia, con un sonido muy peculiar. Porque mientras el rock clasemediero tenía mucha cercanía con el pop argentino y español y con el rock norteamericano y el punk y el ska británicos, el desde entonces llamado rock urbano apostaba musicalmente por la elementalidad bluesera, aunque con un toque muy particular que le daba identidad y peculiaridad. Grupos como los Blues Boys, el Haragán, Isis, Tex Tex, Mara, La Banda Bostik, Trolebús y varios más mucho le debían al estilo de El Tri y algo asimismo al llamado rock rupestre de trovadores como Rockdrigo (ya para entonces fallecido), Jaime López o Rafael Catana (aunque había otras bandas como Rebel D’Punk y Atoxxico —¡en la que cantaba aquel tristemente célebre líder estudiantil universitario conocido como “El Mosh”!— que apostaban por un punk desaforado o Transmetal, Corruptor y otros que iban por el lado del heavy metal). Quedaba así marcada una división polarizada entre el rockcito para jóvenes de nivel socioeconómico medio y alto y el de los chavos hijos de la clase trabajadora y/o desempleada que carecían de medios suficientes y de disqueras trasnacionales que los voltearan a ver (pequeñas compañías mexicanas como Discos Gas o Discos Denver fueron de las pocas que les tendieron un lazo y apostaron por el mercado marginal).


A manera de apresurada conclusión

Para principios del nuevo siglo, la tendencia nacida a finales de los ochenta se mantuvo. El rockcito continuó en las grandes casas discográficas, los canales de televisión, las estaciones de radio y los medios escritos, con nombres como Plastilina Mosh, Austin TV, Vaquero, Zoé, Porter y un largo etcétera de agrupaciones conformadas por niños bien del DF, Guadalajara, Monterrey, Tijuana y una que otra ciudad más, jovencitos y no tan jovencitos que podían viajar al extranjero y hasta conseguir productores renombrados internacionalmente.
Del otro lado, el rock urbano continuó un poco en la sombra mediática pero con gran aceptación entre muchos seguidores, tal como lo confirmaban los multitudinarios conciertos de gente como Charly Montana (q. e. p. d.), El Haragán y Compañía, Tex Tex (con Lalo Tex, q. e. p. d.), Víctimas del Dr. Cerebro, Interpuesto, Sur 16, Mara, Heavy Nopal, Huízar, etcétera.
En medio de las dos partes había un gran espectro de bandas de surf, ska, punk y otros géneros que se acercaban a un lado o al otro. Hoy —a pesar de que el rock se halla en crisis, debido al peso de la industria que ha apostado por géneros tan discutibles como el hip-hop edulcorado o el reguetón—, la división sigue existiendo y conforma dos mundos, dos planetas, dos universos no precisamente paralelos sino en muchos aspectos contrapuestos. Son dos puntos que no se tocan y que difícilmente llegarán a tocarse alguna vez.
¿Porque cómo se podría conjuntar, por ejemplo, a Zoé con Los Cogelones, es decir, a la colonia Condesa con Ciudad Neza? Sólo en un disco tributo de algún grupo de cumbia o de banda.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

domingo, 23 de agosto de 2020

Bayern Munich, campeón de la Champions 2019-2020

Muy merecido triunfo del Bayern por la mínima. El París no estuvo mal, pero le faltó contundencia y Neuer, hoy por hoy el mejor portero del mundo, estuvo impasable, tapando todo. Extraña final sin público, pero no por ello falta de emotividad. En especial, me da gusto por Thiago Alcántara, jugadorazo que dejó ir el Barcelona.

sábado, 22 de agosto de 2020

Una foto adorable


Me encanta esta foto. Es de la noche del 1 de mayo de 2013. Fue una velada en casa de los Israeles (Israel Ramírez, Israel Pompa-Alcalá y un tercer Israel cuyo apellido desconozco), en la calle de Regina, en pleno Centro Histórico del todavía Distrito Federal. Aparecen tres amigas lindísimas: las hermosas pachuqueñas Tania Granados y Pamela RM y la chilanga Shanik Mota. Con la única que mantengo un contacto más o menos frecuente es con Pam. De Tania nada sé (ya no la tengo ni en Facebook) y con Shanik hace mucho que no hablo. Siete años ha.

jueves, 20 de agosto de 2020

Bromas pesadas

Las otras revistas odiaban a La Mosca porque de vez en vez les hacíamos bromas pesadas como ésta y no nos respondían "para no hacerles publicidad". Me encantaba hacerlos enojar. Esto lo escribí en 1997 o 98.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Chaplin y los hermanos Rodríguez (mis tíos)


Una foto fantástica. Año 1929, Hollywood, California. Charles Chaplin al lado de José y Roberto Rodríguez, pioneros del cine sonoro, cuando su sistema de sonido era contratado por los estudios de cine hollywoodenses. Sí, los mismos hermanos Rodríguez que hicieron historia en el cine mexicano al lado de su hermano Ismael y otros parientes. Por cierto, eran mis tíos, primos hermanos de mi mamá (ellos eran Rodríguez Ruelas y mi madre se apellida Michel Ruelas). 
  Imagen tomada de la página de mi sobrino José Rodríguez Mas (José Romay Jr.).

