martes, 31 de diciembre de 2019

Del año viejo al año nuevo sin mucho que decir


Como ya es costumbre desde hace unos diez años, pasé la noche del cambio de año en casa, como cualquier noche. Espero que 2020 sea una buena anualidad.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Hasta 2021


domingo, 29 de diciembre de 2019

Los idus de marzo

Aunque en primera instancia podría ser considerada como una novela histórica, en el fondo Los idus de marzo, de Thornton Wilder (Madison, Wisconsin, 1897-1975), pertenece también al género negro, al género de crímenes y de suspense.
  La edición que acabo de leer es de la colección "El libro de bolsillo", de Alianza Editorial (tercera edición, 1984), aunque la novela fue publicada inicialmente en español por Emece Editores, en Buenos Aires, en 1967. Sin embargo, Wilder la publicó, en su  versión original en inglés, en 1948. Tardé muchos años en leerla, ya que el volumen lo compré en la librería Gandhi por allá de 1985 y durante más de 30 años había permanecido virgen de lecturas en los estantes de mi biblioteca, hasta que este 2019 decidí leerla al fin... y qué buena decisión fue haberlo hecho.
  Los idus de marzo narra los prolegómenos del asesinato de Cayo Julio César, Supremo Pontífice y Dictador del pueblo romano, en los estertores de la República, cuarenta y tantos años antes de la era cristiana. Para estructurar el relato, Wilder lo hizo mediante la reconstrucción ficticia de cartas personales, diarios, poemas, panfletos y pintas en las calles, tanto de César como de sus familiares, amigos, amantes, fieles y enemigos, y lo hizo de manera extraordinaria. Un formato que en un principio podría parecer soso y aburrido, resulta tremendamente entretenido y apasionante, ya que las múltiples voces que van dando desarrollo a la historia la enriquecen y la vuelven variada y llena de detalles fascinantes.
  La novela es la crónica de una muerte anunciada. Ya sabemos que Julio César va a ser traicionado y muerto por un  grupo de senadores romanos, encabezado por quien era para él tan amado como un hijo: Bruto. Lo interesante entonces es ver todo el proceso que condujo al trágico y sangriento final.
  Hay muy diversos personajes en el libro: desde Cicerón y el poeta Catulo, hasta Cleopatra y Marco Antonio, pasando por muchos otros más o menos secundarios. No obstante, la figura que domina la trama es el propio Julio César, a quien descubrimos en toda su humanidad, aunque no podamos saber cuánto está basado en hechos históricos y cuánto en la imaginación de Wilder.
  Las largas cartas que le dirige a su amigo Lucio Mamilio Turrino están llenas de riquísimas reflexiones filosóficas sobre el amor, la amistad, la vida, la muerte, el poder, la lealtad, la traición, la cultura, el arte ("No sólo me inclino ante lo inevitable: también me fortalezco en su contemplación. Las obras humanas son más admirables si se consideran las limitaciones que las condicionan").
  Pero en la novela también hay acción, misterio y suspenso. César sabía que querían asesinarlo y lo aceptaba casi como un sino inevitable: “Me cabe poca duda de que pronto o tarde moriré a manos de un tiranicida (…) Desearía fuese la daga de un patriota la que me derribase, pero estoy igualmente expuesto a las de un loco o un envidioso”. Y aún así, cuando es asesinado en el senado por los afilados puñales de los traidores, no puede menos que llenarse de asombro al ver que uno de los tiranicidas es precisamente su querido Bruto.
  “Al ver que estaba rodeado por todas partes de dagas desnudas, se envolvió la cabeza con las vestiduras y, al mismo tiempo, con la mano izquierda, arregló los pliegues tapándose los pies para que, al caer, la parte baja de su cuerpo quedase decorosamente cubierta”, narra Thornton Wilder en el momento cumbre del relato.
  Una enorme novela, hoy por desgracia casi olvidada. Un libro impresionante.

sábado, 28 de diciembre de 2019

28 años


Hoy hace 28 años que mi papá nos dejó físicamente, aunque siempre está cerca de mí y de quienes lo amamos. El gran Johnny, en esa foto en blanco y negro de 1956 en la que me está cargando.
  Je t'aime, mon père. Mais oui!

