viernes, 30 de junio de 2017

Para dártelas de entendido en rock (17)

Al Kooper, quien en 1965 tocó el órgano en la grabación original de "Like A Rolling Stone" de Bob Dylan, nunca antes había tocado ese instrumento (aunque sí el piano). De hecho, él había llegado al estudio con la idea de hacerse cargo de la guitarra, mas como la producción ya tenía para ello al extraordinario Mike Bloomfield, a Kooper no le quedó más remedio que ocuparse del teclado. Gran cosa, porque lo hizo de maravilla. Tanto así, que Dylan pidió que el órgano tuviera mayor volumen y ya todos conocemos los espléndidos resultados.

jueves, 29 de junio de 2017

Veintinueve

Hoy es su cumpleaños. 29 junios. No pude verla pero hablamos por teléfono y la felicité. Ya la invitaré pronto a cenar para festejarla. No hemos estado cerca desde hace semanas, pero la quiero.

miércoles, 28 de junio de 2017

Give ’Em Enough Rope

¿Un paso atrás? ¿Un retroceso con respecto a su primer disco (The Clash, 1977)? Muy posiblemente sí.
  El segundo álbum de los de Londres careció de la fuerza de su antecesor, a pesar de la participación del productor metalero de origen estadounidense Sandy Pearlman (Blue Öyster Cult, The Dictators), quien no pareció entender del todo las diferencias entre el punk y el heavy metal. No que se trate de un mal trabajo, pero uno hubiera esperado más, mucho más, después de las promesas incubadas en el primer disco de la banda.
  Hay aquí temas estupendos y llenos de rabia punkera (señalemos tan sólo los tres con los cuales abre el plato: “Safe European Home” –un canto a la nostalgia que sentían Jones y Strummer por su lluvioso y gris Londres, ya que las canciones de este disco fueron compuestas en Kingston, Jamaica, donde los dos músicos confesaron sentirse “como peces fuera del agua”–; “English Civil War” y la irresistible y muy popular “Tommy Gun” o incluso “Stay Free” y la subestimada “Guns on the Roof”), pero hay otros menos afortunados o que por lo menos no corresponden a lo que The Clash era capaz de crear (como “Cheapskates”, por ejemplo).
  La música seguía siendo la misma combinación de rock, punk y reggae, pero con ciertos rasgos de pop, mientras que las letras parecían obsesionadas con el tema de las drogas. Siendo benévolos, podríamos decir que Give ’Em Enough Rope (1978) es más bien una pieza de transición entre el explosivo álbum debut y su obra mayor, el extraordinario London Calling, con el cual la agrupación lidereada por Joe Strummer y Mick Jones estremecería al mundo.
(Reseña que escribí para el Especial de La Mosca en la Pared No. 20, dedicado a The Clash y publicado en mayo de 2005)

martes, 27 de junio de 2017

Bill Murray y la música

Principalmente conocido como actor y humorista, Bill Murray ha tenido siempre una relación muy estrecha con la música. Pocos lo saben pero, por ejemplo, durante su adolescencia fue frontman de un grupo de rock, The Dutch Masters, en su natal Evanston, Illinois.
  Hace diez años, al presentar la actuación de Eric Clapton en el Crossroads Guitar Festival que se llevaba a cabo en la ciudad de Chicago, tomó una guitarra e interpretó una muy curiosa versión de “Gloria”, la famosa y clásica composición de Van Morrison.
  En el muy divertido y recomendable libro Cómo ser Bill Murray, de Gavin Edwards, cuya versión en español ya puede conseguirse en México gracias al sello Blackie Books, se cuenta que fue Murray quien protagonizó, un tanto impensadamente, la primera actuación musical de un invitado en el programa Late Night with David Letterman. El hecho ocurrió durante la emisión del 1 de febrero de 1982, cuando al final de una delirante entrevista con el conductor, dijo que le encantaba hacer ejercicios aeróbicos y empezó a realizarlos mientras se ponía a cantar el tema “Physical” de Olivia Newton John.
  “Nos aprendimos la canción rápidamente y nos preparamos para que sucediera cualquier cosa” –dijo al respecto Paul Schaffer, director de la banda que amenizaba el programa de Letterman.
  Hace unos meses, el propio Schaffer grabó el disco Paul Shaffer and The World’s Most Dangerous Band, con diversos invitados. Murray fue uno de ellos al interpretar la alegre canción “Happy Street”, cuyo video animado puede verse en YouYube.
  En estos días, Bill Murray prepara un espectáculo de música y lectura de textos y poemas a su cargo, acompañado por un piano, un violín y un cello. Llamado New Worlds, el concierto tendrá su primera función el próximo 20 de julio en el festival Napa Valley, en California, y continuará por varias ciudades estadounidenses. En el mismo se incluyen algunas canciones interpretadas por el propio actor y música de Schubert, Bach y Astor Piazolla.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 26 de junio de 2017

Ensenada (resumen de viaje)

