lunes, 9 de diciembre de 2019

Irene


Nunca había leído a Pierre Lemaitre, escritor francés de novela negra nacido en París, en 1951. Irene, el primer libro suyo con el que me topo, me pareció una joya. Editado por Alfaguara en 2008, se trata de la primera aventura dentro de la saga del comandante Camille Verhoeven, quien debe resolver el caso de un sanguinario y peculiar asesino serial. El criminal tiene como característica recrear, en cada uno de sus asesinatos, un episodio de un libro clásico del género. Así, con sumo detalle se dedica a matar a sus víctimas mientras reproduce crímenes descritos por escritores como Bret Easton Ellis. Émile Gaboriau, James Ellroy y William McIlvanney. Este serial killer a la francesa se empieza a conocer en los medios y entre la opinión pública como "El novelista" y el singular Verhoeven, un agente de muy baja estatura y especto poco temible, aunque de gran inteligencia deductiva, se lanza en su busca.

La manera de narrar de Lemaitre es absolutamente descarnada. No se guarda demasiados pudores a la hora de describir las brutalidades cometidas por el asesino y la sangre corre a la vista de los cuerpos mutilados. No es, sin embargo, un escritor barroco, todo lo contrario: honra a lo mejor de la novelística negra estadounidense con un estilo directo y de pocas descripciones, con diálogos agudos y certeros que nos hacen pensar lo mismo en Raymond Chandler y Patricia Highsmith que en James M. Cain  y Jim Thompson.

  El título original de la novela es Travail soigné (algo así como "trabajo cuidadoso") y es muy certero, por la manera como la trama va describiendo el minucioso trabajo de investigación de Camille Verhoeven y su equipo. Si en español se llama Irene, es porque ese es el nombre de la esposa del comandante, quien está embarazada y aparece muy poco en el relato, hasta que se da una vuelta de tuerca tan sorpresiva como impactante y hasta choqueante (no lo contaré, para no echar a perder la lectura a quienes quieran emprenderla).

  Espléndida y absolutamente recomendable, Irene no hace sino atraparnos, conmovernos, sacudirnos y dejarnos con el deseo de continuar leyendo tanto la saga de Verhoeven como los demás libros de Pierre Lemaitre, para mí todo un hallazgo.

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