viernes, 27 de diciembre de 2019

Margarita Dolcevita

Stefano Benni es un escritor muy popular en Italia, aunque no tanto fuera de ella. Amigo íntimo del gran Italo Calvino (y claramente influido por él), escribió este libro divertido, irónico, crítico y al final un tanto desconcertante.
  Margarita Dolcevita (Blackie Books, 2005) es la historia de una jovencita de catorce años de edad, narrada por ella misma. Inteligente, ocurrente, sarcástica, con una visión muy cáustica de la vida actual, Margarita parecería más una joven con alma sesentera que una adolescente del siglo XXI.
  Me explico: su manera de contemplar lo que la rodea: su familia, su escuela, su entorno urbano, sus vecinos, parece difícil de creer en una muchacha millennial (según esto, ella habría nacido en 1991). Es claro que se trata de un alter ego femenino de Benni (el escritor nació en 1947) y por tanto, sus reflexiones corresponden más a las de alguien que hoy tiene 72 años.
  Lo anterior, sin embargo, no le quita brillantez, amenidad y disfrute a la novela. En absoluto. Sólo, quizás, un poco de credibilidad.
  El personaje de Margarita, entonces, es una especie de mezcla de Mafalda (tal vez un alter ego de Quino), Matilda (tal vez un alter ego de Roald Dahl), Holden Caulfield (tal vez un alter ego de Salinger), Marcovaldo (tal vez un alter ego de Calvino) y hasta Huckleberry Finn (tal vez un alter ego de Mark Twain). Su manera de narrar lo que vive y lo que ve resulta en momentos divertidísima y el libro suele sacar sonrisas y hasta repentinas carcajadas, cuando menos en sus dos primeras terceras partes (en la tercera adquiere un tono más serio y sombrío y a mi modo de ver se vuelve confusa y por momentos ligeramente tediosa; no entiendo por qué Benni no siguió en la misma tónica narrativa).
  Margarita vive en el seno de una familia común de clase media, en los suburbios de una ciudad italiana que no se identifica, y un día llega a la casa vecina una familia híper tecnologizada que habrá de cambiarles la vida a la joven narradora y a todos los suyos: sus padres, sus dos hermanos varones, su abuelo y hasta su perro.
  No entraré en más detalles para no vender trama. La novela vale le pena de ser leída y brinda muchos momentos de gran humorismo. Que de pronto llega a coquetear con la corrección política es cierto; pero no en exceso, afortunadamente.
  Sí se las recomiendo. Igual me pueden explicar el extraño e inesperadamente trágico final.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

martes, 24 de diciembre de 2019

Nochebuena


Otra cena de Nochebuena más en casa Hellion, como siempre con deliciosa cena, mucha cordialidad, sonrisas, risas, intercambio de regalos y amor familiar. Hoy fuimos doce asistentes.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Dos santacloses cortesía de la 4T


Para esta Navidad, los chairos y demás simpatizantes de la 4T (los hay, las hay) podrán elegir entre dos santacloses para que les llevan su regalo hasta casita. Aquí las dos opciones (para lo que no tendrán opciones es para el regalo: todos recibirán un ejemplar de "Economía moral", el nuevo libro que dizque escribió el tío Lopitos). ¡Escojan a su Santa antes de que este se los escoja a ustedes!

domingo, 22 de diciembre de 2019

Juan Tovar

Me entero con tristeza del fallecimiento del gran escritor Juan Tovar, a los 78 años de edad. No tuve el gusto de conocerlo pero sí fue muy amigo de mi hermano Sergio y del gran José Agustín. A quien sí conozco –trabajé con él un guión cinematográfico hace poco más de diez años– es a su hijo Juan y aunque no tengo contacto con él desde ese entonces, le mando un abrazo por aquí y mi más sincero pésame.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Un ancestro

"Retrato del Capitán Juan de Villaseñor y Orozco. Fundador de Valladolid (hoy Morelia, Michoacán), encomendero y uno de los conquistadores que llegaron a México en 1519. Estuvo casado con Catalina Cervantes de Lara, hija del capitán y también conquistador, Leonel de Cervantes. Catalina era descendiente de la más pura nobleza española, y tía de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El Quijote. A Juan de Villaseñor se le conoce como el "Abraham de las Américas", por su extensa descendencia. Su genealogía esta bien trazada y documentada hasta principios del siglo XIV. Es antepasado de varios de nosotros, como por ejemplo Hugo García Michel, Myrna García Michel e Ivette García Michel, entre otros".