Gracias a los buenos oficios de la periodista y promotora cultural Estefania Ibáñez, el diario El Vigía, el colectivo La Covacha y algunos patrocinadores locales, estuve en Ensenada entre los días 21 y 24 de junio pasados, a fin de realizar algunas actividades que tienen que ver con mi oficio de periodista y escritor.
  Fue un viaje verdaderamente espléndido y una experiencia de esas que no se olvidan, gracias a la amabilidad de la gente, el entusiasmo de quienes asistieron a los tres eventos programados y la calidez propia de esta ciudad costera del estado de Baja California.
  Nunca antes había estado en Ensenada y para mí fue una muy agradable sorpresa descubrir lo que culturalmente ofrecen el lugar y su gente.
  Mi primer arrobamiento vino al conocer la Casa de la Cultura, en cuya galería se llevarían a cabo una charla, un curso relámpago y la presentación de mi novela más reciente.
  El edificio donde se encuentra este importante centro cultural ensenadense (me dijeron que este es el gentilicio correcto) es el que ocupó hace muchas décadas el hotel Riviera, suntuoso lugar que por allá de las décadas de los veinte, los treinta y los cuarenta del siglo pasado funcionaba como casino de alta alcurnia, al que acudían las grandes estrellas de Hollywood y en donde el mismísimo gangster de Chicago, el temible Al Capone, halló refugio en más de una ocasión.
  La gran casa de blancas paredes se encuentra en magníficas condiciones y hoy sirve para difundir la cultura entre los habitantes del puerto. Recorrer sus fantásticos salones y corredores es algo casi irreal, un verdadero viaje al pasado, y sus extensos jardines constituyen un envidiable remanso para le lectura, la charla o la meditación. En el mismo sitio está también el hermoso y antiguo “Bar andaluz”, en el que una placa informa que fue ahí donde el bartender David Negrete inventó “la popular bebida ‘Margarita’, a petición de la señora Margarita King Plant, dueña del entonces hotel, en agosto 21 de 1948”. Por supuesto que probé el célebre brebaje.
  Al mediodía del jueves 22, impartí una charla sobre periodismo cultural y musical que obtuvo una muy buena respuesta y la asistencia fue aún mayor en la tarde del mismo día, para el curso que di sobre historia comparada del rock. Quienes acudieron en buen número fueron muy atentos y participativos con sus preguntas, inquietudes y opiniones.
  El viernes 23 pude dedicarlo a conocer varios lugares de Ensenada, como el mirador que está en lo alto del Cerro del Vigía (con una vista monumental de la ciudad), el mercado negro de pescados y mariscos (en el que conocí la impresionante almeja “generosa” o “chiluda", de peculiar aspecto), la marina con sus yates y botes y algunas de sus playas. Por supuesto, me comí unas deliciosas tostadas de mariscos en las tradicionales “carretas” callejeras. Mis Virgilios en este paseo por el paraíso ensenadense fueron la ya mencionada Estefania Ibáñez y el excelente Manuel Quintero.
  Por la noche de ese día, se llevó a cabo la presentación de mi libro Emiliano, misma que estuvo a cargo del periodista Gerardo Sánchez García y la escritora Liz Durand Goytia. Fue otro de los momentos más cálidos y agradables de mi estancia, gracias al interés y el calor de los asistentes, entre ellos algunos connotados representantes del ambiente cultural local.
  Un viaje tan fructífero como interesante. Una estancia tan grata como ilustrativa. No me queda más que agradecer a quienes me invitaron y a las personas que pude conocer y con quienes de seguro acabo de iniciar una perdurable amistad.

domingo, 25 de junio de 2017

En casa

Anoche regresé de Ensenada. Un vuelo muy tranquilo, aunque desde que salí del hotel (Estefania pasó a recogerme), abordé el autobús a Tijuana, viaje por carretera una hora y media (todo el tiempo es de vistas espectaculares del Pacífico y de la enorme cantidad de villas lujosas que hay a lo largo del camino), llegué al aeropuerto (donde desayuné), esperé la salida del avión y aterricé en el ex DF, transcurrieron cerca de nueve horas. Una más si cuento el paso por la banda de equipaje, el pago del taxi y el transcurso de la Terminal 1 hasta mi casa.
  Fue un viaje muy bueno, muy agradable, aleccionador e instructivo. Ya me hacía falta salir. Mañana publico aquí mismo un resumen más detallado.
 

sábado, 24 de junio de 2017

Espías sin espuelas

Los lectores de generaciones más o menos veteranas recordarán aquella divertida serie televisiva llamada en México Espías con espuelas (su nombre en inglés era The Wild Wild West) que trataba sobre las aventuras de dos agentes del servicio secreto estadounidense, quienes en pleno salvaje oeste se dedicaban al espionaje para el gobierno del presidente Ulysses S. Grant.
  Era una serie tan emocionante como la de ese espía al que muchos adorábamos y que respondía al nombre de James Bond, el famoso agente 007. Eso para no hablar de aquella espía de leyenda que fue la enigmática holandesa Mata Hari.
  El espionaje existe desde hace varios siglos y no hay gobierno que no lo practique de una u otra manera. Hay espías rusos y norteamericanos, franceses y japoneses, chinos y brasileños. Hay espías al servicio del gobierno alemán y del gobierno argentino, del gobierno británico y del gobierno norcoreano. Obviamente, también hay espías o agentes de inteligencia al servicio del régimen mexicano. No sólo hoy. Los ha habido al menos desde que somos una nación políticamente independiente.
  Un reportaje del diario The New York Times acaba de denunciar que el gobierno de México espía a periodistas, activistas y defensores de los derechos humanos, mediante un sofisticado programa denominado Pegasus. La nota no ofrece más pruebas que vagas referencias sin datos concretos, pero eso es lo de menos. Si nuestro gobierno no practicara el espionaje, eso hablaría muy mal de él. El problema es a quién espía y si se comprueba que es a quienes se dice, la cosa es grave y se debe investigar.
  Lo que también veo es cierta doble moral en el asunto. ¿Se vale condenar el espionaje en México y justificarlo en Venezuela o en Cuba? Y el espionaje telefónico, ¿no ha servido acaso para alimentar a tantos periodistas de todos los colores, cuando sus fuentes les hacen llegar alguna grabación comprometedora que no dudan en publicar? En fin, meras reflexiones sobre el caso.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 23 de junio de 2017

Ensenada, día 2

La mañana estuvo dedicada a conocer diversos rincones de la ciudad. De ese modo, estuvimos en el malecón, la marina con sus yates, el llamado mercado negro (donde se consiguen los mariscos y pescados más frescos y donde conocí a la almeja "generosa" o "chiluda" que parece un gran pene), las playas (de agua fría) y el mirador en los alto del cerro del Vigia. Me tocó que saliera el sol y me pegué una buena quemada que puso mi piel de un rojo intenso. Mis guías fueron Estafania y Manuel.
  Ya en la tarde, luego de comer en un localito de comida italiana que patrocinó mi estancia, nos fuimos a la Casa de la Cultura, en cuyos hermosos jardines Estefania y Manuel me hicieron una larga y divertida entrevista que videograbó Jenny. Antes, recorrí los ibcreíbles y fastuosos salones y corredores de lo que fue el hotel casino Riviera en los años veinte y treinta. Espléndido lugar.
  De ahí, a la contigua Galería para la presentación de mi novela "Emiliano". Mis presentadores fueron el periodista local Gerardo Sánchez García y la escritora y poetisa Liz Durand Goytia. Fueron muy breves èro muy generosos. Luego hablé yo, hubo sesión de preguntas y respuestas y firma de ejemplares (vendí siete y regalé uno).
  Al final, con siete u ocho personas fui al bar del propio ex hotel Riviera, donde inventaron el famoso coctel Margarita y me tomé uno (nunca lo había probado). Muy rico. Fue un muy grato convivio con el que culminó el día.
  Me llevaron al hotel. Mañana regreso a la Ciudad de México.
 
