La manera de narrar de Lemaitre es absolutamente descarnada. No se guarda demasiados pudores a la hora de describir las brutalidades cometidas por el asesino y la sangre corre a la vista de los cuerpos mutilados. No es, sin embargo, un escritor barroco, todo lo contrario: honra a lo mejor de la novelística negra estadounidense con un estilo directo y de pocas descripciones, con diálogos agudos y certeros que nos hacen pensar lo mismo en Raymond Chandler y Patricia Highsmith que en James M. Cain y Jim Thompson.
El título original de la novela es Travail soigné (algo así como "trabajo cuidadoso") y es muy certero, por la manera como la trama va describiendo el minucioso trabajo de investigación de Camille Verhoeven y su equipo. Si en español se llama Irene, es porque ese es el nombre de la esposa del comandante, quien está embarazada y aparece muy poco en el relato, hasta que se da una vuelta de tuerca tan sorpresiva como impactante y hasta choqueante (no lo contaré, para no echar a perder la lectura a quienes quieran emprenderla).
Espléndida y absolutamente recomendable, Irene no hace sino atraparnos, conmovernos, sacudirnos y dejarnos con el deseo de continuar leyendo tanto la saga de Verhoeven como los demás libros de Pierre Lemaitre, para mí todo un hallazgo.
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