Alfredo Peña Pérez-Plazola

jueves, 19 de diciembre de 2019

Gran obsequio de The Warning

Generosamente, The Warning y el equipo que las rodea me hicieron llegar sus dos primeros álbumes (estoy seguro de que grabarán muchos más), dedicados y con los autógrafos de cada una de las tres jóvenes y talentosísimas músicas regiomontanas. Muchísimas gracias a Alejandra, Paulina y Daniela Villarreal, a Rudy Joffroy y a Luis Villarreal. Aquí se los presumo.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Who: ¿el mejor disco de 2019?

Un dato que pocos conocen es que a pesar de ser una de las agrupaciones más antiguas de la historia del rock, The Who ha grabado en total solamente una docena de discos de estudio.
  En efecto, desde 1965, cuando apareció su álbum debut The Who Sings My Generation, hasta diciembre de 2019 en que llega casi inesperadamente su más reciente trabajo discográfico, el cuarteto británico conformado hoy día por los eternos Pete Townshend y Roger Daltrey, con el apoyo de Pino Palladino en el bajo y Zak Starkey (hijo de Ringo Starr) en la batería, sólo ha producido doce discos en 54 años de existencia. Ocho de ellos, los mejores, se concentran en el periodo que va de 1965 a 1978. Luego, tras la muerte de Keith Moon, todo se fue haciendo más esporádico y al terminar el siglo XX, únicamente habían hecho dos larga duración más. Ya en la centuria actual, tan sólo tienen un par: el aceptable Endless Wire (2006) y el sorpresivo y estupendo Who, puesto en circulación apenas este 12 de diciembre.
  ¿Qué es lo que pueden ofrecer musicalmente Townshend y Daltrey a sus respectivos 74 y 75 años de edad? La respuesta es clara y contundente y la dan ellos mismos en los hechos y con su nueva obra: pueden ofrecer muchísimo.
  En un medio musical como el actual, tan mediatizado y comercializado, en el que los avances tecnológicos permiten grabar con una enorme cantidad de trucos de estudio y encumbrar a cualquier mozalbete o mozalbeta hasta las más efímeras y artificiosas alturas, llegan estos dos tipos nacidos en Londres, dos septuagenarios rasposos y sardónicos, obsoletos para un mundo tan millennial, y nos golpean la cara con un trabajo soberbio, en todos los sentidos del término.
  No, no diré que es un álbum a la altura de joyas como The Who Sell Out (1967), Tommy (1968), Quadrophenia (1973) o ese disco entre los discos, esa obra maestra absoluta y perfecta que es el Who’s Next de 1971. Pero sí está a la par de un A Quick One (1966), un The Who by Numbers (1975) o un Who Are You (1978) y por encima de platos como Face Dances (1981) o It’s Hard (1982).
  Who (Interscope, 2019) es para muchos el último disco en la carrera de The Who (aunque lo mismo se dijo cuando apareció Endless Wire, hace trece años. Pero claro, si los londinenses se tardaran otra trecena de años en sacar su siguiente placa (por allá de 2032), ya serían unos venerables ancianos de 87 y 88 años. Sería difícil. Pero otro elepé en dos o tres diciembres, tampoco suena a locura (digo, están a punto de emprender una larga gira por varios países del mundo; la energía sigue ahí, aunque Pete Townshend confesara hace poco que si hay algo que odia son las giras).
  “All This Music Must Fade” es el tema que abre el flamante álbum, una composición a la altura de las grandes piezas de Townshend, con una letra que es algo así como un canto a la inutilidad de la música –o de buena parte de ella, al menos. Sardónico como acostumbra serlo, el guitarrista y compositor deja que Daltrey interprete el tema y lo haga suyo, como sucederá con prácticamente todos los cortes del disco.
  Hay otras grandes canciones, como “I Don’t Wanna Get Wise” (no quiero volverme sabio: genial), “Detour”, “Hero Ground Zero”, “Street Song”, “Rockin in Rage” o la preciosa “I’ll Be Back” (único tema cantado por Pete Townshend y en el que una finísima armónica –¿tocada por Daltrey?– hace un contrapunto cercano al jazz-bossa nova) y hasta incursiones en la canción de protesta, caso de la desgarrada “Ball and Chain” (una crítica a la prisión estadounidense de Guantánamo, en Cuba). En dos tracks, el buen Pete compartió créditos con otro compositor: en “Beads on One String”, con Josh Hunsacker, y en la espléndida y de toques folkies “Break the News”, con su hermano Simon Townshend.
  De pronto asoman reminiscencias del Who’s Next, de Quadrophenia o del By Numbers. Porque el sonido clásico de los Who está siempre ahí, como un sello, como todo un estilo que ha trascendido el tiempo y resulta perfectamente reconocible. Cabe decir que tanto el bajo de Palladino como la batería de Starkey no desmerecen ante el legado inmortal de los inolvidables John Entwistle y Keith Moon.
  En la edición de lujo de Who hay tres cortes extras que no desmerecen con respecto al resto del disco, sobre todo “This Gun Will Misfire” y “Danny and My Ponies”. En el caso de “Got Nothing to Prove”, el sonido es como el de otro grupo y recuerda al que tenían en la era pre-Who, cuando eran los Detours, a principios de los años sesenta.
  Aparecido cuando casi todas las listas de lo mejor del año habían sido publicadas en el mundo, Who no aparecerá en casi ninguna. Es una lástima, porque muchos lo habríamos puesto como el número uno, como el mejor disco de rock de 2019.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