 

jueves, 22 de junio de 2017

Ensenada, día 1

Primer día de actividades en Ensenada. A la una acudí a la Galería de la Ciudad que se encuentra dentro de esa maravilloso edificio que es la Casa de la Cultura de Ensenada, la cual fuera en los años veinte y treinta del siglo pasado el lujoso hotel Riviera. A esa hora di mi charla sobre periodismo cultural y musical, ante unos diez asistentes muy atentos y participativos. Todo muy bien. Al final, mi amiga Estafania me presentó a algunas personas, entre ellas su amigo y socio Manuel Quintero.
  Comimos tostadas de mariscos en una "carreta" y a las siete regresamos a la galería para dar el curso de historia comparada del rock. Hubo mayor asistencia y conocí a más personas, entre ellas Lauro Acevedo, a quien llaman el Poeta de Ensenada y es además un activo promotor cultural y literario.
  Ya en la noche, Estafania, Manuel y la esposa de éste, la linda Jenny, me llevaron a cenar a un lugar de hamburguesas que fue uno de los patrocinadores de mi viaje (ver foto). Mañana continuará el periplo.

miércoles, 21 de junio de 2017

Con rumbo a Ensenada

Hoy por la tardenoche viaje a Ensenada, Baja California, vía Tiuana. El vuelo fue por Volaris y estuvo muy tranquilo. Hizo tres horas exactas. Despegamos cerca de las ocho de la noche y aterrizamos a las nueve... hora local. En el aeropuerto me recogieron mi amiga Estefania (promotora y organizadora de mi visita, a quien al fin conocí después de mucho tiempo de ser amigos por Facebook) y una amiga suya, Mónica. En el carro de esta nos trasladamos de inmediato a Ensenada. Una hora y media por carretera con una neblina bastante densa. Llegamos cerca de las once y me instalé en el hotel Casa del Sol, en la zona turística del puerto. Estefania me llevó a cenar a un restaurancito cercano. Regresé al hotel y me acosté a dormir. Mañana jueves empiezan las actividades.

martes, 20 de junio de 2017

Fleet Foxes contra Café Tacuba

Las comparaciones pueden ser odiosas, pero a veces también resultan muy útiles. Por ejemplo, cuando queremos entender el por qué de las abismales diferencias que existen entre la música contemporánea que se hace en México y la de otras latitudes del orbe.
  Los músicos nacionales de rock suelen afirmar que sus obras se encuentran a la altura de las de cualquier parte del mundo, incluidos los países anglosajones. Como frasecita nacionalista es muy bonita, pero en realidad se trata de una declaración que no se sustenta en la realidad y que no aguanta un análisis comparativo.
  Veamos dos discos recientes: el Crack-Up de Fleet Foxes y el Jei beibi de Café Tacuba.
  Crack-Up es un disco de una finura exquisita, música de atmósferas pastorales, con armonías vocales de belleza exultante, melodías perfectamente construidas y una variedad de sonidos que sin embargo mantiene una unidad estilística a toda prueba. Letras misteriosamente poéticas y un alma que permanece ahí para transmitirnos los más diversos sentimientos y sensaciones. Una obra a la vez emocional y cerebral, inteligente e intensa. Un álbum que entre más se le escucha más cosas nuevas se le descubren. Un trabajo musicalmente serio y a la vez pleno de matices y frescura.
  Jei beibi (juro que así se llama) es un plato indigesto y sin identidad que intenta ocultar su medianía artística en la corrección política y la promiscuidad popera. Carente de atmósferas creíbles, con voces chillonas y desagradables, sus melodías son elementales y los arreglos apenas correctos (y no siempre). Las letras resultan obvias y en ocasiones panfletarias. La emoción se siente impostada, cursi y melodramática. No hay identidad musical y al final el disco va a ninguna parte. Puede escuchársele muchas veces, sin que eso nos lleve a descubrir algo que nos sorprenda. Un trabajo plano y repetitivo que termina por resultar aburrido y monótono.
  Pues sí, las odiosas comparaciones.

(Mi columna "Gajes del orificio" de hoy en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

domingo, 18 de junio de 2017

El hombre de mi vida

Hace algunos años estuvo de moda el filósofo italiano Francesco Alberoni, cuya mayor contribución fue la de hacer la distinción entre enamoramiento y amor. Yo no sé si exista tal diferencia. Lo que sí me queda claro es que, en términos amorosos, he vivido durante décadas en una terrible confusión. Por ejemplo hoy, en este momento de mi vida en el cual me acerco a cumplir (¡gulp!) mis primeras cinco décadas de existencia. Se supone que a estas alturas uno debería ser una persona madura, estable, serena. Y no. Para mi vergüenza soy exactamente lo contrario: inmaduro (sentimentalmente no he conseguido abandonar la adolescencia), inestable (puedo pasar de la calma al desasosiego en cuestión de segundos) y exaltado (no controlo mis sentimientos y una vez montado en el descontrol emocional, soy como chivo en cristalería). Si a esto agregamos mi propensión a enamorarme de mujeres mucho más jóvenes que yo, la mezcla resultante es perfectamente explosiva.
 Infortunado como he sido en mis intentos por conseguir pareja, puedo jactarme de mi enorme suerte para rodearme de las mejores amigas del mundo. Si yo pudiera hacerme amante de todas ellas, sin duda lograría algo muy cercano a ese estado de realización espiritual al cual los budistas llaman el nirvana y los políticos mexicanos denominan hueso. No obstante, para mi desgracia todas esas bellas, graciosas, liberales y sensuales amigas mías –cuyas edades fluctúan entre los veinte y los treinta y tantos años y cuyos estados civiles incluyen a solteras, casadas y divorciadas (aún no me toca una viuda)– no me ven como a un posible compañero de cama con quien pudieran desfogarse y dar rienda suelta a sus más bajos y deliciosos instintos. Por el contrario, me ven como su “amigo” y ya sabemos que cuando una mujer nos considera de ese modo, las probabilidades de acostarse con ella se reducen prácticamente a nada.
  Con todo, gracias a esta tendencia mía a la cual las mentes moralistas calificarían como de asaltacunas, he podido conocer muchas de las maneras como las nuevas y no tan nuevas generaciones actuales contemplan temas siempre apasionantes como el sexo, la seducción, los celos, la pasión y, por supuesto, el enamoramiento y el amor.
 Pongamos un caso como ejemplo, el de mi amiga Almendra. Se trata de una mujer de treinta y dos años, guapa, inteligente, competente, simpática, pero con muy serios problemas para hacer que sus relaciones duren algo más de tres semanas. Durante los últimos seis meses –y no miento– le conocí cinco novios, a cada uno de los cuales denominó, sin dudarlo un segundo, como “el hombre de mi vida”. Es decir que en un lapso de medio año tuvo a media decena de hombres de su vida. Aún recuerdo la manera como me describía a cada uno de estos sujetos cuando recién los conocía e iniciaba una relación con ellos y la forma como los denostaba apenas terminaban. En brevísimo tiempo pasaban de la perfección total (“es tierno, dulce, detallista, trabajador, responsable, gran amante”) a la más absoluta patanería (“es desobligado, mujeriego, desaseado, flojo, burdo, indiferente, pésimo amante”). Y así fue con todos: con el cineasta, con el musicólogo, con el camarógrafo y con el locutor (adivinaron, Almendra vivía en la colonia Condesa).
  En estos momentos, mi hermosa amiga se encuentra en un pequeño pueblo de España. En un reciente viaje a Europa, conoció a un gallego que la enamoró y de quien de inmediato dijo: “Es el hombre de mi vida”. Se supone que van a casarse pronto y que ella se quedará a vivir allá, aun cuando tengo mis bien fundamentadas dudas al respecto. La verdad sea dicha, prefiero esperar a que transcurran las tres semanas de rigor.

