Hace más o menos seis años escribí lo siguiente en mi página de Facebook:
"Hay
momentos en la poesía de Mario Benedetti en los que se acerca
peligrosamente a las cursilerías de manual de superación personal de
Paulo Coelho".
Uno de los comentarios que más me gustó es el de Juan José Reyes que a la letra decía:
"El
verdadero problema con MB no es que sea cursi. El asunto es que pasa
por ser un muy buen escritor cuando no es más que un escritor cursi.
¿Qué lectores somos que nos engañamos tanto? Tal es el problema. Insisto,
pues: Benedetti a nadie le importa realmente en el mundo literario; lo
que sucede es que es un escritor seguido, disfrutado, elogiado,
admirado por lo que se llama el gran público. En el fondo, todo esto no
parece ser más que una coa de marketing ideológico. Un ejemplo aparte:
en cuanto a ese gran público se le recordó con énfasis que Jaime Sabines
era también un político priista, las ventas de sus libros menguaron.
Nadie lee en nuestros días al gran narrador Agustín Yáñez, no porque no
sea un gran escritor sino porque estaba en la SEP en 1968. Benedetti
sabía lo que hacía. Construyó su propio mito con eficacia".
Impecable.
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