martes, 17 de diciembre de 2019

La primera tentación de Cristo

En Brasil, miles de católicos indignados están exigiendo a Netflix que retire La primera tentación de Cristo, un filme paródico de menos de una hora que presenta a un Jesús gay y a una Virgen María que se deja seducir por un Dios calenturiento, mientras José le arma escenas de celos. Aparecen unos singulares Reyes Magos y otros personajes, incluido el amante gay de Cristo, a quien conociera durante su retiro de 40 días en el desierto. Entiendo que al catolicismo más ortodoxo le escandalice esta producción del grupo de comedia Porta da Fonda, una especie de Monty Python brasileño, aunque bastante menor. Como es posible que las presiones terminen por hacerla desaparecer, me asomé a verla y aunque tiene apuntes humorísticos bastante buenos (no aptos para católicos ortodoxos, repito), luego de un comienzo muy simpático, va cayendo hacia un final más bien tedioso. La producción es bastante pobre, aunque las actuaciones en general resultan buenas. Cada quién sabrá si la quiere ver. 

En la foto vemos al Jesús que interpreta el actor carioca Gregory Duvivier. Ojo a los carteles musicales que tiene en su cuarto, incluido uno con la portada del plátano del equivalente judio del siglo I de The Velvet Underground.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Actualidad de La Guerra y la paz de Tolstói