domingo, 16 de agosto de 2020

Nunca es tarde (Tercer comunicado)

Dicen que no hay plazo que no se cumpla y por fin llegó el día esperado desde que el 12 de enero de 2016 iniciamos las sesiones de grabación de lo que ya es una realidad: el disco Nunca es tarde, de Hugo García Michel, autor de la música y la letra de todas las canciones del larga duración.
  Cuatro años, siete meses y cinco días de trabajo. 38 sesiones de grabación con 39 músicos entre vocalistas e instrumentistas. Doce voces femeninas y siete masculinas. Seis guitarristas. Tres tecladistas. Cinco bajistas y contrabajistas. Dos bateristas. Tres percusionistas. Una flautista. Una violinista. Dos armoniquistas. Un saxofonista. Un trompetista. Un clarinetista. (Si las cuentas no les salen es porque hay quienes combinaron el canto y su instrumento). A eso sumemos las sesiones de mezcla y de masterización (esta última todavía en activo).
  Este lunes 17 de agosto, a las ocho de la noche, se podrá escuchar por You Tube el tema que elegimos como primer sencillo de este álbum de 16 composiciones. "Ángel o demonio" es el título de la pieza en la que participan José Manuel Aguilera (guitarra principal y voz), Claudia Arellano (voz y coros), Hernan Hecht (batería), Jehová Villa Monroy (bajo, guitarra y teclados) y Hugo García Michel (guitarra y voz). El arreglo, la ingeniería y la mezcla son de Jehová Villa Monroy. La masterización es de Arcadió Hernández. La producción de Iris Bringas, Jehová Villa Monroy y Hugo García Michel.
  La letra habla sobre el enamoramiento que nos hace aferrarnos a una persona que puede ser benigna o maligna (un ángel o un demonio) y de cómo solemos desoír y desafiar las advertencias de quienes nos dicen que esa persona no nos conviene.
  Queda hecha la invitación para que escuchen "Ángel o demonio" a partir de las ocho de la noche de este lunes. Antes, a las 7:10 horas, habrá un streaming en directo por Facebook, para platicar cómo se gestó la canción, cómo fue la grabación y algunas sabrosas anécdotas alrededor del tema. Los esperamos en la transmisión.

sábado, 15 de agosto de 2020

Benedeteando

Hace más o menos seis años escribí lo siguiente en mi página de Facebook:

"Hay momentos en la poesía de Mario Benedetti en los que se acerca peligrosamente a las cursilerías de manual de superación personal de Paulo Coelho".

Uno de los comentarios que más me gustó es el de Juan José Reyes que a la letra decía:

"El verdadero problema con MB no es que sea cursi. El asunto es que pasa por ser un muy buen escritor cuando no es más que un escritor cursi. ¿Qué lectores somos que nos engañamos tanto? Tal es el problema. Insisto, pues: Benedetti a nadie le importa realmente en el mundo literario; lo que sucede es que es un escritor seguido, disfrutado, elogiado, admirado por lo que se llama el gran público. En el fondo, todo esto no parece ser más que una coa de marketing ideológico. Un ejemplo aparte: en cuanto a ese gran público se le recordó con énfasis que Jaime Sabines era también un político priista, las ventas de sus libros menguaron. Nadie lee en nuestros días al gran narrador Agustín Yáñez, no porque no sea un gran escritor sino porque estaba en la SEP en 1968. Benedetti sabía lo que hacía. Construyó su propio mito con eficacia".

Impecable.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Generación vidriera

Hubo un tiempo en este país en que el sentido del humor era bien visto por las izquierdas y el progresismo. Hoy día, se le considera cosa reaccionaria y políticamente incorrecta. Lo de ahora es sentirse indignado. Mostrarse amargado y ver todo negro es cool.

martes, 11 de agosto de 2020

Un singular telegrama

Me encontré este telegrama que le enviaron a mi mamá el 5 de octubre de 1944, es decir, el día que se casó con mi papá. Por si no se alcanza a leer, a la letra dice: "Que sea una alfombra de flores la vida que inicias hoy". Los remitentes son Aurora y Agustín S. Ortiz (ni idea de quienes sean). Como curiosidad adicional, el documento que está por cumplir 76 años de emitido trae un sello que dice "TLALPAM, D.F.". Sí, con letra eme final, como se le decía también a mi pueblo natal. Mis padres se casaron, por cierto, en la iglesia de San Agustín de las Cuevas, la que está frente al jardín principal del centro de Tlalpan.

lunes, 10 de agosto de 2020

Una foto con medio siglo

Una foto de 1970, cuando tenía quince años. De espaldas, quien fuera uno de mis grandes amigos en la secundaria No. 29: Chucho González Aguilar (¿qué habrá sido de su vida?). La foto la tomó mi hermano Sergio, en el Taller de Cine Experimental.

domingo, 9 de agosto de 2020

Nunca es tarde (segundo comunicado)

