Aunque se trata del último disco que hicieron los Beatles, no fue el último que apareció (Let It Be se grabó primero, pero salió bastante después).
Verdadero álbum póstumo de un grupo que se desintegraba en forma inevitable, paradójicamente Abbey Road (1969 ) no refleja la crisis por la cual pasaban los cuatro músicos de Liverpool. Si las sesiones de The Beatles y de Let It Be habían sido tensas y complicadas, incluso contenidamente bruscas, los trabajos de grabación del disco postrero resultaron cuando menos tranquilas y el único negrito en el arroz fue la inconformidad de John Lennon respecto al potpurrí final (el que va de “You Never Give Me Your Money” a “The End”), ya que le pareció artificial y hechizo y en su opinión ese segmento debió estar conformado por las mismas canciones, pero independientes y separadas entre sí. No obstante, esta vez se impuso la voluntad de Paul McCartney y el productor George Martin, quienes de algún modo tomaron revancha de lo que había sucedido con la mezcla final del Let It Be, para la cual no se les tomó en cuenta.
Abbey Road es una obra impecable, una de las más finas y pulidas grabaciones de la agrupación. Es como un súmmum de toda la discografía beatle. Por un lado, contiene elementos de producción que se escucharon en Revolver y Sgt. Pepper, pero también está presente la labor más de grupo de los primeros álbumes, así como el sonido menos pretencioso de trabajos como Rubber Soul, el Álbum Blanco e incluso el propio Let It Be. Por otra parte, se trata de la consagración de George Harrison como compositor, al contribuir con los dos temas más exitosos del disco: las preciosas “Something” y “Here Comes The Sun”.
Lennon y McCartney –cada uno por su lado, por supuesto– contribuyeron con canciones excelentes, como “Come Together”, “I Want You (She's So Heavy)”, “Sun King”, “Mean Mr. Mustard”, “Polythene Pam” y esa cumbre de las armonías vocales que es “Because” (todas de John) y “Oh! Darling”, “Maxwell's Silver Hammer”, “You Never Give Me Your Money”, “She Came in Through the Bathroom Window”, “Carry That Weight”, “The End” y hasta la breve y juguetona coda que es “Her Majesty” (todas de Paul). Ringo Starr, por su parte, volvió a hacerse presente, esta vez con la infantil y graciosa “Octopus's Garden”.
Como obra final de los Beatles, Abbey Road no es sólo un álbum digno, sino francamente extraordinario.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 8 de La Mosca en la Pared, publicado en febrero de 2004)
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