Hay novelas que uno va dejando “para después”, mientras los años pasan, y al final posiblemente el tiempo nos alcance sin que las hayamos leído. De seguro eso me sucederá con varias. Pienso en El Quijote de Cervantes, En busca del tiempo perdido de Proust, la saga de La comedia humana de Balzac, el Ulises de Joyce, El sonido y la furia de Faulkner o el Palinuro de México de Fernando del Paso, por sólo mencionar algunos libros a los que he intentado entrar pero me han repelido por distintas circunstancias. Tal vez algún día lea algunos de ellos. No lo sé.
  Algo semejante me sucedía con La guerra y la paz (o Guerra y paz) de León Tolstói. Dos o tres veces había empezado a leerla, pero a las pocas páginas el libro se me caía de las manos. La trama inicial no me atrapaba y terminaba por desistir. Y eso que Anna Karenina, del propio Tolstói, me fascinó. ¿Qué sucedía entonces con la que se considera la obra cumbre del que quizá sea el mayor literato ruso de todos los tiempos, incluso por encima de Dostoyevski (de quien amo Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov, El sepulcro de los vivos –también conocida como Recuerdos de la casa de los muertos– y El idiota, principalmente, y no tanto El doble o El eterno marido que me aburrieron un poquito)? Tampoco lo sé.
  El caso es que hace tres o cuatro meses emprendí de nueva cuenta la lectura de La guerra y la paz (prefiero el título en español con sus respectivos artículos determinados) y esta vez no sólo logré sortear las primeras cincuenta páginas –con su en apariencia frívola descripción de la alta sociedad rusa de principios del siglo XIX, sus fiestas, sus diálogos vacuos y sus relaciones de clase– sino que me involucré en las historias de sus numerosos personajes, hasta dejarme envolver por la atmósfera de ese inmenso y fascinante país dominado por los zares y por el clima de guerra que lo envolvía en aquel entonces, cuando el poderoso Napoleón Bonaparte amenazaba con invadir Rusia y doblegarla a sus intereses (una visión muy distinta a la que presenta mi novela favorita de todos los tiempos, El rojo y el negro, de Stendhal, en la que su personaje principal, Julian Sorel, es gran admirador de Napoleón). 
  La guerra y la paz es un grande y muy extenso fresco (la versión que leí tiene más de 600 páginas, aunque sé que existe otra versión con 200 páginas más y acabo de enterarme de que en Rusia se descubrió hace poco otra con ¡mil 200!) de la sociedad rusa de hace 200 años, en sus diferentes estratos, aunque sobre todo en el de la nobleza. Una nobleza paradójicamente afrancesada, para la cual todo lo francés resultaba elegante y que se veía en la situación de tener que luchar a muerte contra el país que tanto admiraba.
   Por un lado, se trata de un gran relato patriótico, pero sin caer en el patrioterismo. Tolstói tenía un ojo muy crítico y sus personajes y situaciones jamás resultan maniqueas. Por el contrario, personajes como Pierre Bezújov (el héroe de la novela y, se dice, alter ego del propio autor), Nikolái Andréievich, Natasha Rostova, María Bolkónskaya, Andrei Bolkonsky, Platón Karatáiev o el propio general Mijaíl Kutúzov que encabeza al ejército ruso contra las huestes napoleónicas son descritos con sus luces y sus sombras, con sus virtudes (no muchas) y sus defectos (bastantes y en ocasiones demasiados), pero siempre nos resultan cercanos y por momentos hasta entrañables.
  Otro punto que impresiona en el libro es la cruenta descripción de las batallas, en especial la de Austerlitz, y la manera como sentimos que cada soldado caído es un ser humano y no un número estadístico (en ello empariento a La guerra y la paz con otra novela que leí más o menos recientemente: la impresionante Sin novedad en el frente, del alemán Erich Maria Remarque, aunque esta se desarrolla durante la Primera Guerra Mundial). También es terrible la manera como Tolstói describe la destrucción de Moscú, arrasada por los incendios a la llegada de las fuerzas invasoras francesas.
   Dice Mario Vargas Llosa que la novela tiene mucho más que ver con la paz que con la guerra y es cierto. Se trata de un relato eminentemente humanista y hasta compasivo con las desgracias que acarrea en las personas concretas el espanto del conflicto bélico. Eso es lo que le da su carácter universal; aparte, claro, de la genial pluma del gran Lev Nikoláievich Tolstói. Porque además de las circunstancias narradas, el escritor permite que los personajes reflexionen sobre temas filosóficos, sobre el amor, sobre la religión, sobre la lucha entre el bien y el mal, sobre la propia guerra. Pero también conocemos su vida cotidiana y sus conflictos y anhelos sentimentales. Hay parejas que se enamoran o se desenamoran, traiciones personales, rencores, revanchas, amistad, ambición, solidaridad, envidia, maldad, corrupción, valentía, cobardía… En fin, toda esa gama contradictoria que nos define como seres humanos y que no ha variado a lo largo de miles de años. O de doscientos.

(Publicado el día de hoy en mi columna "Plumas de caballo" del sitio Juguete Rabioso)

domingo, 15 de diciembre de 2019

Un Netflix de libros

Acabo de descubrir que existe un sistema de streaming de libros: Kindle Unlimited, de Amazon. Se paga una mensualidad de 129 pesos y eso da acceso a una biblioteca virtual de más de un millón de títulos. La idea es muy buena, sobre todo porque no es necesario, según leo, tener el lector de Kindle, sino que hay una app que puede descargarse en cualquier celular o tablet y por medio de la misma bajar los libros como quien ve una película o una serie en Netflix o en Amazon Prime Video. Les paso el tip. Yo aún no me decido, porque tengo una pila de libros físicos y electrónicos a la espera de que los lea. Pero suena interesante.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Ciertamente

"Ser escritor es una porquería. Es como tener que hacer la tarea de la escuela por el resto de tu vida".

Hank Moody
Californication

jueves, 12 de diciembre de 2019

Curiosidad folcloroide

Ahora que Café Tacuba está celebrando sus 30 años de existencia, he aquí lo que opinaba yo hace un lustro (12 de diciembre de 2015) acerca de la agrupación. Sobra decir que sigo pensando lo mismo:

"Café Tacuba es un buen grupo a secas. Bueno a nivel nacional o inclusive a nivel de los países de habla hispana. En otras naciones puede funcionar como mera curiosidad folcloroide. ¿Tiene buenas composiciones? Sí. ¿Ha logrado convertirse en un buen espectáculo en concierto? Sí. ¿Es capaz de realizar arreglos interesantes a las canciones de otros? Sí. ¿Ha producido buenos videoclips? Sí. Pero nada más. Quererlos presentar como genios de la música es una tomadura de pelo, un anzuelo que sólo se pueden tragar quienes carecen de un bagaje suficiente como para estar en la posibilidad de comparar, de discernir y de separar los diamantes auténticos de los brillantes falsos".