sábado, 17 de junio de 2017

Humorismo y polaca a la mexicana

Los mexicanos solemos contemplar con negra fatalidad todo lo que tiene que ver con la política. Negros nubarrones se posan sobre nuestras cabezas cada vez que vemos, leemos o escuchamos algo que se relaciona con nuestros políticos. El pesimismo nos abruma. El enojo nos consume. La amargura nos pesa como una losa.
  Yo diría que, para evitar una depresión generalizada, tendríamos que contemplar a la polaca nacional con ojos más irónicos y menos iracundos. Porque si nos fijamos bien, estamos rodeados de acontecimientos políticos francamente cómicos, de una ridiculez tal que debería movernos a risa y no al enfurruñamiento, a la franca carcajada y no a la diatriba indignada y rencorosa. El sentido del humor es lo único que puede salvarnos De otra manera, estaremos condenados al fatalisno y al miserabilismo que nos inculcó una educación sentimental basada en las telenovelas y el cine mexicano más pueril y melodramático.
  Dos ejemplos recientes de comicidad política:
  1. El caso del video del ex alcalde de San Damián Texóloc, Tlaxcala, Miguel Ángel Covarrubias, quien se fusiló un discurso del presidente Frank Underwood de House of Cards. Cuando el plagio fue descubierto, el pobre hombre balbuceó tantas incongruencias a fin de justificarse que lo hacen candidato ideal... para un especial de stand up comedy en Netflix.
  2. AMLO. La actuación de don Peje a lo largo de la campaña electoral por el Estado de México llevó su ya clásica y natural vis cómica a alturas insospechadas. Basta ver sus entrevistas con Ciro, con Pepe, con Carmen, espléndidas muestras de su delirante humor tropical. Para no hablar de sus mensajes por “las benditas redes sociales” la noche del 4 de junio –en los que, con su conocida sonrisa sarcástica, dio rienda suelta a sus chascarrillos contra la mafia en el poder– o el deslinde del “mercenario, politiquero y oportunista” PRD que hizo el domingo pasado.
  Humorismo político a la mexicana. Tenemos que apreciarlo... y disfrutarlo.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

jueves, 15 de junio de 2017

Desconcierto, confusión

Verla hoy fue lindo, pero fue extraño. No es tanto el tiempo transcurrido y sin embargo es como si lo fuera. La sentí un tanto alejada, un poco distante. Insisto: me encantó reencontrarme con ella. Pero después de todo lo que vivimos, de todo lo que pasamos con tanta intensidad, me resultó raro sentirla así, sentirme así ante ella, como si fuéramos ajenos. ¿Se alejó ya o fue el desconcierto de sentarnos en una impersonal mesa de café? No lo sé. Verla de nuevo podrá aclararlo.

miércoles, 14 de junio de 2017

El "Fragile" de Yes

El cuarto trabajo discográfico de Yes sigue siendo el más significativo de todos los que realizó a lo largo de su prolongada, productiva y contradictoria carrera. Aunque tal vez no se encuentre a la altura de Close to the Edge (1973), Fragile (1972) fundó por completo el estilo más que reconocible del quinteto con su fomación clásica: Jon Anderson (voz), Steve Howe (guitarras), Rick Wakeman (teclados), Chris Squire (bajo) y Bill Bruford (batería).
  Marcado por el éxito de su larga composición, la extraordinaria “Roundabout” (que en la radio era transmitida en una versión corta), el disco navega a través de aguas al mismo tiempo procelosas y tranquilas, con las variaciones y cambios de armonía, melodía y ritmo tan característicos del grupo. Letras fantasiosas que coquetean con la ciencia ficción son el contenido perfecto para el marco instrumental de Wakeman desde sus apabullantes órganos, melotrones y sintetizadores. Habrá que mencionar también, por supuesto, al impresionante trabajo guitarrístico de Howe y a las vocalizaciones de Anderson, sin olvidar a la precisa y apabullante sección rítmica.
  Aunque “Roundabout” es el highlight del plato, otras composiciones resultan tanto o más buenas, caso sobre todo de las magníficas “Long Distance Runaround” y “Heart of the Sunrise”.
  Una obra redonda.

(Reseña publicada originalmente en el especial de La Mosca en la Pared No. 46, editado en febrero de 2008 y dedicado al rock progresivo; fue el último número de la serie en aparecer)

martes, 13 de junio de 2017

¡Chuck Berry vive!