Como informé hace exactamente una semana, el primer sencillo de mi disco Nunca es tarde está muy cerca de ser dado a conocer. La estrategia para presentar el álbum (que contiene 16 composiciones mías y en el que participan cerca de 40 músicos, entre cantantes e instrumentistas de diferentes orígenes musicales) será la de ir publicando un sencillo cada mes, en lo que resta de 2020, para presentar el resto de los temas y el disco en su conjunto en febrero o marzo de 2021.
El primer sencillo saldrá el próximo lunes 17 de agosto, a las ocho de la noche, y se dará a conocer por diversos medios digitales y tradicionales. Se trata de la canción "Ángel o demonio", con letra y música de mi autoría, en la que participan José Manuel Aguilera (guitarra principal y voz), Claudia Arellano (voz y coros), Hernán Hecht (batería), Jehová Villa Monroy (arreglo, guitarras y teclados) y quien esto escribe (voz y guitarra). La presentación se hará en audio, en algunas plataformas, y en otras, además de las redes sociales, mediante un video-lyric.
Los invito a estar pendientes de este lanzamiento y de las sorpresas que se irán sumando a lo largo de este año.
Finalmente, más de cuatro años de trabajo de grabación (con grandes músicos cuyos nombres iremos develando con cada sencillo), ingeniería de sonido y mezcla (a cargo de Jehová Villa Monroy), masterización (a cargo de Arcadio Martínez) y producción (a cargo del propio Jehová Villa Monroy, Iris Bringas y Hugo García Michel) empiezan a rendir frutos. Espero que cada uno de estos frutos musicales sea de su agrado.

sábado, 8 de agosto de 2020

Con mis primos Espinosa Michel

Esta foto debe ser de 1966. Yo tenía once años y aparezco en la sala de la casa de mi tía Beatriz, en la calle Cuauhtémoc de la colonia Toriello, con sus tres hijos, mis queridos primos Espinosa Michel. De izquierda a derecha: Arturo, Javier y Dora (q.e.p.d.).

jueves, 6 de agosto de 2020

martes, 4 de agosto de 2020

Los Michel Ruelas en 1905 (o 1906)


La familia Michel Ruelas en 1905 o 1906. Están mi abuelo Fidencio, mi abuela María y cinco hermanos de mi mamá (quien nacería hasta 1922). El mayor es Andrés y la única niña ahí es Lucila. Los otros, deben ser Javier, Antonio y quizá Carlos o Fausto. En total fueron 13 hijos, mi madre la última (y la única que vive aún, a sus 98 años y medio).

domingo, 2 de agosto de 2020

Nunca es tarde (Primer comunicado)

De no haber surgido la pandemia del covid-19, con todas sus terribles secuelas, a estas alturas del año mi disco ya habría salido.
   Justo unos días antes de que se decretara el confinamiento, a principios de marzo, nos habíamos reunido con el masterizador del álbum y seguramente para abril ya hubiéramos contado con todo el material listo para darlo a conocer por diferentes vías.
   Todo se congeló primero y luego poco a poco ha ido volviendo a fluir. Las etapas de grabación y de mezcla ya se cumplieron, después de cuatro años y medio de trabajo. Lo que cambió fue la manera como iremos dando salida al material.
   Por lo pronto, puedo adelantar que el disco se llama Nunca es tarde, que contiene 16 composiciones mías, que en él participan cerca de 40 músicos entre cantantes e instrumentistas de diferentes orígenes musicales (desde el rock, el blues y el jazz hasta el folk, la trova y el flamenco), que lo produjimos Iris Bringas, Jehová Villa Monroy y yo, que la cuota de género se cumplió sin que particularmente nos lo propusiéramos (de hecho hay más mujeres participantes que hombres, sobre todo en las voces), que la portada ya casi está lista y que la estrategia será la de ir presentando algunos sencillos, uno por mes, hasta sacar luego todo el disco por ahí de febrero o marzo de 2021.
   El primer sencillo saldrá entre el 10 y el 15 de este mes y se dará a conocer por todos los medios digitales y tradicionales que permita el confinamiento. Dentro de unos días les hablaré concretamente de la canción elegida, la cual ya está masterizada y prácticamente lista y en la que participan tres invitados (un guitarrista y cantante, una vocalista y un baterista) de primerísimo orden.
   Hasta aquí el primer comunicado.

sábado, 1 de agosto de 2020

Alan Parker


Me entero con tristeza de la muerte de Alan Parker, uno de mis directores de cine predilectos y realizador de mi película de rock favorita de todos los tiempos: The Commitments, además de joyas como la extraordinaria Mississippi Burning, las olvidadas Birdie, Bugsy Malone y Shoot the Moon y la deliciosamente siniestra Angel Heart. Ciertamente su trabajo fue irregular. The Wall o Fame no me hacen particularmente feliz, tampoco Midnight Express y mucho menos Evita. Pero con "Misisipi en llamas", "Corazón satánico" y sobre todo "Los reyes del ritmo" (sí, esos títulos tan ridículos le pusieron en México a sus tres obras maestras que por fortuna conservo en DVD) basta para consagrarlo. Tenía 76 años al morir ayer en Londres, luego de padecer una larga enfermedad. Lo recordaré con admirativa emoción.