martes, 10 de diciembre de 2019

Columnas de humo

El departamento de propaganda del actual gobierno se está especializando en levantar columnas de humo para distraer la atención. Justo cuando se aprueba el nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, lo que significa un nuevo doblez ante el gobierno de Donald Trump, se nos trata de distraer con el escándalo del feísimo cuadro del Emiliano Zapata gay que se exhibe en el Palacio de Bellas Artes y que ya produjo hoy un encuentro violento entre campesinos indignados por el cuadro y defensores LGBT de la pinturita de marras. Para complicar más las cosas, se produce la detención de Genaro García Luna en Texas (¿premio de Trump a López por lo bien portado al firmar México el tratado? Who knows). El país es un soberano desmadre y el caos se va a generalizar cada día que pase. Vaya inicio de segundo año lopista, lo que nos espera y nos falta por ver gracias a los pésimos oficios de la 4T (y aún no sabemos lo que opina el EZLN sobre el cuadro de Zapata).

lunes, 9 de diciembre de 2019

Irene


Nunca había leído a Pierre Lemaitre, escritor francés de novela negra nacido en París, en 1951. Irene, el primer libro suyo con el que me topo, me pareció una joya. Editado por Alfaguara en 2008, se trata de la primera aventura dentro de la saga del comandante Camille Verhoeven, quien debe resolver el caso de un sanguinario y peculiar asesino serial. El criminal tiene como característica recrear, en cada uno de sus asesinatos, un episodio de un libro clásico del género. Así, con sumo detalle se dedica a matar a sus víctimas mientras reproduce crímenes descritos por escritores como Bret Easton Ellis. Émile Gaboriau, James Ellroy y William McIlvanney. Este serial killer a la francesa se empieza a conocer en los medios y entre la opinión pública como "El novelista" y el singular Verhoeven, un agente de muy baja estatura y especto poco temible, aunque de gran inteligencia deductiva, se lanza en su busca.

La manera de narrar de Lemaitre es absolutamente descarnada. No se guarda demasiados pudores a la hora de describir las brutalidades cometidas por el asesino y la sangre corre a la vista de los cuerpos mutilados. No es, sin embargo, un escritor barroco, todo lo contrario: honra a lo mejor de la novelística negra estadounidense con un estilo directo y de pocas descripciones, con diálogos agudos y certeros que nos hacen pensar lo mismo en Raymond Chandler y Patricia Highsmith que en James M. Cain  y Jim Thompson.

  El título original de la novela es Travail soigné (algo así como "trabajo cuidadoso") y es muy certero, por la manera como la trama va describiendo el minucioso trabajo de investigación de Camille Verhoeven y su equipo. Si en español se llama Irene, es porque ese es el nombre de la esposa del comandante, quien está embarazada y aparece muy poco en el relato, hasta que se da una vuelta de tuerca tan sorpresiva como impactante y hasta choqueante (no lo contaré, para no echar a perder la lectura a quienes quieran emprenderla).

  Espléndida y absolutamente recomendable, Irene no hace sino atraparnos, conmovernos, sacudirnos y dejarnos con el deseo de continuar leyendo tanto la saga de Verhoeven como los demás libros de Pierre Lemaitre, para mí todo un hallazgo.

jueves, 5 de diciembre de 2019

The Warning se internacionaliza

The Warning sigue en ascenso: luego de su gira del mes pasado por Argentina, ayer y antier el grupo estuvo presentándose en Nueva York. Viene al Vive Latino, por cierto.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Meditaciones a las siete de la noche de ayer en un metrobús repleto

El olor a sudor de la axila de la mujer que amas puede ser el más poderoso afrodisíaco; la peste a sudor del sobaco del tipo que viene a tu lado es el más nauseabundo repelente.

martes, 3 de diciembre de 2019

Reanudamos la mezcla del disco

Estupenda sesión de mezcla con Iris Bringas y el mago de las grabaciones, Jehová Villa Monroy. Trabajamos en cuatro canciones. Nos acercamos a la fase de masterización. 2020 es el año.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Un día lluvioso (en Nueva York)

domingo, 1 de diciembre de 2019

Woody 84


Hay aniversarios que sí vale la pena celebrar: hoy es el cumpleaños 84 de este verdadero genio del cine.