Un viejo chiste contaba que un voceador salía a las calles con un paquete de periódicos cuyas ocho columnas rezaban: “¡Pedro Infante vive!” y que muchos incautos los compraban, pero al darse cuenta de que era una noticia falsa y reclamar al fraudulento este se defendía señalando unas letras pequeñitas que decían: “Vive en el corazón de todos los mexicanos”.
  Lo anterior podría aplicarse a Chuck Berry, fallecido hace apenas tres meses, aunque desde otro enfoque: el discográfico. No por la extensa cantidad de álbumes y sencillos que grabó sino por la grata sorpresa de su disco póstumo, llamado simplemente Chuck y que acaba de aparecer el pasado viernes, bajo el sello Dualtone Music.
  No se trata de una recopilación de éxitos, sino de una decena de temas inéditos que escribió en sus años de vejez (recordemos que al morir tenía 90 años cumplidos). Lo mejor es que todos los cortes son estupendos y abarcan por entero la variedad de estilos que Berry manejó como compositor dentro del blues y, claro, del rock n’ roll.
  Las canciones fueron compuestas entre 1980 y 2016 y grabadas después de 2001. Se trata del mejor epílogo a la carrera de este genio (y escribo genio sin la menor exageración) de la música popular estadounidense, una especie de testamento lleno de sinceridad, ingeniosas letras y rocanrol de primerísimo línea.
  Como decía, Chuck abarca diez canciones y prácticamente diez estilos distintos que dan una gran variedad al álbum. Su voz suena como en sus mejores tiempos y su guitarra no se diga: es perfecta, lo cual podemos escuchar en cortes como “Wonderful Woman”, “Big Boys”, “She Stills Loves You”, “Dutchman” o la divertida “Lady B. Good”, obvio homenaje, riff incluido, a su pieza más conocida.
  No estamos ante una obra fruto de la nostalgia por los tiempos idos. Tampoco frente a un disco hecho al vapor. Al contrario, todo suena fresco, auténtico y sincero, música hecha por el gusto de hacerla. Sin duda: Chuck Berry vive.

(Texto publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 12 de junio de 2017

10 años ininterrumpidos de "El rojo y el negro"

Hoy, 12 de junio, este blog cumple 12 años de vida. Desde el 12 de junio de 2007, no he dejado de escribirlo un solo día. Son 3655 entradas, equivalentes a otros tantos días. Mi vida y mis publicaciones en este decenio están contenidas en este mi querido El rojo y el negro que espero seguir publicando por muchos años más. Gracias a quienes lo siguen o lo han leído cuando menos una vez al asomarse a él (son cerca de un millón de visitas en estos diez años). Gracias también a quienes han dejado sus opiniones. De verdad.

domingo, 11 de junio de 2017

Abbey Road

Aunque se trata del último disco que hicieron los Beatles, no fue el último que apareció (Let It Be se grabó primero, pero salió bastante después).
  Verdadero álbum póstumo de un grupo que se desintegraba en forma inevitable, paradójicamente Abbey Road (1969 ) no refleja la crisis por la cual pasaban los cuatro músicos de Liverpool. Si las sesiones de The Beatles y de Let It Be habían sido tensas y complicadas, incluso contenidamente bruscas, los trabajos de grabación del disco postrero resultaron cuando menos tranquilas y el único negrito en el arroz fue la inconformidad de John Lennon respecto al potpurrí final (el que va de “You Never Give Me Your Money” a “The End”), ya que le pareció artificial y hechizo y en su opinión ese segmento debió estar conformado por las mismas canciones, pero independientes y separadas entre sí. No obstante, esta vez se impuso la voluntad de Paul McCartney y el productor George Martin, quienes de algún modo tomaron revancha de lo que había sucedido con la mezcla final del Let It Be, para la cual no se les tomó en cuenta.
  Abbey Road es una obra impecable, una de las más finas y pulidas grabaciones de la agrupación. Es como un súmmum de toda la discografía beatle. Por un lado, contiene elementos de producción que se escucharon en Revolver y Sgt. Pepper, pero también está presente la labor más de grupo de los primeros álbumes, así como el sonido menos pretencioso de trabajos como Rubber Soul, el Álbum Blanco e incluso el propio Let It Be. Por otra parte, se trata de la consagración de George Harrison como compositor, al contribuir con los dos temas más exitosos del disco: las preciosas “Something” y “Here Comes The Sun”.
  Lennon y McCartney –cada uno por su lado, por supuesto– contribuyeron con canciones excelentes, como “Come Together”, “I Want You (She's So Heavy)”, “Sun King”, “Mean Mr. Mustard”, “Polythene Pam” y esa cumbre de las armonías vocales que es “Because” (todas de John) y “Oh! Darling”, “Maxwell's Silver Hammer”, “You Never Give Me Your Money”, “She Came in Through the Bathroom Window”, “Carry That Weight”, “The End” y hasta la breve y juguetona coda que es “Her Majesty” (todas de Paul). Ringo Starr, por su parte, volvió a hacerse presente, esta vez con la infantil y graciosa “Octopus's Garden”.
  Como obra final de los Beatles, Abbey Road no es sólo un álbum digno, sino francamente extraordinario.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 8 de La Mosca en la Pared, publicado en febrero de 2004)

sábado, 10 de junio de 2017

Los perdedores del Edomex

Durante la semana he visto comentarios, en medios escritos y electrónicos, en los cuales se opina sobre los ganadores y perdedores “morales” de la muy reciente contienda por la gubernatura en el Estado de México.
  ¿Hubo perdedores morales? Sí. ¿Hubo ganadores? No estoy tan seguro.
  Aunque no fue el único, pienso que en ese sentido el gran derrotado en la campaña mexiquense fue Andrés Manuel López Obrador, a pesar de que el partido de su propiedad, su juguete político, Morena, se haya levantado con más de un millón y medio de votos.
  La razón es simple. AMLO perdió en su calidad de verdadero candidato a gobernador del Edomex. Aunque Delfina Gómez haya aparecido en las boletas como la aspirante oficial morenista, el verdadero contendiente fue don Peje. En su afán por controlarlo todo, Andrés Manuel utilizó a su antojo a “la maestra Delfina” y puede usted estar seguro, estimado lector, de que él hubiera sido el poder tras el trono en el Palacio de Gobierno de Toluca, el real y legítimo gobernador del Edomex.
  Por eso pienso que al írsele tamaña oportunidad, Andrés Manuel sufrió en lo cuantitativo una derrota estrepitosa: ya no podrá contar con el fantástico presupuesto de esa entidad para invertirlo en su campaña rumbo a la presidencia en el 2018.
  Creo también que él lo sabe y la prueba fue que el domingo, a la hora de dar la cara y abrazar a Delfina en la derrota, prefirió quedarse cómodamente en casita para consolarse grabando videos contra “el fraude y la mafia en el poder” para “las benditas redes sociales” (sic).
  Claro, también el PRI y el presidente Peña Nieto perdieron mucho: nada menos que la mitad de los votos logrados por su candidato hace seis años. Tienen doce meses para tratar de resarcirse, aunque se ve más que difícil.
  Y qué decir del PAN y su estridente derrumbe, incluso en los conservadores municipios de la zona conurbada poniente.
  Como en una pirinola diabólica, todos perdieron (menos, ¿quizá?, Juan Zepeda y el PRD).

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 9 de junio de 2017

Para dártelas de entendido en rock (15)

Los Ramones tomaron de Paul McCartney la idea de su nombre como grupo y la de que todos ellos deberían apellidarse de igual manera (Joey Ramone, Tommy Ramone, Johnny Ramone, etcétera). McCartney se hizo llamar Paul Ramon en 1960, cuando los Silver Beatles (como eran conocidos en ese tiempo) emprendieron una gira por Escocia como grupo acompañante del hoy olvidado cantante Johnny Gentle.

jueves, 8 de junio de 2017

Dan Auerbach: tan lejos de los Black Keys y tan cerca del pop setentero

Waiting on a Song (Nonesuch, 2017), el flamante segundo álbum como solista del líder de The Black Keys, es una obra muy gratamente rock popera, en la que el otrora duro guitarrista de los riffs desgarrados y el sonido seco y austero nos sorprende con un conjunto de canciones amables y melodiosas que remite lo mismo a Buddy Holly que a los Traveling Wilburys y lo mismo a Jeff Lynne que a Neil Young, JJ Cale o Al Green.
  En 2010, Auerbach se mudó de su natal Akron, Ohio, a Nashville, donde instaló un estudio de grabación y empezó a diversificar sus actividades y su sonido, algo que se notó en los cambios musicales de los Black Keys.
  Gran guitarrista, excelente compositor, aceptable cantante, buen productor (ha producido lo mismo a Dr. John que a Lana del Rey), en 2009 había grabado su primer disco solista (Keep It Hid), muy apegado aún a sus raíces blueseras y rocanroleras, pero ocho años más tarde llega con su nuevo trabajo, en el que incursiona en una especie de soul–country–pop setentero con muchas reminiscencias también al country rock de finales de los cincuenta y al soul del Memphis de los sesenta.
  Con músicos invitados de primerísimo nivel e incluso legendarios como Duane Eddy, Mark Knopfler y John Prine, Waiting on a Song es un álbum variado y disfrutable, excelentemente producido, de gran finura, con canciones tan buenas como “Shine on Me”, “King of a One Horse Town”, “Never in My Wildest Dreams”, “Stand by My Girl”, “Cherrybomb” (“ella era más dulce que un pay de manzana, pero se fue tan pronto como me quedé sin dinero”) o la homónima abridora (“las canciones no crecen en los árboles, tienes que irlas recogiendo en la brisa”).
  Un disco más que recomendable.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos; el video lo publiqué en mi canal de YouTube Videos moscosos)


miércoles, 7 de junio de 2017

Word of Mouth

Posiblemente el último gran disco de los Kinks como grupo, Word of Mouth (1989) supera a sus dos antecesores inmediatos (Give the People What They Want y State of Confusion), mismos que aun cuando son buenos trabajos, no alcanzan las alturas de este de boca en boca.
  Todas las canciones de este álbum logran un gran nivel artístico y el mismo jamás decae, mucho menos cuando Word of Mouth inicia con una pieza tan contagiosa como la regocijante y sacudidora “Do It Again”, la cual –luego de una introducción a la Pete Townshend y un riff muy a la kink, es decir, a la Dave Davies– nos dice que nunca es tarde para volver a empezar. La homónima “Word of Mouth” habla sobre la incomunicación y los malos entendidos cuando las noticias corren de boca en boca (“The word of mouth says that I’ve gone insane / That wine and women have affected my brain / Well, who’s the big mouth spreading the news again?”). “Good Day” es una linda balada muy al estilo de Ray Davies: agridulce, melodiosa, entrañable, pero con un dejo de tristeza y pesimismo. Por su parte, “Living on a Thin Line”, de Dave Davies, es una de las cumbres del disco. Qué gran canción. Un poema desencantado sobre la Inglaterra de esos años, sobre su gobierno, su sociedad, su grisura. Una delicada joya, conmovedoramente interpretada por el guitarrista, a la que sigue el rompimiento proto punk de “Sold Me Out”, rabiosa queja de Ray Davies contra el imperio del dinero.
  El segundo lado del álbum contiene seis cortes sin desperdicio. “Massive Reductions” es el amargo relato de un hombre a quien echan de su trabajo (“They’re laying me off all because of inflation / I’m losing my job and my reputation”), mientras que “Guilty” (también de Dave Davies) es casi una proclama revolucionaria con un beat muy punky y a la vez muy The Who en Quadrophenia. “Too Hot” es un rockcito simpático y juguetón, musicalmente parecido a su éxitosa “Come Dancing”, que fustiga a quienes rinden culto al fisiculturismo y “Missing Persons” no puede evitar caer en cierta solemnidad, al tratar el tema de los desaparecidos (aun Ray Davies ha tenido sus momentos políticamente correctos). Word of Mouth termina con “Summer’s Gone”, un tema nostálgico que rememora lo que alguna vez tuvimos y no supimos aquilatar, y “Going Solo”, una evocadora y a la vez terrible tonada sobre un padre atónito, a quien su “desagradecida” hija decide abandonar, así, simplemente, sin avisar que se va de casa (exacto, como en “She’s Leaving Home” de los Beatles). Un disco que no puede faltar en una colección discográfica de los Kinks que se respete.

(Reseña que escribí para el Especial de La Mosca en la Pared No. 43, dedicado a los Kinks y publicado en octubre de 2007)

martes, 6 de junio de 2017

Juan Zepeda: ese chavo de onda

Al fin terminó el denso y agobiante proceso electoral en el Estado de México, al parecer con el triunfo por una nariz del candidato priista (en Facebook escribí: “La mala noticia: ganó, el PRI en el Edomex; la buena: no ganó Morena”).
  Como comenté el sábado en mi columna política “Cámara húngara” de Milenio, la revelación fue el aspirante a la gubernatura por el Partido de la Revolución Mexicana, el singular Juan Zepeda, ex presidente municipal de Ciudad Nezahualcóyotl.
  ¿Por qué menciono a este joven político en un espacio que habitualmente trata sobre temas musicales? Por una simple y sencilla razón que ya muchos lectores seguro conocen: los antecedentes rockeriles de Zepeda.
  Aunque al parecer nunca se dedicó formal y/o profesionalmente a la música, el hombre que quedó en tercer lugar en las preferencias de los votantes mexiquenses sí realizó algunos intentos en su temprana juventud (hay que ver sus fotos con la greña larga) y cuando menos canta con cierta afinación (no mucha, mas si tomamos en cuenta que en el rock que se hace en México los vocalistas masculinos tienen una tradición histórica de cantar feo pero mal; Juan Zepeda no se sale del común denominador).
  Durante la campaña, lo mismo se le vio interpretar una de Rockdrigo González al lado de un dueto callejero que subirse al estrado con Tex Tex (se colgó una guitarra, aunque no tocó un solo acorde, según deja ver el respectivo video de YouTube; pero sí cantó).
  A lo que voy es a que Zepeda (¿o Zepp–eda?) posee ese espíritu rocanrolero que rompe con solemnidades y lo hace contrastar con el acartonamiento de los políticos tradicionales (basta con ver a sus rivales de la misma contienda –Del Mazo, Josefina, Delfina– y su lenguaje corporal momificado).
  ¿Cuál es el futuro de Juan Zepeda? ¿Será el candidato del PRD para la grande o aún está muy verde? Quizá más que en Palacio Nacional terminemos por verlo al frente de un grupo de rock urbano en el próximo Vive Latino. Porque es un chavo de onda y le gusta el rocanrol.

(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 5 de junio de 2017

Dirty

Producido por Butch Vig, Dirty (1992) es (junto con su predecesor Goo, de 1990) algo así como el álbum grungero de Sonic Youth, no sólo desde un punto de vista cronológico sino también desde uno musical.
  Lejos de que eso sea un defecto, la grabación de este disco demostró que el grupo iba por el buen camino de la apertura y la amplitud de miras, sin traicionarse jamás a sí mismo.
  Con una fuerte presencia –más punkroquera y menos noise– de las guitarras de Thorston Moore y Lee Ranaldo, esta obra posee una muy especial frescura, tal como lo demuestra el corte inicial, el sensacional “100%”, una pieza con la fuerza suficiente para remover las entrañas de cualquier rocanrolero de cepa en cualquier época. Pero lo mismo puede decirse de la densísima “Swimsuit Issue” (Kim Gordon a plenitud), la extrañamente bella “Theresa’s Sound World”, la extraordinaria “Drunken Butterfly” (cuando Gordon canta “I love you, I love you, I love you, what’s your name?” del modo como lo canta, uno no puede sentir sino escalofríos), la sobrecogedora “Shoot”, la intensa “Wish Fulfillment” (cantada por Lee Ranaldo), la rocanrolerísima y velvetundergroundiana “Sugar Kane”, la estridente “Orange Rolls, Angel’s Spit”, la sobrepolitizada “Youth Against Fascism”, la inenarrable “Nic Fit”, la seductora “On the Strip”, la muy militante y magnífica “Chapel Hill”, la fuera de serie “JC”, la graciosa y contundente “Purr” y la conclusiva “Créme Brûlèe”.
  Dirty es una obra directa y sin concesiones, pero en el fondo es, sobre todo, un esplendoroso disco de rocanrol.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 39, publicado en abril de 2007 y dedicado a Sonic Youth)

domingo, 4 de junio de 2017

Cuestionario beatlero


Alguien, hace unos meses, me mandó este cuestionario sobre los Beatles para que se lo respondiera (no recuerdo si era para un trabajo escolar o algo así), lo cual hice, aunque dicha persona jamás volvió a comunicarse conmigo. Lo publico aquí, para que no se desperdicie.

1.-¿Desde hace cuanto comenzó tu afición por la música de The Beatles y cómo se dio este primer encuentro?
Desde muy niño, cuando tenía nueve años de edad, en 1964, y mi hermano Sergio llevó a casa los primeros discos de 45 rpm de los Beatles, con canciones como “She Loves You” y “A Hard Day’s Night”. Los escuchaba a diario.

2.-¿Consideras que éste es el grupo donde más facilmente se encuentran "villamelones"?
Yo creo que sí, porque finalmente son el grupo más célebre de la historia y muchos se dicen sus seguidores cuando apenas conocen algunas de sus canciones.

3.-Desde tu punto de vista, ¿a qué crees que se deba que esta banda tiene seguidores más fieles y representa mayores ventas a diferencia de otros de sus contemporáneos? (ej: Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd, etcétera).
Porque su música es muy diferente a la del resto de los grupos de rock o de rock pop de la historia. Nadie como ellos para crear melodías finísimas y memorables. Lograron que sus canciones fueran accesibles para el gran público sin sacrificar en momento alguno la calidad.

4.-Según tu opinión: si los Beatles no se hubieran separado, ¿crees que hubieran sido tan longevos como los Rolling Stones (por poner un ejemplo) o supieron detenerse a tiempo?
No lo sé, pero creo que tarde o temprano se hubieran separado. Sus diferencias personales y musicales ya eran demasiado fuertes y tensas desde fines de los sesenta, así que no me los imagino durando juntos cuarenta o cincuenta años más.

5.- ¿Qué características posee el público mexicano como para profesar ese culto a ellos?
Pues tampoco lo sé, pero de que pegaron aquí desde hace más de medio siglo, no hay duda.

6.- ¿Pasa lo mismo en otros países de América Latina?
Lo desconozco, pero lo dudo.

7.- ¿Consideras que en México se ha vivido una especie de reivindicación con espectáculos como el año pasado de Paul McCartney tras haber sido censurados por la administración de Uruchurtu en los 60?
No creo que una cosa tenga que ver con la otra. Ya nadie se acuerda de Uruchurtu.

8.- ¿Crees que pesar de todo, se ha caído un poco en la sobrevaloración y el endiosamiento
Sobrevaloración: no la veo. Endiosamiento: el mismo que se da en todos los casos de fanatismo, llámese Caifanes o Justin Bieber.

9.- A tu modo de ver, ¿existieron otros proyectos/bandas en esa década de los 60 que quizá hubieran merecido recibir más atención?
Por supuesto: los mismos Rolling Stones, The Who, los Kinks, Traffic, Jimi Hendrix. Pero todos carecían de ese componente pop universal del que sí gozó la música de los Beatles.

10.- ¿A qué crees que se deba que nuevas generaciones, incluso niños, se sientan más atraídos por su música que otros?
Por la facilidad melódica de las composiciones beatlescas. Sus melodías son tan buenas y atractivas que atrapan al escucha infantil.

11.- ¿Consideras que ésta es una buena forma de iniciarlos en gustos roqueros para pasar a proyectos de la misma calidad pero quizá menos populares?
Sí, lo es y conozco muchos casos de niños que le entraron al rock por medio de los Beatles.

sábado, 3 de junio de 2017

Edomex: ya hay un ganador

Mañana son las elecciones en el Estado de México. Ya hay quienes las califican como las más cochinas de la historia y quizá no les falte razón. Las acusaciones entre los diversos candidatos estuvieron a la orden del día, lo mismo que los insultos, las difamaciones, las amenazas, los golpes por debajo y por encima de la mesa... En fin: la guerra sucia a plenitud.
  Pero todo lo que vimos en ese Mordor a la mexicana es nada, comparado con lo que vendrá en las elecciones presidenciales del año próximo. Si en las campañas mexiquenses conocimos dos o tres de los círculos del infierno de Dante, en el 2018 visitaremos el resto.
  ¿Quién ganará este domingo en territorio choricero? Nadie lo puede saber y todo puede pasar (incertidumbre democrática la llaman y qué bueno que aún exista). ¿Será Josefina, será Alfredo, será Delfina? Chi lo sa.
  Lo que sí me queda claro es que en tan inmunda y astrosa contienda ya hay al menos un ganador moral, alguien que a pesar de los pesares supo mantener el estilo y quien, contra todos los pronósticos, fue avanzando poco a poco hasta situarse (posicionarse, dicen los que lastiman el idioma) en una ubicación que si bien no le dará la victoria, sí lo elevó hasta alturas insospechadas.
  Hablo, por supuesto, del candidato del Partido de la Revolución Democrática, Juan Zepeda, a quien muchos no conocíamos y que de pronto se convirtió en un personaje que despierta simpatías por su carisma, su inteligencia, su juventud, su frescura, su sencillez, su buen humor, su capacidad política y sobre todo su dignidad, al no dejarse mangonear por el jefe de Morena y responder con valentía e ingenio a cada una de sus invectivas. Incluso fue el menos atacado por los otros. Por algo será.
  Zepeda vio subir sus bonos y tal vez si la campaña hubiese durado un mes más, habría encabezado las preferencias de voto.
  Ojalá que en el PRD se den cuenta de que tienen a un garbanzo de a libra y sepan aprovecharlo. Incluso para el 2018. Hay quienes deben estar temblando ante su potencial.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 2 de junio de 2017

Para dártelas de entendido en rock (14)

"Yesterday", de los Beatles, fue compuesta por Paul McCartney y apareció en 1965 en el álbum Help!. Dos años más tarde, ya existían 466 covers de la canción. Hoy día, algunos exagerados calculan que existen más de 4 mil versiones, aunque otros más moderados piensan que son aproximadamente mil 600.

jueves, 1 de junio de 2017

50 años del Sargento Pimienta

La obra por antonomasia de los Beatles. A 50 años de distancia, La Banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta continúa tan fresco y vigente como cuando fue grabado.
  Tersa continuación de su antecesor, el espléndido Revolver de 1966, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band vale tanto por su intrínseca calidad artística como por su significado cultural y quizás incluso más por esto. El momento en el cual apareció provocó que el mundo entero se revolucionara, creando un hito, un antes y un después cuyos efectos no terminan de asentarse hoy día.
  Como pieza estrictamente musical, puede decirse que a pesar de su fallida intención conceptualista es, de todas maneras y por donde se le escuche, una obra maestra. Si Revolver fue el gran paso hacia la transformación de los Beatles en algo más que un simple grupo de rock, el Sgt. Pepper es la consolidación de ese paso y el ingreso del cuarteto al Olimpo de la historia de la música.
  Lo que en un principio quiso ser una especie de revista de variedades con tintes al mismo tiempo de music hall y psicodelia, jamás pudo cuajar como tal. Salvo la introductoria pieza homonima (más su reprise) y la subsiguiente “With a Little Help from My Friends”, cantada por Ringo Starr en su papel de Billy Shears, el resto del material no tiene relación entre sí y lo único que lo unifica a medias es el modo como las canciones van enlazadas, prácticamente sin espacios silenciosos entre una y otra. Resulta claro entonces que la idea original de Paul McCartney no se concretó (algo que le sucedería con otros proyectos posteriores, sobre todo con el álbum Let It Be). No obstante, el que a final de cuentas no haya sido un opus conceptual es lo de menos, ya que todas sus canciones son tan buenas que trascienden cualquier consideración al respecto.
  Hay aquí joyas exquisitas como “She’s Leaving Home”, un portento melódico que puede remitir incluso a la música de Felix Mendelsshon. O la esplendorosa “Lucy in the Sky with Diamonds” que tanta polemica causó por llevar supuestamente las iniciales LSD en su título, cuando en realidad –o eso juraba su autor, John Lennon– estaba inspirada en un dibujo de Julian, su pequeño hijo.
  Tan variado como Revolver, Sgt. Pepper recorre una colorida paleta de estilos que va de la vodevilesca “When I’m Sixty Four” a la engañosamente optimista “Gettin Bettter”, de la irónica “I’m Fixing a Hole” a la irresitible “Lovely Rita”, sin olvidar la circense (en todos sentidos) y naïve “Being for the Benefit of Mr. Kite”, la hinduista y espléndida “Within You Without You” (única contribución de George Harrison al álbum) y la chispeante “Good Morning Good Morning”.
  Mención aparte merece la que sin duda es la mejor composición del disco: la impresionante “A Day in the Life”, concebida en su mayor parte por Lennon y un verdadero tour de force instrumental y letrístico –con el intermesso de McCartney incluido. De impecable construcción, con inteligentes y efectivas yuxtaposiciones rítmicas, armónicas y melódicas, con una orquestación que lleva a un gran climax, “Un día en la vida” es la coda perfecta, la conclusión grandiosa y a la vez siniestra de una obra monumental que jamás cae en los excesos o la grandilocuencia.

(Texto de mi autoría, publicado el día de hoy en el diario El Financiero)